lunes, 23 de septiembre de 2019

MORA DE RUBIELOS




De nuestros dos días y medio que íbamos a estar en la provincia de Teruel, la planificación era clara: la tarde que llegábamos, domingo, la pasaríamos organizando nuestro alojamiento y comprando algo de comida para la cena, además de dar un primer paseo por el centro histórico de Teruel; el segundo día, lunes, lo dedicaríamos a visitar la ciudad y capital de provincia; y el tercer día, martes, estaríamos visitando una serie de pueblos pertenecientes a la provincia de los considerados “pueblos más bonitos de España” y cuya visita pensábamos enlazar a lo largo de todo el día. Sin embargo, nos dimos cuenta que, si hacíamos la visita a la capital en lunes, corríamos el riesgo de encontrarnos muchas de las iglesias y monumentos a visitar cerrados. Por eso, decidimos cambiar los planes y dedicar el lunes a visitar los pueblos turolenses y el martes a visitar la capital de provincia.

Dicho lo anterior, os planteamos las diversas localidades a las que íbamos a girar visita ese lunes: Mora de Rubielos, Rubielos de Mora y Puertomingalvo (comarca de Gúdar-Javalambre); y Cantavieja y Mirambel (comarca del Maestrazgo). Sabíamos que nos dejábamos sin visitar otros muchos pueblos con igual o mayor encanto que los
Casa García Herranz
citados anteriormente, pero el tiempo que teníamos era el que era y no disponíamos de mas. Así que salimos temprano de Teruel, no más de las ocho y media de la mañana, con la intención de desayunar en el primer pueblo en el que íbamos a parar, aunque poco antes de llegar a MORA DE RUBIELOS nos detuvimos a echar gasolina. Entramos, después de recorrer los escasos cincuenta kilómetros que separa esta localidad de Teruel, cuando apenas las agujas del reloj habían marcado las nueve de la mañana. Intentamos aparcar el coche en un lugar medianamente céntrico pero fue imposible ya que la práctica totalidad del pueblo prohíbe el aparcamiento en el interior del casco histórico y además porque había mercadillo local y la mayor parte de los espacios habilitados para aparcar estaban ocupados por los puestos ambulantes. Así que después de dar un par de vueltas a la localidad, decidimos dejar el coche en las cercanías del Cuartel de la Guardia Civil, en la calle Alta Montaña donde sí había espacios amplios para dejar el coche sin peligro de multa alguna. Antes de nada nos dirigimos al “Bar El Fogón” con la intención de desayunar. El bar estaba concurrido para
Casa Consistorial
la hora que era, poco más de las nueve y cuarto, con numerosas personas jugando a las cartas. Enseguida nos llamó la atención que la mayor parte de dichas personas estaban ya bebiendo vino tinto y eran muy escasas las que tomaban café o alguna infusión. Nos acercamos a la barra y pedimos al camarero un par de cafés con leche y dos medias tostadas de aceite y tomate. Nos bebimos el café y nos comimos las tostadas y pedimos la cuenta: ¡seis euros! Creo que nos tomaron por demasiado turistas. Sin rechistar, porque tampoco habíamos pedido información acerca de los precios, aunque con la cara un poco crispada, abonamos nuestro desayuno y salimos del local. Así, a través de la Avenida Ibáñez Martín, dirigimos nuestros pasos para inicial la visita a la localidad.

Lo primero que nos encontramos fue el llamado PUENTE VIEJO O 'DEL MILAGRO', obra de mampostería, consta de dos arcos, uno ligeramente apuntado y otro rebajado, y un tamajar de sillería. Casi justo enfrente se nos presenta la CASA GARCÍA HERRANZ, fechada en 1750. De la misma, destacan la forja, el alero curvo, y el juego volumétrico. Tiene una capilla de planta poligonal adosada al conjunto. Callejeando nos fuimos adentrando poco a poco en el pueblo hasta que llegamos al NUEVO PORTAL DE RUBIELOS, construido en el último tercio del siglo XIV, que fue desmantelado por dificultar el paso a los camiones y carros, y vuelto a reconstruir en 1993. Puerta de acceso a la calle Villanueva, antiguo camino de Rubielos y posible eje de expansión previo a la ampliación. Desde allí, y siguiendo la calle de Las Cruces, se inicia en un arco de medio punto rematado por tres pináculos, construido en 1801, Es el llamado ARCO DEL CALVARIO, todo de sillería, al igual que los
Ex-Colegiata de Santa María
pilones que marcan las estaciones. Continuamos hasta la CASA CONSISTORIAL, ubicada en la plaza de la Villa, edificio del s. XVII y estilo herreriano. Se trata de una edificación simétrica de imponente sillería y parca en elementos ornamentales. Situado en esa misma plaza, se encuentra el PRIMER PORTAL DE RUBIELOS, curiosa torre-puerta, muy modificada, que data de 1380 y que comunica la villa vieja con la nueva. También en esta plaza se encuentra el HOGAR DEL JUBILADO, con un precioso alero muy característico de la arquitectura aragonesa. Y a la espalda del Ayuntamiento, donde se ubica un amplio espacio para aparcamiento, se estaba celebrando en ese momento un mercadillo local. Tras las correspondientes fotos nos dirigimos hacia el PORTAL DE CABRA, torre-puerta por la que se accede a la Plaza de las Monjas. Y desde allí, por un callejón escalonado lateral accedimos a la EX-COLEGIATA DE SANTA MARÍA, del siglo XV. Se trata de una obra gótica construida a base de piedra sillar. El amplio espacio interior, dividido en cinco tramos, se cubre con bóveda de crucería simple, al igual que las capillas laterales, excepto la del Sagrario (siglo XVII), que se dispone en el lado del Evangelio, próxima al coro. A los pies del templo se dispone el coro, ligeramente posterior; en él, aparecen ventanas semicirculares y la bóveda de crucería estrellada (siglo XVI). La reja de forja, también del siglo XVI, es su elemento más valioso. La anchura de la nave –19 metros– sólo es superada dentro del gótico hispánico por la catedral de Gerona. El claustro, pese a
Casas señoriales. Plaza de la Iglesia
que puede parecer posterior, se halla dentro de la tradición gótica. Frente a la puerta principal de la Colegiata se abre la PLAZA DE LA IGLESIA, confomada, además de por los muros laterales de la iglesia bajo un trasfondo con el enorme castillo que domina la localidad, por caserones nobles, algunos con bellísimas ventanas góticas geminadas. En el centro de la misma predomina una fuente de principios de siglo XX, que posee un elegante remate de hierro fundido. En esta plaza coincidimos con un amable señor de la localidad que nos estuvo explicando el día a día en lugares como este, sobre todo cuando llega el invierno; nos habló de una riqueza natural de la zona como es la trufa negra y los métodos con los que la localizaban y sacaban de la tierra. También se ofreció a hacernos un par de fotos para inmortalizar nuestra visita al pueblo.

Frente a esta plaza y su fuente surge la CALLE DE LAS PARRAS, que reune el mejor repertorio de casonas hidalgas adineradas. Destaca el caserón de los Cortel de la Fuen del Olmo que reformado 1751 aunque data del s. XV. Resalta de él la fachada de sillería y la forja de ventanas y balcones. Un poco más adelante nos
Castillo de Mora de Rubielos
encontramos con el PORTAL DE ALCALÁ O DE LOS OLMOS, puerta flanqueada por sendas, torres unidas mediante un puente en su parte superior. El muro frontal que las une descansa sobre un arco rebajado, siendo de madera la base del puente. Y frente a todo lo anterior, destaca sobremanera el CASTILLO-PALACIO DE LOS FERNÁNDEZ DE HEREDIA, una auténtica mole de piedra, dominadora de la villa, se alza directamente sobre una plataforma rocosa. De sorprendente magnitud destaca el edificio tanto en superficie cuanto en espesor de los muros, lo que entroncaría con el carácter macizo y sobrio del gótico mediterráneo, el cual no se concibió exclusivamente con una finalidad castrense, sino también residencial, que combina elementos diversos: algunos típicos de la arquitectura castrense (torreones, saeteras, troneras, matacán, adarve, etc.) y otros de raigambre palaciega y señorial, como la disposición de las diversas estancias en torno a un patio central. De castillo ya se tienen noticias el último tercio del siglo XIV, estando habitado por los Fernández de Heredia hasta el año 1614, momento en que lo cedieron a los monjes franciscanos; éstos permanecieron allí hasta la exclaustración de Mendizábal (1835). Con ello se inició
Puesto callejero de fruta
el largo proceso de cambios y transformaciones que sufrirá el edificio hasta bien entrado el siglo XX. De vuelta hacia el aparcamiento, nos paramos en un puesto callejero donde una señora vendía fruta de su huerto y le compramos unos tomates con una pinta espectacular y unos higos que te entraban por los ojos. Y ya, montados en el coche, camino de Rubielos de Mora nos cruzamos con la ERMITA DE SAN MIGUEL
, que alberga la imagen del patrón de la localidad. Es una ermita, no de pequeñas proporciones, que consta de una nave central bajo bóveda de medio cañón y, tal como se aprecia desde el exterior, el crucero lo cubre cúpula sobre un pequeño tambor.

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