viernes, 27 de septiembre de 2019

FRÓMISTA: IMPRESIONANTE SAN MARTÍN DE TOURS


San Martín de Tours
Finalizada nuestra visita a Zaragoza, emprendimos nuevamente ruta hacia Galicia, con una parada intermedia prevista en Carrión de los Condes, donde habíamos reservado hotel y aprovechando su cercanía, volveríamos por tercera vez a Frómista y su inolvidable iglesia de San Martín de Tours. Así que madrugamos ese día y antes de las ocho de la mañana estábamos desayunando en el apartamento con ligereza, un café con leche y unas tostadas de pan de molde con aceite y tomate, mientras terminábamos de recoger y preparar las maletas. Poco después, con el coche cargado, estábamos en carretera dispuestos a recorrer los casi cuatrocientos kilómetros que separan Zaragoza de esta población. Ni que decir tiene que optamos por coger la autopista de pago en dirección a Logroño ya que los comentarios que habíamos leído sobre la carretera normal eran bastante desalentadores: mucho tráfico, sobre todo camiones, y mucha curva que implicaba imposibilidad de adelantar. Esto lo pudimos contemplar al llegar al punto en que se separan carretera y autopista de pago pues la casi totalidad del tráfico que había esa mañana, sobre todo vehículos de gran tonelaje, se desviaba hacia la carretera normal.  Poco antes de pasar por
Logroño nos detuvimos a estirar un poco las piernas y a repostar en un área de servicio en La Calahorra. Y esa fue la última parada hasta llegar a Frómista, que pasa por ser una de las emblemáticas localidades del Camino de Santiago. La villa atesora, además de numerosas muestras de arte religioso, un impresionante conjunto de esclusas, pertenecientes al Canal de Castilla y encargadas antaño de abrir y cerrar las corrientes de agua, con el fin de facilitar el tránsito de las barcazas en los desniveles del terreno.

Faltaba poco para las una de la tarde cuando aparcamos el coche junto a la IGLESIA DE SAN MARTÍN DE TOURS. Habíamos leído que estaba abierta al público hasta las dos de la tarde por lo que íbamos bien de tiempo. Esta es una iglesia románica del siglo XI, que la manda construir Doña Mayor de Castilla y se estaba
San Martín de Tours. Ábsides
edificando en el año 1066. A lo largo de los tiempos se añaden al templo algunas capillas, sacristías, torre campanario sobre el actual cimborrio, etc., añadidos que son eliminados en la restauración que se lleva a cabo a principios del siglo XX. Existe en la iglesia una maqueta de esas fechas que nos muestra tal y como estaba la iglesia antes de la reforma. En el exterior, la cabecera está formada por un gran ábside central y dos laterales de menor tamaño, destacando sobre todo su cimborrio, tanto por su verticalidad como por su forma octogonal. Las tres portadas de la iglesia muestran una gran sobriedad, casi carente de decoración. Por último, del exterior destacan las torres cilíndricas de los pies, elemento algo extraño en el románico, pero no exclusivo de San Martín. El interior nos muestra un templo con planta de cruz latina, de tres naves -la central más alta que las laterales- cubiertas con bóveda de cañón. Sobre el crucero se levanta un cimborrio octogonal y sobre éste una cúpula. Abunda en esta iglesia como principal elemento decorativo el llamado taqueado jaqués que recorre todo el edificio a diferentes alturas, aunque también destacan sobre manera los capiteles de elementos vegetales y humanos y los canecillos que rodean exteriormente el templo. Pues bien, nuestra intención era permanecer un buen rato disfrutando con tranquilidad esta iglesia. Pero mira por donde, el portero que nos vendió las entradas -dos euros por cabeza- nos animó una y otra vez a visitar
San Martín de Tours. Altar mayor
la iglesia de Santa María del Castillo donde se proyectaba un documental llamado Vestigia, Leyenda Del Camino, proyectado sobre las paredes de la iglesia. Nos ofreció una entrada conjunta a los dos recintos, San Martín y Santa María, con precio reducido -siete euros la visita de las dos iglesias y nosotros, que objetamos que no nos daría tiempo en ver el documental y volver a San Martín para seguir visitándola. No dijo que no había problema, que, si era necesario, él se quedaría con nosotros unos minutos más allá de la hora de cierre. Total, que al final nos convenció y allá que traspusimos a toda prisa a la IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CASTILLO. El templo está construido en el solar que durante la Edad Media ocupaba un castillo. Cuenta la tradición que uno de los Señores de la villa, a causa de la mala conciencia que tenía por el duro trato que había dado a sus vasallos, en el momento de su muerte mandó derruirlo y construir una iglesia en su lugar con la misma piedra de la fortaleza. Se trata de un edificio de traza gótica, formado por tres naves separadas por pilares y cerrado con bóveda de crucería. Tanto la torre como la portada son de estilo renacentista. Al llegar nos encontramos con un grupo de ocho personas que estaban esperando para ver el documental. Tras un rato de charla distendida con el guía y el grupo, entramos en el templo, que ha sido desacralizado para albergar el
Santa María del Castillo
Museo Vestigia, Leyenda del Camino, un montaje multimedia sobre el Camino de Santiago. El mismo supone adentrarse en la historia y los orígenes de Frómista, en el marco incomparable de la iglesia. El montaje, durante la media hora aproximadamente que duró, resultó muy didáctico ya que sobre las vacías paredes se iban proyectando diferentes episodios históricos relacionados con Frómista. Mención especial se hacía a San Telmo, nacido en este pueblo, patrón de los marineros, y enterrado en Tui, ciudad gallega con la que Frómista se encuentra hermanda. Al finalizar, y tras una rápida despedida, galopamos en dirección a San Martín donde llegamos a las dos menos cinco. Al vernos llegar el portero nos preguntó que por qué habíamos tardado tanto a lo que le respondimos que la proyección empezó más tarde de lo programado. Ya se le había olvidado lo que quedarse unos minutos más con nosotros tras la hora del cierre y ahora nos proponía -y llegó a firmar una de las entradas al templo- una visita gratis en horario de tarde y dos audioguías gratis. Pero claro, la iglesia volvía a abrir a las cuatro de la tarde y a nosotros ese horario nos venía muy mal porque a esa hora debíamos estar en Carrión de los Condes. Así que, con más prisa que otra cosa, recorrimos el interior del templo y sacamos algunas fotos antes de vernos en la calle. Para consolarnos, nos dedicamos tranquilamente a ver todas las fachadas del templo mientras digeríamos el mal gusto que nos había quedado. Finalizada esta visita nos encaminamos a la PIEDRA DEL MILAGRO, que está situada delante de la que fue la casa de Pedro Fernández de Teresa, cristiano viejo que allá por el año 1453, según reza la inscripción de dicha piedra, pidió dinero prestado a un judío que en la villa vivía; sin embargo, no pudo devolver el préstamo en el plazo indicado y, por ello, el judío denunció al cristiano ante la autoridad eclesiástica y ésta excomulgó al bueno de Pedro. Cuando el cristiano se vio en esta situación, devolvió el dinero al judío, pero tranquilo con que ello era suficiente para levantar el castigo religioso, olvidó comunicar dicho pago para que le fuese
Piedra del Milagro
levantada la excomunión. Poco tiempo después, Pedro Fernández cae enfermo de gravedad y en mal estado debió de encontrarse, pues pidió confesión y comunión. A su domicilio se trasladó el sacerdote y tomó confesión del cristiano, efectuada la cual se procedió a darle la comunión. Sin embargo, misteriosamente y sin explicación alguna, la Sagrada Forma que le iba a ser administrada al cristiano se quedó pegada a la patena sin que hubiera forma, ni divina ni humana, de que fuera despegada de allí. Extrañado ante lo anómalo de la situación, el cura pidió al cristiano que reflexionase a ver si se había olvidado confesar algo. El caso es que el cristiano recordó todo el asunto del préstamo y la excomunión y que no había levantado ésta tras pagar el préstamo, lo cual fue comprobado por el sacerdote y levantada la excomunión se le pudo administrar la comunión, aunque con otra Forma, pues la primera jamás pudo despegarse de la patena.

Desde aquí volvimos sobre nuestros pasos, hacia la calle Arquitecto Aníbal y allí nos sentamos en la terraza del Bar El Manchego donde
Una tapita de torreznos
dimos buena cuenta de dos raciones de torreznos y unos pinchos de tortilla española, acompañado todo por unas cervezas muy frías que nos ayudaron a olvidar el pequeño incidente de nuestra visita a San Martín de Tours. Finalizado el refrigerio, abonamos catorce euros por todo y nos dirigimos al coche con intención de llegar pronto a Carrión de los Condes y descansar un rato antes de iniciar la visita a esta magnífica población. Eso sí, antes de abandonar Frómista decidimos pasar por delante de la IGLESIA DE SAN PEDRO, actual parroquia de Frómista. Es de estilo gótico, aunque su portada es renacentista y en sus dependencias se encuentra un museo interesante donde se pueden ver la patena del Milagro y el retablo de Santa María del Castillo.

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