viernes, 15 de octubre de 2021

SANTA MARÍA DEL SAR: LA ELEGANCIA DE LO INESTABLE


Poco después de las diez de la mañana salíamos por la puerta de la Hospedería de San Martín Pinario donde habíamos pernoctado la noche anterior. Abonamos el precio estipulado, recogimos nuestra pequeña bolsa y nos dirigimos diligentes hacia la Praza de Galicia donde teníamos aparcado el coche. Yo me había tomado un estupendo y cremoso café con leche durante mi paseo tempranero en un pequeño, pero muy animado, local de nombre CAFETERÍA IACOBUS. Concha no quiso tomar nada y con las mismas entramos en el recinto del aparcamiento. El cielo de Santiago había amanecido enmarañado de nubes deshilachadas, aunque no amenazaban lluvia. Salimos del interior del estacionamiento y enfilamos por la rúa do Hórreo hasta llegar a la rúa de Curros Enríquez para desviarnos finalmente por la pronunciada pendiente de la rúa del Sar que nos llevó a nuestro destino. Habíamos visto varias fotos que habían llamado nuestra atención por varios motivos: uno, la belleza románica de una de las alas de su reducido claustro de clara influencia del Maestro Mateo; dos, los enormes arcos arbotantes que sustentaban la verticalidad del muro de la epístola; y tres, la sobriedad y la elegancia de su ábside central. 
Fachada principal
Aparcamos en la explanada sita ante la colegiata y nos dirigimos en primer lugar a contemplar su portada principal, claramente románica, elaborada con un granito muy desgastado por el paso del tiempo que se percibía con mayor claridad en la decoración de motivos geométricos y vegetales de las arquivoltas y capiteles de la misma. Construida en el siglo XII a las orillas del río Sar es, junto con la catedral, la Iglesia que conserva la mayor parte de su primitiva fábrica románica. El edificio fue construido y concebido en sus orígenes para servir de casa de retiro para los canónigos regulares que se regían por la regla de San Agustín. En el exterior llaman la atención los robustos arbotantes construidos entre los siglos XVII y XVIII para proteger el muro septentrional y evitar su derrumbe, bien fuese por un error técnico en la construcción, por la atrevida elevación de las naves laterales, por el corrimiento del inestable terreno sobre el que se asienta, que a menudo es inundado por el río. De hecho, es claramente visible la inclinación del muro, las columnas interiores más cercanas a fachada principal y, sobre todo, la la bóveda de cañón de la nave lateral de la epístola. También es interesante destacar el entorno idílico en el que se ubica este templo, cuyas instalaciones se completan con un pequeño, pero muy coqueto, museo
Ábsides de la cabecera

por el que se accede al interior. Justo delante de la puerta de acceso se encuentra el busto de José Porto Buceta, sacerdote que desarrolló la mayor parte de su labor en este barrio del Sar y que llevó a cabo numerosas reformas en la colegiata y su entorno. Fuimos recibidos por una simpática gallega a la que presentamos nuestras entradas de acceso compradas con anterioridad por internet por las que habíamos abonado cuatro euros. En primer lugar accedimos a un pequeño claustro en el que solo una de sus alas conserva la primorosa traza románica con que fue elaborado. Pudimos comprobar que los fuertes arbotantes que sustentan el muro norte también se repetían en el muro sur, aunque estos se encontraban encastrados entre los muros del claustro y no eran visibles desde el exterior del templo. Una vez que accedimos al interior del mismo, pudimos comprobar que la planta de la iglesia es basilical con tres naves que quedan separadas por pilares compuestos, con capiteles escasamente decorados con motivos vegetales. Cada una de las nave se cube con una elegante bóveda de cañón. La cabecera está conformada por tres ábsides semicirculares, siendo el central de mayores proporciones y de forma poligonal en el exterior. La iluminación interior se logra a través de ventanas laterales y la presencia de un rosetón en la portada. De la visita al interior del templo lo que más atrae poderosamente la atención del visitante es la inclinación de las columnas hacia las naves laterales, dando sensación de inestabilidad. La pila bautismal, a la derecha de la puerta principal, es una interesante pieza arqueológica del siglo XII. Concluida la visita a la basílica, volvimos sobre nuestros pasos para visitar el coqueto museo que se abre en unas dependencias anexas al vestíbulo de entrada al recinto. Dentro se expone una buena colección de piezas arqueológicas y litúrgicas, así como algunos de los antiguos capiteles pertenecientes al claustro. Salimos al exterior y pudimos disfrutar nuevamente de la vista de su cabecera triabsidal de una factura hermosísima. 
Nave central

Volvimos de nuevo al coche dando por concluida nuestra visita a Santiago de Compostela. Ahora nos dirigíamos a conocer otra de las localidades muy apegadas a la historia del Apóstol: Padrón y una de sus parroquias, Iria Flavia, ambas situadas a algo más de veinte kilómetros de donde estábamos.

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