Llegamos a Santa Mariña y aparcamos el coche en un
ensanche de la carretera viendo sobresalir entre los tejados del caserío sus
dos altivas torres. Lo peor de la visita era que no podríamos disfrutarla en su
interior ya que tras conversación telefónica con la Oficina de Turismo de
Allariz nos informaron que la persona que facilitaba el acceso a la iglesia
está en estos momentos de baja médica y en estos momentos solo se abre para la
misa de mediodía del domingo. Esa misma información nos la confirmaron un par
de parroquianos con los que nos cruzamos y le preguntamos por el modo de
acceder al interior. No habría más de una veintena de casas apiñadas
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Ábsides |
alrededor
de la iglesia que la constriñen e impiden tener una visión amplia de su fachada
y de su estructura en general. Para comprender mejor la existencia de una
iglesia de este tamaño para tan reducida feligresía tenemos que remontarnos a
tiempos pasados relacionados con el inicio del cristianismo, por un lado, y con
la cultura celta por otro. El origen de todo es la leyenda del MARTIRIO DE MARIÑA, hija de un moro llamado Theudio.
Mariña, siendo muy niña, queda huérfana
de madre, y su padre se la entrega a una mujer de Piñeira de Arcos
para que la criara. Esta mujer, de nombre Ana, era cristiana por lo que bautizó a la niña.
Por esta causa fue repudiada por su progenitor. Mariña ayudada a su madre
adoptiva cuidando el ganado y mientras realizaba esta labor solía sentarse a
hilara a la sombra roble que hoy llaman de la Santa. Convertida en una
joven hermosa, Olibrio, alto cargo romano, intentó seducirla sin éxito y
tampoco consiguió que abjurara de su religión. Indignado, primero la
encierra en un calabozo; luego la mandó colgar, azotar y herirla con peines de
hierro; pero a los tres días de cada uno de estos suplicios ella ya estaba
curada de sus heridas, más tarde la queman y le atan los pies y manos y la
lanzan a un estanque; pero de todo sale la santa totalmente sana como por arte
de magia. Condenada a morir abrasada en un horno próximo,
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Segunda fuente de la Santa |
saldrá viva
gracias a San Pedro quien la sacó por un agujero y la dejó al lado de un
estanque. Finalmente, el prefecto ordenó que la decapitaran. Y cuentan que
su cabeza, al ser cortada de un golpe,
botó tres veces, Dino lugar al nacimiento de tres manantiales en el lugar en
que dio cada uno de los botes, de los cuales, según dicen, manan aguas
milagrosas que curan todo tipo de enfermedades e incluso expulsan a los malos
espíritus.
Así, en el lugar del martirio se levanto una pequeña
iglesia donde fue enterrado su cuerpo. Siglos más tarde, a finales del siglo
XII, los monjes seguidores de San Agustín comienzan a ampliar aquella primitiva
iglesia, siendo la Orden de los Templarios en el siglo XIII los que la terminen
con su forma actual. Es, pues, un magnífico ejemplo del arte románico gallego,
con claras y manifiestas influencias
compostelanas. El interior de la iglesia alberga el sepulcro de la santa,
origen de todo el sentimiento religioso y mágico de la devoción con la que se
acercan los feligreses a la misma. Como dijimos al principio, no pudimos
acceder al interior y por tanto no pudimos visitar ni el sepulcro ni la capilla
de Santo Tomé donde surgió el primer manantial milagroso al ser decapitada la
santa, de cuyo cauce muchos creyentes llenan botellas que se llevan a casa para
alejar los malos espíritus y mejorar la salud de sus familiares enfermos.
De vuelta al exterior, la fachada se alza majestuosa
destacando sobremanera sobre el achatado caserío. El edificio tiene planta
basilical con tres naves que desembocan en los tres ábsides que se abren en la
cabecera del templo, siendo el central de mayores dimensiones que los laterales.
La fachada principal se articula por medio de cuatro contrafuertes que nos
indican la división interior de las naves. La puerta de acceso al templo está
enmarcada por un arco de medio punto con dos simples arquivoltas con capiteles
muy simples. En la parte superior de la fachada destaca un gran rosetón sobre
el que descansa una grácil espadaña, que fue añadida al templo en el siglo
XVIII. Los laterales de la facha se encuentra coronados por arcos apuntados
sobre los que se ubican dos rosetones más pequeños que el central. Los muros
laterales del templo no presentan vano alguno y dan una fuerte sensación de
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Cementerio frente a la fuente |
robustez. Los tres ábsides de la cabecera sí presentan delgadas ventanas con
una columna rematada por capiteles con decoración geométrica muy simple a cada
lado del vano. A lo largo de los tres ábsides corre también una pequeña cornisa
sostenida por canecillos escasamente decorados. En la parte trasera de la iglesia se encuentra la
segunda de las fuentes de la Santa, situada a la sombra de una encina que hace
el papel del roble que figura en la leyenda. Un hilo lo de agua brota de forma
continua y circula unos metros por un pequeño canal que desagua en una recogida
alberca alrededor de la cual parece que hubiera un lavadero abierto al aire
libre. Frente a la fuente se alza el reducido cementerio coronado por un
enjambre de pequeñas cruces de granito que van marcando cada una de las calles en
que se ubican los enterrados allí. Sobre la fuente figura una inscripción que
informa de que en el año 1840 se lleva a cabo la reforma de la fuente. Sin
embargo, otra nota más actual aclara que dicha inscripción contiene algún que
otro error al mostrar el nombre del obispo que ordenó la remodelación.
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