sábado, 30 de abril de 2011

COÍMBRA Y SU UNIVERSIDAD

Habíamos planificado con mimo este viaje que íbamos a realizar durante el puente de mayo, recorriendo algunas de las ciudades más importantes del norte del país vecino para regresar a España visitando la ciudad de Zamora, que no conocíamos. Después de darle muchas vueltas decidimos que nuestra primera parada sería la ciudad de Coímbra para conocer, entre otras cosas, su afamada y antigua Universidad, aunque ese mismo día continuaríamos camino hacia Oporto donde habíamos reservado hotel para dos noches. La distancia que separa Bailén de Coímbra por la ruta más corta es de algo más de seiscientos kilómetros. Ello nos obligó, a pesar de que ganábamos una hora al entrar en territorio portugués, a salir a una hora muy temprana si queríamos aprovechar la mañana. Y así lo hicimos. A eso de las tres de la mañana salíamos de nuestra casa con todo nuestro equipaje preparado y cargado en el maletero desde la noche anterior. Enfilamos en dirección a Córdoba y desde allí camino de Badajoz, atravesando toda la serranía cordobesa. Durante todo el trayecto el tráfico que soportamos fue escaso. Bordeamos la capital pacense cuando el reloj aún no había marcado las siete de la mañana y continuamos camino. Los primeros kilómetros de carretera una vez cruzamos la frontera perdieron la anchura y asfaltado de los que habíamos traído hasta entonces. Poco a poco, la carretera por la que circulábamos fue mejorando en cuanto a asfalto, pero no en anchura, haciéndonos el viaje más relajado. Hicimos una primera parada a eso de las siete y media –hora portuguesa– en una estación de servicio cerca de Abrantes, una pequeña población bañada por el río Tajo, situada a unos ciento veinte kilómetros de Coímbra.  Aprovechamos el momento también para tomar unos cafés con leche y unas pastas que hicieran las veces de desayuno. Al montarnos de nuevo en el coche, una ligera lluvia nos avisó de lo que nos podía esperar en las horas siguientes. Pocos kilómetros más adelante accedimos a la autopista de pago –siete euros y medio nos costó el trayecto hasta nuestro destino– y en algo más de una hora llegamos a Coímbra, cuando el reloj mostraba algo más de las nueve y media de la mañana.