Fachada del Obradoiro |
Volvíamos una vez más a Santiago a cumplir un viejo sueño: visitar de nuevo el interior de la mole catedralicia y descubrir pequeños rincones que no habíamos visto hasta ese momento, su correspondiente museo y su espectacular Pórtico de la Gloria, recién restaurado, el cual, según habíamos leído, lucía en todo su esplendor. Estos dos últimos elementos –museo y pórtico– no los habíamos podido disfrutar en nuestros viajes anteriores pues habían estado cerrado al público, principalmente por motivos de restauración. Esta vez, además, íbamos a pernoctar en la ciudad con la firme intención de conocer más a fondo su rico patrimonio y tratar de visitar el interior de algunos de los templos románicos que abundan en su casco histórico y que hasta ese momento no lo habíamos conseguido debido a que siempre nos los habíamos encontrado cerrados.
La mañana se presentaba espléndida en cuanto al azul del cielo y a la temperatura reinante. Después de un viaje tranquilo debido al poco tráfico existente en la autopista de pago –diez euros abonamos por los algo más de cien kilómetros que tiene el trayecto Gondomar-Santiago– entrábamos en el extrarradio santiagueño poco antes de las nueve de la mañana. Al igual que la vez anterior que estuvimos en la ciudad, nos dirigimos hacia la praza de Galicia donde teníamos planificado dejar el coche en el aparcamiento situado en subsuelo de la plaza. Esta vez íbamos previstos de una aplicación en el móvil llamada Interparking en la que nos habíamos dado de alta previamente. Al llegar a la entrada del aparcamiento, la barrera del mismo, como por arte de magia, se levantó y nos permitió el acceso al interior, ya que, al estar dados de alta en el sistema y reconocer la matrícula del vehículo, no necesitábamos recoger la tarjeta de acceso. El cargo por el tiempo total que permanecimos en el parking se llevó a cabo en el momento en que salimos del mismo, sin necesidad alguna de haber realizado previamente el pago. De ese modo, poco antes de las nueve y media salíamos del interior del recinto dispuestos a iniciar otra fascinante visita a la ciudad.
Con nuestra pequeña mochila en la que llevábamos la ropa necesaria para pasar el día, nos encaminamos hacia la HOSPEDERÍA DE SAN MARTÍN PINARIO donde íbamos a pernoctar. Pero no hicimos el trayecto directamente hacia el establecimiento hotelero sino que nos fuimos deteniendo para contemplar y visitar aquellos edificios y monumentos que consideramos interesantes de ver en nuestro trayecto la Hospedería. Así, rememorando el viaje anterior, no dirigimos hacía la rúa Entrecercas para detenernos un momento en la plaza do Toural –abigarrada al igual que en nuestra visita anterior de furgonetas mal aparcadas repartiendo sus mercancías en los establecimientos de los alrededores– a contemplar la hermosa fachada de la Fundación Eugenio Granell y frente a ella la preciosa fachada de una vieja casa señorial en cuyos bajos existe hoy en día una cafetería. El edificio más significativo de esta PLAZA DE TOURAL es el Palacio de Bendaña, del siglo XVIII, con grandes balcones con barandas de hierro de gran valor artístico. Preside el centro de la plaza una fuente que tiene una historia un tanto siniestra. Debido a la falta de agua que alimentase a la fuente, se utilizó la canalización hasta el edificio de la inquisición para llevar el agua a esta zona, pero no a la fuente. Para que esta dispusiera de agua hubo que esperar a que el Tribunal de la Inquisición fuese abolido para realizar la nueva canalización. Y aquí viene la historia macabra: el agua que pasó a alimentar esa fuente fue la que bebían los condenados por el santo tribunal. Pero no solo esta historia atesora esta fuente que no es evidentemente canon de belleza alguna. El ánfora que hoy día podemos contemplar fue la sustituta de un busto del dios Marte que la coronaba en un primer momento. Sin embargo, comenzó a correr el rumor entre los vecinos de que la cara del dios romano tenía cierto parecido con el rosto del general Quiroga, que era un liberal proscrito, lo que obligó a realizar el cambio apresurado del dios por la ánfora. En un lateral de la plaza, como ya habíamos mencionado, se encuentra el PAZO DE BENDAÑA, que hoy en día alberga la FUNDACIÓN EUGENIO GRAELL. Es un palacio de mediados del siglo XVIII que destaca por los artísticos balcones con enrejados del barroco compostelano y por la estatua de un Atlas o Hércules sosteniendo el globo del mundo que corona la fachada sobre el escudo de los marqueses. Esta figura también cuenta con su leyenda un poco ácida. Se dice que este personaje podrá descansar y dejar caer su pesada carga cuando por debajo de él pase una doncella virgen o un estudiante que nunca haya suspendido ninguna asignatura.
Desde la plaza nos encaminamos hacia la RÚA ENTRERRÚAS, que es la segunda calle más estrecha de la ciudad ya que en su parte más ancha mide unos noventa centímetros. A escasos metros de esta vía se encuentra la IGLESIA DE SANTA MARÍA SALOMÉ, una de las numerosas iglesias que mandó construir el arzobispo Xelmírez en el siglo XII, época de la que únicamente conserva la portada y algunos pequeños detalles más. Es la única iglesia española dedicada a la madre del Apóstol Santiago y San Juan Evangelista. Sobre la clave de la triple arquivolta destaca una imagen sedente de la Virgen y a ambos lados las estatuas de la Virgen –en estado de gestación– y el ángel de la Anunciación. La torre barroca, construida en el siglo XVIII , es claro ejemplo de la popularidad alcanzada por este modelo de campanario en los templos gallegos y que, a nuestro parecer, tanto han maltratado la estética de los mismos. El sobrio interior cuenta con una nave en cuyos muros se pueden contemplar algunas tallas barrocas. Como dato curioso nos enteramos de que en este iglesia falleció mientras asistía a misa la madre de Rosalía de Castro. A la espalda del templo nos topamos con la espléndida fachada de la ANTIGUA CASA-PAZO DE LOS FONSECA, palacio renacentista del que solo se conserva el primer cuerpo formado por las cuatro arcadas de la planta baja en cuyas uniones destacan unos medallones con figuras mitológicas. En los extremos se conservan dos tritones sosteniendo unos escudos en los que se puede ver el blasón de los Fonseca. Desde aquí nos encaminamos por la rúa das Orfas hasta encontrarnos con las fachadas del CONVENTO DE NOSA SEÑORA DOS REMEDIOS y la de la IGLESIA DAS ORFAS, donde se daba alojamiento y educación a niñas huérfanas o de pocos recursos. El convento, cuya fachada pudimos contemplar entre un tumultuoso ir y venir de furgonetas realizando el reparto de sus mercancías, es en la actualidad un colegio. Volvimos sobre nuestros pasos y enfilamos hacia la rúa do Cardenal Payá hasta llegar a la praza do Mazarelos donde se ubica el MONUMENTO A MONTERO RÍOS, obra de Mariano Benlliure, donde resalta la figura de este jurista y político santiagués de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que llegó a ser presidente del gobierno de España. Fue también el fundador de la Institución Libre de Enseñanza, de la que fue rector. Casi a su lado se abre la plaza da Universidade presidida por la impresionante fachada de la FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA, edificación neoclásica que cuenta con un agradable claustro ajardinado con fuente. Eran algo más de las diez y cuarto de la mañana y nuestros estómagos empezaban a reclamar algún alimento con el que desayunar. Y eso fue lo que hicimos. Frente a la fachada de la faculta nos encontramos con el CAFÉ BAR UNIVERSAL, un local recogido pero con una amplia y apacible terraza que en esos momentos prácticamente se encontraba sin clientes. Nos sentamos en una de sus mesas y pedimos sendos cafés con leche y un par de tostadas de aceite y tomate. No podemos opinar de la calidad y cantidad de aceite de oliva que llevaban porque nos las sirvieron ya preparadas, pero sí nos extrañó el color rosáceo tirando a calabaza de la capa de tomate rallado que las cubría. Nueve euros abonamos por el desayuno.
Cubiertas nuestras necesidades más perentorias, nos pusimos de nuevo en marcha. Llegamos a la cercana praza de Entrepraziñas presidida por la ESTATUA DE ALFONSO II, copia de otra similar ubicada frente a los muros de la catedral de Oviedo. Este rey ovetense, educado en Galicia, llegó a gobernar durante más de cincuenta años un territorio que abarcaba desde Finisterre a Navarra. Otro dato a tener en cuenta es que bajo su reinado, Teodomiro, obispo de Iria Flavia, anuncia el hallazgo de la tumba de Santiago, donde acude Alfonso, convirtiéndose en el primer rey peregrino. A pocos pasos de allí se encontraba uno de los edificios de los que teníamos especial interés en visitar: la IGLESIA DE SAN FIZ DE SOLOVIO, que no es otro que el templo compostelano más antiguo de la ciudad. Según la tradición, aquí moraba el ermitaño Paio, descubridor de las reliquias del Apóstol. Sólo la portada es románica, estando presidida por un tímpano policromado que representa en relieve la Adoración de los Magos realizado a comienzos del siglo XIV. El resto del edificio, campanario incluido, tiene factura del siglo XVIII. Cuando nos disponíamos a salir vimos a un sacerdote sentado en una pequeña mesa con varios objetos litúrgicos a los que les estaba sacando brillo a base de frotar un paño. Llevado por mi curiosidad me atreví a preguntarle qué santo era el titular de la parroquia, a lo que me respondió que San Fiz es la traslación de San Félix, mártir gerundense que fue muy venerado en la España visigoda, y Solovio que hace referencia a un bosque ubicado en estos lares allá por el siglo IX. Con estas curiosidades en el zurrón de nuestro aprendizaje seguimos caminando por esta misma calle hasta encontrarnos con el bullicio armonioso del MERCADO DE ABASTOS, construido en el mismo solar del mercado anterior al finalizar la Guerra Civil del siglo pasado. Continuamos hasta llegar a la praza de Santo Agostiño donde se alza la IGLESIA DE SANTO AGOSTIÑO, que presenta una bonita fachada de estilo neoclásico en la que destaca una imagen de la Virgen de la Cerca, así llamada por haber estado colocada en un nicho de la antigua muralla. El proyecto inicial contaba con dos torres: la de la derecha nunca fue terminada y la de la izquierda fue destruida por un rayo en 1788. Vimos que la iglesia estaba abierta y decidimos entrar. Nos sentamos en uno de los últimos bancos del interior para tener una visión más completa de las naves del templo. Sonaban acompasadamente los acordes de una melodía religiosa que nos obligó a permanecer sentados en aquel banco más tiempo del que habíamos imaginado al entrar al templo. Fueron, sin más, unos momentos muy relajantes. Desde aquí, de nuevo en la calle, nos encaminamos hacia la praza de Cervantes, cuyo busto sobre una espigada columna preside el lugar. Rodeando el monumento pudimos contemplar varios puestos de venta de libros nuevos y de segunda mano. En un lateral de la plaza se encuentra la pequeña IGLESIA DE SAN BIEITO DO CAMPO, que presenta una única torre central y una sola nave con capillas laterales. Tuvimos la suerte de encontrarnos con este recogido templo abierto y sin dudarlo pasamos a su interior. Después de contemplar las diferentes capillas laterales y el altar mayor con una bonita pintura al fresco en su cúpula, nos detuvimos un momento para conversar con el señor encargado de sellar a los peregrinos que aparecen por esta iglesia. Con una enorme tranquilidad y sabiduría popular nos hizo ver los dos “tesoros” que acoge en su interior. Uno, un Cristo de marfil barroco que, según la explicación de este señor, era la imagen de mayor tamaño elaborada con este material de las existentes en Galicia; y dos, un bellísima Anunciación ubicada en el lado del evangelio nada más entrar al templo. Con su gramática parda nos narró las múltiples vicisitudes dialécticas que había tenido con los muchos peregrinos que pasaban por este lugar. ¿Románico? ¿Gótico? Según nos contaba, la mayor parte de las guías turísticas presentan este bellísimo tímpano como románico. Sin embargo, para salir de dudas, nos narró que un día se presentó en la iglesia un conocido suyo, catedrático de arte de la Universidad de Santiago, y le preguntó sobre tal dilema. El catedrático lo miró y le preguntó: ¿Está el Niño mirando al frente? No –nos contó que le respondió–. Pues, entonces no es románico, es gótico. Y con ese agradable regusto por lo aprendido salimos de nuevo al exterior. Deambulamos un poco entre los puestos de libros y bajamos la rúa Azabachería para llegar a la HOSPEDERÍA DE SAN MARTÍN PINARIO donde íbamos a pasar esa noche. Atravesamos el amplio zaguán y un lateral del claustro hasta llegar al mostrador de recepción ante el que se agolpaban varios grupos de ruidosos jóvenes estudiantes esperando a que se les adjudicara habitación. No obstante, nada más vernos, advertidos de nuestra presencia por sus profesores, se hicieron a un lado y nos permitieron saltar toda la fila existente tanto para formalizar nuestra presencia en el establecimiento hotelero y recoger la llave, como para facilitarnos la entrada en el ascensor que nos llevaría a la tercera planta donde se ubicaba la habitación 234 que era la que nos habían asignado. Dos camas individuales separadas por una mesita de noche sobre la que descansaba una sencilla lámpara, una silla de brazos y una mesa con el tablero de cristal era todo el mobiliario de la habitación. Una amplia ventana con poyetes en los que poder sentarte nos abría la vista a la fachada lateral y los patios traseros del Hostal de los Reyes Católicos, la neoclásica fachada principal de la Facultad de Medicina y a la cercana iglesia de San Francisco, todos ellos ubicados en la rúa de San Francisco. Una vez que dejamos la bolsa con nuestras pertenecías en la habitación, nos echamos de nuevo a la calle para continuar nuestra visita a la ciudad iniciando este segundo recorrido en la praza do Obradoiro.
Habíamos comprado previamente por internet las dos entradas para visitar las distintas dependencias de la CATEDRAL DE SANTIAGO por las que habíamos abonado veinticuatro euros, con la intención de evitar posibles colas y pérdidas de tiempo. El horario de visita de todas ellas era libre, con la excepción de la visita planificada al Pórtico que habíamos reservado para las una de la tarde. Lo primero que decidimos visitar fue la CRIPTA románica que tiene su entrada por la fachada occidental del Obradoiro y a la que se accede a través de la puerta que se abre entre la escalera de doble tiro que lleva al visitante ante la puerta principal de la catedral. Fue construida a mitad del siglo XII por el Maestro Mateo para salvar el desnivel existente entre el pavimento del templo y la plaza. Su estructura se corresponde a la de un pequeño templo con girola, levantada en torno a dos grandes pilares centrales, uno que soporta el peso del parteluz del Pórtico de la Gloria y el otro el de la fachada del Obradoiro. Rápidamente llamó nuestra atención la exquisita bóveda de crucería, de la que habíamos leído que había sido la primera de este tipo que se construyó en España. Por ser la cripta la representación simbólica de la Tierra a los pies del Cristo del Pórtico, su bóveda evoca la bóveda celeste, y muestra en sus claves dos ángeles que portan el Sol y la Luna. Tras el breve recorrido que nos había ocupado la estancia, salimos de nuevo a la plaza y nos dirigimos hacia la derecha en dirección a la entrada del MUSEO CATEDRALICIO, donde se exhibe una colección maravillosa de arte románico y otros muchos tesoros acumulados por la Catedral en sus más de mil años de existencia. Todos ellos se agrupan en torno a cinco espacios que hoy muestran desde reliquias de santos de toda la Cristiandad hasta tumbas de reyes, lápidas y tapices, retablos y monedas, libros irrepetibles y dos grandes atracciones: el Coro de Piedra del Maestro Mateo y el conocido Botafumeiro, que no pudimos ver porque la mayor parte del claustro se encontraba en obras y muchas de las dependencias del mismo cerradas a las visitas. Nos resultó también muy interesante contemplar la CAPILLA DE LAS RELIQUIAS, que se abre tras una magnífica portada renacentista. Esta capilla, antigua sala capitular, guarda las donaciones llegadas de todo el mundo a manos de peregrinos, reyes y obispos a lo largo de los siglos. El llamado también TESORO, ubicado en la Capilla de San Fernando, reúne una gran colección de orfebrería litúrgica de los s. XI al XX, con piezas de oro y plata, piedras preciosas, marfiles y vidrios, destacando por encima de todos la preciosa Custodia Procesional elaborada en plata dorada por Antonio Arfe, autor también de la existente en la catedral de Toledo y que tan gratos recuerdos nos trajo. Sin embargo, del CLAUSTRO poco podemos comentar ya que la mayor parte de sus crujías se encontraban en obras y las dependencias que se abrían a las mismas cerradas. Finalizada la visita, salimos de nuevo a la praza do Obradoiro. Aprovechamos el tiempo en volver a recorrer con nuestras miradas los imponentes edificios que la circundan, así como para hacernos las fotos de rigor ante la FACHADA DEL OBRADOIRO, nombre con el que se conoce la fachada principal del templo catedralicio levantada en el siglo XVIII sobre la anterior fachada románica, siendo unas de las estampas más fotografiadas de la ciudad. Dos enormes torres que se elevan más de setenta metros sobre el suelo sirven de marco al gran retablo-espejo que se ubica entre ellas, una espectacular combinación de granito y vidrio con columnas gigantes y las mayores vidrieras que se habían visto hasta ese momento. Frente a la catedral se encuentra el PAZO DE RAXOI, construcción palaciega de marcada horizontalidad de mediados del siglo XVIII levantada para servir de residencia de los niños del coro y seminario. En el centro de la fachada puede verse un frontón con un relieve en mármol, en el que se representa la batalla de Clavijo coronado por la estatua ecuestre de Santiago. En la actualidad es sede del Ayuntamiento compostelano y de algunas dependencias del Gobierno de la Xunta de Galicia. A las espaldas del pazo se levanta la IGLESIA DE SAN FRUCTUOSO, templo churrigueresco del siglo XVIII cuya fachada está concebida para ser contemplada desde un plano superior por lo que la decoración se concentra en la cornisa superior. A la derecha, según se mira la fachada catedralicia, se levanta majestuoso el COLEGIO DE SAN XEROME en cuya entrada se instaló la portada románico-gótica del antiguo colegio sobre el que se levantó la actual construcción. En el centro de la arquivolta figura la Virgen con el Niño rodeada de numerosos santos. El tímpano está presidido por la Inmaculada. A la izquierda, nos topamos con la impresionante fachada plateresca del HOSTAL DOS REIS CATÓLICOS, mandado construir en 1501 por los Reyes Católicos para atender a los enfermos y peregrinos. En el friso de la puerta, estructurada a modo de arco triunfal romano aparecen alineadas las figuras de los doce apóstoles. En las pechinas sobre el arco podemos ver los medallones que recogen los bustos de los reyes Isabel y Fernando. Sobre el friso, en el cuerpo superior se abre la ventana del Aposento Real, reservado para hospedar a los monarcas cuando acudieran a Compostela y flanqueada por las imágenes de Cristo, la Virgen, Santiago, San Juan Evangelista, San Pedro y San Pablo. Dos grandes escudos, con las armas de Castilla flanquean así mismo, la portada. Por último, entre la fachada del templo y el Hostal, se ubica el PAZO DE XELMÍREZ, residencia episcopal cuya primitiva traza románica ha perdido la compostura por los añadidos posteriores. Como teníamos prevista la visita al Pórtico de la Gloria a las una y el reloj ya marcaba algo más de las doce y media, decidimos acceder al interior pues era por este punto por que el se accedía al Pórtico. Al traspasar la puerta podimos ver el primitivo pórtico románico que quedó oculto tras la nueva fachada del siglo XVIII. Una vez conformado el grupo de las trece horas, subimos hasta el segundo piso destacaban sobre manera la interesante cocina medieval y el Salón de Fiestas y Comidas del siglo XIII. También son dignas de reseñar las ménsulas sobre las que se apoyan los nervios de los arcos que sustentan la bóveda de crucería, todas ellas decoradas con escenas de un festín medieval. ¡Realmente maravilloso! También pudimos disfrutar con una exposición dedicada al Maestro Mateo, artífice de la catedral, en la que se exponían diferentes estatuas y esculturas románicas que habían sido sustituidas a lo largo de los siglos por nuevos elementos más acordes con el gusto barroco. Paseamos una y otra vez por la amplia estancia haciendo fotografías a diestro y siniestro. El reloj estaba a punto de marcar las una de la tarde cuando el grupo que nos precedía comenzó a abandonar la estancia tras la visita del esperado Pórtico. Momentos después descendimos la pequeña escalera que une la estancia del Pazo de Xelmírez, donde estábamos, con el antiguo Pórtico catedralicio, que íbamos a poder contemplar en todo su esplendor después de la paciente y concienzuda restauración a la que había sido sometido. El PÓRTICO DE LA GLORIA es un soberbio conjunto de tres arcos, esculpido por el Maestro Mateo en sólo veinte años, que dota al atrio del templo de un poderoso simbolismo. Más de doscientas figuras de granito, tan vívidas y expresivas como no se habían representado nunca en la Edad Media, interaccionan como en un cuadro animado para componer un mensaje teológico centrado en la Salvación del Hombre. El Pórtico, además, debe ser entendido como un conjunto simbólico de la Jerusalén Celeste formado por la cripta inferior, el propio pórtico de tres arcos y la galería de la tribuna, en la parte superior del templo, equivalentes a la Tierra, el Juicio Final y la Gloria. El Pórtico se compone de tres arcos, uno por cada nave de la Catedral, con sus respectivos tímpanos, arquivoltas y columnas; un zócalo inferior y una columna central . En el arco central se puede contemplar a Cristo resucitado, rodeado por los cuatro Evangelistas y sus emblemas. Entre ellos aparecen los Justos y debajo, un cortejo de ángeles que porta los instrumentos de la Pasión y sobre la arquivolta, los veinticuatro ancianos del Apocalipsis conversan entre sí mientras afinan los instrumentos con los que entonarán el canto de la Gloria. El parteluz lo preside el patrón de la Catedral, Santiago Apóstol. Detrás de la columna se halla la figura del Maestro Mateo arrodillado, mirando devotamente al altar. De los arcos laterales, resumiendo, diremos que la mitad izquierda del Pórtico está dedicada al Antiguo Testamento o al Pueblo Judío, mientras que la mitad derecha representa el Nuevo Testamento y a los Gentiles. Hasta aquí la belleza interminable que pudieron contemplar nuestros asombrados ojos. La restauración resultaba impecable y el marco que construía el Pórtico sobre las naves y el altar mayor de fondo con la imagen del Apóstol era algo verdaderamente hermoso. Sin embargo –siempre hay que buscar y encontrar un “pero”–, nuestra decepción fue en aumento a medida que el guardia de seguridad asumía más y mayor protagonismo: “no toquen”, “no fotos”, “no vídeos”, “no se acerquen”. Entendimos que ese era el trabajo para el que le pagaban y lo estaba cumpliendo a la perfección. Sin embargo, seguimos sin entender en qué puede afectar una foto sin flash realizada con un móvil o una cámara fotográfica al mantenimiento de esta maravilla realizada por el hombre.
Con el mosqueo todavía en el cuerpo tras la visita tan desabrida al Pórtico de la Gloria y dado que todavía no era muy tarde y el cuerpo no nos pedía aún descanso, decidimos acercarnos al convento de San Domingo de Bonaval, que era el punto más alejado de todos los que teníamos planificado visitar. Para ello nos dirigimos hacia la rúa de San Francisco, bordeada en uno de sus laterales por numerosas tiendas de productos y recuerdos gallegos, sobre todo dulces, que sus dueños te ofrecen gratuitamente para que degustes una pequeña muestra. Pasamos por delante de la impresionante fachada neoclásica de la Facultad de Medicina hasta llegar a la IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO que, al igual que en nuestra visita anterior, se encontraban cerrados a cal y canto. Se cuenta que este templo, actualmente de estilo barroco, fue fundado por San Francisco de Asís en su visita a Santiago de Compostela. En el atrio destaca el MONUMENTO A SAN FRANCISCO, concebido como un gigantesco cruceiro creado por el escultor gallego Francisco Asorey. Continuamos caminando hasta llegar a la avenida Juan XXIII, en uno de cuyos laterales destaca la muy actual fachada acristalada de la Biblioteca Ánxel Casal. Fue en este punto donde, a la vista de lo escarpado de las calles que se abrían ante nuestros ojos, decidimos dar marcha atrás en nuestra planificación, dada la hora que marcaba el reloj, y buscar un lugar donde comer y beber. Llegamos de nuevo a la Praza del Obradoiro y continuamos por la rúa de Franco. No obstante, hicimos un pequeño alto en el camino para admirar la belleza de la fachada renacentista del COLEGIO DE FONSECA, también llamado Pazo Fonseca, colegio fue mandado construir por el arzobispo Alonso de Fonseca adaptando la casa donde él había nacido y que pertenecía a su influyente familia, para ejercer la función pedagógica. En el centro de la fachada, en el medio del friso que separa los dos cuerpos con los que cuenta el edificio, destaca el escudo con las cinco estrellas de los Fonseca, rodeado de las imágenes que representan a los Doctores de la Iglesia. Mención especial merece también la pequeña placita que se abría ante tan hermosa fachada, que lucía con un impresionante colorido fruto de los numerosos parterres de florecillas que circundaban la fuente que presidía el centro. Intentamos buscar sitio en alguno de los numerosos establecimientos ubicados en la misma, pero fue imposible. Por ello, continuamos calle abajo viendo las diferentes terrazas que bares y restaurantes ofrecían a sus clientes. Como no teníamos nada previsto, fuimos comprobando precios y mesas con suficiente espacio entre ellas en las distintas terrazas siguiendo las normas sanitarias derivadas de la pandemia de COVID que padecíamos en ese momento. Fuimos dejando atrás múltiples bares y cafeterías que a esa hora se encontraban bastante repletos de personas. De ese modo llegamos hasta el parque de La Alameda. Allí decidimos sentarnos en una de las mesas más alejadas de la amplia terraza que disponía el MESÓN CESTAÑOS, que casi al momento nos evocó a nuestro recordado general Castaños. Con diligencia se nos acercó un camarero que nos trajo la carta a la vez que le pedíamos un par de cervezas bien frías. Pedimos un par de trozos de una riquísima empanada de pulpo, unos pimientos de Padrón y unos mejillones en vinagreta que no habíamos probado nunca y que nos supieron a gloria. De los pimientos de Padrón hay que decir que nos hicieron dudar de la veracidad del dicho gallego “unos pican y otros no” porque los tres o cuatro primeros que nos echamos a la boca, no solo picaban, sino que además picaban bastante. Luego, a medida que avanzábamos devorando el plato, el picor se fue alternando, cumpliendo a la perfección el refrán de este manjar. Pedimos además unos vinos para terminar de apurar los platos. Por todo, abonamos algo más de treinta euros, que dimos por bien pagados.
Finalizada la comida, decidimos acercarnos a visitar el mencionado PARQUE DE LA ALAMEDA, dado el excelente tiempo del que disfrutábamos, para contemplar otra vez la fabulosa vista de la fachada de la catedral santiagueña emergiendo de entre los edificios que la rodean y la constriñen. Volvimos de nuevo a sentarnos un rato con la figura de nuestro querido amigo DON RAMÓN MARÍA DEL VALLE INCLÁN, cuya solitaria escultura en uno de los bancos del paseo invita a sentarse un momento y disfrutar de las vistas. Tras las fotos de rigor, avanzamos hasta llegar a la pequeña glorieta donde se ubica el EUCALIPTO CENTENARIO, del que se dice que es uno de los primeros ejemplares plantados en Galicia. Tiene más de cuarenta y cinco metros de altura y un diámetro que sobrepasa con holgura los ocho metros. Recibe también el nombre del “árbol de los enamorados” y existe la tradición que estos deben rodear el árbol al menos una vez al año para renovar sus votos amorosos. Continuamos bordeando el parque hasta llegar al monolito dedicado a ROSALÍA DE CASTRO, reconocida escritora gallega, que se ubica casi enfrente de la escultura levantada en honor de FEDERICO GARCÍA LORCA, vestido con su mono azul con el que recorría la España prebélica con su compañía de teatro La Barraca. A las espaldas de la estatua se eleva la elegante mole de la IGLESIA DE SANTA SUSANA, románico del siglo XII muy retocado en los siglos siguientes. Ya de camino a la salida del recinto volvimos a fotografiarnos con 'AS DUAS MARÍAS', escultura en bronce que homenajea a las hermanas Fandiño, personajes reales de la segunda mitad del siglo XX, asiduas paseantes de La Alameda a las dos de la tarde, notables por su manera de vestir, impropia para su época. Algo más de las cuatro de la tarde marcaba el reloj del teléfono cuando emprendimos camino de regreso a la hospedería para refrescarnos un poco, descansar los pies un rato y echarnos una reconfortante siesta.
Me desperté poco después de las cinco. Mientras Concha seguía durmiendo, yo decidí salir a dar una vuelta por los alrededores a tomar un café. No tuve que caminar mucho. A pocos metros de nuestro hotel, en la rúa Sacra, encontré una mesa solitaria y soleada en la CASA DAS CRECHAS, un amplio local con encanto que a inicios del siglo pasado fue un conocido lugar de reunión de los estudiantes de la época. Pedí un gin tonic de Tanqueray a una amable camarera por el que aboné algo más de seis euros, pero que me sentó de maravilla. Una vez consumida la bebida, me acerqué de nuevo a la hospedería para despertar a Concha y continuar la visita planificada para la tarde. De nuevo en la calle, nos dirigimos por la rúa Tránsito de Quintana hasta la praza da Quintana de Vivos. Desde aquí nos acercamos hasta la llamada Puerta Santa para acceder al interior de la catedral. Esta puerta solo se abre para marcar el inicio del año santo compostelano celebrado cada vez que el día de Santiago (25 de julio) cae en domingo –mientras tanto permanece cerrada–, pero debido a la pandemia de COVID se encontraba abierta para evitar aglomeraciones tanto en las entradas como en las salidas del templo catedralicio. El lienzo de la Puerta Santa está enmarcado por las 24 estatuas recuperadas del coro de piedra románico del Maestro Mateo, desmontado en el s. XVI. El espacio interior se organiza sobre la tradicional planta de cruz latina con tres naves por brazo. La nave central está cubierta por una bóveda de cañón y las laterales por bóvedas de arista. El altar mayor, que en nuestra anterior visita se casi oculto por estar en obras, nos mostró todo su esplendor barroco con su gusto exagerado por lo dorado y los espacios recargados. En el centro, la figura del Apóstol resumía la magnificencia de toda la obra catedralicia. Se podía bajar a la cripta para ver las reliquias de Santiago, pero no se podía llevar a cabo el tradicional abrazo debido a la pandemia de COVID. De todos modos, no bajamos a la cripta porque la cola para acceder a la misma en esos momentos era muy numerosa, y porque ya la habíamos visitado en nuestro anterior viaje. Lo que sí hicimos fue dirigirnos a la CAPILLA DE LA CORTICELA, una “pequeña iglesia” –la capilla más antigua de todas las existentes– situada en la cabecera del templo dentro de la misma catedral. Es una construcción del siglo XIII y muestra en el tímpano de entrada una admirable Adoración de los Reyes. Dimos por finalizada nuestra visita y nos dirigimos de nuevo a la salida, que ahora hicimos por la llamada Puerta de la Corticela que nos llevó otra vez a la praza da Quintana. Nos detuvimos un buen rato para observar los edificios que rodean este espacio granítico, mención hecha del muro de la cabecera catedralicia que discurre a todo lo largo del mismo. Cerrando la plaza por el lado más cercano a la Puerta de las Platerías vimos la CASA DA CONGA, edificio barroco construido para vivienda de los canónigos de la catedral. Hoy en día, sin embargo, su funcionalidad es más mundana ya que está ocupado casi en su totalidad por comercios, restaurantes, bares y cafeterías. Frente a la catedral se encuentra el larguísimo muro desnudo del MONASTERIO DE SAN PAIO DE ANTEALTARES, cuya actual construcción pertenece casi en su totalidad a los siglos XVII y XVIII. En otro extremo de la plaza, frente a la Casa da Conga, se abre la elegante fachada de la CASA DE LA PARRA, llamada así por los elementos decorativos a base de racimos de uvas que enmarcan las puertas inferior y superior del lado derecho. Salimos de la plaza por la rúa Sacra, no sin antes visitar brevemente la IGLESIA DE SAN PAIO DE ANTEALTARES, de planta de cruz griega y con un muy conseguido altar mayor. Poco después llegamos hasta la llamada CASA MUSEO DE LA TROIA, donde se recrea el ambiente estudiantil de la afamada pensión regentada por 'Doña Generosa' a finales del siglo XIX. A pocos metros de allí, la impresionante fachada plateresca de la IGLESIA DE SAN MARTIÑO PINARIO, situada a la espalda de la zona de habitaciones de la hospedería donde pernoctábamos, presidida en la parte central por la Virgen, San Bieito y San Bernardo, mientras que en el frontón que corona la portada está San Martiño repartiendo su capa con un pobre. Dispone de una hermosa escalera descendente que salva el desnivel del terreno. Volvimos sobre nuestros pasos para llegar a la cercana IGLESIA DE SAN MIGUEL DOS AGROS, templo con escaso interés artístico que también estaba cerrado. Desde allí nos dirigimos a contemplar la fachada de la CASA GÓTICA, una de las escasas muestras de la arquitectura civil compostelana del siglo XIV que en la actualidad acoge el Museo das Peregrinacions. Además de los arcos góticos de la portada y un par de ventanas, lo que verdaderamente atrajo nuestra atención fue la excelente muestra de trabajo en hierro que presenta la puerta de madera de acceso al interior del edificio. Continuamos nuestro paseo hasta llegar a la muy elegante fachada del PAZO DE FONDEVILA, típica casa palaciega del barroco compostelano, con un bonito escudo nobiliario en el chaflán del edificio. Seguimos caminando tranquilamente hasta la IGLESIA DE AS ÁNIMAS, construcción muy sencilla de finales del siglo XVIII. Quisimos visitar este templo atraídos por la curiosidad de contemplar un grupo escultural labrado en su fachada con las ánimas ardiendo en el fuego del purgatorio, que nos había recordado a otro mucho más barroco que vimos en el interior de la iglesia de Fidele de la localidad italiana de Como. Y casi al lado nos dimos de bruces con la RÚA DE OLIVEIRA, considerada como la calle más estrecha de todo Santiago con apenas setenta centímetros de anchura, aunque menos conocida que la mítica Entrerrúas por encontrarse más alejada de la zona turística de la ciudad. También nos detuvimos un momento para contemplar la fachada neoclásica de finales del siglo XVIII de la IGLESIA DE SANTA MARÍA DO CAMIÑO. En este punto decidimos volver de nuevo a la zona centro y más turística para visitar algunos de los edificios que aún no habíamos visto y de camino ir viendo algún local donde poder cenar algo y echarnos algunas cervezas al cuerpo. Llegamos a la rúa Nova y pasamos por delante de la fachada del TEATRO PRINCIPAL, construido a mediados del siglo XIX y que en ese momento publicitaba un festival regional de cine con un grupo de folclore gallego tocando muñeiras en la calle. Seguimos camino hasta llegar de nuevo al Parque de la Alameda, donde habíamos estado almorzando esa mañana. Sin embargo, después de pasear y comparar precios y cartelería de los numerosos establecimientos que se ubican en este pequeño espacio, decidimos por sentarnos en una mesa de la terraza del CAFÉ BAR CALENDA. Con una rapidez inusitada se nos presentó un camarero para preguntarnos qué íbamos a tomar. Pedimos una cerveza y un refresco de naranja para ir abriendo boca que nos sirvió diligente junto con tres platitos a modo de tapa con unas croquetas, patatas fritas y cacahuetes con cáscara. A lo largo de la noche volví a pedir un par de copas de Ribera de Duero, esta vez ya sin tapa alguna. Debe ser que solo la incluyen –y muy abundante– con la primera petición. Poco después le solicitamos que nos pusiera una ración de oreja y otra de tortilla que nos sirvió acompañadas de una generosa cesta de pan. Al rato se nos volvió a presentar el camarero todo sofocado preguntándonos si sabíamos hacía que dirección se habían marchado los miembros de una mesa cercana pues se habían ido sin pagar a lo que respondimos que no nos habíamos percatado. Este tema sirvió de excusa para entablar una pequeña conversación sobre lo usual que se está volviendo llevar a cabo esta actuación incívica. Terminadas las dos raciones y las bebidas abonamos casi veinte euros e iniciamos la vuelta a la hospedería. El paseo de regreso fue muy agradable pues la noche invitada a ello. Nos decantamos por ver la fachada del Obradoiro iluminada y ello hizo que nos olvidáramos de visitar una curiosidad que tiene lugar en la praza de Quintana, que no es otra que la llamada SOMBRA DEL PEREGRINO, que se proyecta sobre la esquina derecha de la llamada Puerta Real de la catedral y que narra los amoríos entre un cura y una religiosa del cercano convento de San Paio. Pasaban algo más de las diez y media cuando abríamos la puerta de nuestra habitación. Teníamos merecido un reparador descanso tras el largo día que habíamos disfrutado.
Yo me desperté cuando pasaban algunos minutos de las seis y media de la mañana. Después de dar vueltas y vueltas en la misma decidí levantarme y dar un paseo por la ciudad para ver algunos de los monumentos que aún no habíamos visto. Además recordé que una de las dependientas de la tienda de la catedral nos había comentado el día anterior que esta se encontraba abierta a los peregrinos y visitantes desde las siete de la mañana, horario que me sorprendió. Dicho y hecho. Concha continuó durmiendo y yo me eché a la calle poco después de las siete para comprobar que, efectivamente, el templo catedralicio ya estaba abierto a esa hora y que incluso ya disponía de su “pobre” correspondiente situado en la PUERTA DE LAS PLATERÍAS por la que accedí de nuevo al interior. Esta puerta es la única fachada románica que conserva la Catedral, data de finales del siglo XI y se atribuye al maestro Esteban. Todos los elementos decorativos que figuran en la misma son las figuras románicas procedentes de la Puerta de la Azabachería formando un conjunto que hoy sorprende por su abundancia... y por su desorden. En el friso, por ejemplo, conviven apóstoles, ángeles, signos zodiacales y representaciones del Pecado como la sirena o el centauro, entre otros. Frente a esta preciosa portada, al otro extremo de la placita que se abre ante ella, se encuentra la coqueta CASA DO CABILDO, construida a mediados del siglo XVIII con una función puramente teatral: la de cerrar la plaza. Continué caminando hasta la cercana rúa do Vilar, que tan buenos recuerdos de juventud me traía. Al inicio de la calle destaca la hermosa y muy decorada fachada de la CASA DO DEÁN construida a mediados del siglo XVIII que acoge en la actualidad a los deanes catedralicios. Un poco más adelante me encontré con la conocida como CASA DAS POMAS, que destaca por la serie de frutas esculpidas en los extremos de la fachada y que cuelgan desde una concha situada en la parte superior. En esta calle pude contemplar dos curiosidades que desconocía hasta que leí de ellas durante la preparación del viaje. Para descubrir la primera hay que ir a la altura de la casa con el número 66. Si nos fijamos en la techumbre de los soportales, podremos ver dos orificios cuadrados de unos 30 centímetros de lado que no eran otra cosa que un sistema para ver quién llamaba a la puerta ya que ésta quedaba oculta tras los soportales; es decir, una mirilla de la época. Otro aspecto curioso de esta rúa es un capitel románico del siglo XII que se encuentra a la altura del número 15. Con ayuda de él, los estudiantes veteranos se burlaban de los novatos. El capitel representa un desnudo de una persona de poca edad acostado sobre su pecho, dejando al descubierto sus glúteos y el espacio existente entre ellos. Pues bien, la broma más o menos, consistía en taparle los ojos al novato y decirle que se deje llevar para llamar al timbre de esa casa, realmente el timbre no es otra cosa que el culo de la figura representada en el capitel, evidentemente, ya con el dedo en dicho lugar, se le destapan los ojos al confiado con la consiguientes risas del grupo. Desde aquí me trasladé hasta la paralela rúa Nova donde destaca la sencilla fachada del PAZO DE SANTA CRUZ, que hoy en día funciona como residencia universitaria. Desde allí me acerqué a contemplar el PAZO DE VAAMONDE, edificio del siglo XVIII. Destacan el escudo situado en la fachada del primer piso y el llamador de la puerta, obra del escultor Francisco Asorey. Desde aquí, dado que aún era una hora relativamente temprana, me armé de valor y decidí acercarme a los dos edificios que tenía marcados para visitar y que eran los más alejados del recorrido planificado. Para ello atravesé el Mercado de Abastos, tomé el ascensor para salir a la rúa da Virxe da Cerca hasta llegar a la IGLESIA DE SAN DOMINGOS DE BONAVAL, construida en el siglo XIV, pero con importantes modificaciones llevadas a cabo en los siglos posteriores. En una de sus capillas laterales se encuentra el PANTEÓN DE GALLEGOS ILUSTRES, donde reposan, entre otros, Rosalía de Castro, Castelao, Alfredo Brañas, Ramón Cabanillas y Francisco Asorey. No obstante, después de la caminata no tuve suerte ya que se encontraba cerrado al público porque estaban cambiando parte de la instalación eléctrica. Desde allí, me encaminé por la rúa das Rodas en cuyo alto se encuentra el ANTIGUO HOSPITAL E IGLESIA DE SAN ROQUE, levantado con fines asistenciales debido a las epidemias de peste del siglo XVI. Se dedicó a San Roque por ser este uno de los santos más evocados para proteger contra esa enfermedad. Y desde aquí comencé de nuevo a callejear hasta llegar a la hospedería donde Concha ya me esperaba levantada. Recogimos nuestras pertenecías, abonamos la cuenta en la recepción y nos dirigimos hacia el aparcamiento de praza de Galicia donde teníamos el coche. La Colegiata de Santa María del Sar, y más tarde Iria Flavia y Padrón nos estaban esperando con los brazos abiertos para completar las visitas del día.
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