viernes, 20 de septiembre de 2019

BELMONTE, LA MANCHA EN TODO SU ESPLENDOR


Habíamos salido a una hora prudencial de Mota del Cuervo y en escasos minutos recorrimos los quince kilómetros que separan Mota de Belmonte, localidad conquense con casi dos mil habitantes y una larga historia en la que destacan principalmente tres personajes históricos: don Juan Pacheco, el primer marqués de Villena que dota a Belmonte de un gran patrimonio con la realización de obras tales como el Castillo, la Colegiata, el recinto defensivo y otra serie de edificaciones que hacen de Belmonte un centro político y cultural destacado; el Infante Don Juan Manuel, autor del conocido “El Conde Lucanor”; y Fray Luis de León, belmonteño ilustre, profesor de la Universidad de Salamanca y famoso por aquel “decíamos ayer…” al volver de nuevo a la docencia salmantina tras haber estado encarcelado cuatro años acusado por la Inquisición.  Y tres construcciones que marcan la importancia de su pasado: el recinto amurallado que lo rodea, el Castillo y la ex-Colegiata de San Bartolomé Apóstol.


Aparcamos el coche inicialmente justo al lado de la ERMITA DE LA
Puerta de Chinchilla
VIRGEN DE GRACIA
, Patrona de Belmonte, construida en el siglo XIII, aunque muy retocada en los siglos posteriores. La Virgen es una magnífica talla románica de madera policromada de 42 cm de altura de mediados del siglo XIII. Talla de cuerpo completo que representa a María sentada en un trono de madera con el Niño sobre su pierna izquierda, en actitud de bendecir. La Virgen lo sujeta con la mano izquierda mientras que en la derecha nos muestra el orbe del mundo, símbolo de autoridad y soberanía. Una vez que terminamos la visita de la ermita, cogimos de nuevo el coche y nos dirigimos hacia la llamada PUERTA DE CHINCHILLA, ya que habíamos visto que era fácil aparcar. El nombre le viene dado porque está orientada al vecino pueblo de Chinchilla y es la entrada más robusta y significativa que posee la muralla de Belmonte en la actualidad. Una vez que la atravesamos llegamos a una enorme plaza con unas vistas preciosas del castillo y del lienzo de muralla que sube hasta el mismo, en cuya parte izquierda nos ofrece el antiguo CONVENTO DE LOS PADRES FRANCISCANOS, que en la actualidad funciona como Centro de Salud, aunque en su iglesia conventual se siguen oficiando misas. Desde allí nos dirigimos a visitar la fachada de la CASA BELLOMONTE, que en la actualidad presenta una recreación de una casa real del siglo XV, con espacios llenos de vida en los que se respira la presencia de quienes los habitaron. Volvimos sobre nuestros pasos y también observamos la magnífica fachada de la CASA DE LOS BAILLO, construcción del siglo XVII que hoy funciona como Oficina de Empleo. En Belmonte son abundantes las casas señoriales por la prosperidad que la villa

tuvo en la baja Edad Media, especialmente en la época de don Juan Pacheco en la que en torno a su figura, se crea una segunda corte. Durante esa época y en los siglos siguientes fueron muchos los
Puerta del Almudí y Pósito
nobles e hidalgos que edificaron sus casas intramuros de la villa. Desde ahí, a pocos metros nos encontramos con la
PUERTA DEL ALMUDÍ, también llamada del Rollo o del Cristo de los Ausentes. El nombre de Almudí viene por estar junto al Pósito, casa de piedra aneja a la puerta que fue el lugar destinado a mantener acopio de granos, principalmente de trigo, y prestarlos a labradores y vecinos, durante los meses de menos abundancia. La denominación «puerta del rollo» se debe a que frente a ella estuvo situado el rollo, columna de piedra que antiguamente era insignia de jurisdicción y que en muchos casos servían de picota para ajusticiar a los reos. También esta puerta recibe la denominación del «Cristo de los Ausentes», por albergar en ella una imagen de bronce de ese Cristo, obra del escultor José Antonio Lafuente en los años sesenta del siglo XX. Y justo al lado de esta puerta, el PÓSITO o Almudí, importante arquitectura civil levantada en el siglo XVI como almacén del Pósito Real. En la actualidad es utilizado como viviendas. Y justo en esta plaza nos detuvimos un rato en el Bar Domingo a tomar una par de cervezas, que ya el cuerpo nos iba demandando: dos cañas con una pequeña tapa por 2,40 euros. Continuamos nuestro recorrido y nos dirigimos hasta la PUERTA DE LA ESTRELLA, llamada así por estar dedicada
Puerta de la Estrella. Interior
a la Virgen de la Estrella, aunque también ha sido denominada como la puerta de Toledo o la de Monreal, por estar orientada hacia estas localidades. Su actual nombre le viene por la existencia siglos atrás, extramuros, de una judería o barrio judío en la que se obligaba a vivir por ley a los judíos. La estrella de David, de siete puntas, símbolo del judaísmo, es lo que hizo que posteriormente esta puerta se rebautizara como de la «Estrella» y se dedicara a la Virgen de tal nombre, construyendo un altar sobre el arco para su veneración. En la parte interior se hallan unas escaleras de piedra que conducen al altar y que no son originales de esta puerta. Pertenecían a la puerta del Almudí, cercana a ésta, y fueron trasladadas aquí en los años sesenta del siglo XX. Muy cerquita el
COLEGIO DE LOS JESUITAS, que se tiene por el primer colegio interno que tuvo esta orden en España. El edificio data del siglo XVII, aunque los jesuitas vinieron a Belmonte un siglo antes. En la
Colegio de los Jesuitas
actualidad, el claustro está abierto ofreciendo a Belmonte uno de sus más bellos espacios, la plaza de Correos, y la iglesia, utilizada durante muchos años como cine y teatro aunque en la actualidad la mala conservación y deterioro del edificio ha hecho que permanezca cerrado y sin ningún tipo de utilidad. Y así, como el que no quiere la cosa, llegamos al
AYUNTAMIENTO, que es un edificio de nueva planta construido entre los años 1955 y 1956, aunque para su construcción se utilizaron elementos del antiguo edificio: piedra de sillería que se pueden ver en el dintel de la puerta principal, el escudo de armas, tal y como estaba, o la campana de la torre, que procedía del Colegio de los Jesuitas. Y presidiendo la plaza una escultura sobre un pedestal de piedra dedicada a FRAY LUIS DE LEÓN, ilustre belmonteño cuya casa natal se encuentra muy cerca de aquí. Desde esta plaza nos encaminamos hacia el CONVENTO DE LAS MADRES CONCEPCIONISTAS, situado en la parte alta del
Ayuntamiento
pueblo y que data de 1584. En la actualidad está deshabitado tras la marcha a Cuenca en 2007 de las últimas monjas que lo habitaban, teniendo el edificio un futuro incierto y viéndose abocado a la ruina. Un poco más adelante visitamos la
CASA NATAL DE FRAY LUIS DE LEÓN, situada en los alrededores de la Colegiata. Es una casa vulgar, de las muchas que podemos encontrarnos en la localidad, en cuya fachada una lápida nos recuerda que fue el lugar donde nació y residió durante un tiempo este docente del Siglo de Oro español. Y en esta esquina nos llevamos una sorpresa mayúscula. En muchas fachadas de casas solariegas y lienzos de la muralla pudimos contemplar una serie de figuras humanas, a tamaño real, adosadas a las mismas recordando al visitante los belmonteños ilustres, ya nacidos en la localidad, ya relacionados con la misma. Así pudimos observar a Eugenia de Montijo, a San Juan del Castillo, Pedro Páez,
Condest. Lucas de Iranzo
Fray Luis de León, y ¡sorpresa!, el condestable Miguel Lucas de Iranzo, nacido en Belmonte pero muy relacionado con la ciudad de Jaén. No conocíamos que este noble era originario de Belmonte.

Continuamos nuestros pasos en dirección al antiguo PALACIO DEL INFANTE DON JUAN MANUEL, otrora palacio del autor de “El Conde Lucanor” y residencia de los Pacheco (donde nacieron el marqués y su hermano), sirvió de convento de dominicas desde su donación, por parte de d. Diego López Pacheco, segundo Marqués de Villena a éstas en 1499. Destacaba de su estructura el patio plateresco, de doble arcada y el salón regio, que pasó a ser utilizado como iglesia conventual. En la actualidad es un hotel, que ha conseguido integrar en su diseño los escasos restos originales que se conservaban del palacio. Y desde allí, a escasos metros, se nos
Palacio Don Juan Manuel
mostró con toda la grandeza la
COLEGIATA DE SAN BARTOLOMÉ, mandada construir por Juan Pacheco, en 1459, sobre la antigua iglesia local. Era Colegiata porque tenía cabildo colegial; el de Belmonte constaba de 36 curas que estaban a su cargo. El precio de entrada fue de tres euros para nosotros dos, precio de pensionista. Un detalle que no nos gustó es que no se podían hacer fotos ni grabar vídeos. El templo fue realizado con el fin último de ser el lugar de enterramiento del Marqués de Villena, tal y como lo dispuso en su primer testamento, un segundo testamento cambia la Colegiata por el Monasterio de El Parral, en Segovia, donde reposan sus restos. Quienes sí están enterrados son sus antepasados, en cuatro arcosolios de estilo flamígero albergan las esculturas de alabastro de bulto redondo en actitud orante que en el siglo XVI manda realizar el hijo de Juan Pacheco. El templo es de factura gótica, en su interior se funden, armoniosamente, diferentes estilos artísticos, sorprendiendo, por inesperadas, las obras que alberga y que adornan sus blancos muros de caliza. Son impresionantes sus rejas platerescas, así como los retablos de sus trece  capillas, construidas en el siglo XVI, De singular belleza, la de la “Anunciación”, fundada
Colegiata de San Bartolomé
por los familiares de Fray Luis de León. También conserva la pila bautismal donde fue bautizado el insigne poeta. Asimismo destacan los retablos pictóricos de la “Inmaculada” y la “Santísima Trinidad”, ambos del siglo XVI. Particular interés despierta el coro a los pies de la iglesia, de madera de nogal, tallado por Egas Cueman. Perteneció a la Catedral de Cuenca y está considerado como el coro historiado más antiguo de toda España (1454). En la colegiata lleva desde el siglo XVIII, momento en el que el cabildo colegial lo adquiere a la Catedral.

Tras la visita enfilamos nuestros pasos en busca del coche que estaba aparcado en la Puerta de Chinchilla. Por el camino nos encontramos con la llamada CASA DE LOS HINESTROSA, popularmente conocida como la “esquina de los leones”, y popularmente confundida con la casa natal de Fray Luis de León por
Casa de los Hinestrosa
la presencia de estos animales en la esquina de la fachada. De vuelta de nuevo a la enorme plaza del Pilar, nombre que adquiere de majestuoso pilar con numerosos caños de agua que existe en uno de sus extremos, cogimos el coche y nos dirigimos a lo alto de la colina donde se encuentra ubicado el castillo, que domina todo el paisaje circundante. En nuestro breve recorrido pudimos admirar la única torre albarrana (separada de la murada) que conserva el recinto amurallado de la ciudad. Una vez aparcado el coche en la explanada que se abre frente al castillo, nos dirigimos a visitarlo, cosa que no pudimos hacer porque lo cerraban en pocos minutos y nos invitaron a realizar la visita en horario de tarde.

El CASTILLO, mandado construir por Juan Pacheco, primer Marqués de Villena en 1456, en el cerro de San Cristóbal sobre una fortaleza del siglo anterior, es el emblema y símbolo de Belmonte. De estilo gótico-mudéjar, este notable edificio fue declarado Monumento
Castillo. Puerta de entrada
Nacional en 1932. Destaca su estructura en forma de estrella, tan original que en cuanto a arquitectura militar no hay ningún otro castillo en España con este tipo de planta. Se origina en torno al Patio de Armas, de forma triangular, que junto con los torreones, que sirven también de contrafuertes, le dan esta forma única. Se utilizó para numerosos y variados fines a lo largo de la historia: fue cárcel de las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia (1808-1814); fue residencia de la Emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, que encarga su restauración; se utilizó como convento de frailes dominicos desde la partida de la emperatriz hasta 1885, y ya, en el siglo XX, como cárcel durante la Guerra Civil española (1936-1939) y sede del Frente de Juventudes durante el franquismo. Y así, tras fotografiarlo desde múltiples ángulos, decidimos no visitarlo ya que nos obligaba a comer en Belmonte y esperar hasta las cuatro de la tarde, hora que abría al público, lo cual nos trastocaba
todos los planes que llevábamos de llegar a Cuenca ciudad a primera hora de la tarde. Así nos subimos al coche y nos dirigimos en dirección a Cuenca,
Castillo de Belmonte
ansiosos de recorrer los escasos cien kilómetros que nos separaban. Si me gustaría recordar en este punto que, dada la hora que era, cercana a las dos de la tarde, decidimos parar en La Almarcha, en un bar de carretera para una comida ligera: unas cervezas, unas tapas y algún bocadillo compartido. Entre los dos bares que había, uno enfrente del otro, optamos por cruzar la carretera y comer en el Restaurante Jorge Manrique, un local amplio y ruidoso, lleno de viajeros comiendo a esa hora. Nos aposentamos en la barra y pedimos unas cervezas con unas tapas de oreja y callos y un bocadillo de lomo cuyo tamaño no describo porque podría resultar obsceno. El precio final fue de 9,30 euros. Desde allí, nos dirigimos hacia el hotel que teníamos reservado en Cuenca, cuya visita contaremos en otro apartado del blog.  

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