Hoy tocaba madrugar pues nos íbamos a acercar a la ciudad de Como para visitarla y después hacer un minicrucero de ida y vuelta hasta la pequeña localidad de Bellagio, situada en el centro del lago. En un principio esta escapada no teníamos prevista hacerla ya que en su lugar habíamos planificado la visita a la ciudad de Génova. Pero, bien por comentarios de las redes y de algunos amigos que habían estado en el lago Como, bien porque era una visita más novedosa, nos recomendaron que cambiáramos la visita de la ciudad genovesa por un paseo en las tranquilas aguas del lago Como. Para llegar a Como desde Milán, ciudad en la que habíamos reservado el apartamento, teníamos que utilizar tanto el metro como el tren. Así que nos levantamos temprano y nos acercamos a la estación de metro Centrale FS donde cogimos un convoy de la Línea 2 en dirección a la estación de Cadorna. Aquí hicimos transbordo a la estación de ferrocarril del mismo nombre y compramos dos billetes de ida y vuelta hasta la ciudad de Como por un total de 19,20 euros –cada billete costó 4,80 euros–. Eran las ocho de la mañana cuando subimos al tren y nos acomodamos en los asientos para disfrutar del viaje durante la hora aproximada que tardaba el tren en recorrer los cuarenta y cinco kilómetros que separan ambas ciudades.
Minutos antes de las nueve bajábamos en la estación de Como Nord Lago. Subimos el pequeño desnivel que había desde la estación hasta que llegamos la Piazza Giacomo Matteotti, desde donde ya era posible divisar las aguas del lago. Tras las primeras fotos de rigor con el bello paisaje de lomas verdes en contraste con el azul del agua y el cielo de fondo, caminamos por Lungo Lario Trieste hasta llegar a la PIAZZA CAVOUR. Esta hermosa plaza tiene una vista privilegiada del lago, muy interesantes atractivos arquitectónicos y cafés desde cuyas terrazas se puede observar a la gente pasar, lo que la convierte en una de las más populares de la ciudad. Durante la etapa medieval, esta plaza era un terreno pantanoso que siglos después se convirtió en puerto del lago hasta devenir en plaza urbana a finales del siglo XIX. Tomadas nuestras primeras impresiones, enfilamos la vía Caio Plinio Secondo que nos llevaría a la catedral que era la primera visita que teníamos planificada. Antes nos encontramos con la Chiesa de San Giacomo, a medio camino entre la Catedral y el Palazzo Vescovile. Su aspecto actual es el resultado de las demoliciones y transformaciones de una gran basílica construida probablemente en la segunda mitad del siglo XI. Adosado al lateral izquierdo de la catedral se encuentra el PALACIO DEL BROLETTO, con su esbelta y artística torre. El Broletto era el lugar donde se celebran las asambleas ciudadanas y se administraba justicia. Es el único edificio del antiguo palacio comunal que ha llegado a nuestros días. Además de las galerías de arquillos ciegos, tiene como elemento decorativo principal las franjas de mármol en tonos pasteles y grises que se van alternando a lo largo de su fachada. A continuación, está la CATTEDRALE DI SANTA MARIA ASSUNTA que, como su nombre indica, está dedicada a la Asunción de la Virgen María, tal y como podemos contemplar en el tímpano de la portada principal. Inicia su construcción en el siglo XIV y sustituye a otro templo románico anterior. Se dice que fue la última catedral de estilo gótico construida en Italia, aunque en su fachada ya aparecen elementos renacentistas. Son fácilmente visibles los detalles de las pequeñas estatuas que se encuentran en los laterales y centro de su fachada, así como los pequeños pináculos que rematan la parte superior de la fachada. El torneado y trenzado de las columnillas que soportan las arquivoltas de la portada principal son de un delicado difícil de igualar. También resulta interesante la presencia en la fachada catedralicia de dos esculturas sentadas que flanquean el pórtico principal de entrada: representan a los historiadores romanos Plinio el Viejo y Plinio el Joven, naturales de esta ciudad. Para preservar ambas esculturas de las inclemencias del tiempo, están protegidas por unos habitáculos de metacrilato que permiten asegurar su conservación y no entorpecen su visión. La entrada a la catedral se hace por una puerta lateral y nos llevamos la sorpresa cuando nos dirigimos a ella que estaba cerrada ya que el horario de apertura era a partir de las nueve y media de la mañana. Decidimos entonces ver algunos de los edificios que teníamos señalados para visitar mientras hacíamos hora para entrar en la catedral. Continuamos recorriendo el lateral de la catedral hasta que llegamos a su cabecera que daba a una amplia plaza. Esta ubicación facilitaba una mejor visión de la enorme cúpula de color verde que se alzaba en el transepto de su planta de cruz latina. En un lateral de la plaza se encuentra el TEATRO SOCIALE, cuya construcción se inicia a comienzos del siglo XIX tras la decisión de la nobleza local de que se necesitaba uno nuevo para reemplazar el edificio existente que se consideraba obsoleto. Resulta impresionante el gran pórtico adelantado de enormes columnas de capiteles corintios coronado por un bello frontón. Después de muchos altibajos en su construcción, con aperturas y cierres con más o menos duración a lo largo de sus dos siglos de existencia, en la actualidad muestra una continuada oferta cultural. Cruzando la carretera observamos la CASA DEL FASCIO, la sede del partido fascista situada a escasos metros de la catedral y del teatro. El edificio se presenta como un medio cubo perfecto, de 33 metros de lado en la base y 16,5 metros de altura. Para acceder al edificio la fachada frontal cuenta con una escalinata de 3 escalones que se extiende a lo largo de toda la entrada. Una vez salvados nos encontramos en un porche que precede a la entrada. La única explicación posible que hemos encontrado que haya evitado el derribo de esta construcción es que fue diseñada por Terragni, uno de los grandes arquitectos italianos de la primera mitad del siglo XX. Hoy en día es un bloque de apartamentos. Volvimos sobre nuestros pasos con la firme intención de visitar el interior de la catedral, que ahora sí estaba abierta. El encargado de la venta de billetes era un señor mayor, amabilísimo, que nos indicó en un perfecto castellano, los elementos más significativos que nos íbamos a encontrar dentro del templo. Lo primero que nos llamó la atención fue una de las pilas de agua bendita, que estaban exentas de cualquier columna. La pila reposaba sobre el cuerpo de un león de gran melena sentado. Lo curioso es que debajo del león asomaba la cabeza de un perro. Más tarde nos enteramos de que estos leones sobre los que están apoyadas las pilas de agua bendita son los viejos leones románicos sobre los que descansaban las columnas del pórtico anterior al actual. La bóveda es de medio cañón con elegantes nervaduras que se unen en el centro de cada paño. Todo el techo es una verdadera maravilla y está decorado con casetones en cuyo interior hay retratos de personajes relacionados con la ciudad dentro de círculos de mayor o menor tamaño de tonos azulados. De los diferentes arcos que separan las naves penden excelentes tapices italianos y flamencos de los siglos XVI y XVII. También resulta precioso el Altar de San Abundio con pinturas de Luini y Ferrari. La cúpula y el ábside anterior son obras de gran valía y belleza, al igual que el sarcófago gótico que hace las veces de altar mayor. Nos había gustado bastante el interior catedralicio y nos había impresionado la riqueza tan variopinta que atesoraba dicha catedral. De nuevo en la calle, nos dirigimos por la vía Vittorio Emanuele II para visitar la BASILICA DI SAN FEDELE, con un marcado estilo románico en su fachada que se pierde en su interior. La fachada que hoy vemos es una reconstrucción neo-románica de principios del siglo XX. La basílica se abre con dificultad a una plaza de trazado irregular que oculta parte de su magnífica torre y constriñe el templo en demasía. El interior es más barroco, y solo conserva de su primigenio estilo las arcadas de medio punto, la fuerza de su ábside y algunos frescos románicos. A la derecha del altar mayor hay una capilla con un crucificado decorada con frescos de cierta calidad. El elemento más curioso que contiene esta basílica es una representación del infierno en 3D, resguardada por una urna de cristal, donde podemos ver las almas ardiendo en el averno a la vez que algunos ángeles van recogiendo aquellas que no merecen tal castigo. Enfrente del ábside de San Fedele se encuentra al Palazzo Cernezzi, donde se ubica el Ayuntamiento en la actualidad. Tiene un bonito patio porticado Volvimos de nuevo a la vía Vittorio Emanuele II, al final de la cual se ubican dos museos, el MUSEO CÍVICO, que alberga las obras pictóricas y escultóricas del patrimonio de la ciudad en una colección que va desde la Edad Media hasta la época contemporánea, y el MUSEO GARIBALDI, donde se muestran diversos objetos relacionados con el Risorgimento italiano de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Así llegamos hasta PORTA TORRE, construida a finales del siglo XII. Es el testimonio más visible de la ciudad amurallada medieval. Tiene cuarenta metros de altura y se utilizó como una entrada a la ciudad para los viajeros que venían de Milán. Tiene cuatro arcos dobles. Desde aquí fuimos bordeando la antigua muralla romana del siglo I, destruida y vuelta a levantar a lo largo de los siglos e iniciamos el camino de vuelta pues ya iba siendo hora de acercarse al embarcadero para comprar los billetes del barco. Llegamos de nuevo a la Piazza Cavour a las once y cuarto. Nos dirigimos hacia las taquillas y compramos dos billetes de ida y vuelta para llegar hasta la localidad de Bellagio, que equivalía más o menos a recorrer la mitad de la distancia total que tiene el lago, que es uno de los más grandes de Italia y el más profundo de Europa. Tiene la forma de una “Y” invertida. Pagamos 41,60 euros por los dos tiques. La duración del viaje era de unas dos horas y diez minutos aproximadamente tanto para la ida como para la vuelta. Como todavía teníamos casi media hora para que el barco zarpara, decidimos ir a tomarnos una cerveza a una terraza cercana. Nos dirigimos al CAFFÈ MONTI, donde nos sentamos en una mesa desde la que veíamos el barco al que íbamos a subir en breve. Nos dimos cuenta rápidamente que la zona no era lo que se dice barata. Por una cerveza y un refresco de naranja acompañados de un platito de patatas fritas nos pidió el camarero diez euros, a cinco euros cada bebida. Bueno, al menos estuvimos un rato sentados a gusto viendo el ir y venir de la gente. A las doce menos veinte atracó nuestro batello, de nombre Bisbino, en el muelle de embarque para diez minutos después iniciar la TRAVESÍA POR EL LAGO. Nos sorprendió el número de personas que subió a bordo que ocuparon con rapidez los diferentes asientos de la cubierta. Casi nadie prefirió sentarse en la zona interior, más protegida del viento. El paisaje es magnífico ya que toda la superficie del lago se encuentra rodeada de pequeñas colinas de un verde esplendoroso que vienen a morir a la orilla. A este espectáculo gratuito de la naturaleza se le une la presencia de grandes mansiones y pequeños núcleos de población se desparraman ladera abajo a lo largo de todo el recorrido. El batello hizo varias paradas a lo largo del recorrido, unas veces para recoger pasajeros y otras para desembarcarlos. Pasada la novedad de los primeros kilómetros donde no paramos de hacer fotos y grabar vídeos, el tiempo se nos hizo un poco largo, lo que dio pie a que pasáramos por el bar con que cuenta la nave. Pedimos dos botellas de cerveza con sus correspondientes vasos de plástico por cuatro euros; al rato, otra cerveza con una bolsita de patatas fritas por tres euros y medio; y así fuimos desgranando los minutos hasta llegar a BELLAGIO, destino final de nuestro barco. Desembarcamos y empezamos a caminar por las estrechas y pendientes callejuelas escalonadas que suben desde el pequeño puerto al altozano donde visitamos el exterior –se encontraba cerrada– de la BASILICA DI SAN GIACCOMO, pequeño templo sin grandes lujos decorativos. Como curiosidad cabe citar que la torre campanario fue en su origen una torre defensiva de su muralla. Callejeamos sin dirección alguna hasta que a punto de dar las tres de la tarde vimos una pizzería en la vía Salita Cernaia llamada LA GROTTA que nos dio buena pinta. Pedimos una pizza margarita espectacular en presentación y tamaño para Concha y una calzone de volumen grosor inenarrables para mí. Para beber pedimos dos cervezas Forst de grifo , una pinta y otra piccola. Quedaba escasa clientela a esa tardía hora, pero en ningún momento los camareros hicieron ademán de meternos prisa por acabar. Comimos con fruición compartiendo ambos platos que, si uno estaba exquisito, el otro no le iba a la zaga. Abonamos veintiocho euros por la comida y salimos de nuevo a la calle. Bajamos los escalones que cada tanto tenía la vía para salvar el desnivel y llegamos de nuevo a la zona portuaria. Ahora paseamos a lo largo de las calles algo más anchas y llanas por discurrir a nivel del lago haciendo hora hasta las cuatro y cuarto, hora a la que zarpaba de nuevo nuestro barco en su viaje de regreso. Había una escultura muy bonita a la salida del embarcadero, obra de Giovanni Mason, donde dos amantes están besándose. Subimos de nuevo al barco y nos dispusimos a pasar las dos horas que nos quedaban de navegación. Ahora hacíamos menos fotos y menos vídeos pues el paisaje, espectacular y precioso, pecaba de repetitivo. Nos metimos en la cubierta interior porque se había levantado un aire fresco que enfriaba demasiado el ambiente en el exterior. Vimos pasar a varios pasajeros con unas copas con un licor anaranjado que llamaron nuestra atención. Me acerqué a la barra del bar y pregunté al camarero qué era aquella bebida. Me dijo que era Aperol Spritz, una bebida italiana que últimamente se había puesto de moda entre la juventud. Para la preparación se utiliza una copa de vino llena de hielo, donde se mezcla el vino espumoso de aguja o cava seco, Aperol y soda. No nos íbamos a bajar del barco sin probar un cóctel de este tipo. Así que pedí una copa por la que me cobraron cuatro euros y allá que me fui a la mesa donde estábamos sentados. El cóctel tenía un ligero sabor amargo, pero estaba bueno y no nos desagradó en exceso. Llegamos al puerto de Como en torno a las seis y media de la tarde. Desde allí, nos dirigimos a la estación del ferrocarril donde cogimos el tren de vuelta a Milán. Llegamos a la estación de Cadorna y desde allí hicimos transbordo a la estación de Centrale FS, donde llegamos a las ocho y cuarto de la noche. No obstante, antes de subir al apartamento, fuimos a un pequeño supermercado de la cadena TO.MARKET MILANO que había enfrente para hacer una pequeña compra para cenar esa noche y desayunar temprano al día siguiente que viajábamos a Turín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario