viernes, 27 de septiembre de 2019

CARRIÓN DE LOS CONDES Y SU MAJESTUOSA IGLESIA DE SANTIAGO


Iglesia de Santiago
Era la tercera vez que visitábamos Carrión de los Condes. Y era casi una necesidad volver porque las dos veces anteriores -una con Nacho y Chus allá en los comienzos de los años noventa; y otra con Carlos y Víctor, en uno de los últimos viajes que hicimos juntos los cuatro a finales de los noventa- nos habíamos ido sin haber tomado una sola foto o grabación de vídeo. ¡Y en mi mente se rebobinaba una y otra vez la magnificencia de del friso románico de la fachada de la iglesia de Santiago!  Por eso, cuando planificamos el viaje a Castilla-La Mancha y Aragón para finalizarlo en Galicia, vimos que pernoctar en Carrión era una idea magnífica ya que nos cogía casi a mitad de camino entre Zaragoza y Gondomar. Así que buscamos un albergue de peregrinos para dormir y así aprovechar la tarde en rememorar visitas pasadas. Como ya dijimos en otra entrada de este blog, salimos temprano de Zaragoza en dirección a Frómista donde haríamos nuestra primera parada. Desde allí, después de atravesar Villalcázar de Sirga y su monumental iglesia de Santa María la Blanca, recorrimos los escasos quince kilómetros que separan Frómista de Carrión de los Condes.

Diligente el navegador nos llevó a la Plaza de los Regentes donde se encuentra el hostal Santiago, modesto albergue de peregrinos pero que está a menos de cien metros de la iglesia del mismo nombre. La habitación que nos ofrecieron era bastante amplia, con un luminoso balcón que daba a la plaza y un baño de medidas muy generosas y 
Iglesia de Santiago
completo. Dejamos las maletas en la habitación, descansamos un poco y nos echamos a la calle poco después de las cinco de la tarde para iniciar la interesante visita que nos aguardaba. Recorrimos en menos de un minuto la distancia que nos separaba de la Plaza Mayor y la iglesia de Santiago, atravesando un arco gótico que se encuentra adosado al templo, hoy desacralizado. La IGLESIA DE SANTIAGO fue edificada en el siglo XII. Formó parte de un desaparecido conjunto monástico, con un cercano hospital de peregrinos. De forma especial destaca en el edificio su fachada occidental, formada por una puerta de arco de medio punto, con una arquivolta figurada, en la que aparecen los oficios medievales de Carrión que tanta importancia tuvieron en la Edad Media. Esta arquivolta descanso sobre dos columnas, una a cada lado, muy decoradas coronadas por sendos capiteles que simbolizan la escatológica situación de las almas atrapadas como consecuencia de sus pecados y por ello imposibilitadas para acceder al cielo. El capitel de la izquierda simbolizaría el Bien, en él se puede ver un león con las fauces abiertas, símbolo del demonio que trata de acceder al Alma de un Justo que es protegido por dos personajes que con una mano ahuyentan al maligno. El capitel de la derecha simbolizaría el Mal, el castigo al pecador, que tras ser enterrado, su cuerpo es sacado del sepulcro, dejándolo desnudo, como símbolo de vergüenza, e indefenso ante dos perros que lo morderán continuamente, pero sin
Iglesia de Santiago
devorarlo, simbolizando así la tortura constante. El friso de la parte superior representa la Jerusalén Celeste, con los Apóstoles y Cristo como Juez del Mundo en el final de los tiempos. Centra el friso Cristo Majestad, como Juez del Mundo, con el Libro de la Vida o de la Verdad cerrado, porque el juicio aun no ha comenzado, y los Cuatro Evangelistas en su forma antropomórfica: Mateo el ángel, Marcos el león, Lucas el toro y San Juan el águila. A ambos lados del Cristo se desarrolla un apostolado, seis a cada lado, conservándose mejor el de la izquierda. Bajo el friso se encuentra una moldura de ajedrezado jaqués muy típico del arte románico.  Desde 1993 la iglesia de Santiago alberga un Museo de Arte Sacro, donde se conservan piezas procedentes en otras iglesias de la zona. Casi frente por frente a este templo se abre la majestuosa Plaza Mayor, cerrada en su fondo por el edificio del AYUNTAMIENTO,
Ayuntamiento
construido en 1868. La fachada es sencilla con grandes ventanas y balcones y se encuentra rematada por un reloj con campanario. Desde aquí tomamos la calle Santa María para encontrarnos a los pocos metros, en la plazuela del Marqués de Santillana, con el TEATRO SARABIA, construido en 1925. Se trata de un teatro de tipo burgués del siglo XIX, con patio de butacas, palcos y galerías. Actualmente es uno de los edificios culturales de mayor prestigio de la provincia. Al otro extremo de la plazuela se puede admirar la CASA NATAL DEL MARQUÉS DE SANTILLANA, que aún conserva en su fachada el escudo familiar de los Mendoza y una arcada de piedra a la vista tras la restauración efectuada con motivo del VI Centenario de su nacimiento. Avanzamos por la calle Santa María hasta llegar a la IGLESIA DE SANTA MARÍA DEL CAMINO, con un espectacular atrio cubierto y una portada y un friso románico maravillosos, aunque peor
Casa del Marqués de Santillana
conservado que el existente en la iglesia de Santiago. Esta iglesia fue construida a mediados del siglo XII. Desde su construcción, se dedicó a la Virgen de las Victorias. Se le da el título de las Victorias en alusión a la derrota sufrida por los musulmanes, cuando llegaron a Carrión a cobrar el “Tributo de las Cien Doncellas”. Los cristianos del rey Mauregato, tenían que pagar a Miramamolín con cien muchachas, correspondiendo a Carrión la entrega de cuatro. Al salir de la localidad las muchachas pidieron permiso para despedirse de la Virgen, que al oír sus rezos, hizo aparecer cuatro toros, que pusieron en fuga a los musulmanes, dejando libres a las muchachas. Más tarde, se llamó de Santa María del Camino por estar al lado de la ruta jacobea, y desde entonces se conoce con ambos nombres. La portada meridional, cubierta por un amplio atrio porticado, podemos admirar unos capiteles historiados que parecen hacer alusión al célebre tributo de las cien doncellas. En los capiteles del lado izquierdo aparecen unos hombres barbados, quizá los moros, y unas mujeres, quizá las doncellas. La entrada 
Iglesia de Sta. María del Camino
está flanqueada por cuatro ménsulas con forma de rudas cabezas de toro. El friso situado sobre la puerta representa el ciclo completo de la Epifanía. A la salida de la iglesia, muy cerca del único ábside lateral visible -el otro está tapado por un edificio anexo, se encuentra una escultura en bronce dedicada al apóstol Santiago en su representación de peregrino, creada por el escultor Carlos Díez Galán y colocada en su actual ubicación en 2005. Continuamos nuestro agradable paseo por las coquetas calles de Carrión de los Condes para llegar al REAL MONASTERIO DE SANTA CLARA, sito en la calle del mismo nombre. Fue fundado en 1231 por dos discípulas directas de Santa Clara e inaugurado en 1260, por lo que es uno de los monasterios de clarisas más antiguos de España. Se accede al mismo a través de un amplio portón que conduce a un relajante patio donde el rumor del agua que mana de una pequeña fuente es lo único que altera la paz y tranquilidad que en él se respira. Es el llamado Pozo de la Salud o de los Peregrinos, así llamado porque servía para calmar la sed de 
Santiago Peregrino
los peregrinos a Santiago de Compostela, aunque también proporcionaba agua a las personas que vivían alrededor del patio. Tradicionalmente se considera que está exactamente en el centro del Camino de Santiago. No pasamos al museo que alberga este monasterio porque íbamos escasos de tiempo y sí lo hicimos a la IGLESIA DE SANTA CLARA, adosada al mismo y construida dentro del más puro estilo del Renacimiento clásico. Dentro de las numerosas obras de arte que tiene en su interior, destacan un “Cristo Crucificado” y una “Virgen de la Piedad”, obras del escultor barroco Gregorio Fernández. Tras la reja que separa la iglesia del coro se encuentra un monumental panel bellamente decorado con azulejos de Talavera de la Reina de excelente factura. Allí pudimos contemplar a dos monjas, ya mayores, que se encontraban muy concentradas rezando. Desandamos el camino realizado y volvimos de nuevo a la Plaza Mayor. Ni que decir tiene que alguna que otra mirada furtiva se nos escapaba en dirección a la portada y el friso de la iglesia de Santiago. Bajamos por la calle Enrique Fuentes Quintana, antiguo ministro de Economía en el gobierno de Adolfo Suárez nacido en Carrión de los Condes, en dirección al río que baja plácidamente entre una espesa arboleda. El paisaje es idílico. Desde allí teníamos
Monasterio de Sta. Clara. Patio
intención de dirigirnos a visitar el REAL MONASTERIO DE SAN ZOILO, visita que no pudimos completar por dos motivos: estaba cerrado, dada la hora que era -mas de las siete de la tarde- y Concha ya se encontraba muy cansada del largo día que llevábamos. Así que decidimos que ella se quedaría en un banco en la zona del río y yo me acercaría a ver qué posibilidades había de llevar a cabo la visita. Por el camino pude contemplar el nuevo convento de las Carmelitas Descalzas, muy cerca de San Zoilo, donde vivió y murió una de sus monjas más reconocidas, Francisca Javiera del Valle. Al llegar al monasterio pude comprobar que gran parte de su edificación hoy forma parte de un hotel de lujo. Allí me informaron que el monasterio estaba cerrado y que abría sus puertas a partir de las diez de la mañana, horario que no nos convenía ya que queríamos salir temprano de Carrión de los Condes camino de Gondomar. Otra vez sería. De vuelta al río, nos encaminamos hacia
Cristo. G. Fernández
la Plaza Mayor donde nos sentamos en el Bar Carmen en una mesa que había en una esquina de la misma plaza. Dada la hora que era y que el último bocado lo habíamos dado en Frómista, pedimos un bocadillo de chorizo para los dos con una cerveza y un refresco. La anécdota vino al traer el camarero el bocadillo: nosotros creíamos que sería chorizo a la parrilla y lo que traía el pan eran en realidad unas rodajas de chorizo. Bueno, no le hicimos asco y allí sentados, con la iglesia de Santiago frente a nuestros ojos, estuvimos un largo rato descansando y reponiendo fuerzas. Ya era tarde para acercarse al otro extremo del pueblo y poder visitar las iglesias de San Julián y San Andrés, el palacio gótico, el santuario de Nuestra Señora de Belén y el monasterio ya señalado de San Zoilo. Así que decidimos retirarnos a descansar, no sin antes haber tomado algo para cenar y recordábamos que cerca del monasterio de Santa Clara habíamos vistos un par de bares y restaurantes llenos de peregrinos cenando y eso nos dio confianza para probar fortuna en alguno de ellos. Probamos primero en el Restaurante La Corte, pero estaba completo. Así que continuamos bajando hacia Santa Clara hasta el Bar La Parada, donde varios grupos de peregrinos, cuyas bicicletas se encontraban apoyadas en los muros de las casas contiguas, daban buena cuenta de las viandas que había en los platos. Había refrescado un poco y por ello declinamos sentarnos en la terraza y optamos por hacer en el interior del bar que en ese momento se encontraba vacío. El camarero nos ofreció la exigua oferta para comer, aunque a precios muy reducidos. Pedimos vino tinto y un par de cervezas mientras nos traía dos contundentes y apetitosos platos, uno de albóndigas en salsa de tomate y otro de 
Río Carrión
lasaña de carne, todo ello con abundante pan. Trece euros fue la cuenta, que abonamos gustosamente, tras lo cual pusimos rumbo al hostal al que llegamos pocos minutos después. No había ya nadie en la recepción y no se oía ruido alguno a pesar de no ser demasiado tarde -apenas pasaban unos minutos de las nueve y media de la noche-. La explicación era clara: lo peregrinos madrugan bastante, y más en este tiempo veraniego, para evitar las horas de mayor calor y por ello se acuestan temprano. Así que en silencio entramos en la habitación que teníamos asignada, nos quitamos los zapatos y nos echamos un rato en la cama mientras veíamos la televisión. Poco después, tras una ducha reparadora, nos acostamos definitivamente pues al día siguiente queríamos salir temprano camino de Gondomar.

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