domingo, 8 de octubre de 2017

VENECIA (1): APARTAMENTO, SESTRIERES DE CANNAREGIO Y CASTELLO, PALAZZO DUCALE Y BASÍLICA Y PLAZA DE SAN MARCOS

Amaneció un día espléndido, con un cielo azul intenso que presagiaba una mañana propicia para el paseo, aunque nosotros ya no estaríamos en la ciudad. Nos levantamos muy temprano. Eran algo más de las seis y cuarto de la mañana cuando estábamos preparando el desayuno en nuestro apartamento de la vía Fabio Filzi de Milán. Recogimos los platos y tazas que habíamos utilizado para desayunar y, con todo el dolor de nuestro corazón, dejamos en el piso servilletas, azúcar y sal que habíamos comprado para nuestro uso personal, ya que el apartamento no contaba con ninguno de estos ingredientes y elementos de cocina necesarios y no podíamos llevarlos en el viaje que íbamos a emprender a Venecia para no cargar más las maletas. Éstas las habíamos recogido la noche anterior. Las llaves las dejamos en la mesa del comedor, tal y como habíamos acordado vía email con la dueña del apartamento. Salimos a la calle y nos encaminamos al bello edificio decimonónico que alberga la ESTACIÓN CENTRALE FS donde llegamos alrededor de las siete y media. Atravesamos el elegante vestíbulo y miramos los paneles informativos para confirmar el horario de salida de nuestro tren. Poco después nos dirigimos hacia las máquinas expendedoras de billetes a las que ya le habíamos tomado la medida, hecho que nos permitía comprar los billetes sin tener que dudar en el método a seguir. Así que compramos dos billetes con destino en la estación de Venecia-Santa Lucía por un total de noventa euros. El tren que cogimos era el equivalente al AVE español –cosa curiosa ya que no nos habíamos subido a un tren de estas características en España y lo íbamos a hacer en Italia–. La salida, según los billetes comprados, era a las 8:10 horas; sin embargo, los paneles informativos mostraban las ocho y cuarto como hora de salida. La llegada a Venecia estaba prevista para las 10:40 horas. Tanto la salida como la llegada fueron respetuosas con los horarios previstos. Un hecho llamó poderosamente nuestra atención durante el trayecto ferroviario entre las estaciones de Mestre –ciudad que se encuentra enclavada en tierra firme– y Santa Lucía, pues tanto a un lado como a otro de las ventanillas de nuestro vagón lo único que divisábamos era agua.

Poco antes de las once de la mañana salíamos de la estación veneciana a la hermosa plaza que se abre ante ella recortada por la excepcional presencia del Gran Canal. A nuestra derecha nos recibió una estatua de la Virgen Inmaculada elevada sobre un pedestal. A nuestra izquierda, donde nos dirigimos arrastrando las maletas, las oficinas expendedoras de los billetes del único transporte de la ciudad que íbamos a utilizar: los vaporettos –el plural en italiano de este medio es vaporetti–, que son los equivalentes a los autobuses en cualquier ciudad. Venecia se encuentra situada en una laguna pantanosa en el mar Adriático, entre las desembocaduras de los ríos Po y Piave, y está formada por ciento veinte pequeñas islas, comunicadas entre sí por centenares de puentes, ríos y canales. Como íbamos a estar en la ciudad dos días, compramos dos bonos con una duración de 48 horas para movernos por toda la ciudad. Abonamos sesenta euros por ambos. Con ellos en la mano y nuestras maletas detrás, nos dirigimos a la parada del vaporetto Ferrovía, perteneciente a la Línea 1. El trayecto fue corto pues nos bajamos en la cuarta parada, Ca d’Oro; recorrimos los escasos veinte metros que separaban el Gran Canal de la Strada Nova, una de las calles más importantes de la ciudad. Giramos a la derecha hasta llegar a una estrecha callejuela de nombre delle Vele donde se encontraba nuestro apartamento, GOODWINDS VENICE APARTAMENTS, por el que habíamos abonado doscientos sesenta euros por dos noches de estancia. Fue el apartamento más caro de todos los que utilizamos en nuestro viaje por el norte de la península italiana, pero también fue uno de los más completos y acogedores que reservamos. Abonamos además seis euros de tasa turística por los dos días que íbamos a estar en la ciudad, que no es más que otra forma inventada por los políticos de sangrar a los turistas. Llamamos a la puerta exterior del edificio donde se encontraba el apartamento y enseguida apareció el señor que nos haría entrega de las llaves y nos iba a explicar el contenido del mismo. Tras la puerta de entrada se abría un pequeño vestíbulo del que partía una escalera a la izquierda que nos llevaba hasta el apartamento situado en la primera planta. Un corto pasillo nos recibió nada más abrir la puerta de acceso que se dividía a la derecha hasta un generoso dormitorio presidido por una amplia cama a cuyos pies había un armario de tres puertas. Desde esta estancia se accedía a una pequeña terraza interior en la que había una mesa y un par de sillas. Tomando el pasillo a la izquierda se llegaba al salón comedor que estaba unido con una cocina muy bien dotada tanto de utensilios como de detalles que agradecimos: aceite de oliva, mantequilla, azúcar, cápsulas de café infusiones y un largo etcétera. Un sofá ocupaba una de las paredes; sobre él se alzaba un mueble con una notable y abundante vajilla y cristalería. Un techo de falsas vigas imitando a madera embellecían la estancia de un modo significativo. En un lateral se abría una estancia pequeñita en la que había un sillón, un estrecho mueble con libros y revistas y una lámpara de lectura. A la derecha del sofá se encontraba un completo cuarto de baño dotado de gel, champú y toallas más que suficientes para el tiempo que íbamos a estar.

Una vez que tomamos posesión del apartamento, descansamos un poco y abrimos las maletas, salimos a la calle para una primera toma de contacto con la ciudad. Eran las doce de la mañana. Llegamos de nuevo a la vía Strada Nuova, pero no anduvimos mucho. Como habían pasado ya algunas horas desde que habíamos salido de Milán y llevábamos la garganta un poco seca nos sentamos en el bar TAPPA OBLIGATORIA y pedimos una pinta italiana de cerveza Nino Moretti –de cuarenta centilitros– y una Coca-Cola con una tapa de patatas fritas por las que abonamos nueve euros. La cerveza costó seis euros. Repuestas las fuerzas y calmada la sed, nos dirigimos a la cercana CHIESA DI SAN FELICE con una fachada de tonos rojizos pero anodina en cuanto a decoración. Estaba cerrada por lo que no pudimos contemplar una pintura de San Demetrio, una obra joven de Tintoretto. La calle era un continuo ir y venir de gente que miraba y volvía a mirar en los numerosos establecimientos textiles de origen asiático de la zona. Continuamos avanzando por la calle hasta que llegamos a la CHIESA DEI SANTI APOSTOLI, muy modificada en su estructura exterior, aunque conserva una torre elegante en la que destaca un reloj de un tamaño considerable. Sin embargo, el interior del templo sí resulta atractivo porque conserva en gran medida las características originales del siglo XVI, época en la que se construyó. Tiene una única nave sostenida por dos órdenes de columnas. Destaca sobre las demás la Capilla Corner. Curiosamente aquí está enterrada Caterina Cornaro, que fue reina de Chipre. 

Tras esta primera toma de contacto con la ciudad comprendimos que son varias cosas las que hacen diferente esta ciudad de otras que habíamos visitado con anterioridad. Venecia es un anárquico laberinto de calles opresivas con fachadas descarnadas que muestran orgullosas el ladrillo de sus muros desgastado por el paso del tiempo y la acción salina del agua, de ríos y canales, que se cruzan y entrecruzan en una densa red que constriñe la ciudad, de puentes que te llevan en volandas de una isla a otra. Además, por Venecia no circulan automóviles, motos o camiones. Sus estrechas calles y sus continuos puentes no lo permiten. Ello provoca la presencia de un silencio despótico, únicamente roto por las voces de sus viandantes. Esta falta de sonido solo se rompe en el Gran Canal, vía principal de transporte de pasajeros y mercancías. Prácticamente todos los desplazamientos se hacen en vaporetto o pequeñas lanchas y barcazas motorizadas. Incluso los taxis son lanchas que te llevan de un sitio a otro a través de los canales. Una tercera característica que nos llamó la atención fue una ligera sensación de miedo a pasear por la noche por sus intrincadas y solitarias callejuelas que se adueñó de nosotros sin motivo alguno. No obstante, habíamos leído numerosos blogs de viajeros donde recogían datos en los que se resaltaba la casi ausencia de delitos relacionados con el turismo, con porcentajes que no eran ni mejores ni peores que otras ciudades europeas. Sin embargo, una vez que la noche abraza la ciudad, la mayor parte de las personas que la habitan o visitan desaparecen camino de sus hogares. Las tiendas y comercios echan sus persianas, siendo escasos los locales que permanecen abiertos hasta un horario más tardío. Las sombras y un silencio prácticamente total se adueñan de las calles. Pasear en esas condiciones nos hizo pensar en lo fácil que sería que cualquiera con malas intenciones te pudiera dar un susto en mayor o menor grado. Pero, repito, solo fue una sensación. Otro aspecto diferenciador de la ciudad a tener en cuenta es el uso del vocablo “campo”. Con este nombre se denomina a un espacio abierto rodeado por edificios. En la tradición medieval, el término campo estaba difundido por toda Italia, pero actualmente solo quedan unos pocos ejemplos (Campo de' Fiori de Roma, Piazza del Campo de Siena), ya que casi siempre ha sido sustituido por la palabra piazza ("plaza").

Seguimos adentrándonos en las entrañas de esta fascinante ciudad hasta que llegamos a la CALLE VARISCO, conocida por ser la calle más estrecha de Venecia, llegando a medir en su parte más estrecha solo 53 centímetros de ancho. Continuamos camino de vuelta, atravesamos el Campiello Widmann y callejeamos un rato más hasta llegar al Campo de Santa María Nova, donde se encuentra la CHIESA DI SANTA MARIA DEI MIRACOLI, contruida a finales del del siglo XV con la finalidad de dar una colocación digna a la imagen de la Virgen venerada en este lugar. La iglesia se convirtió en uno de los mejores ejemplos del Renacimiento veneciano: mármoles colorados, columnas falsas en las paredes, parte alta de la fachada semicircular... El interior tiene una única una nave con una bóveda en cañón, dominado por una escalera que llega al altar principal totalmente adornado con estatuas. Desde aquí nos dirigimos hacia la vía delle Erbe, donde admiramos la bonita fachada gótica del PALAZZO SORANZO VAN AXEL. Si algo distingue a Venecia de cualquier otra ciudad son los innumerables palacios de los siglos XIV y XV, que se derraman en mayor o menor medida por todos los barrios que la conforman. Nos hicimos algunas fotos y enfilamos nuestros pasos hacia el Campo dei Santi Giovanni e Paolo, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre. La BASILICA DE SAN JUAN Y SAN PABLO es la iglesia más grande de Venecia, superando en tamaño a Santa María Gloriosa dei Frari. Fue erigida por los dominicos en honor a Juan y Pablo, no los apóstoles, sino dos oscuros mártires de la primera iglesia católica de Roma. Su construcción duró casi un siglo, siendo finalmente consagrada en 1430. El lugar donde se encuentra fue elegido por el dux Jacopo Tiepolo tras tener una visión que le dijo: "Este es el lugar elegido para mis predicadores". En el vasto interior de la Basílica se hallan las tumbas de veintisiete dogos que encontraron en ésta su último descanso. Entre las tumbas podríamos destacar las de Alvise Mocenigo y Pietro Mocenigo, con un tamaño y una escultura sorprendente. Entre las obras más importantes de la basílica se encuentran los cuadros de artistas como Giovanni Bellini, Pablo Veronés o Giovanni Piazzetta. Además, en este mismo campo se encuentran otros dos puntos de interés: la estatua del condottiero Bartolomeo Colleoni, obra  de Verrocchio, que está considerada uno de los grandes monumentos ecuestres del mundo) y la Scuola Grande di San Marco, edificio con una espectacular fachada renacentista que ahora alberga un hospital. Finalizada la visita nos encaminamos hacia el puente dei Conzafelzi, que cruzamos y seguimos por la vía Pinelli hasta llegar a la calle Lunga Santa María Formosa donde visitamos la conocida LIBRERÍA ACQUA ALTA. Montar una librería en una planta baja al lado de un canal no parece una buena idea porque hay peligro de inundación. Pero en esta librería no tienen nada que temer. Después que se les inundara varias veces el local y se echaran a perder muchos libros, ahora han optado por tenerlos dentro de góndolas y bañeras. Es un lugar con un ambiente muy especial, una parada obligada que hacer en Venecia para los amantes de los libros. No habíamos visto nada parecido en nuestros muchos viajes. No tiene la belleza subliminal de la librería Lello e Irmao de Oporto, considerado una de las más bonitas del mundo. Acqua Alta es caótica, anárquica, ningún libro tiene un lugar específico. Pero son precisamente esas características las que la hacen única. Después de pasar un rato muy agradable viendo la idiosincrasia del local, ojeando y hojeando libros y más libros –el título más curioso que nos echamos a la cara fue un librito pequeño de Camillo Nalin de nombre “Elogio al cagar”–. Sin embargo, como el tiempo nos iba apremiando poco a poco (eran casi las dos de la tarde), salimos de nuevo a las calles venecianas para continuar la visita programada. No obstante nos detuvimos ante una tienda llamada MOZUNDER NOBI, en el barrio de Castello donde compramos dos imanes para el frigorífico porque los vimos muy baratos, a un euro cada uno. Poco después llegamos hasta el Campo de Santa María Formosa, uno de los más amplios y coquetos de la ciudad, donde se encuentra la CHIESA DI SANTA MARIA FORMOSA, erigida en 1492 con diseño del arquitecto Mauro Codussi sobre el solar de una iglesia anterior que databa del siglo VII que, según la tradición, fue una de las ocho fundadas por San Magno, obispo de Oderzo. El nombre ‘formosa’ se refiere a la aparición de la Virgen vestida como una mujer de la época. La planta es de cruz latina, con una nave central y dos laterales. Las dos fachadas fueron encargadas en 1542, la de estilo renacentista da al canal, y en 1604, la barroca que da a la plaza. Entre las obras de arte del interior hay un políptico dedicado a Santa Bárbara obra de Palma el Viejo, una de sus obras más aplaudidas. La capilla de la Concepción alberga un tríptico de la Virgen de la Misericordia de Bartolomeo Vivarini, mientras que en el Oratorio está el cuadro de la “Virgen con el Niño y Santo Domingo” por Tiepolo. Dos hermosos palacios se ubican en los laterales de esta plaza. Por un lado, el PALAZZO VITTURI, de trazas góticas con una bonita arquería apuntada en su fachada, hoy convertido en hotel, y el PALAZZO MALIPIERO. Tras la visita nos dirigimos hasta el Campo de San Próvolo y posteriormente al Campo de San Zaccaria donde se ubica la iglesia de CHIESA DI SAN ZACCARIA, cuyas primeras trazas nos retrotraen al siglo IX, aunque la mayor parte de la construcción que ha llegado hasta nosotros se ubica con claridad en el Renacimiento. En esta iglesia están enterrados los primeros dux de la Republica de la Serenissima. Por encima de la entrada principal se encuentra una estatua de San Zaccaria. La iglesia tiene un plano compuesto de tres naves divididas con columnas y un techo abovedado. En su interior se pueden admirar muchas obras importantes que hacen de esta iglesia un lugar imprescindible para cualquier visitante de la ciudad, varias pinturas de Giovanni Bellini. Todas las paredes de las naves laterales están pintadas con escenas religiosas o escenas de la vida cotidiana de Venecia. Como nuestros cuerpos ya nos iban pidiendo un descanso y algo de alimento, desandamos parte del último tramo del recorrido y nos acercamos de nuevo al Campo de San Próvolo donde, alrededor de las dos y media, nos sentamos en la barra de la TRATTORIA DA ROBERTO y comimos a base de tapas y cervezas por catorce euros. 

Finalizado el descanso, volvimos de nuevo al Campo de San Zaccaria para salir a la Riva degli Schiavoni, un amplio llano paralelo al Gran Canal lleno de puestos y tenderetes de ropa barata y recuerdos para los turistas. En esta amplia explanada destaca la estatua ecuestre de Vittorio Emanuele II, primer rey italiano. Otro de los puntos de interés de este espacio es el PALAZZO DANIELI, de roja fachada gótica del siglo XIV, con una primorosa arquería apuntada, convertido en hotel de lujo perteneciente a la cadena Marriot desde 1824. En sus habitaciones se han alojado multitud de escritores, pintores, políticos y personajes de la vida pública mundial. Un aliciente más de esta Riva son las maravillosas vistas del canal y la otra orilla donde luce imponente la iglesia de San Giorgio Maggiore, que muestra con orgullo desmedido su rojizo campanile coronado por un afilado chapitel y la majestuosa fachada barroca de mármol blanco que la preside. En dirección contraria, desde aquí vimos por vez primera sobresalir por encima de los tejados colindantes el estilizado campanile de la Basílica de San Marco. Tomamos dirección a San Marco –el plato fuerte del día se iba acercando– bordeando el Gran Canal. A lo lejos divisamos un enjambre de personas arremolinadas en un reducido espacio que nos dio que pensar. Sin embargo, la explicación a esta situación fue muy sencilla: estaban fotografiando el conocido PONTE DEI SOSPIRI, uno de los puentes más famosos de la ciudad. Fue construido en 1602 con el fin de unir el Palacio de Justicia con las Prisiones Nuevas, que se encontraban separados por un canal. Fue realizado con piedra caliza, en forma de arco, como la mayoría de los puentes de la ciudad. El nombre de “Puente de los Suspiros” con el que es conocido mundialmente fue ideado por Lord Byron, quien imaginó que los presos suspiraban al pasar por el puente, ya que era la última vez que verían la luz del sol en mucho tiempo. Tuvimos que esperar un tiempo hasta no tener a nadie delante de nosotros para poder hacernos unas fotos en condiciones. Avanzamos caminando por la primorosa fachada del Palazzo Ducale hasta llegar a la PIAZZETTA DI SAN MARCO, una especie de anteplaza a orillas del Gran Canal. En ella se encuentran las COLONNAS DI SAN MARCO Y SAN TEODORO. Son de granito, probablemente traído de Constantinopla, y se cree que fueron construidas en 1172. En el siglo XVIII era el sitio donde se hacían las ejecuciones públicas, y quizás se debe a este pasado desafortunado que hoy se dice que pasar entre ellas trae mala suerte. No es de extrañar ver a los más supersticiosos desviarse hasta una de ellas para cruzarlas por detrás, y así evitar atravesarlas. La columna de San Marco está rematada por un león alado de bronce, símbolo del santo patrono de la ciudad. La columna de San Teodoro está coronada por una estatua de Teodoro pisando a un dragón, y es una réplica de la original, que se encuentra en el Palacio Ducal. Otro edificio cuya fachada contemplamos era el Museo Arqueológico y la Biblioteca Marciana, ubicado entre las columnas y el campanile. Frente a estos y adosado a la basílica resaltaba la imponente mole del PALAZZO DUCALE, que comenzó siendo un castillo fortificado en el siglo IX, aunque, tras sufrir un pavoroso incendio, tuvo que ser reconstruido en el siglo XIV para ser utilizado tanto como fortaleza como prisión. Combina elementos arquitectónicos bizantinos, góticos y renacentistas. En su interior se encuentran pinturas de Tiziano, Tintoretto y Bellini. Desde el Palacio Ducal ciento veinte dogos dirigieron el destino de Venecia durante casi mil años. Lo primero que llama nuestra atención es el color rosado del mármol utilizado para su construcción. Después la vista se dirige imperceptiblemente hacia la Porta della Carta, nombre con el que se conoce a la que históricamente ha sido la principal puerta de acceso al palacio sobre la que destaca una gran escultura de un león alado, símbolo e icono sempiterno de la ciudad de Venecia. Una vez dentro del palacio, destaca sobre manera la Scala d’Oro, escalinata dorada que conduce a la segunda planta. Además, se visitan las salas donde residían los dogos, las salas de votaciones, la armería, los patios y la prisión. En el llamado Apartamento del Duque es admirable la decoración de las salas y los cuadros que alberga con obras de artistas como Veronés, Tiziano y Tintoretto que muestran la historia de la ciudad. Prosiguiendo la visita se llega hasta la Sala del Maggior Consiglio, donde más de mil  personas votaban el destino de La Serenissima, sobrenombre con el que era conocida y temida Venecia. En esta sala se encuentra "El Paraíso", el mayor lienzo del mundo obra de Tintoretto. En la armería se pueden observar armaduras y todo tipo de armas, desde las más clásicas hasta complejas armas de fuego. La visita termina con la prisión, donde se ven los calabozos y los pozos húmedos (pozzi). Justo al lado, se encuentra la BASILICA DI SAN MARCO, el templo religioso más importante de Venecia. La basílica se encuentra situada en Plaza de San Marcos, que ha sido desde siempre el centro de la vida pública y religiosa de la ciudad. La construcción de la basílica, que en principio iba a ser una prolongación del Palacio Ducal, comenzó en el año 828 para albergar el cuerpo de San Marcos traído desde Alejandría. Aunque la obra actual pertenece básicamente al siglo XI, ha sufrido diferentes modificaciones con el paso del tiempo. La basílica actual, de planta de cruz latina y cinco cúpulas, se convirtió en la catedral de la ciudad en 1807. Cuenta con más de 4.000 metros cuadrados de mosaicos, algunos del siglo XIII, y 500 columnas del siglo III. No entramos a su interior ya lo que íbamos a hacer al día siguiente. Por eso, continuamos nuestra visita a la plaza. A mano izquierda de la fachada principal de la basílica, en el lateral contiguo de la plaza nos encontramos con la TORRE DELL’ OROLOGGIO, ubicada cerca de la entrada de la Procuraduría Vieja. Es una torre de estilo renacentista, construida en los últimos años del siglo XV que alberga el reloj de San Marcos. El mecanismo del reloj es el original del año 1499 y funciona perfectamente, luego de haber sido restaurado en varias ocasiones. Marca las horas en números romanos y arábigos, las fases lunares y solares y los signos del zodíaco, en un diseño con esferas. Sobre el reloj hay un nicho con una estatua de la Virgen María y corona la torre una estatua del león alado de San Marcos. Dos estatuas de bronce conocidas como “los moros” golpean la campana que se encuentra encima de la torre, en el momento de marcar las horas. Durante la Epifanía y la Ascensión sale cada hora una procesión de Reyes Magos presididos por un ángel, todo un espectáculo que, evidentemente, nosotros no vimos. Giramos nuestros cuerpos y nos dimos de bruces con la espléndida magnitud y belleza de la PIAZZA DI SAN MARCO. Mide ciento ochenta metros de largo por setenta de ancho y es la única piazza de Venecia, ya que es resto son piazzales o campos. Su construcción se inició en el siglo IX adoptando el tamaño y forma actual en 1177, siendo pavimentada 100 años después. Es una de las plazas más bonitas del mundo, siendo definida por Napoleón Bonaparte como "el salón más bello de Europa". También es el lugar más bajo de Venecia por lo que, cuando hay "acqua alta" es el primer lugar en inundarse. Cuando esto sucede, las autoridades colocan pasarelas para el tránsito de los ciudadanos y visitantes. Nosotros la vimos en toda su magnificencia y no muy colapsada por la presencia de turistas. ¡Como si no lo fuéramos también nosotros! Nos volvimos a girar hacia el lateral contrario a la Torre del Reloj y nos topamos con el CAMPANILE DI SAN MARCO, que con casi cien metros de altura es el edificio más alto de la ciudad. La torre original servía como faro para los navegantes además de campanario. Tras varias restauraciones, adquirió su forma actual en 1515. En lo más alto de la torre reina una estatua dorada del arcángel Gabriel. Podemos observar también cinco campanas, las cuales tenían diferentes funciones durante la República: la "Marangona", la más grande, se tocaba cuando empezaba y terminaba la jornada laboral, el "Malefico", la más pequeña, anunciaba las condenas a muerte, la "Nona" tocaba a las nueve, la "Trottiera" servía para llamar a los miembros del "Maggior Consiglio" para que fueran a la Cámara del Consejo, y la "Mezza terza" anunciaba una sesión del Senado. En 1902 la torre se derrumbó y, diez años después, fue reconstruida siguiendo la forma y características fijadas durante el Renacimiento. Vista la práctica totalidad de este excepcional conjunto, enfilamos nuestros pasos hacia el fondo de la plaza, no sin antes pasar por delante del CAFÉ FLORIAN, el café más famoso –y parece también que el más caro– de la ciudad, aunque el comentario más generalizado es que “no solo pagas por el café, sino también por disfrutar de la música, del arte y de la belleza de la plaza”. Nosotros no consumimos nada porque había transcurrido poco tiempo desde que habíamos parado a tomar unas cervezas en el Campo de San Próvolo. Un poco más al fondo, en el lateral que cierra la plaza frente a la basílica, nos aproximamos al MUSEO CORRER, uno de los museos más importantes de la ciudad, que alberga importantes colecciones de pintura, escultura, mobiliario e instrumentos navales entre su prolijos fondos.  

Abandonamos la Piazza di San Marco con el regusto satisfecho de haber contemplado uno de los hitos artísticos más importantes de la historia de la humanidad, visita largamente añorada desde nuestros años juveniles. Desde aquí nos dirigimos hacia el Campo de San Moise, donde se ubica la iglesia del mismo nombre, que en ese momento se encontraba cerrada. Continuamos por la calle Larga XXII Marzo y  pasamos por delante de la fachada del Hotel Saturnia con una presencia variada en sus balcones de maniquís de diversos colores y posturas. Atravesamos el ponte delle Ostreghe donde hicimos algunas fotos pues las vistas son encantadoras. En esta calle nos detuvimos un momento en el BAR DUCALE para comprar una botella pequeña de agua –dos euros–, pues las tapas que habíamos comido con anterioridad nos habían dado sed. El establecimiento era un lugar encantador dotado con unas preciosas estanterías completamente abarrotadas de botellas y otros productos para la venta. Finalmente salimos al Campo de Santa María del Giglio, un espacio alargado y estrecho constreñido por la CHIESA DI SANTA MARIA DEL GIGLIO, también conocida entre los venecianos como Santa María de Zobenigo. Esta iglesia fue fundada en el siglo IX, siendo reconstruida en su forma actual a finales del siglo XVII a instancias de Antonio Barbaro, que era un líder militar de renombre y descendiente de una dinastía veneciana rica. La iglesia tiene la fachada barroca más ornamentada que cualquiera de Venecia. Santa María está coronada con estatuas de mármol de la familia Barbaro y adornada con figuras de las cuatro virtudes. También resaltan en su fachada los mapas de las regiones en las que Barbaro sirvió en sus campañas y su escudo de armas. Seguimos caminando hasta llegar al Campiello de la Feltrina, donde, al igual que las setas en el campo, la ciudad seguía mostrándonos bellísimos palacios de fachadas góticas, a cada cual más bonito. Entre ellos, destacaba especialmente el PALAZZO ZAGURI, construido en el siglo XIV y convertido en la actualidad en sala de exposiciones. Seguimos caminando hasta llegar al Campo de San Maurizio, donde está la iglesia del mismo nombre, hoy reacondicionada como MUSEO DELLA MUSICA. Entramos pues la entrada era gratuita y vimos una apreciable exposición de instrumentos musicales. Desde esta plaza era visible la belleza del campanile de la cercana iglesia de San Stefano, nuestro próximo destino. Continuamos camino hacia el cercano Campo de San Stefano, que se conoce también como Campo Francesco Morosini, debido al nombre del dux que vivió en este lugar en el siglo XVII. Curiosamente es una de las plazas más grandes de la ciudad. Hasta principios del siglo XIX, dada su amplitud, se celebraban en ella cazas de toros, un espectáculo que se suprimió tras el derrumbamiento de la tribuna y la muerte de varios espectadores. Fue también elegido para la celebración de fiestas y bailes de carnaval. En el centro de la plaza se eleva una estatua de Nicolo Tommaseo, un intelectual dálmata del siglo XIX que alcanzó notoriedad durante la revolución de 1848 contra los austriacos. Al sur de la plaza, en un lateral del Campiello Pisani, se encuentra  el magnífico PALAZZO PISANI, que es sede del Conservatorio de Música Benedetto Marcello desde finales del siglo XIX; en el lado opuesto está el PALACIO LOREDAN que alberga el Instituto Véneto de Ciencias, Letras y Artes. Y también destaca la elegante fachada gótica del PALAZZO LEZZE. Miramos el reloj, que marcaba las cinco de la tarde, y decidimos sentarnos en la terraza de LE CAFÉ porque nuestras cansadas piernas y nuestros cuerpos sutiles llevaban ya un rato demandándonos un descanso reparador. Raudo un camarero nos tomó nota y nos sirvió un descafeinado y un capuccino por los que abonamos algo más de siete euros. Desde nuestra mesa veíamos el muro lateral de la CHIESA DI SAN STEFANO, cuya historia es sin duda singular ya fue consagrada nada menos que seis veces a causa de los homicidios que fueron  perpetrados en el interior de sus muros. La iglesia de San Esteban fue fundada en el siglo XIII, reconstruida en el XIV y alterada de nuevo a principios del siglo XV, cuando se añadieron una fina entrada gótica y un techo con forma de quilla. El alto interior es también gótico y tiene tres ábsides. Caso casi único en la ciudad, el ábside de la iglesia es también un puente por debajo del cual corre un río navegable. El campanario de la iglesia, muy alto, de planta románica, está caracterizado por una acentuada inclinación. Entre los tesoros que alberga destacan una estela de Antonio Canova y varias pinturas de Tintoretto. En el extremo opuesto de esta iglesia se encuentra la CHIESA DI SAN VIDAL, convertida en la actualidad en una sala de eventos y conciertos, principalmente a cargo del grupo de música de cámara Venetians. Recorrimos algunas de sus salas y patios, donde, en uno de estos, se encuentra una escultura de nombre CUMULUS cuya autora es Karen Lamonte

Desde este punto iniciamos el camino de vuelta al apartamento. Para ello, regresamos de nuevo al Campo de San Maurizio y nos dirigimos hacia la calle Zaguri, donde disfrutamos del escaparate de una tienda que mostraba diversos objetos de cristal de una fina y exquisita labor y una originalidad excepcional. Volvimos a pasar por el Campo de Santa María del Giglio y continuamos callejeando, atravesando ríos y canales, pasando puentes hasta llegar al Campiello de San Fantin donde se encuentra el archiconocido TEATRO LA FENICE, que en ese momento representaba la ópera Don Giovanni de Mozart. La Fenice (Teatro Fénix, traducido literalmente al español) es un teatro de ópera y uno de los más famosos de Europa; en él han realizado muchos de los estrenos de las óperas y conciertos de los mejores compositores de la historia de la música. Todo el edificio es realmente una joya arquitectónica que arranca suspiros a más de uno por sus grandiosos y dorados interiores. Sin embargo, la belleza del lugar no lo ha salvado de grandes desgracias que le han ocurrido a través del tiempo. Sufrió varios incendios a lo largo de los siglos que forzaron su renacer, haciendo honor al ave fénix que lleva por nombre, en 2003 cuando volvió a abrir de nuevo sus puertas tras la última restauración, que no ha dejado contento a nadie. En este mismo campiello se encuentra la CHIESA DE SAN FANTIN, hoy desacralizada y ocupada por un restaurante. Continuamos por la calle Frezzaria que tiene muy buenos ejemplos de palacios con bellas fachadas de estilo gótico y un par de comercios que lucían espléndidas máscaras de carnaval en sus escaparates. Desde allí nos acercamos a disfrutar del PALAZZO CONTARINI DEL BOVOLO, que pasa por ser uno de los más originales de Venecia. Eso sí, asomados a la reja exterior ya que el interior no es visitable, Fue construido en 1499 por orden de Pietro Contarini y se caracteriza por la escalera de caracol –bovolo  significa en veneciano “caracol”– que se construyó en el interior de la torre. La novedad la encontramos en que esta torre está horadada de arcos que permiten la contemplación desde el exterior de la escalera. Esta originalidad impresionó tanto a los venecianos que no dudaron en sustituir el nombre de la familia por "bovolo". La escalera está inspirada en modelos bizantinos, constituida por arcos rampantes, buscando la unidad con las galerías superpuestas de la fachada del edificio, creando la sensación de continuidad entre las arquerías de la torre y las de la fachada, al tiempo que se dota de una impresionante ligereza a la estructura. Desde la estrecha calleja en la que nos encontrábamos nos dirigimos hasta el Campo Manin, en cuyo centro se encuentra el monumento a Daniele Manin, héroe del Risorgimento italiano que expulsó a los austríacos de Venecia. Es difícil no observar a continuación sobre este bonito Campo, uno de los raros ejemplos de arquitectura moderna veneciana: el edificio de Risparmio di Venezia (la caja de ahorros local), debido al arquitecto Pier Luigi Nervi. Construido en 1972, presenta un fuerte contraste con el resto de los edificios antiguos del lugar. Desde aquí fuimos al Campo de San Beneto, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre y el bellísimo PALAZZO FORTUNY, que toma su nombre del último propietario, el artista Mariano Fortuny y Madrazo, hijo del muy conocido pintor Mariano Fortuny y que en la actualidad alberga el museo homónimo. El palacio fue fundado a finales del siglo XV. Durante un tiempo fue sede de la Accademia Filarmonica degli Orfei. Pero fue Mariano Fortuny hijo quien lo compró a inicios del siglo XX para instalar su propio taller. Fue un hombre ecléctico que se ocupó de fotografía, escenografía y técnica escénica, creación textil, pintura. Tras su muerte, su esposa Henrietta Negrín donó el palacio, que aún conservaba las telas y colecciones de Mariano, al ayuntamiento de Venecia, el cual hizo del palacio un lugar dedicado a las disciplinas de comunicación visual, en particular de experimentación e innovación, en consonancia con el espíritu y la cultura del antiguo propietario. Este palazzo figura entre los más grandes construidos en su época y presenta en la fachada grandes poliformas de arcos trilobulados con balcones finamente decorados. Con esta visita dimos por concluido nuestro primer día veneciano y emprendimos decididamente el camino de vuelta a casa. 

Ya pasaban las seis y media de la tarde cuando llegamos al Campo de San Anzolo, desde donde hay una hermosa vista del campanile de San Stefano. Este campo está prácticamente rodeado de hermosos palacios convertidos en la actualidad la mayoría en apartamentos turísticos. Desde aquí salimos al Gran Canal, para coger el vaporetto en la parada de Sant’Angelo. Desde este lugar la vista del PALAZZO PISANI MORETTA situado en la orilla de enfrente, con sus tonos rojizos y su galería y ventanas apuntas es una auténtica preciosidad. Nos bajamos en la parada de Ca d’Oro, pero, antes de irnos al apartamento, pasamos por un establecimiento llamado RIZZO NICOLA, sito en la vía Strada Nova, muy cerca de casa, que habíamos visto en nuestro paseo matinal que tenía comida para llevar. Allí compramos una barra de pan, algo de fiambre, unas cervezas frescas, una ensalada y tres porciones de pizzas variadas. Por todo ello abonamos casi dieciséis euros. Con la compra hecha nos encaminamos a casa donde llegamos siendo ya noche plena minutos antes de las ocho. El día había resultado agotador pero había merecido la pena. 

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