jueves, 26 de septiembre de 2019

ZARAGOZA, CIUDAD ACOGEDORA

Veníamos de Anento con los ojos como platos después de haber disfrutado a tope con la maravilla de retablo de la iglesia de San Blas. Pocas cosas me han impactado más. Nos separaban algo más de ochenta kilómetros de autovía para llegar a Zaragoza, que recorrimos con diligencia. Eran poco más de las cuatro y cuarto de la tarde cuando empezamos a ver los primeros polígonos industriales que rodeaban la ciudad. Era el momento de llamar a Marta, dueña del apartamento del Paseo de Echegaray donde íbamos a pasar las dos siguientes noches. Habíamos pagado 140 euros por dos noches de alojamiento con derecho a cochera, lo cual, viendo el tráfico y el aparcamiento de la ciudad, fue la mejor decisión que tomamos. Nos costó alguna que otra vuelta por la zona hasta que conseguimos encontrar la dirección correcta para girar y descargar las maletas en la puerta del bloque del apartamento. Marta, persona jovial y muy amable, se desvivió por ayudarnos a sacar las maletas del coche ayudar a Concha a subirlas al piso mientras yo me quedaba vigilando el coche para evitar alguna posible multa por mal aparcamiento. Al rato, volvió a bajar y se montó conmigo para indicarme dónde estaba la cochera, sita en la calle del Sepulcro, a un par de calles del Paseo de Echegaray. Mientras tanto, me fue informando de la ubicación de los distintos supermercados, tiendas y monumentos que teníamos en las cercanías. Nos vino de perlas que a escasos cien metros del apartamento hubiera un Mercadona donde hicimos la mayor parte de las compras para el tiempo que íbamos a estar en Zaragoza. El apartamento, situado en la primera planta, era muy luminoso porque prácticamente todas las habitaciones tenían ventana o balcón a la calle, y estaba muy coqueto decorado: dos dormitorios, aunque nosotros solo íbamos a utilizar uno, amplio cuarto de baño, salón comedor comunicado con la cocina equipada
perfectamente con todos los utensilios imaginables y dotada con números detalles que agradecimos: café, aceite, azúcar, infusiones, etc. Así que, descargadas las maletas, una vez que nos refrescamos y descansamos un rato, nos echamos a la calle a recorrer la ciudad. El apartamento estaba situado escasamente a trescientos metros de la Basílica del Pilar, muy bien situado para recorrer a pie prácticamente toda la ciudad.

Algo más de las seis de la tarde eran cuando entrábamos en la Plaza del Pilar. Decidimos sobre la marcha que era una buena hora para acceder al interior de la CATEDRAL DEL SALVADOR. Cuatro euros por persona era el precio que fijaba el cartel anunciador; sin embargo, para jubilados solo tres. Abonamos los seis euros y entramos. La primera norma que debíamos cumplir era la de no hacer fotos ni vídeos en el interior del templo, cosa que a mí me cabrea porque yo me pregunto: ¿El flash estropea los cuadros y/o retablos, altares…? Si la respuesta es sí, estoy totalmente de acuerdo: no deben hacerse fotos ni vídeos con flash. Ahora bien, ¿qué estropea o deteriora el uso de una cámara de fotos, vídeo o móvil sin flash? Yo creo que nada y si no, que me lo expliquen. Bueno sí, las arcas dinerarias del que administra la visita. Si hacen fotos o vídeos, no me compran ni la postal ni el libro. En fin, dejemos el tema. Lo primero que nos llamó la atención fueron las dimensiones del templo. ¡Es inmenso! Después supimos que había tenido dos ampliaciones: una a finales del siglo XV donde se añadieron dos naves laterales; y a finales del siglo XVI se añadieron dos tramos más a los pies. La catedral se levanta en el solar que ocuparon el antiguo Foro Romano, la iglesia visigoda y la mezquita mayor de Saraqusta. Las obras se iniciaron a finales del siglo XII siguiendo las pautas artísticas del románico tardío, estilo del que quedan pocas muestras. Con la primera ampliación en ladrillo y yeserías mudéjares se consiguió un templo gótico espacioso y bien iluminado. Las capillas laterales, en su mayoría, son de grandes dimensiones y presentan motivos decorativos muy recargados, propios del barroco y estilos posteriores. Es en la segunda ampliación cuando se construye un nuevo cimborrio mudéjar en forma de estrella de ocho puntas y se realiza el retablo mayor tallado en alabastro y policromado, claro exponente de la escultura gótica europea, dedicado al Salvador, cuya sola visión ya merece la visita a la seo. Salimos de nuevo a la plaza y disfrutamos viendo las maravillosas filigranas mudéjares de los muros exteriores de la catedral. Enfrente a la seo se encuentra el MUSEO DIOCESANO (ALMA MATER MUSEUM), ubicado en el Palacio Arzobispal, residencia del arzobispo de Zaragoza, y que tiene más de seis mil metros cuadrados, disponiendo de salas para exposiciones temporales. Y casi enfrente de este, se encuentra el MUSEO DEL FORO DE CAESARAGUSTA, que expone in situ, los restos arqueológicos hallados en las excavaciones realizadas en el subsuelo, en el lugar donde se ubicaba el antiguo Foro Romano. Entre el Museo del Foro y el edificio de La Lonja, de la que hablaremos más tarde, existe una fuente y una especie de plaza en la que se ha instalado un MONUMENTO A FRANCISCO DE GOYA, acompañado de varias figuras de MAJAS Y MAJOS DEL SIGLO XVIII, de los que aparecen en los cartones y cuadros del pintor. Con este espacio se pretende rendir homenaje al máximo pintor nacido en tierras aragonesas. La figura del pintor, sita en un alto y escalonado pedestal, preside el conjunto. Hoy en día, las distintas alturas que presenta esta fuente y espacio expositivo es aprovechada, con el consiguiente peligro para los paseantes, por fanáticos de las tablas de skateboard que están todo el tiempo dando saltos. Desde aquí nos acercamos a contemplar el interior de la BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, joya del barroco que se levanta a orillas del río Ebro. Según la tradición, en este espacio hubo una capilla primitiva que fue sustituida por un templo románico, tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I. En el año 1434 quedó prácticamente destruido por un incendio por lo que inició la construcción de un nuevo templo para sustituirlo. De esta construcción románica tan solo se conserva un tímpano con un crismón labrado en piedra, que está colocado en el muro sur de la plaza. A principios del siglo XVI finaliza la construcción de la nueva iglesia gótico mudéjar que sustituyó al dañado templo románico, que será nuevamente remodelada tratando de imitar la Basílica de San Pedro de Roma. El interior es de gran belleza y grandiosidad, consta de una planta con tres naves de la misma altura, cuyos muros se decoran con motivos clasicistas. La SANTA CAPILLA es un pequeño templo donde se encuentra colocada la imagen de la Virgen dentro de un camarín de plata con fondo de mármol verde sobre la columna. En el altar se representa la escena de la Venida de la Virgen ante Santiago y los primeros convertidos. El retablo de alabastro del Altar Mayor, del siglo XVI, nos recuerda al existente en la Seo del Salvador. El Humilladero, oquedad abierta en el muro por la que aparece la Santa Columna a través de un pequeño óvalo, se localiza detrás del camarín de la Santa Capilla. Nos llamó la atención una fila bastante numerosa de turistas asiáticos que de uno en uno se acercaban a este hueco, se arrodillaban, metían las manos por él -imagino que para tocar la columna-, se levantaban y se iban. La tradición puede más que la religión, pensamos. Finalmente, cabe destacar dos obras pictóricas al fresco de un joven Goya que iniciaba sus pasos en aquellos momentos. Otro dato curioso es la colección de Los Mantos de la Virgen, que supera las trescientas unidades, siendo el más antiguo el confeccionado por las Madres Capuchinas de Zaragoza en 1762. Tras salir de la Basílica nos acercamos al otro extremo de la plaza para contemplar la FUENTE DE LA HISPANIDAD, colocada en este sitio tras la remodelación de la plaza en 1991, en honor a la Hispanidad, cuya patrona es la Virgen del Pilar. La fuente es un gran plano inclinado por el que resbala agua que va a caer a un estanque hundido bajo el nivel de la bandeja de la plaza, y representa un mapa de Latinoamérica. En la parte superior izquierda se observa una estría o canal, es la Península del Yucatán y América Central. La cascada representa el norte de Sudamérica y el estanque es el resto del continente hasta la Tierra de Fuego. El conjunto se completa con tres bloques prismáticos de diferentes dimensiones de hormigón revestidos de mármol blanco, que evocan las tres carabelas en las que embarcó Cristóbal Colón, y con un globo terráqueo de hormigón en el que aparecen en relieve los otros cuatro continentes. Y desde aquí nos dirigimos hacia la principal arteria comercial de la ciudad, la calle Alfonso I. Esta importante calle tiene su inicio en la Plaza del Pilar y acaba en la calle del Coso. Toda ella es un escaparate de tiendas, cafeterías, restaurantes, cafés, etc. Tiene su origen en el siglo XIX y siempre, sea lo hora que sea, está repleta de gente. Tomamos la calle Manifestación -curioso nombre- en dirección a la PLAZA DEL JUSTICIA, dedicada al Justicia de Aragón, con una de las iglesias más bonitas del casco histórico. Sentarse en un banco y disfrutar de la vista de Santa Isabel de Portugal mientras escuchas el rumor del agua de la FUENTE DE LA SAMARITANA, escultura fundida en hierro en 1866, es todo un placer para los sentidos.  En otro de los extremos de la plaza hay un MONUNENTO AL COFRADE, donde aparecen un padre y un hijo vestidos de penitentes. Este espacio es uno de los sitios arquitectónicamente más eclécticos de Zaragoza, donde el Barroco convive en armonía al lado del Modernismo inspirado en Antoni Gaudí. Y claro, la fachada de la IGLESIA DE SANTA ISABEL DE PORTUGAL, construida en el siglo XVII, con una monumental fachada que consta de dos cuerpos, el primero de cinco ejes o calles, de las cuales, sobre las de los extremos, se elevan las torres. Si bien las líneas compositivas son sobrias, contrasta el abigarramiento decorativo de los entrepaños de estilo churrigueresco, completado con los efectos cromáticos de los distintos materiales utilizados: piedra negra, alabastro blanco, etc. El interior no pudimos verlo porque la iglesia se encontraba cerrada -volvimos a ir la mañana siguiente y continuaba cerrada-. Teníamos curiosidad por ver el famoso CRISTO DE LA CAMA, imagen de finales del siglo XV. Se trata de bella figura de Cristo muerto, articulada, del tamaño de una persona normal y que lleva peluca de pelo natural. La imagen del Cristo apoya la cabeza en una almohada, y lo cubren unas sábanas y una colcha, de ahí su nombre. De vuelta de nuevo a la calle Alfonso I, vinimos a salir a la esquina donde se encuentra el GRAN CAFÉ ZARAGOZA. Presenta una gran fachada en chaflán con cuatro expositores acristalados, enmarcados por plafones rectangulares decorados con paneles de plata repujada y sobredorada con motivos vegetales. La puerta también es acristalada y se encuentra rematada por un entablamento y un pequeño frontón curvo. Toda la fachada está protegida por una gran marquesina metálica compuesta por piezas de fundición y cristales, que sostiene un reloj. Eran ya casi las ocho de la tarde y comenzaba a anochecer por lo que decidimos volver al apartamento pues el día había sido largo: habíamos amanecido en Teruel, habíamos visitado Molina de Aragón y Anento y habíamos recorrido una parte importante del casco histórico de Zaragoza. Ya iba siendo hora de descansar un poco. Pero antes de encerrarnos en el apartamento, pasamos por Mercadona donde hicimos una compra básica: fiambre, cerveza, vino tinto, fruta, agua mineral, etc. Ya en el piso, después de una ducha refrescante y con una ropa cómoda, nos aposentamos en el sofá y nos tomamos unas cervezas y vinos con alguna lata de conserva, pepinillos y avellanas de tapeo. Después cenamos y, tras un breve rato viendo la tele, nos dirigimos a la cama que buena falta nos hacía.  

El nuevo día nos avisó con las primeras luces ya que habíamos dejado la persiana un poco levantada para no confiarnos. Nos levantamos dispuestos a tomar un reconfortante desayuno consistente en café con leche y unas buenas tostadas de aceite y tomate. Tras el aseo correspondiente, estábamos de nuevo en la calle en torno a las diez de la mañana. Lo primero que visitamos, por cercanía con el apartamento fue la CASA NATAL DE JOSÉ DE PALAFOX, situada en la calla del mismo nombre. Esta casa sufrió con el paso de los años el abandono más desconsiderado que la redujo casi a una ruina. Hoy en día está restaurado y funciona como una residencia de la tercera edad. Continuamos por esta calle hasta ver la parte trasera de la Seo zaragozana y nos desviamos brevemente a través del ARCO Y CASA DEL DEÁN, construida en el siglo XIII como residencia del prior o deán del Cabildo de la Catedral, quien para comunicarla con el templo ordenó la construcción del Arco del Deán. El conjunto sigue el modelo de casona medieval aragonesa, y está formado por dos casas unidas por un arco apuntado y una lonja abierta en el edificio mayor. Fuimos callejeando hasta llegar a la Plaza de Santa Marta donde estaba El Lince Taberna, famoso por preparar, según habíamos leído, los mejores “guardias civiles” de todo Zaragoza. Sardinas rancias, tomate, pimiento y pepinillo son los ingredientes necesarios para disfrutar de esta popular tapa. Se dice de esta tapa tiene su origen en la época en la que aún existía el mercadeo ambulante y que debe su nombre al color amarillento de la sardina madurada en sazón, muy parecido al de los correajes de gala de la benemérita. En esos momentos la taberna estaba cerrada ya que era muy temprano, así que decidimos continuar la visita y volver a mediodía. Continuamos por la calle Refugio hasta llegar a la calle San Jorge donde giramos a la izquierda hasta llegar al TEATRO ROMANO, uno de los mayores de toda la Hispania romana, con capacidad para 6.000 espectadores. El teatro fue edificado en época de Tiberio y se considera el monumento mejor conservado de la antigua Caesaraugusta. Conserva buena parte de sus estructuras, como la cavea o la orchestra. Anexo al teatro se encuentra la IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS con una fachada anodina y pobre. Continuamos por la calle de San Jorge hasta llegar a la CASA PALACIO DE LOS MORLANES, construida a mitad del siglo XVI, según reza una inscripción que aparece en el friso de uno de los huecos de la fachada, y responde a la tipología del palacio aragonés renacentista del siglo XVI. De su aspecto original tan sólo se conserva la fachada de ladrillo, dividida en tres pisos, y considerada como una de las más bellas del renacimiento aragonés. Del interior de la casa no se conserva nada. Actualmente es sede de los Servicios Sociales Comunitarios y Especializados, Servicio de Juventud, CIPAJ y Filmoteca de Zaragoza. Enfrente se encuentra la IGLESIA DE SAN CARLOS, toda ella de ladrillo menos la portada, que no merecer mayor comentario. Continuamos nuestra marcha por la calle Comandante Repollés hasta llegar a la calle Espartero y de allí a la calle San Miguel desde donde se ve en todo su esplendor el ábside mudéjar de la IGLESIA DE SAN MIGUEL DE LOS NAVARROS, toda ella levantada en ladrillo. Consta de una sola nave cubierta con bóveda de crucería sencilla y ábside poligonal. La actual portada de piedra, añadida en el siglo XVII, tiene una hornacina en el remate cubierto mediante un tejadillo que aloja una escultura de san Miguel Arcángel derrotando al demonio. Después de la visita nos encaminamos hacia la PLAZA DE LOS SITIOS, repleta de casas que en su momento sirvieron como residencia a las principales familias de la burguesía zaragozana. Las fachadas y soportales arcados que la circundan son, gracias al poderío de estas familias, un gran muestrario de los estilos constructivos de cada época. En el centro de la plaza se erige el Monumento a los Sitios de Zaragoza, cuya composición representa a diferentes protagonistas y eventos de los Sitios de Zaragoza, destacando la presencia de Palafox y Agustina de Aragón. En los alrededores de esta plaza se encuentra también el MUSEO DE ANTIGÜEDAD Y BELLAS ARTES, con entrada gratuita. También esta la ANTIGUA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS, uno de los tres edificios que se conservan de la Exposición Hispano Francesa conmemorativa de los Sitios de Zaragoza celebrada en 1908. Desde esta emblemática plaza nos trasladamos a continuación por la calle José Costa hasta la BASÍLICA DE SANTA ENGRACIA, construida a finales del siglo XIX, sobre los restos de otro monasterio anterior, del que solo queda la portada, donde se conservaban los restos de Santa Engracia y otros 18 mártires de los siglos III y IV. El templo actual es de planta basilical, de una sola nave, capillas laterales y bóveda de cañón semicircular de lunetos, en los que se abren ventanales. Y debajo de este templo, podemos visitar la CRIPTA DE LA BASÍLICA, antigua necrópolis cristiano-romana, es un recinto de planta rectangular de cinco naves separadas por pilares. En el presbiterio, debajo del altar mayor, en una urna romana con cubierta medieval, se guardan los restos de santa Engracia y san Lupercio. Tras el altar, en un sarcófago romano de jaspe, están la de sus compañeros mártires. Sobre el mismo se dispone la imagen de alabastro de la santa, del siglo XV, con corona, el clavo en la frente, y el escudo de la ciudad en la base, y dos grupos escultóricos de sus compañeros del siglo XVI, también de alabastro. Adosados a los muros, se encuentran varios sarcófagos fabricados en yeso y, en el lado izquierdo, bajo un arcosolio, una urna con los relicarios de los cráneos de la santa y su tío y de san Lamberto y el clavo con el que fue martirizada santa Engracia. Enfrente de la fachada de la basílica se abre una pequeña plaza donde podemos contemplar un busto de Joaquín Costa, máximo representante del Regeneracionismo español de finales del siglo XIX. Continuamos caminando hacia la Plaza de Aragón, en cuyo centro se encuentra el MONUMENTO AL JUSTICIAZGO, en el que se representa la figura del último Justicia de Aragón Juan de Lanuza, ejecutado en 1591. En la misma plaza, vimos la ANTIGUA CAPITANÍA GENERAL, cuya fachada principal está construida en piedra y las restantes en ladrillo rojo, con esquinas y recercados de ventanas en piedra. La parte central del edificio, donde se encuentra la portada, está organizada en dos arcos de triunfo superpuestos con tres vanos de medio punto enmarcados por columnas, rematada por un frontón, en el que, en relieve, se representa a Minerva rodeada de atributos militares. Sobre ésta se sitúa el escudo de España sostenido por dos leones. Continuamos con nuestro paseo hasta llegar a la PUERTA DEL CARMEN. Zaragoza tuvo doce puertas (cuatro romanas y ocho medievales), aunque en la actualidad sólo esta, salvada milagrosamente por ser icono de La Guerra de la Independencia. Durante los Sitios, la puerta sirvió de bastión a la resistencia aragonesa quedando las huellas de los proyectiles todavía visibles en su estructura. Es de estilo neoclásico y fue construida en 1789. Seguimos andando por la Avenida de César Augusto hasta llegar a la IGLESIA DE SANTIAGO EL MAYOR. Es una iglesia de grandes proporciones realizada toda ella en ladrillo, incluida su fachada.

La planta es de cruz latina, con una sola nave, crucero alineado y sobre él gran cúpula, cabecera plana y capillas entre los contrafuertes. La nave y los brazos del crucero se cubren con bóveda de cañón con lunetos. En la cabecera se dispone el altar mayor de gran tamaño, neoclásico del siglo XIX. Y a muy poca distancia, descansamos un rato, que ya iba siendo hora, en la PLAZA SALAMERO, conocida popularmente como Plaza del Carbón. Sorprende por su forma irregular, muy diferente de la delimitación, generalmente cuadrada o rectangular, de las plazas tradicionales. En la actualidad, es uno de los lugares más emblemáticos y animados de Zaragoza y cuenta con numerosos bares, restaurantes y cafeterías. A pocos metros de esta plaza se encuentra la IGLESIA DE LA MANTERÍA, de mitad del siglo XVII. Es un templo de una única nave, con planta de cruz de brazos desiguales. Recibe este nombre debido a que la actual Plaza de San Roque, donde se encuentra, antiguamente recibía el nombre de Plaza de la Mantería. Muy cerca, la CASA PALACIO DE LOS CONDES DE MORATA, llamada también Palacio de los Luna. Es una casa renacentista construida en el siglo XVI, de grandes proporciones, cuyo zócalo se construyó con los sillares de la muralla romana. La portada se abre bajo un arco de medio punto anqueado por dos estatuas que representan a Hércules y a Teseo. En la parte superior discurre un friso con relieve rematado en frontón. El palacio es en la actualidad la sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón. Eran ya algo más de las una de la tarde y el cuerpo ya nos pedía un descanso y un pequeño refrigerio antes de volver al apartamento para comer. Y paramos en una terraza que teníamos frente a nosotros perteneciente al Bar La Colmena. Pedimos un tercio de cerveza Ámbar, típica zaragozana, y un refresco que nos acompañaron con unos cacahuetes, todo ello por el módico precio de cinco euros. Bueno, necesitábamos un descanso y lo hicimos. Sin embargo, hicimos otro pequeño alto un poco más adelante, ya que nos dirigimos a la Plaza de Santa Marta, a la Taberna El Lince, donde pudimos degustar nuestro “guardia civil” acompañado de otra cerveza muy fría y otro refresco. Otros cinco euros más. Desde aquí nos fuimos directos al Mercadona donde compramos carne de pavo y una ensaladilla rusa para comer, así como una botella de ginebra y unas tónicas para el aperitivo posterior. Después de comer, después del gin tónic, vino un rato de siesta, que nos lo habíamos merecido, aunque no fue demasiado larga. A eso de las cinco y media de la tarde ya estábamos preparándonos para volver a salir de nuevo a la calle.

Comenzamos la sesión de tarde recorriendo el barrio de La Magdalena, nombre que nos trajo a la mente recuerdos gienenses.  Nos encaminamos a la calle Doctor Palomar, esquina con calle El Pozo, para contemplar dos de las CASAS TESTIGO DE LOS SITIOS, pues, aunque resistió el asedio, en sus fachadas quedaron grabados los impactos de las baterías francesas, convirtiéndose en un testimonio histórico único y de primera mano. Desde allí a la Plaza de San Agustín para visitar la Biblioteca “María Moliner” en cuyo ambiente se respiraba tranquilidad y recogimiento. Vuelta de nuevo a la calle para visitar la IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA, templo mudéjar de principios del siglo XIV, de nave única de tres tramos con cabecera poligonal de siete lados sin contrafuertes en el exterior. Lo más llamativo de esta iglesia es su torre mudéjar, también del siglo XIV. Es de planta cuadrada, construida en ladrillo con decoración de azulejos y con un remate almenado. Los motivos ornamentales son los tradicionales en la arquitectura mudéjar aragonesa, enriquecidos en este caso con piezas de cerámica vidriada. La torre responde al modelo de alminar almohade. Desde aquí volvimos de nuevo al río Ebro para visitar el PUENTE DE PIEDRA, del siglo XV, situado en el mismo lugar que ocupara el antiguo puente romano del siglo I. El puente actual es de estilo gótico, y es el más antiguo que se conserva sobre el río Ebro. En la última remodelación llevada a cabo en el siglo XX se colocaron en los extremos las cuatro estatuas de leones en bronce. Las vistas de la Basílica del Pilar desde el puente son espectaculares y el paisaje bastante agradable. Volvimos de nuevo a la Plaza del Pilar para contemplar con más detenimiento el edificio de la Lonja. Pero antes, en el mismo Paseo de Echegaray, frente al Puente Viejo, descubrimos la escultura de un pequeño caballo de bronce, en recuerdo de un fotógrafo que estuvo en esta placita más de cincuenta años fotografiando a los niños subidos al caballo. Ya en la plaza del Pilar, la LONJA es un edificio de estilo renacentista construido por el consistorio zaragozano a mediados del siglo XVI para servir como lonja de mercaderes. Es un edificio de ladrillo con planta rectangular con tres naves de igual altura y anchura de cinco tramos cada una. El motivo más repetido es el escudo de la ciudad, portado por ángeles sobre los capiteles de las columnas. En el centro de los cuatro lados aparece también el escudo del emperador Carlos V. El Palacio de la Lonja es el máximo exponente de la arquitectura civil renacentista aragonesa. Y al lado, la mole imponente de la CASA CONSISTORIAL, obra de mediados del siglo XX. Las obras del palacio municipal de la Casa Consistorial se iniciaron en 1946, se vieron interrumpidas varias veces, y finalizaron en 1965 con la colocación de las dos monumentales estatuas a ambos lados de la puerta. En planta se organiza, a modo de un palacio, en torno a un patio central cubierto, resuelto en amplio vestíbulo para servicios de uso más frecuente para el público. En la fachada que da a la plaza se abre la portada de acceso, flanqueada por las estatuas del Ángel de la Ciudad y San Valero realizadas por el escultor Pablo Serrano. Atravesamos la Plaza del Pilar y tras la Fuente de la Hispanidad sobresale la aguda torre de ladrillo de la IGLESIA DE SAN JUAN DE LOS PANETES. Enfrente, en la esquina opuesta, destaca el llamado TORREÓN DE LA ZUDA, única torre que queda en pie del antiguo palacio de La Zuda, alcázar musulmán situado dentro de la ciudad en el que se encontraba el gobierno. Su forma actual es de la segunda mitad del siglo XVI. La torre está en medio de un área de gran riqueza arqueológica, sobre los restos de las murallas romanas de la ciudad. En la actualidad es Oficina Municipal de Turismo. A continuación se nos muestran orgullosas las MURALLAS ROMANAS, construidas entre los siglos I y IV dC. De un perímetro total de casi tres mil metros, este tramo de la Zuda es el más largo que nos ha quedado, con una longitud aproximada de ochenta metros. A su lado está la ESTATUA DEL EMPERADOR AUGUSTO, copia en bronce del famoso Augusto de Prima Porta, guardado en los Museos Vaticanos. Benito Mussolini regaló en 1941 una de las réplicas a Zaragoza. Y al final de este abierto espacio de restos romanos podemos ver el MERCADO CENTRAL, conocido también como Mercado de Lanuza, que lo construyó al inicio del siglo XX. El edificio, construido con estructura de hierro, tiene un diseño funcional y armonioso partiendo de una planta rectangular basilical de tres naves, la central más ancha y elevada. Desde aquí nos dirigimos por la calle Olmo y la calle del Temple hasta la plaza de San Felipe donde se ubica la IGLESIA DE SAN FELIPE Y SANTIAGO, barroca, de finales del siglo XVII, usando el ladrillo como elemento principal. Tiene una espectacular portada en piedra de estructura piramidal y columnas salomónicas, sobre las que se sitúan las figuras de San Felipe y Santiago el Menor. En su interior, es un templo de planta de salón de tres naves más una amplia cabecera poligonal, y atrio a los pies sobre el que se asienta el coro alto. El altar mayor es un baldaquino de tipo berniniano con unas magníficas columnas negras de mármol. Y en otro extremo de la plaza destaca la suntuosidad del MUSEO PABLO GARGALLO, dedicado a la obra de este escultor aragonés. Alberga esculturas, dibujos, grabados y los cartones realizados a modo de patrones para formar algunas de sus esculturas, así como el Fondo de Documentación relativo al propio artista y a la escultura contemporánea. Entre las piezas exhibidas cabe destacar El profeta, situado en el patio interior, y las dos estatuas ecuestres, realizados para el Estadio Olímpico de Barcelona en 1929, conocidas como Saludo Olímpico, que reciben al visitante desde la Plaza San Felipe. Otra escultura curiosa situada casi en el centro de la Plaza de San Felipe es la llamada NIÑO SENTADO MIRANDO LA TORRE NUEVA, donde se representa un niño, de dimensiones naturales, que parece mirar donde estaba en su día la Torre Nueva, situándose la mirada en la altura máxima de la torre. Con esto se pretendía realizar un diálogo entre lo contemporáneo representado por la figura y el pasado cuya protagonista era la torre. Ya de vuelta hacia el apartamento, descubrimos en la intersección de las calles Alfonso I y Antonio Candalija otra escultura de Pablo Gargallo, llamada EL PASTOR DEL ÁGUILA. Se trata de una escultura con una gran fuerza y movimiento, con un peso aproximado de tres toneladas. Y así dimos por concluida nuestra estancia en Zaragoza, ciudad que nos había dejado un buen regusto en la boca, tanto como para volver pasado un tiempo y así terminar de pasar revista a aquellos otros sitios que no habíamos podido visitar. Llegamos al apartamento casi a las nueve de la noche. Tras una ducha fresca, unas copas de cerveza y vino tinto y una cena contundente, nos fuimos a la cama a una hora prudencial ya que al día siguiente teníamos que poner rumbo hasta Carrión de los Condes, en la provincia de Palencia.   

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