viernes, 15 de octubre de 2021

IRIA FLAVIA Y PADRÓN: COMIENZO DEL MITO DEL CAMINO DE SANTIAGO

Paseo del Espolón y río Tera
Poco antes de las doce de la mañana, después de haber visitado la preciosa y tranquila iglesia de Santa María la Real del Sar situada en las afueras de Santiago de Compostela, nos dirigimos a la cercana parroquia de Iria Flavia, integrante del concello de Padrón, de la que apenas nos separaba una veintena de kilómetros. Visitar el cementerio de Andina y la iglesia parroquial es lo que pretendíamos llevar a cabo. El primero por ser el camposanto donde reposan los restos mortales de Camilo José Cela, nacido en esta pequeña villa; y la segunda por tener una preciosa Epifanía en el tímpano de la portada principal. Poco tráfico nos encontramos en nuestro recorrido que transcurrió rodeado de grandes bosques. No habían dado las doce y media cuando aparcábamos el coche en una explanada terriza cercana, que los locales denominan Campo da Festa, rodeada por una notable arboleda. Desde aquí nos dirigimos a pie al CEMENTERIO DE ADINA, que abraza los muros de la iglesia con multitud de sepulturas muy apretadas unas con otras. En uno de sus extremos se puede contemplar una amplia colección de sarcófagos y laudas medievales en diferentes estados de conservación. Fue en este cementerio donde recibieron primera sepultura los restos de Rosalía de Castro, que seis años después fueron trasladados al Panteón de Gallegos Ilustres en Santiago de Compostela, donde se encuentran en la actualidad. No obstante, sigue conservándose la lápida de su primera inhumación. Pero este camposanto tiene un segundo personaje ilustre. Desde 2002 están enterrados los restos de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura a la sombra de un frondoso olivo, lugar elegido por el propio difunto. Su tumba es muy sencilla: una simple losa de piedra a ras de suelo en la que figuran su nombre, su fecha de nacimiento y la de su defunción y el título que le fue otorgado en vida: marqués de Iria Flavia. 

Desde aquí nos dirigimos a la fachada principal de la IGLESIA SANTA MARÍA DE IRIA FLAVIA, de la que se tiene constancia de la existencia de dos templos prerrománicos anteriores a la construcción actual. El templo, como la mayoría de los templos gallegos, estaba cerrado y no pudimos visitar su interior. Cuentan los eruditos que fue el arzobispo Xelmírez quien otorgó allá por el siglo XII la condición de colegiata, que perduró hasta mediados del siglo XIX. Desde ese momento pasa a ser considerada parroquia mayor, rango que mantiene en la actualidad. Del período de esplendor medieval sólo se conserva la portada principal gótica del siglo XIII. Las arquivoltas apuntadas enmarcan un tímpano esculpido en el que destaca la representación de la “Adoración de los Reyes Magos”. Justo enfrente de la fachada principal del templo se encuentra el edificio alargado en el que se ubica la FUNDACIÓN CAMILO JOSÉ CELA, antigua residencia de canónigos del siglo XVIII que alberga la obra, manuscritos, colecciones privadas y recuerdos de la vida personal y literaria del Premio Nobel. En sus salas también se puede admirar las condecoraciones logradas por el escritor padronés, como el Nobel (1989), el Cervantes (1995) o el Príncipe de Asturias (1987). Además, en el conjunto también se halla la sede del Museo Ferrocarrilero John Trulock, bisabuelo del escritor y constructor de la primera línea gallega del ferrocarril. 

Finalizada la visita, nos dirigimos de nuevo al coche para continuar camino hasta la cercana Padrón, villa marinera de más de ocho mil habitantes reconocida mundialmente por ser el lugar –más concretamente en el antiguo puerto de Iria Flavia– donde desembarcaron los restos del Apóstol Santiago. Siguiendo los consejos de un lugareño enfilamos hasta el Aparcadoiro do Souto, una amplia explanada que hace las veces de aparcamiento público situada frente a la plaza de abastos de la localidad donde dejamos el coche cuando pasaban pocos minutos de las una y cuarto de la tarde. Desde aquí nos acercamos a contemplar la ESCULTURA “A PIMENTEIRA”, homenaje del Ayuntamiento de Padrón a la figura de la mujer pimenteira, realizado por el escultor Ramón Conde, que nos trajo el recuerdo de los reconocidos pimientos de Padrón que habíamos degustado el día anterior en Santiago. Aquí otro lugareño nos aclaró que el nombre verdadero de esta delicia culinaria es el de “pimientos de Herbón”, por ser los padres franciscanos del cercano Convento de Herbón  quienes trajeron las primeras semillas de América allá por los siglos  XVI y  XVII. Cruzamos la calle para ver de cerca el precioso CRUCEIRO FONDO DE VILA, obra plateresca del siglo XV en el que figuran diferentes representaciones  alegóricas: calaveras,  tibias, salamandras y otros animales, además de la representación de San Juan y del apóstol Santiago en el fuste. En la cruz se puede ver a Jesús crucificado en una de las caras y en la otra, la representación del descendimiento. Desde aquí nos encaminamos para encontrarnos con el río Sar, que discurría en esos momentos mansamente pero con un elevado caudal. Paralelo al río se ubica el llamado PASEO DEL ESPOLÓN, una explanada terriza con abundantes sombras gracias a la presencia de unos plataneros de dimensiones más que aceptables. El paseo se encuentra presidido en sus extremos por los dos grandes literatos que han tenido relación con la ciudad. En el extremo sur del paseo está el monumento inaugurado en 2003 al hijo adoptivo más ilustre de la villa, obra de Ferreiro Bahía. El MONUMENTO A CAMILO JOSÉ CELA consta de un pedestal –en cuya parte más alta se encuentra una estatua sedente de Don Camilo– precedido por dos bolas de mármol de dimensiones considerables de profundo significado celaniano. En el extremo norte se encuentra la ESTATUA DE ROSALÍA DE CASTRO, realizada en el 1957 por José María Mateos y sufragada por el pueblo padronés emigrado a Uruguay, tal y como reza una de las placas de la estatua. Y justo detrás de esta escultura se halla la IGLESIA DE SANTIAGO, edificio que sí estaba abierto y pudimos visitar. Estaba atendido por una amable señora que se encargaba de sellar las compostelanas a los caminantes que hacían parada en la ciudad. Es un templo de estilo neoclásico de finales del siglo XIX, que ocupa el lugar donde antaño se erigían un templo románico impulsado a comienzos del siglo XII por el arzobispo Xelmírez, y una vez desaparecido este, otro posterior de estilo gótico. Bajo el altar mayor de la basílica se conserva el PEDRÓN, ara romana dedicada al dios Neptuno donde, según la tradición, los discípulos del Apóstol amarraron la barca que trasladaba desde Haffa (Palestina) los restos de Santiago. El origen de esta ara se basa en un ofrecimiento de los vecinos de Iria Flavia al dios Neptuno, señor de las aguas y protector del puerto fluvial que poseían. Entre las piezas más valiosas que atesora en su interior, además del conocido Pedrón, se pueden contemplar una inscripción en una piedra del templo junto a la puerta de acceso del arzobispo Xelmírez; un púlpito del siglo XV perteneciente a la antigua  iglesia gótica; y numerosos elementos de la tradición jacobea. Como curiosidad, en el altar mayor vimos una pequeña talla de Santiago Peregrino, conocida popularmente como "O Parrandeiro", porque cada 25 de julio (día de Santiago) sube hasta la ermita del Santiaguiño en una colorida romería. Saliendo del templo, a mano derecha se ubica el PUENTE DE SANTIAGO, de mediados del siglo XIX, que sustituyó a otro que fue arrasado por la subida del río. Pasado el puente, que soporta un tráfico considerable, se encuentra el MONUMENTO AL CARRO DE LABRANZAS, escultura homenaje al carro gallego, compañero de fatigas de la esforzada vida del campesino. Y casi enfrente del carro sobresale la imagen de la FUENTE DEL CARMEN, de finales del siglo XVIII, en la que se pueden contemplar un relieve con el motivo de la Traslación de los restos del Apóstol y otro que representa el bautismo de la reina Lupa por el Apóstol Santiago. A espaldas de esta fuente destaca la silueta del CONVENTO DEL CARMEN construido en el primero tercio del XVIII. 

Ya iba siendo hora de darle alguna alegría a nuestros cansados cuerpos dado lo avanzado de la hora, por lo que decidimos buscar algún lugar donde sentarnos y picotear algo. Para ello nos dirigimos a la rúa Nova hacia la praza de Manuel Baltar, con una bonita escultura del mismo en un lateral de la plaza.  Manuel Baltar regentó la que está considerada como la segunda farmacia más antigua de Galicia, fundada en el año 1816. Poco después llegamos ante la excelente portada del PALACIO DE QUITO, mandado construir por Alonso de la Peña que llegó a ostentar el título de obispo de Quito. Es un hermoso ejemplar aportalado de planta rectangular y una altura, que porta en sus muros dos escudos de armas que se intercalan en las ventanas dispuestas sobre las arcadas. Comenzamos a volver sobre nuestros pasos, vimos de nuevo el monumento a la mujer pimenteira que habíamos contemplado nada más bajarnos del coche y desde aquí nos acercamos hasta el MONUMENTO AL PEREGRINO, escultura en bronce de dos metros de altura homenaje del concello a los miles de peregrinos que atraviesan sus calles a lo largo de todo el año. Seguimos caminando hasta llegar a la praza de Ramón Toxo donde se encuentra, por un lado, la CAPELA DE SANTO ANTONIO, pequeña construcción con un grado de deterioro considerable, y el ALFOLÍ DE LA SAL, edificio construido en el siglo XII y reformado a lo largo de los siglos, aunque principalmente en el siglo XVIII, que se usaba como depósito de sal. Actualmente alberga en un planta baja un restaurante. Desde aquí nos dirigimos hacia la praza do Castro donde vimos la escultura en bronce dedicada a LA SEMENTEIRA, plaza donde antiguamente se vendían las semillas del trigo, avena, centeno, etc. Representa a una joven vendedora de semillas con la vestimenta tradicional propia de la época con su mercancía y herramientas de medida de producto. Dicen que el escultor Camilo Seira se inspiró en la cara de su hermana para la creación de esta escultura. Y así llegamos a la agradable praza de Macías, espacio rectangular con abundantes casas señoriales delimitando su perímetro. En un lateral se encuentra el MONUMENTO A MACÍAS O NAMORADO, trovador gallego del siglo XIV que tuvo relaciones con una dama de alta alcurnia y que murió trágicamente. La escultura, apoyada sobre un pedestal, es de granito. 

Algo más de las dos y media de la tarde vimos que marcaba el reloj del teléfono cuando, después de ver la publicidad de los restaurantes de la plaza, nos sentamos en la terraza del RESTAURANTE O SANTIAGUIÑO, que en ese momento estaba casi completa. Fuimos atendidos con prontitud por una chica que nos trajo un par de cervezas muy frías que sirvieron para aplacar la sed que traíamos. Poco después de repasar la carta que nos ofreció, nos decantamos por una ración de mejillones al vapor y otra de pulpo a feira. Si la ración de pulpo fue generosa, no hay palabras para describir la ración de mejillones, que nos hicieron recordar con nostalgia los que nos habíamos comido un par de años antes en el puerto viejo de la isla de Arosa. Finalizamos la comida –abonamos algo menos de treinta euros– con el regusto de un café expreso que nos sirviera para despejarnos del sopor en el que habíamos caído tras degustar ambos platos. 

Terminada la comida, nos acercamos por la rúa Longa a ver la elegante fachada del PAZO DO CONCELLO, palacio del siglo XV rehabilitado en 1794 en estilo neoclásico. La fachada presenta una esfera del reloj inglés y un escudo de piedra que representa la TRASLATIO, que conmemora el traslado de los restos del Apóstol desde Palestina hasta el puerto del Murgadán, en la antigua ciudad romana de Iria Flavia. También se puede ver un balcón que recorre todo el frente, con tarima de mampostería y barandilla de hierro artístico. Desde aquí, ya camino del aparcamiento donde teníamos el coche, pasamos por la rúa do Tetuán donde pudimos contemplar la escultura en bronce HOMENAJE AL MÉDICO DE CABECERA, en la que una placa recuerda el nombre todos los médicos que pasaron consulta en la localidad a lo largo del siglo XX hasta la implantación del Servicio de Salud. Y con esto dimos por finalizada nuestra visita a Padrón. Evidentemente se nos quedaba en el tintero un enclave especial, el llamado XARDIN HISTÓRICO, declarado Monumento Artístico Nacional a mediados del pasado siglo XX, junto al que se encuentra la CASA MUSEO DE ROSALÍA DE CASTRO donde pasó los últimos años de su vida con su familia. Pero nuestros cuerpos habían dicho que hasta allí habíamos llegado e hicimos caso a su advertencia. Ya teníamos excusa para volver a esta bellísima ciudad que habíamos recorrido esa mañana.  

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