martes, 10 de octubre de 2017

BOLONIA: CIUDAD DE LAS TORRES

Otro día más que teníamos que viajar. No era mucha la distancia pues solo algo más de ciento cincuenta kilómetros separan Venecia de Bolonia, pero ello implicaba levantarse temprano ­–lo hicimos en torno a las seis de la mañana–, tomamos un pequeño desayuno a base de café con leche, tostadas de aceite y el resto del fiambre que quedaba en el frigorífico –quién nos lo hubiera dicho que en Venecia íbamos a desayunar todos los días con aceite de oliva– y recogimos todo el piso lo que nos valió una puntuación muy positiva por parte del dueño en Booking, web desde donde habíamos hecho la reserva. Las maletas no tuvimos que tocarlas porque ya las habíamos dejado preparadas la noche anterior. Dejamos las llaves en la mesa del salón, cerramos la puerta y nos adentramos en la noche veneciana alrededor de las seis y media. Salimos a la vía de le Vele, continuamos por la Strada Nuova y llegamos al embarcadero de Ca d’Oro donde esperamos la llegada del vaporetto. Todavía era noche cerrada y nos encontramos con todos los edificios del Gran Canal iluminados. Una magnífica despedida que nos proporcionaba la ciudad y que nosotros agradecimos solemnemente. Subimos al vaporetto y nos dirigimos a la estación de ferrocarril de Santa Lucía, por cuyas puertas entrábamos algo pasadas las siete de la mañana. Buscamos alguna máquina expendedora de billetes de tren –con cuyo funcionamiento ya nos íbamos familiarizando– y compramos dos billetes para la ciudad de Bolonia por veinticinco euros.
Nuestro tren salía a las 7:40 horas y tenía prevista la llegada a la estación de Bologna Centrale a las 9:46. Una cosa que nos iba gustando de los trenes italianos era su puntualidad británica. El nuestro lo fue tanto en la salida como en la llegada. Una vez que bajamos del tren, nos dirigimos hacia la cafetería de la estación y allí nos pedimos un capuchino, un descafeinado con leche y dos pastas por lo que abonamos casi cinco euros. Desayunados por segunda vez esa mañana, empezamos a caminar por el interior de la estación en busca de la calle. Nos llamó la atención la sala de espera que a finales del siglo pasado fue objeto de un atentado terrorista con un importante número de fallecidos y heridos. El muro fue pintado de forma distinta al resto del edificio y el reloj se mantiene parado en las 10:25, hora de la deflagración en recuerdo a los fallecidos. Salimos a la Piazza delle Medaglie d’Oro situada frente a la estación y giramos a la derecha para recorrer los escasos trescientos metros que nos separaban de los APARTAMENTOS MINISUITE en Viale Pietramellara. Dormir esa noche nos iba a costar ochenta y cinco euros, de los que cuatro correspondían a la tasa turística local. Delante de la puerta, llamamos al portero automático, pero no obtuvimos respuesta. Repetimos varias veces la acción con el mismo resultado. En ese momento, un vecino del bloque salió a la calle y nosotros bloqueamos la puerta y nos introdujimos en su interior. Subimos al primer piso y tocamos a la puerta del apartamento. Seguíamos sin respuesta. Finalmente me decidí a llamar al teléfono de contacto de la propietaria del piso que teníamos y me respondió con mucha amabilidad que se encontraba en el interior del apartamento y que nos abriría la puerta en un momento, cosa que ocurrió. Los apartamentos Minisuite tienen la siguiente estructura: una puerta exterior que da a la planta del edificio. Una vez que pasas esta puerta, se abre un pasillo donde hay varias puertas más. Cada una de ellas es un apartamento. La señora se encontraba limpiando otro apartamento y por eso no nos había oído tocar el timbre. El nuestro correspondía a la segunda puerta de la izquierda. Nada más abrir te encuentras con un gran salón en cuya decoración predominan los tonos morados: cortinas, cuadros, sofá, colcha de la cama… A la derecha había un mueble estantería lleno de infusiones, cápsulas de café y pastas dulces de todas clases. Cafetera, frigorífico con agua en su interior, microondas, una pequeña cocina y todos los demás utensilios por si queríamos cocinar. Un gran sofá, un televisor y una mesa comedor con cuatro sillas completaban el salón, del que salía una puerta que llevaba directamente al dormitorio con una amplia y cómoda cama, armario, un segundo televisor y mesitas de noche. Dentro del dormitorio se accedía por una puerta al cuarto de baño, muy coqueto y renovado en teselas negras el plato de ducha, mármol beige para las paredes y una encimera morada para soportar el lavabo. Por la abundancia del color morado, aquí hubiera disfrutado horrores alguna feminista o algún dirigente de Podemos.

De nuevo en la calle nos acercamos hasta la Piazza XX de Settembre donde nos encontramos con la PORTA GALLIERA, lugar de acceso al interior de la ciudad para los comerciantes que querían vender sus productos a los boloñeses. Este control de paso generaba el pago de gabelas o impuestos para el Comune. La puerta es de mediados del siglo XVII. En esta misma plaza nos encontramos con la Feria del Libro montada en una gran carpa en cuyo interior abundaban numerosos puestos de venta. Lo que más nos llamó la atención fue que la palabra castellana “feria” se traduce al italiano como “fiera”, a no ser que el cartelón que la anunciaba tuviera un error ortográfico. En otro extremo de la plaza vimos las ruinas de la llamada ROCA GALLIERA, antiguo palacio papal destruido por los propios ciudadanos que se rebelaron contra el estado pontificio. Comenzamos a bajar la vía dell’Independenza y a la altura de la vía Manzoni nos desviamos para visitar la CHIESA DEI FILIPPINI, construida en la comienzos del siglo XVIII. Tiene una fachada adornada con una serie de esculturas de piedra arenisca que representan santos. El interior de una sola nave tiene un rico entablamento y una bonita cúpula elíptica. A muy pocos pasos nos encontramos con la CATTEDRALE METROPOLITANA DI SAN PIETRO del siglo XVII. En el lugar ya existía una iglesia con su campanario cilíndrico a comienzos del siglo XI. Hoy en día el campanario cilíndrico se encuentra encerrado por la poderosa torre románica erigida en los siglos XII-XIII. El interior se caracteriza por una nave única con capillas laterales. Entre sus obras de arte pueden admirarse la Anunciación de Ludovico Carracci; una Crucifixión románica en madera de cedro; y un grupo escultórico en terracota del siglo XVI, el Cristo muerto con las Marías que lloran. Al salir de la catedral, tomamos la vía Altabella para contemplar la belleza increíble de dos torres que custodian el Palazzo Arcivescovile, la TORRE AZZOGUIDI, también llamada Altabella, cconstruida en la segunda mitad del siglo XII, tiene sesenta y un metros de altura, convirtiéndose en la segunda torre de Bolonia en altura tras la de los Asinelli. Es la única torre completamente vertical. Muy cerca en la vía de Sant’Alò se encuentra la TORRE PRENDIPARTE, que fue utilizada como prisión del Arcivescovado y más tarde se convirtió en una residencia privada. Y entre ambas torres, se encuentra el PALAZZO ARCIVESCOVILE, un poco escondido en esta estrecha calle ya que se accede a él a través de un amplio patio. Desde aquí nos acercamos a ver el espléndido PALAZZO BOCCHI, construido en la segunda mitad del siglo XVI. El palacio es un hermoso ejemplo de arquitectura clásica italiana. En la base están grabados versos de Horacio en latín y otros en hebreo extraídos de la Biblia. Cuando nosotros lo visitamos estaba a la venta. Giramos de nuevo y vinimos a salir a la vía Francesco Rizzoli, y la visión de las DUE TORRI fue algo indescriptible. Estas dos célebres torres medievales con funciones defensivas caracterizan el panorama de la ciudad ya que son visibles desde prácticamente cualquier punto. La TORRE ASINELLI de 97,20 metros fue erigida en el siglo XII, aunque es más probable que la alzase la comuna para que sirviera de torre de vigía. En el siglo XIV pasó a ser propiedad de la ciudad, siendo destinada sucesivamente como fortaleza y prisión. Por su parte, la TORRE GARISENDA, de algo más de cuarenta y ocho metros, está mucho más inclinada. Fue construida a finales del siglo XI con mayor altura pero que fue recortada porque su inclinación cada vez mayor, la hacía peligrar. Es famosa por haber sido citada por Dante tanto en la Divina Comedia como en sus Rimas. Afean mucho las fotografías que se hacen de ellas la multitud de cables de transporte público y de alumbrado que hay en la zona. Frente a las torres se alza majestuoso el Palazzo Strazzaroli con unas preciosas ventanas geminadas y un almenado de bonita estética. Nos desviamos hacia la derecha hacia la piazza della Mercanzia a cuyo frente se alza majestuoso el PALAZZO DELLA MERCANZIA, que alberga en la actualidad la Cámara di Comercio. Construido en piedra y ladrillo, la fachada porticada tiene dos grandes arcos de medio punto coronado por dos ventanas góticas, entre las que se acopla a un pequeño balcón de mármol perforado cubierto por una aguja. Allí los jueces de los comerciantes leían sus sentencias al gentío convocado con el sonido de una campana. Continuamos caminando por la vía Clavature para llegar a la maravillosa e increíble PIAZZA MAGGIORE y, por ende, la PIAZZA DEI NETTUNO. Ambas plazas forman un único espacio separadas por el Palazzo de Re Enzo. La Piazza Maggiore es la principal de la ciudad. Está rodeada por grandiosos y nobles edificios que resaltan la época medieval. Al sur se encuentra la basílica de San Petronio con su particular y curiosa fachada inacabada y el Palazzo dei Notai –de los Notarios–; al oeste, el Palazzo Comunale, sede actual del ayuntamiento; al norte está el Palazzo dei Podestá y el Palazzo Re Enzo y la torre Lambertini. Entre el Palacio Comunal y el del Podestá se encuentra Piazza dei Nettuno con la conocida fuente de Neptuno; al este se halla el Palazzo dei Banchi ­–de los Bancos–. La FONTANA DEI NETTUNO es una fuente monumental donde luce la imponente estatua en bronce del dios Neptuno obra del escultor flamenco llamado Giambologna. Los boloñeses la llaman El gigante debido a su impresionante altura –mide 3,20 m de altura–. Entre las dos plazas se eleva majestuoso el PALAZZO RE ENZO Y LA TORRE LAMBERTINI, construido a mediados del siglo XIII como una ampliación de los edificios comunales del Palazzo dei Podestà. El nombre tiene su origen en que fue la residencia del rey Enzo, prisionero de la ciudad de Bolonia. Enzo permaneció allí hasta su muerte veinticinco años después. Por su parte, el PALAZZO DEI PODESTÁ, también del siglo XIII, fue construido para ser residencia del podestà, figura equivalente a nuestros actuales alcaldes. Pocos restos quedan del antiguo palacio románico, si acaso su torre llamada delle Arengo. A comienzos del siglo XVI se le añadieron las estatuas de los santos protectores de la ciudad: Petronio, Procolo, Domingo y Francisco. El PALAZZO DEI BANCHI
fue construido comienzos del siglo XV. Su nombre proviene de los bancos de los cambistas que tenían sus locales en el mismo sitio donde hoy podemos contemplar establecimientos comerciales. Otro edificio notable de la piazza es el PALAZZO DEI NOTAI, construido a finales del siglo XIV como sede permanente de los notarios de la ciudad. En el interior hay valiosos frescos del siglo XV, además del escudo de armas de los notarios: tres tinteros con plumas de ganso sobre fondo rojo. El PALAZZO COMUNALE inicia su construcción en el siglo XIII, aunque no se finalizó hasta un siglo después. Por encima de la portada de entrada al palazzo podemos ver una escultura de bronce que representa al papa Gregorio XIII, y un poco más a la izquierda otra en terracota llamada “Madonna di piazza con bambino. En la torre podemos observar un espléndido reloj del siglo XVI. Finalmente, entramos en la BASILICA DI SAN PETRONIO. Es la iglesia principal de la ciudad dedicada a su santo obispo patrón. Fue concebida a finales del siglo XIV y su construcción se prolongó a lo largo de varios siglos. El hecho de no estar acaba la convierten en un edificio singular: iba a ser más grande que la basílica de San Pedro de Roma y, por la falta de dinero, tuvo que reducir su tamaño y dejar inconclusa su fachada de mármol, que es una obra maestra del Renacimiento italiano. En su interior gótico, las medidas son colosales, abundando la luz que penetra a través de sus numerosos y amplios ventanales y vidrieras. Combina con maestría el blanco de las bóvedas con el rosado de sus nervaduras y pilares de ladrillo. Presenta tres naves, la central más alta que las laterales, así como numerosas capillas. El altar mayor está coronado por un magnífico crucificado de principios del gótico. Resulta muy interesante observar la línea meridiana que se extiende por el pavimento a lo largo de la planta y que se tiene por la más grande del mundo. El agujero por el que se cuela la luz solar está en la bóveda de la nave central y está decorado con la pintura de un sol. Carlos V fue coronado emperador en esta basílica en 1530. Salimos de nuevo al conjunto de plazas –Re Enzo, Maggiore y Nettuno– dentro de un mismo espacio y volvimos a pensar que era imposible que en tan poco espacio se hubieran concentrado tantísimo arte y belleza por lo que resultaba difícil centrar la mirada en un solo punto. Otro curioso detalle que presenciamos en esta plaza fue la cabeza y cuello de una persona totalmente tatuados sin dejar el más mínimo espacio vacío. Imaginamos que, aunque no lo vimos porque llevaba abrigo, el cuerpo no le iría a la zaga. Abandonamos la piazza por la vía Massimo d’Azeglio en dirección a la TORRE GALLUZZI, una casa torre del siglo XII que es una de las más antiguas de la ciudad. Se encuentra ubicada en el interior de un único núcleo de edificios, que en aquella época se llamaba curia que incluía la vivienda, la capilla y las torres de una misma familia. Continuamos por la misma calle hasta llegar al PALAZZO SANUTI BEVILACQUA DEGLI ARIOSTI, de finales del siglo XV. De influencia toscana, la entrada se abre a un patio con dos logias abiertas superpuestas con un exquisito friso que decora tanto la planta baja como el primer piso, donde también se añaden elementos en terracota. Llama especialmente la atención el poderoso almohadillado de su fachada. Desde aquí nos acercamos hasta la PIAZZA SAN DOMENICO, exquisitamente pavimentada con cantos rodados. En esta plaza, además de la Basílica de San Doménico, hay dos templetes que contienen las tumbas de dos glosadores (juristas) boloñeses, ambos de finales del siglo XIII. Preside la plaza una estatua de San Domenico se eleva sobre una columna en el frontal de la plaza. Quisimos entrar en la basílica, pero ya estaba cerrada, así que decidimos visitarla por la tarde. Sin embargo, lo que sí hicimos fue buscar algún sitio para comer y lo encontramos en el CAFFÈ SAN DOMENICO en vía Garibaldi. Pedimos dos tercios de cerveza –yo repetí otro más después–, una ensalada y dos platos de pasta con café incluido. Pagamos treinta y un euro. Eran más de las dos y cuarto y decidimos irnos a descansar un rato al apartamento. Volvimos por vía Rizzoli hasta llegar a la vía dell’Independenza, en la misma Piazza Maggiore donde cogimos un autobús que nos llevó hasta la Piazza XX de Settembre. Tres euros nos costaron los dos billetes de autobús. Llegamos al apartamento, nos refrescamos un poco y nos acostamos a dormir una pequeña siesta reparadora.

A las seis de la tarde estábamos de nuevo en la calle. Nos dirigimos hacia la Piazza XX de Settembre para tomar otra vez el autobús pues teníamos pensado empezar la visita vespertina por la PIAZZA SANTO STEFANO, conocida también como Piazza dei Sette Chiese. El monumento que domina la plaza es la basílica de San Esteban, que a veces se utiliza para eventos culturales, mercados y conciertos. Algo menos de las seis y media eran cuando entrábamos en BASILICA DI SANTO STEFANO, que es una curiosa amalgama de cuatro iglesias medievales unidas bajo un mismo techo, donde reúnen los estilos romano, paleocristiano, bizantino y longobardo, entre otros. La Chiesa dei Crocifisso, del siglo XI, aporta poco más que un pasillo que conduce a la del Santo Sepolcro, la más bonita de las cuatro, de planta poligonal donde destaca por encima de todo la tumba de san Petronio, también del siglo XI, basada en el Santo Sepulcro de Jerusalén. En el cortile di Pilato, del siglo XII sobresale una pila del siglo VIII. Otra iglesia es la de San Vitale e Sant'Agricola, que data del siglo V y es la iglesia más antigua de la ciudad. En el interior se hallan los sarcófagos de san Vitale y sant’Agricola, mártires del siglo IV. La Chiesa de Santa Trinitá cuenta con un pequeño museo de pinturas y objetos religiosos, en el que se incluyen las estatuillas en madera de la Adoración de los Magos. Iniciamos camino a la Piazza de San Domenico para visitar la iglesia que no habíamos podido ver por la mañana. La BASILICA DI SAN DOMENICO, de comienzos del siglo XIII, cuenta con tres naves, capillas laterales y transepto. La idea de su construcción era la de albergar los restos de Santo Domingo de Guzmán, santo español fallecido en esta ciudad. Para tal fin se levantó el Arca di San Domenico donde trabajaron entre otros escultores Miguel Ángel y Nicola Pisano. La iglesia cuenta con una enorme riqueza artística, teniendo entre sus fondos obras de Guido Reni, Filippo Lippi o Carracci. Para ver con más detalle el catafalco donde se encuentra Santo Domingo, hay un juego de luces que funcionan echando una moneda. Salimos de Santo Domenico siendo ya noche cerrada. Nos dejábamos muchos monumentos importantes por visitar, pero el aguante de los cuerpos es el que es y no se puede pedir más. Eran algo más de las siete y media de la noche. Así que aquí dimos por finalizada nuestra visita y desandamos el camino recorrido hasta llegar a la Piazza Maggiore, donde un poco antes, en la vía Caprarie nos detuvimos en TAMBURINI, una espectacular tienda de embutidos donde son especialistas en la típica mortadela boloñesa. No habíamos visto en nuestra vida barras de embutido de este tipo tan enormes como vimos allí. Nos animamos y compramos una barra de pan y embutido de varias clases pensando en la cena. Abonamos doce euros y salimos de nuevo en busca del autobús que nos llevaría a nuestro apartamento. Allí nos esperaban unas cervezas frescas que habíamos comprado a mediodía en un pequeño súper de la zona. Estábamos cansados, así que después de cenar nos fuimos derechos a la cama porque al día siguiente nos esperaba Verona con todos sus encantos.    

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