A las siete de la mañana sonó el despertador del teléfono y nos dispusimos a prepararnos para hacer la visita que teníamos planificada para hoy: la monumental ciudad de Turín, Torino para los italianos. Preparamos el desayuno a base de café con leche, fiambre y pan, nos aseamos y recogimos un poco el apartamento. Poco antes de las ocho de la mañana llegábamos a la estación de ferrocarril de Milán, Centrale FS, y nos dirigíamos a las máquinas expendedoras de billetes, donde habíamos estado la noche anterior a la vuelta del viaje al lago Como para saber su funcionamiento. Compramos dos billetes de ida y vuelta que nos costaron cincuenta euros. Con ellos en la mano nos dirigimos al andén correspondiente, validamos los billetes y subimos al vagón donde nos acomodamos. El tren partía a las ocho y cuarto, unos minutos tarde respecto al horario previsto. Llegamos a Torino Porta Nova poco después de las diez, tras casi dos horas de viaje. Salimos de la estación y cruzamos a la Piazza Carlo Felice, y allí, bajo los soportales que la circundan nos detuvimos en la PASTICCERIA AMORE, donde pedimos un cappuccino, un croissant y un tramezzino, que no es ni más ni menos que un sándwich que por el corte realizado se presenta de forma triangular para completar el desayuno que habíamos hecho un par de horas antes.
Continuamos la ruta por la vía Roma hasta llegar a la FONTANA DEL PO E FONTANA DELLA DORA RIPARIA, fuentes adosadas a la parte posterior de las iglesias de San Carlo y Santa Cristina y que representan a los dos grandes ríos turineses, el Po, como hombre, y el Dora, como mujer. En pocos pasos nos pusimos en la PIAZZA DE SAN CARLO, una de las más importantes de la ciudad por sus espectaculares dimensiones. Recibe el apodo cariñoso de los turineses de sala de estar. En el centro está el monumento ecuestre a Manuele Filiberto, desenfundando la espada tras la victoria de San Quintín. A los lados se encuentra el edificio Solaro del Borgo, al sur, las dos iglesias gemelas: la de Santa Cristina y la de San Carlo Borromeo. Mirando de frente ambas iglesias, la de la izquierda es la IGLESIA DE SANTA CRISTINA, barroca de comienzos del siglo XVIII, nace por voluntad de la regente María Cristina de Francia, que adquirió los terrenos para su construcción en memoria de su primogénito fallecido. El interior se presenta a una sola nave, rica en decoraciones barrocas. Por su parte, la IGLESIA DE SAN CARLOS BORROMEO, consagrada al santo arzobispo de Milán que, tanta fue su devoción por la Sindone, que el propio rey trasladó el lienzo a la ciudad para acortar el viaje del obispo que pretendía ir a Francia, donde se encontraba en ese momento, para venerarlo. Al igual que su gemela, es una iglesia barroca. En el extremo contrario de la plaza nos encontramos con un grupo de padres y madres que, junto con sus hijos pequeños, dibujaban y coloreaban un alargado papel continuo. Giramos a la derecha por la vía María Victoria hasta llegar a la IGLESIA DE SAN FELIPE NERI, barroca del siglo XVIII, cuyo exterior nos puede recordar a un templo clásico griego, pero que, traspasada la portada, nos encontramos con el interior más amplio y luminoso de todas la iglesias turineses. Desde aquí nos trasladamos al MUSEO DE ARTE EGIPCIO, el más antiguo del mundo de estas características con más de doscientos años de antigüedad. Continuamos hasta la PIAZZA DE CARLO ALBERTO, peatonal y ajardinada, acoge en el centro la estatua ecuestre de Carlo Alberto y en un lateral la fachada trasera del magnífico PALAZZO CARIGNANO, en cuya fachada principal se ha utilizado el ladrillo tanto como elemento constructivo como decorativo, creando un juego de curvas y contra curvas que otorgan dinamismo a la fachada y un fuerte contraste de luces y sombras. Durante la primera mitad del siglo XIX fue sede del Parlamento Italiano. En la actualidad alberga uno de los museos más destacados de toda Italia, el Museo del Resorgimento dedicado a la unificación del territorio italiano. En un par de minutos nos trasladamos a la colosal PIAZZA DEL CASTELLO, verdadero centro histórico de la ciudad. La plaza se encuentra rodeada en tres de sus lados por elegantes galerías porticadas de diferentes estilos y siglos. En esta plaza se encuentran parte de los principales edificios turineses a los que haremos referencia a continuación. El primero de ellos, el PALAZZO MADAMA, situado en el centro de la plaza, es un edificio curioso pues tiene dos fachadas totalmente diferentes. Los Saboya confieren al edificio como un castillo cuando toman posesión de él en el siglo XIV. Por ello, la parte trasera del palazzo se conserva como tal, con dos magníficas torres defensivas . Sin embargo, la fachada orientada hacia el Palacio Real presenta un estilo radicalmente diferente. Es en el siglo XVII cuando se inician las obras para convertir el viejo castillo en un moderno palacio barroco, obras que se paralizarán por motivos desconocidos dando lugar a la curiosa realidad que podemos contemplar en estos momentos: una fachada nos muestra un lujoso palacio barroco y la otra un castillo medieval. Impresionan los trabajos de mármol de su bellísima escalera de acceso a las plantas superiores. En la actualidad alberga el MUSEO CÍVICO D’ARTE ANTIGUA que atesora colecciones muy variadas de restos arqueológicos desde el imperio romano, de pintura de los grandes maestros piamonteses desde la Edad Media al Renacimiento, y otras muchas colecciones más de artes decorativas. Enfrente de la fachada barroca del Palazzo Madama se encuentra la impresionante IGLESIA DE SAN LORENZO, que tiene una curiosa historia tras ella. La iglesia se dedicó a San Lorenzo en honor a la victoria del rey turinés en la batalla de San Quintín, que prometió construir una iglesia si lograba vencer al turco. Sin embargo, la promesa solo se cumplió a medias, ya que no construyeron iglesia alguna, sino que cambiaron el santo al que estaba dedicada este pequeño templo y dieron por cumplida la promesa. Uno de los detalles más curiosos de esta iglesia es que carece de fachada por lo que no es fácil encontrarla. Destaca poderosamente su magnífica cúpula y la recargada decoración barroca que hace honor al llamado “horror vacui”. Frente a esta iglesia se alza el PALAZZO CHIABLESE, un sobrio edificio que se asoma a la Piazza del Duomo, unido al Palacio Real y que actualmente es sede de las oficinas del Ministerio de Cultura. El PALAZZO REAL es la principal y más importante residencia de los Saboya en el Piamonte. El edificio forma parte de un complejo de edificios y de espacios que pueden ser visitados, destacando algunos como la Sala del Trono, la Sala del Café o las impresionantes cocinas. En sus salas acoge también la GALLERÍA SABAUDA, una de las pinacotecas más importantes de Italia, que atesora obras de Fra Angelico, Lippi, Bronzino, Van Eyck o Rembrandt). Cruzamos la Piazzeta Reale y el pasadizo que une el palazzo Reale con el de Chiablese y salimos a la Piazza de San Giovanni donde se ubica la CATEDRALE DE SAN GIOVANNI. Construida a finales del siglo XV, es el único edificio religioso en estilo renacentista de la ciudad y alberga desde finales del siglo XVI la Sindone o Sábana Santa. Bajo la iglesia principal tiene sede el Museo diocesano de la ciudad. Un detalle curioso de esta catedral es que su torre campanario se encuentra totalmente exenta del edificio catedralicio. Desde allí nos acercamos hasta la PORTA PALATINA, principal entrada desde el norte a la ciudad romana, es considerada como una de las puertas romanas mejor conservadas del mundo. Frente a ella se alzan un par de esculturas de emperadores romanos, Augusto y Julio César, copias de las originales que se encuentran en Roma. Desde aquí nos trasladamos a la vía Milano para ver la BASÍLICA MAURIZIANA que estaba cerrada. Fue construida en la segunda mitad del siglo XVII y presenta una fachada neoclásica, con columnas corintias y frontón. Miramos el reloj, casi las una de la tarde, y pensamos que era el momento de comer y beber algo no muy contundente, pero que nos hiciera seguir lo planificado. Así nos detuvimos enfrente de la basílica en un establecimiento llamado PANIFICIO DELLA BASILICA donde, además de todo lo relacionado con el pan, vendía bebidas frescas y trozos de pizza y farinatta, una especie de torta redonda hecha a base de harina de garbanzos, agua, aceite de oliva, sal y pimienta, que no habíamos comido nunca y nos apetecía probar. Completaba la opción la presencia de unas mesas y sillas en las que poder sentarse. Decidimos pues quedarnos y pedir un par de cervezas frescas Menabrea, un par de trozos de pizza y otro par de farinattas para probarlas. Todo estuvo riquísimo y muy casero y nos proporcionó nuevas energías para continuar. Pagamos algo más de trece euros por todo. Salimos de nuevo a la calle para dirigirnos a la PIAZZA DE PALAZZO DE LA CITTÀ donde se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad de bonita fachada neoclásica. Enfilamos en dirección a la Piazza Castello, pero antes nos detuvimos a visitar la BASÍLICA DEL CORPUS DOMINI, en cuyo interior se narra un llamativo milagro Eucarístico. Los hechos ocurrieron el 6 de junio de 1453, durante el transcurso de una batalla entre el rey turinés y el napolitano. Mientras un grupo de soldados saqueaba los alrededores de la batalla, uno decidió entrar a la Iglesia robando la custodia con la Hostia consagrada, introduciéndola en un saco, que luego subió sobre su mulo. El ladrón tomó al animal y se dirigió a Turín. Cuando llegaba muy cerca de la actual iglesia, el mulo tropezó y se fue al piso abriéndose enseguida el saco mostrando su contenido: Ante el asombro de todos, la custodia con la Hostia se elevó al cielo llegando hasta la altura de las casas. El cura corrió a llamar al bispo que rápidamente vino con un grupo de miembros del clero. Al ver tal prodigio, el obispo cae de rodillas y dijo lo siguiente: "Quédate con nosotros, Señor". Ante la mirada de todos, la custodia cae al piso, dejando sola en el aire la hostia consagrada. En ese momento el obispo levantó el cáliz hacia la forma, viendo como poco a poco esta desciende hasta quedar dentro de la custodia. Salimos de la iglesia y giramos a la derecha para dirigirnos a la vía Giuseppe Garibaldi, una de las más comerciales calles de la ciudad. Aquí nos encontramos con la tienda oficial de la Juventus, principal equipo de fútbol turinés. Atravesamos la Piazza Castello y dejamos atrás el TEATRO REGIO, situado frente a la fachada medieval del Palazzo Madama. Nuestra siguiente visita era la conocida MOLE ANTONELLIANA, imagen que aparece en las monedas de dos céntimos italianas. Se le atribuye dicho nombre en que en su día fue la construcción en albañilería más alta de Europa, mientras que su adjetivo deriva del apellido del arquitecto que la concibió, Antonelli. Concebida originalmente para albergar la primera sinagoga de la ciudad, su construcción comenzó a mediados del siglo XIX, pero las malas relaciones entre el arquitecto y la comunidad judía dio pie a que se abandonaran las obras, que cedió el terreno al ayuntamiento a cambio de otro donde poder levantar su templo. Fue la propia corporación municipal la que corrió con los gastos para la finalización de la Mole. En su día fue el edificio más alto de toda Italia. Se puede visitar la terraza superior mediante un ascensor de pago. Hay una leyenda muy difundida entre los estudiantes italianos que sostiene que quien sube a la Mole antes de terminar la carrera, nunca se licencia. En el interior se encuentra el MUSEO NACIONAL DEL CINE, uno de los más importantes de Europa. Necesitábamos ya un café que pensamos tomar cuando llegamos a la PIAZZA VITTORIO VENETO, situada muy cerca del río Po. Es una plaza rectangular en ligera pendiente de medidas colosales. Son muy numerosos los locales que hay en ella. Eran las tres de la tarde, el calor iba en aumento y necesitábamos descansar un rato a la sombre con un buen café entre las manos. Nos decidimos por sentarnos bajo una sombrilla en la CAFFETTERIA ANTONELLI, donde pedimos un cappuccino y un café americano para Concha por los que abonamos cuatro euros. Veinte minutos después iniciamos la marcha en dirección al río, que salvamos cruzando el puente de Vittorio Emanuele II para dar con la CHIESA DE LA GRAN MADRE DE DIO, uno de los más importantes lugares de culto católicos de Turín. Se encuentra situada casi a orilla del Po y es fácilmente reconocible por su gran parecido con el Panteón romano, aunque esta es de la primera mitad del siglo XIX. Caminamos tranquilamente por esta orilla del río a la sombra de grandes árboles hasta que llegamos al puente de Umberto I y cruzamos de nuevo a la orilla izquierda para encontrarnos con el arco monumental dedicado al arma de artillería. Desde aquí seguimos hacia el PARCO DEL VALENTINO, el más famoso y antiguo parque público de la ciudad. El parque presenta un patrimonio arbóreo notable, una interesante avifauna, múltiples puntos de interés, carriles de bicicleta, paseos y ocasiones de deporte y diversión. A pocos pasos vimos el CASTELLO DEL VALENTINO, sede actual de la Facultad de Arquitectura de la Politécnica. Esta residencia real está incluida en la lista de edificios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1997. Finalmente llegamos al GIARDINO ROCCOSO, bonito jardín atravesado por callejuelas adoquinadas, arroyos, juegos de agua, terrazas y puntos de observación de pequeños animales que habitan en él. Nosotros nos llegamos a cruzar con un par de ardillas que hicieron las delicias de los más pequeños que jugaban por los alrededores. En este parque se pueden encontrar múltiples esculturas diseminadas en variados lugares. Una de las más bonitas y románticas es indudablemente el BANCO ENAMORADO, una escultura sobre un banco en el que se han sentado dos farolas que parecen abrazarse. Aquí dimos por finalizada nuestra visita a la ciudad. Habían quedado algunas visitas en el tintero, pero el tiempo del que disponíamos era el que era y no podíamos ampliarlo. Estábamos algo retirados de la estación de ferrocarril así que decidimos buscar una estación de la única de metro que circula por la ciudad. Llegamos a la estación de Niza a las cinco de la tarde y compramos dos billetes por tres euros. Eran solo dos estaciones, pero ya habíamos caminado bastante a lo largo de todo el día. Cinco minutos después bajábamos en la estación de Torino Porta Nova, situada en la misma piazza de Carlo Felice. Antes de entrar en la estación de ferrocarril decidimos acercarnos de nuevo a la PASTICCERIA AMORE en la que habíamos entrado por la mañana para tomar unos cafés y comer algo. Compramos una barra de pan y unos pasteles variados –dos croissants, un pastel de chocolate y una rustichelle, dulce típico turinés según nos comentó la dependienta de la pastelería– para la cena y el desayuno del día siguiente, todo por menos de seis euros. Con la compra en una bolsa nos dirigimos hasta la estación, fuimos directos hasta el andén que marcaban los paneles informativos y esperamos la llegada del tren que nos llevaría hasta Milán. Puntualmente salimos de Turín minutos antes de las seis de la tarde y nos apeamos en la estación milanesa de Centrale FS poco antes de las ocho de la noche. Esta noche tocaba preparar maletas y dejar todo recogido porque a la mañana siguiente partíamos rumbo a una de las ciudad que más interés teníamos en visitar: Venecia.
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