lunes, 11 de junio de 2018

DE CASTRO URDIALES A PORTUGALETE

Un día más madrugamos. El sol brillaba por su ausencia y el cielo encapotado de negros nubarrones amenazaba lluvia de un momento a otro. Pero la planificación era la que era y había que cumplirla. Si todo iba bien, esa noche dormiríamos en Bilbao. Recogimos las maletas y las metimos en el coche. A las ocho y cuarto enfilábamos en dirección a CASTRO URDIALES, primera parada del día. Poco más de media hora tardamos en recorrer los treinta kilómetros que separan Laredo de esta ciudad. Los posibles lugares donde aparcar el coche, bien estaban demasiado lejos de la zona que ibas a visitar, bien era imposible dejar el coche. Por ello decidimos enfilar la calle Santander en dirección al puerto e ir directos al aparcamiento público Saba Amestoy, construido bajo los jardines del Parque Amestoy, casi en el mismo puerto marinero de la villa. Cuando salimos a la calle, seguía sin llover, aunque la negrura del cielo había aumentado. Como era temprano y no habíamos desayunado, entramos en LA DÁRSENA CAFÉ donde pedimos sendos cafés con leche, un zumo de naranja y un par de tostadas de aceite y tomate ¡en pan de molde! Nos sentamos en una mesa y con fruición dimos buena cuenta de ello. Por todo nos cobraron algo más de seis euros que abonamos y nos encaminamos a la calle. ¡Llovía en ese momento! No mucho ya que permitía pasear sin mojarte demasiado. Así que nos armamos de valor y empezamos la visita, que siempre teníamos la posibilidad de cancelar si el tiempo no mejoraba.


Nos dirigimos hacia la izquierda, donde se ubican los monumentos más conocidos de la villa. Lo primero que vimos fue la bella fachada de la CASA DE LOS CHELINES, construcción dirigida por el arquitecto local Leonardo Rucabado a principios del siglo XX con reminiscencias neogóticas y algunas notas modernistas. Presenta fachada monumental simétrica, en la que destaca el juego de miradores en los extremos y los vanos centrales. Continuamos nuestro húmedo paseo hasta llegar a la plaza donde se ubica el AYUNTAMIENTO, cuya fachada actual es de mediados del siglo XVIII. Es un edificio de tres pisos enmarcado por dos torres rematadas con sendos aleros de impronta barroca. En esta misma plaza se encuentra la CASA NATAL DE LEONARDO RUCABADO, arquitecto castreño, figura clave del regionalismo arquitectónico montañés. Tiene repartidas numerosas construcciones por toda la geografía española, aunque principalmente cántabra. Unos metros más adelante, en un giro abrupto de la calle vimos la ESCULTURA “REMERO”, recuerdo permanente al hombre de la mar. Y casi enfrente, el MONUMENTO A LAS REDERAS, homenaje a las mujeres que durante tantos años se dedicaron a este oficio de tejer las redes. Continuaba lloviendo, pero, a pesar de ello, nos acercamos a contemplar la enorme belleza del PUENTE MEDIEVAL, También llamado puente romano o puente viejo. Es de estilo gótico y tiene un solo arco, su función era la de permitir el paso a la ERMITA DE SANTA ANA, uno de los iconos de vocación marinera de la villa. Levantada sobre una roca,  es de planta rectangular y está abierta al exterior a través de un pórtico adintelado sostenido por pilares. Desde aquí, subimos al largo y robusto espigón que cerraba por esta zona el puerto pesquero y que ejercía de potente rompeolas ante los abundantes temporales, sobre todo en invierno. Hay carteles que anuncian el peligro que supone pasear por esta escollera si hay fuerte viento o la mar se encuentra con marejada. Desde aquí, tomamos el camino para llegar al CASTILLO FARO, que junto con la Iglesia formaba el entramado defensivo cerrado por la muralla de la villa, que desde aquí bajaba hasta la Puebla Vieja rodeándola. Su posición estratégica permitía que, en caso de verse obligados a huir, los sitiados pudieran hacerlo por el mar. Es una construcción de mediados del siglo XIII, realizado en mampostería y sin vanos al exterior. No fue hasta mediados del siglo XIX cuando se le dio su función actual como faro costero. Muy cerca, pudimos visitar las RUINAS DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO, edificio más antiguo de la villa ya que data del siglo XII. Esta pequeña iglesia románica tiene una planta rectangular con presbiterio semicircular, es de mampostería con sillares en las esquinas. Se conservan parte de los cimientos, el ábside, los muros, una puerta de arco apuntado y una ventana con arquerías de medio punto. Y a un paso de estas ruinas, la joya de la corona, la IGLESIA DE SANTA MARIA DE LA ASUNCION, que es la obra gótica más representativa de este estilo en Cantabria. Su construcción data del siglo XIII, Se trata de un edificio de planta basilical al que se accede por una escalinata flanqueada por dos torres. La portada principal consta de varias arquivoltas apuntadas con la presencia de cuatro pequeños rosetones en el tímpano de la portada. Consta de tres naves, de las cuales la central tiene una altura doble respecto a las laterales. Impresiona ver el triforio levantado sobre la girola desde el cimborrio del crucero y la luminosidad de esta zona, a pesar del oscuro día que teníamos. En su interior se encuentra la Virgen Blanca, una escultura de piedra policromada del siglo XIII, con una corona de ocho puntas. También merece mención especial el gran lienzo del Cristo de la Agonía, obra atribuida al pintor Francisco de Zurbarán. Nos llamó mucho la atención el enorme desgaste causado por la erosión en alguna de las piedras del muro izquierdo de la iglesia que se nos mostraban con profundos agujeros. La vista de la villa desde este punto es preciosa y digna de ser plasmada en la retina del visitante. En el amplio atrio que se abre frente a la fachada principal de la iglesia se puede contemplar la ESCULTURA DE TITO FLAVIO VESPASIANO, fundador de Flavióbriga, nombre con el que era conocida Castro Urdiales en la era romana. De vuelta de nuevo al centro urbano, pasamos otra vez por el Ayuntamiento, pero esta vez, en vez de ir por caminar por el Paseo Marítimo nos fuimos por la calle de la Torre de Vitoria y la calle de la Plazuela, estrechas callejas con soportales protectores de la lluvia que en ese momento seguía cayendo. Además, nos sirvió de relax la presencia de innumerables tiendas dirigidas especialmente para captar al turista visitante. Entramos en alguna de ellas y conocimos la existencia de los chochitos ricos, una especie de roscos elaborados con mantequilla de Cantabria y frutos del bosque. Vimos también precios de latas de anchoas y de bonito del norte, que eran bastante competitivos si los comparábamos con los de Santoña y Laredo. En la calle Santander nos sorprendió la fachada estrecha de un bloque de pisos cuya decoración consistía en unos murales pintados en cada una de las plantas del edificio. Continuamos por la calle Ardigales para ver los RESTOS ROMANOS DE FLAVIOBRIGA, conjunto musealizado donde se pueden contemplar los restos de tres viviendas y una calzada romana. Había dejado de llover y eso era una buena noticia porque el resto de la visita por la villa la haríamos más agradable. Caminamos hasta llegar a la altura de la IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN, de reciente construcción a pesar de su apariencia. Acoge en su interior un magnífico mural del pintor castreño Carlos Goitia. Desde aquí nos dirigimos al Parque de la Barrera donde destaca poderoso el torreón con almenas del EDIFICIO ROYAL, que actualmente acoge la Biblioteca Municipal. Es de principios del siglo XX y presenta un estilo ecléctico neogótico. Enfrente de este se encuentra el EDIFICIO BRISTOL, de vivos tonos rojizos que contrastan con el verde abundante del Parque. Y en medio de este bello entorno de calles y plazuelas del Parque se encuentra el MONUMENTO A ATAULFO ARGENTA, reconocido músico y director de orquesta nacido en la villa en 1913. De vuelta de nuevo al Paseo Marítimo, es difícil no ver la CASA DE ISIDRA DEL CERRO, construcción dirigida por el castreño Rucabado. Presenta un mirador semicircular en una de las esquinas. Y desde aquí comenzamos una larga caminata por el Paseo Marítimo para contemplar las numerosas casas palaciegas y chalés construidos a principios del siglo XX por los ricos adinerados castreños. El primero que nos encontramos fue la CASA DEL GENERAL BAZÁN-GOICURIA-ECHEA, un edificio cúbico de decoración plana cuyo elemento más ornamental es la crestería de piedra artificial con decoración de acroteras y mascarones que representan un guerrero con yelmo. Desde este punto, volviendo la vista hacia atrás, la postal que te encuentras es algo inolvidable con los principales monumentos de la villa -la iglesia de Santa María, el Castillo faro, el puente medieval y la ermita de Santa Ana-, cerrando el horizonte bajo un cielo encapotado y revuelto. Y es justo al inicio del Muelle Don Luis donde se encuentra una curiosa escultura de una mujer manca. Este HOMENAJE A LA PESCADORA está inspirado en la inmigrante alemana Cornelia Fischer, la cual liberó a un grupo de judíos de la muerte en el holocausto nazi, perdiendo en ello su brazo derecho. Por este motivo tuvo que huir de Alemania, llegando en esa escapada a esta ciudad. Avanzando unos metros por el paseo llegamos al CHALÉ SOTILEZA, otra de las obras en estilo regionalista de Rucabado a principios del siglo XX. Presenta varios cuerpos, entre los que destaca la torre cuadrada y el soportal. Una vez llegados a la playa de Brazomar, decidimos volver sobre nuestros pasos porque el cielo volvía de nuevo a amenazar lluvia y no teníamos más gana de caminar bajo el agua. No obstante, en nuestro camino de vuelta pasamos para ver el CENTRO CULTURAL LA RESIDENCIA, conocido también como EDIFICIO PEDRO VELARDE, una casa palacete de finales del siglo XIX, destinado inicialmente a asilo de huérfanas. La fachada principal , con el cuerpo central sobresaliendo en planta sobre los laterales, es de ladrillo y cerámica decorativa cuyo autor no es otro que Daniel Zuloaga. Desde aquí abandonamos el Paseo Marítimo para adentrarnos en una calle paralela para visitar el CHALÉ SAN MARTÍN, también de principios del siglo XX. La fachada presenta un cuerpo central con mirador sobre el que se ha construido una terraza. Presenta grandes cornisas y tejados a varias alturas. Destaca la decoración del alero en madera. Dejamos la calle Menéndez Pelayo y volvimos de nuevo al Paseo Marítimo, ya camino para recoger el coche del aparcamiento cuando pasamos delante del EDIFICIO SALVARREY, de principios del siglo XX. Es un edificio pintoresco, con influencias modernistas dirigido por Leonardo Rucabado. Presenta una fachada monumental asimétrica, orientad hacia el mar, en la que destaca el remate en ángulo con batería de miradores coronados por un doble chapitel, de influencia modernista. Finalizada la visita, nos dirigimos nuevamente a la calle de la Torre Vitoria donde compramos un para de cajas de sobaos, una para dejar en Madrid y otra para nosotros, y un par de latas de anchoas para cenar esa noche en el hotel de Bilbao. En esta misma calle vimos sobre uno de los pilares de los soportales una especie de radio antigua de madera y una cartela que explicaba el significado de su presencia. Un castreño allá por los años treinta del siglo pasado sacaba todos los días el aparato de radio que tenía y lo ponía en la balda existente para que todos sus vecinos pudieran disfrutar de semejante adelanto. Desde aquí nos dirigimos al aparcamiento donde llevaba el coche metido unas cuatro horas por las que pagamos algo menos de seis euros. Desde aquí, de nuevo en la carretera nos dirigimos en dirección a Bilbao, con una parada previa en PORTUGALETE para ver su famoso Puente Colgante, declarado Patrimonio de la Humanidad y cuyo nombre oficial es Puente Vizcaya. Comparte orilla con la localidad de Getxo. Recorrimos con diligencia los escasos treinta kilómetros que separan esta ciudad vizcaína de Castro Urdiales y ante la falta de espacio para dejar el vehículo en los alrededores, volvimos a utilizar un aparcamiento público, de nombre Parking Zubi Alde, situado en los alrededores del polideportivo del mismo nombre. De camino hacia el PUENTE COLGANTE nos encontramos con el BUSTO DE ALBERTO DE PALACIO, arquitecto constructor del Puente junto con su hermano, situado en el arranque de los cables que sirven de sostén al puente. Un poco más abajo, otra escultura, esta vez el BUSTO DE JUAN ANTONIO DE ZUNZUNEGUI, ilustre escritor local. Y así llegamos al famoso y mundialmente conocido PUENTE COLGANTE, que une las orillas de Getxo y Portugalete. El Puente Vizcaya fue el primer puente de su tipo en ser construido y se eleva como un recuerdo monumental del pasado industrial de la zona. Este puente transbordador hizo posible el traslado de gente y mercancías de una orilla del río a la otra sin obstaculizar el paso de barcos, algo completamente nuevo en aquella época e incluso una rareza en los puentes de hoy en día. La estructura de acero rojizo está considerada una de las construcciones de la Revolución Industrial más importantes de Europa y ha sido declarada, como dijimos anteriormente, patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Y sin más dilaciones pues eran casi las dos de la tarde, volvimos de nuevo al coche y nos encaminamos a la Avenida Alameda de Recalde en la vecina Bilbao buscando el HOTEL BILBAO CITY ROOMS donde habíamos reservado una noche. Pero eso ya lo contamos en otra entrada del blog.

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