De nuestros dos días y medio que íbamos a estar en la provincia de
Teruel, la planificación era clara: la tarde que llegábamos, domingo, la
pasaríamos organizando nuestro alojamiento y comprando algo de comida para la
cena, además de dar un primer paseo por el centro histórico de Teruel; el
segundo día, lunes, lo dedicaríamos a visitar la ciudad y capital de provincia;
y el tercer día, martes, estaríamos visitando una serie de pueblos
pertenecientes a la provincia de los considerados “pueblos más bonitos de
España” y cuya visita pensábamos enlazar a lo largo de todo el día. Sin
embargo, nos dimos cuenta que, si hacíamos la visita a la capital en lunes,
corríamos el riesgo de encontrarnos muchas de las iglesias y monumentos a
visitar cerrados. Por eso, decidimos cambiar los planes y dedicar el lunes a
visitar los pueblos turolenses y el martes a visitar la capital de provincia.
Dicho lo anterior, os planteamos las diversas localidades a las que
íbamos a girar visita ese lunes: Mora de Rubielos, Rubielos de Mora y
Puertomingalvo (comarca de Gúdar-Javalambre); y Cantavieja y Mirambel (comarca
del Maestrazgo). Sabíamos que nos dejábamos sin visitar otros muchos pueblos
con igual o mayor encanto que los
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Casa García Herranz |
citados anteriormente, pero el tiempo que
teníamos era el que era y no disponíamos de mas. Así que salimos temprano de
Teruel, no más de las ocho y media de la mañana, con la intención de desayunar
en el primer pueblo en el que íbamos a parar, aunque poco antes de llegar a MORA
DE RUBIELOS nos detuvimos a echar gasolina. Entramos, después de recorrer
los escasos cincuenta kilómetros que separa esta localidad de Teruel, cuando
apenas las agujas del reloj habían marcado las nueve de la mañana. Intentamos
aparcar el coche en un lugar medianamente céntrico pero fue imposible ya que la
práctica totalidad del pueblo prohíbe el aparcamiento en el interior del casco
histórico y además porque había mercadillo local y la mayor parte de los
espacios habilitados para aparcar estaban ocupados por los puestos ambulantes.
Así que después de dar un par de vueltas a la localidad, decidimos dejar el
coche en las cercanías del Cuartel de la Guardia Civil, en la calle Alta
Montaña donde sí había espacios amplios para dejar el coche sin peligro de
multa alguna. Antes de nada nos dirigimos al “Bar El Fogón” con la
intención de desayunar. El bar estaba concurrido para
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Casa Consistorial |
la hora que era, poco más
de las nueve y cuarto, con numerosas personas jugando a las cartas. Enseguida
nos llamó la atención que la mayor parte de dichas personas estaban ya bebiendo
vino tinto y eran muy escasas las que tomaban café o alguna infusión. Nos
acercamos a la barra y pedimos al camarero un par de cafés con leche y dos
medias tostadas de aceite y tomate. Nos bebimos el café y nos comimos las
tostadas y pedimos la cuenta: ¡seis euros! Creo que nos tomaron por demasiado
turistas. Sin rechistar, porque tampoco habíamos pedido información acerca de
los precios, aunque con la cara un poco crispada, abonamos nuestro desayuno y
salimos del local. Así, a través de la Avenida Ibáñez Martín, dirigimos
nuestros pasos para inicial la visita a la localidad.
Lo primero que nos encontramos fue el llamado PUENTE VIEJO O 'DEL MILAGRO',
obra de mampostería, consta de dos arcos, uno ligeramente apuntado y otro
rebajado, y un tamajar de sillería. Casi justo enfrente se nos presenta la CASA
GARCÍA HERRANZ, fechada en 1750. De la misma, destacan la forja, el alero
curvo, y el juego volumétrico. Tiene una capilla de planta poligonal adosada al
conjunto. Callejeando nos fuimos adentrando poco a poco en el pueblo hasta que
llegamos al NUEVO PORTAL DE RUBIELOS, construido en el último tercio del
siglo XIV, que fue desmantelado por dificultar el paso a los camiones y carros,
y vuelto a reconstruir en 1993. Puerta de acceso a la calle Villanueva, antiguo
camino de Rubielos y posible eje de expansión previo a la ampliación. Desde
allí, y siguiendo la calle de Las Cruces, se inicia en un arco de medio punto
rematado por tres pináculos, construido en 1801, Es el llamado ARCO DEL
CALVARIO, todo de sillería, al igual que los
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Ex-Colegiata de Santa María |
pilones que marcan las
estaciones. Continuamos hasta la CASA CONSISTORIAL, ubicada en la plaza
de la Villa, edificio del s. XVII y estilo herreriano. Se trata de una
edificación simétrica de imponente sillería y parca en elementos ornamentales. Situado
en esa misma plaza, se encuentra el PRIMER PORTAL DE RUBIELOS, curiosa
torre-puerta, muy modificada, que data de 1380 y que comunica la villa vieja
con la nueva. También en esta plaza se encuentra el HOGAR DEL JUBILADO,
con un precioso alero muy característico de la arquitectura aragonesa. Y a la
espalda del Ayuntamiento, donde se ubica un amplio espacio para aparcamiento,
se estaba celebrando en ese momento un mercadillo local. Tras las
correspondientes fotos nos dirigimos hacia el PORTAL DE CABRA, torre-puerta
por la que se accede a la Plaza de las Monjas. Y desde allí, por un callejón
escalonado lateral accedimos a la EX-COLEGIATA DE SANTA MARÍA, del siglo
XV. Se trata de una obra gótica construida a base de piedra sillar. El amplio
espacio interior, dividido en cinco tramos, se cubre con bóveda de crucería
simple, al igual que las capillas laterales, excepto la del Sagrario (siglo
XVII), que se dispone en el lado del Evangelio, próxima al coro. A los pies del
templo se dispone el coro, ligeramente posterior; en él, aparecen ventanas
semicirculares y la bóveda de crucería estrellada (siglo XVI). La reja de
forja, también del siglo XVI, es su elemento más valioso. La anchura de la nave
–19 metros– sólo es superada dentro del gótico hispánico por la catedral de
Gerona. El claustro, pese a
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Casas señoriales. Plaza de la Iglesia |
que puede parecer posterior, se halla dentro de la
tradición gótica. Frente a la puerta principal de la Colegiata se abre la PLAZA
DE LA IGLESIA, confomada, además de por los
muros laterales de la iglesia bajo un trasfondo con el enorme castillo que
domina la localidad, por caserones nobles, algunos con bellísimas ventanas
góticas geminadas. En el centro de la misma predomina una fuente de
principios de siglo XX, que posee un elegante remate de hierro fundido. En esta
plaza coincidimos con un amable señor de la localidad que nos estuvo explicando
el día a día en lugares como este, sobre todo cuando llega el invierno; nos
habló de una riqueza natural de la zona como es la trufa negra y los métodos
con los que la localizaban y sacaban de la tierra. También se ofreció a
hacernos un par de fotos para inmortalizar nuestra visita al pueblo.
Frente a esta plaza y su fuente surge la CALLE DE LAS PARRAS, que reune el mejor repertorio de casonas
hidalgas adineradas. Destaca el caserón de los Cortel de la Fuen del Olmo que
reformado 1751 aunque data del s. XV. Resalta de él la fachada de sillería y la
forja de ventanas y balcones. Un poco más adelante nos
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Castillo de Mora de Rubielos |
encontramos con el PORTAL
DE ALCALÁ O DE LOS OLMOS, puerta flanqueada por sendas, torres unidas
mediante un puente en su parte superior. El muro frontal que las une descansa
sobre un arco rebajado, siendo de madera la base del puente. Y frente a todo lo
anterior, destaca sobremanera el CASTILLO-PALACIO DE LOS FERNÁNDEZ DE HEREDIA,
una auténtica mole de piedra, dominadora de la villa, se alza directamente
sobre una plataforma rocosa. De sorprendente magnitud destaca el edificio tanto
en superficie cuanto en espesor de los muros, lo que entroncaría con el
carácter macizo y sobrio del gótico mediterráneo, el cual no se concibió
exclusivamente con una finalidad castrense, sino también residencial, que
combina elementos diversos: algunos típicos de la arquitectura castrense
(torreones, saeteras, troneras, matacán, adarve, etc.) y otros de raigambre
palaciega y señorial, como la disposición de las diversas estancias en torno a
un patio central. De castillo ya se tienen noticias el último tercio del siglo
XIV, estando habitado por los Fernández de Heredia hasta el año 1614, momento
en que lo cedieron a los monjes franciscanos; éstos permanecieron allí hasta la
exclaustración de Mendizábal (1835). Con ello se inició
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Puesto callejero de fruta |
el largo proceso de
cambios y transformaciones que sufrirá el edificio hasta bien entrado el siglo
XX. De vuelta hacia el aparcamiento, nos paramos en un puesto callejero donde
una señora vendía fruta de su huerto y le compramos unos tomates con una pinta
espectacular y unos higos que te entraban por los ojos. Y ya, montados en el
coche, camino de Rubielos de Mora nos cruzamos con la ERMITA DE SAN MIGUEL,
que alberga la imagen del patrón de la localidad. Es una ermita, no de pequeñas
proporciones, que consta de una nave central bajo bóveda de medio cañón y, tal
como se aprecia desde el exterior, el crucero lo cubre cúpula sobre un pequeño
tambor.
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