domingo, 2 de abril de 2017

ALLARIZ, ROMÁNICO, GRANITO Y COMERCIO

Salimos de Orense en torno a las ocho y media de la mañana dispuestos a recorrer los veinticinco kilómetros que nos separaban de Allariz, donde queríamos hacer una visita ligera pues habíamos leído que era uno de los pueblos más bonitos de toda la provincia de Orense y, por ende, de Galicia. Habíamos leído que su casco antiguo es Conjunto Histórico Artístico desde 1971, habiendo recibido  otro galardón en 1994, el Premio  Europeo de Urbanismo por la rehabilitación de su núcleo histórico. Llegamos temprano y dimos una vuelta con el coche para ver dónde lo podíamos aparcar. Sin embargo, a pesar de la hora, no había un hueco libre y tuvimos que volver a la salida del pueblo, donde dejamos el automóvil a la sombra de unos árboles con un tronco respetable en la rúa do Piñeiro, un poco antes del puente que salva el río Arnoia. Desde allí fuimos andando a todos los sitios, teniendo en cuenta que la villa no es demasiado extensa. Nada más cruzar el puente vimos una panadería llamada O FORNO DE TOMÁS, que anunciaba la venta de empanadas con rellenos variados a unos precios más que aceptable y de las que habíamos leído maravillas en internet. Así que pasamos al interior del local y encargamos dos empanadas, una de carne y otra de atún para llevarlas a casa de Carlos en nuestro viaje de regreso. Así, estas se unirían a los dos paquetes de ROSQUILLAS CRISTALEIRO que habíamos comprado el día anterior en Orense. Nos dijo amablemente la dependienta del local que estarían listas para recoger alrededor de las once y media de la mañana.

sábado, 1 de abril de 2017

ORENSE Y SU MARAVILLOSO PÓRTICO DEL PARAISO

Habíamos dormido la noche anterior en el Hotel España de Lugo y habíamos hecho una parada en Portomarín para visitar su Escalinata de las Nieves y su iglesia de San Nicolás. Desde allí habíamos continuado viaje hasta MONFORTE DE LEMOS donde habíamos parado poco antes de las doce de la mañana brevemente para hacer un descanso, cerca de la plaza donde se ubica el impresionante Colegio de Nosa Señora da Antiga. Entramos a la CAFETERÍA CAROLUS IIII donde pedimos unas cervezas y nos sentamos en una mesa a relajar las piernas un poco. Conseguido el objetivo, continuamos camino en dirección a Orense pasadas las doce y media. Pocos kilómetros después, a la altura de Los Peares, detuvimos el coche un momento en un ensanche de la carretera para acercarnos al mirador sobre los cañones que forma el río Miño que corre encajonado entre riscos montañosos. Es todo un espectáculo ver los viñedos caer ladera abajo abrigados en pequeños bancales elaborados por la mano del hombre. Nos vimos el recuerdo de la novela “Todo esto te daré” de Dolores Redondo que narra primorosamente el trabajo meticuloso con la elaboración del vino de la Ribeira Sacra. Después de la tanda correspondiente de fotos y vídeos, seguimos camino a Orense.

PORTOMARÍN: UNA MARAVILLA EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Habíamos dormido la noche anterior en Lugo y la de este día lo haríamos en Ourense. Pero entre una y otra capital de provincia, habíamos pensado hacer dos paradas: una en PORTOMARÍN, cuya Iglesia de San Nicolás y la cercana Escalinata de las Nieves me habían causado una fuerte impresión la primera vez que las vi en una bellísima fotografía en internet; y posteriormente, otra en MONFORTE DE LEMOS, del que habíamos leído muy buenas referencias y en el que nos detendríamos en función del tiempo que dispusiéramos. Así que nos levantamos temprano como todos los días anteriores, me acerqué al aparcamiento Ramón Ferreiro en la calle Salvador de Madariaga donde había dejado el coche, fui hasta la puerta del hotel, cargamos las maletas y enfilamos carretera hacia Portomarín. El tiempo era inestable, hacía fresco a esa hora de la mañana y estaba lloviznando. Y así se mantuvo durante la media hora que duró el recorrido. Llegamos a la plaza Conde Fenosa poco antes de las nueve y cuarto de la mañana, bajo la impresionante mirada del rosetón de la iglesia de San Nicolás. Aparcamos el coche en la placita que se abre a los pies del espléndido ábside románico de la iglesia, presidida en el centro por el excepcional cruceiro de San Nicolás. Como era temprano y no habíamos desayunado aún, decidimos entrar justo en frente de donde habíamos aparcado, en el restaurante Xoanes sito en la rúa Fraga Iribarne. Evidentemente no hacía un tiempo agradable para sentarse en la terraza, que, aunque estaba cubierta, no protegía del ligero viento que soplaba y que esparcía las pequeñas gotas de la llovizna que caía en ese momento. Entramos y nos colocamos en el lado más estrecho de la barra donde no había nadie. El resto de la barra y varias mesas del salón estaban repletas de peregrinos desayunando que iniciaban su ruta del día. Cuatro euros pagamos por el desayuno.