domingo, 2 de octubre de 2016

BERLÍN. PROLEGÓMENOS AL VIAJE

Teníamos ganas de realizar esta visita a la capital alemana y en este mes de octubre fue el momento ideal para llevarla a cabo. En los meses anteriores estuvimos planificando la duración de la misma y, en función de los días, las visitas que realizaríamos. Para este cometido tuvimos en cuenta dos hechos que nos han facilitado de gran manera la planificación y visita. Uno, el elevado número de blogs existentes en la red Internet donde multitud de viajeros narran su experiencia y vivencias antes, durante y posteriormente a la visita; y dos, la aplicación informática CityMaps2Go Pro de Ulmon. Esta app de pago –no llega a los 20 euros– nos ha permitido fijar en el mapa de Berlín todos los edificios, calles y lugares que queríamos visitar, dividir estas visitas en días y, lo más importante, poder utilizar la app sin necesidad de conexión a Internet, lo cual es muy importante si estás en un país que no es el tuyo.
Una vez resueltas las visitas a realizar, quedaban dos aspectos muy importantes: en qué compañía íbamos a volar y qué hotel elegiríamos. La elección de la compañía aérea fue relativamente fácil: Ryanair. ¿Por qué? Por dos motivos: el precio y el horario de ida y vuelta del vuelo. El precio de los dos billetes, tasas incluidas, fue de 185 euros, lo que significaba que era el más barato que encontramos. Por otro lado, el horario de ida fijaba las 6:20 horas como salida y las 9:20 horas de llegada. Esto nos permitía llegar a Berlín a primera hora de la mañana y poder aprovechar todo el día. El horario del vuelo de vuelta fijaba las 20:25 como hora de salida y las 23:35 como hora de llegada a Madrid, lo cual nos permitía aprovechar casi todo el día en Berlín para finalizar las visitas programadas. 

 Una vez superada la elección de la compañía aérea, nuestro siguiente paso fue decidirnos por el hotel Después de varias visitas a Booking, de otras tantas por otras páginas web de hoteles (Atrápalo, Trivago, etc.) por decantamos por un hotel situado en el barrio del Mitte y que nos pareció adecuada su ubicación en la ciudad, el precio conseguido y la cercanía de la línea U2 del metro berlinés. Nuestra elección fue el hotel  Park Plaza Wallstreet Berlin Mitte, un cuatro estrellas de corte moderno, con habitaciones muy funcionales y espaciosas, wifi gratuita y situado estratégicamente entre dos estaciones de metro de la línea U2 (Spittelmarkt y Markisches Museum). El precio por tres noches fue de 301 euros. Eso sí, el precio incluía exclusivamente la habitación en la que había una máquina para calentar agua y una serie de infusiones y cafés para utilizar con la misma. El desayuno que ofertaba el hotel tenía un precio desproporcionado ya que superaba los 18 euros por persona. Sin embargo, esto no supuso problema alguno ya que desayunábamos en la habitación: todas las noches, camino regreso al hotel, comprábamos alguna pasta y con el té y el café que nos ofrecía la habitación, completábamos el desayuno al día siguiente.
Finalmente, gestionamos otras dos cosas muy interesantes. Por un lado, reservamos día y hora para subir a la cúpula del Parlamento alemán, obra del inglés Norman Foster. Para ello, entramos en la web del Reichtag y solicitamos la visita. Puedes reservar la visita únicamente de la cúpula y también visitar la sala de plenos. Nosotros nos decantamos solamente por la cúpula, que es impresionante, las vistas de la ciudad son espectaculares y lo más importante de todo, que es gratuita. Y por último, compramos vía internet la tarjeta Berlin WelcomeCard. Puedes adquirirla de muchas modalidades. Nosotros nos decantamos por la opción de tres días con la Isla de los Museos incluida. Es decir, con dicha tarjeta, puedes utilizar el transporte público (autobús, tren de cercanías, metro, tranvía, etc.) todas las veces que quieras en las tres zonas en las que se divide Berlín, incluido el tren desde el aeropuerto de Schonenfeld, y visitar gratuitamente todos los museos que se encuentran ubicados en la denominada Isla de los Museos. Además te permite una serie de descuentos en visitas a otros museos, viajes en autobús panorámico, en barco o a otros edificio emblemáticos de Berlín. El precio que pagamos por cada tarjeta fue de 44 euros. Una vez compradas por internet y pagadas, sólo tuvimos que recogerlas en el mismo aeropuerto. Los tres días de duración de la tarjeta comienzan a contar desde el momento en que la validas para tomar el primer transporte público. Como nosotros las utilizamos para tomar el tren que nos llevaría desde el aeropuerto hasta Alexanderplatz, desde ese momento comenzó la cuenta atrás. No obstante, sí nos gustaría hacer una recomendación. Si se compra esta tarjeta desde España, se debe solicitar que nos la envíen por correo postal porque, si se compra para recoger en el aeropuerto o en cualquier otra oficina de turismo berlinesa y luego por el motivo que sea suspendes el viaje, no te devuelven el dinero. De todas formas, después de haber hecho el viaje, llegamos a la conclusión que estas tarjetas las puedes comprar directamente en el aeropuerto ya que pagas el mismo precio y tardas el mismo tiempo en recogerlas que en comprarlas.
Una vez que tuvimos las tarjetas en la mano, nuestros pasos se dirigieron a tomar el tren que nos llevaría a Berlín. Ya hemos dicho que llegamos a esta ciudad el 3 de octubre que, curiosamente, es el Día Nacional de Alemania. Por ello, la frecuencia de los tres fue mucho más espaciada que un día normal. En el mismo andén en el que se cogía el tren nos encontramos con una especie de poste metálico pequeño donde validamos nuestras tarjetas. Allí esperamos a que pasara el tren llamado Airport Express (líneas RE7 y RB14 indistintamente) en dirección a Berlín Alexanderplatz. Tras un recorrido de aproximadamente media hora nos bajamos en la estación de Alexanderplatz y nos encaminamos en dirección de la línea de metro U2, que nos llevó tras dos estaciones a la que está cerca de nuestro Hotel: Spittel Mark. Con nuestras maletas a rastra enfilamos los 50 metros que nos separaban y nos plantamos en la recepción. Idiomas obligatorios: alemán –que evidentemente no hablábamos– e inglés. Tras las formalidades de rigor nos dieron habitación en la tercera planta. Dejamos las maletas en la misma y nos plantamos nuevamente en la calle para iniciar los recorridos por la capital alemana que teníamos planificados.
Pues, aclarados ya los prolegómenos al viaje, pasamos a contaros cómo nos fue.

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