El día amaneció en Palencia con un cielo completamente azul, pero con una temperatura fresca y ventosa que agradecía la presencia de algún que otra prenda de abrigo. La dolencia dorsal de Concha iba en aumento y parecía no tener visos de una pronta mejoría. Por ello, nos llegamos a plantear suspender la visita que teníamos planificada para la tarde a la ciudad de Ávila, dando por perdido el precio de la reserva del apartamento donde íbamos a pernoctar que habíamos pagado con antelación. Yo me levanté temprano y me acerqué al aparcamiento para renovar el ticket hasta mediodía por el precio de un euro. De vuelta al hotel, decidí pasar por la cafetería –que en esos momentos se encontraba bastante animada– antes de subir a la habitación para tomar un café con leche caliente que me reanimara el cuerpo del fresco de la mañana. Concha ya se había levantado y estaba recogiendo nuestras cosas en la bolsa de viaje. Tras hablarlo con calma, finalmente decidimos continuar el viaje planificado –visita a la iglesia San Juan de San Juan Bautista en Baños de Cerrato y visita a la ciudad de Ávila–, teniendo siempre presente la posibilidad de abortar las visitas programadas en función de la evolución de las molestias de mi esposa. Y así lo hicimos. Nos hicimos un par de cafés en la habitación y apuramos el poco pan, fiambre y pastas que nos quedaron del día anterior. Cargamos con la bolsa de viaje y abonamos en la recepción los algo menos de sesenta euros que nos cobraron por pernoctar la noche anterior. Nos encaminamos directamente hacia el coche y pusimos dirección a la cercana localidad de Baños de Cerrato donde íbamos a visitar la maravillosa iglesia que conserva.
Algo más de media hora nos llevó abandonar Palencia y callejear hasta llegar al templo para cubrir los escasos veinte kilómetros que separaban ambas ubicaciones. Pocos minutos pasaban de las diez y media cuando aparcamos el coche frente a la iglesia, que se nos mostró en todo su esplendor. Un ligero viento soplaba con insistencia. No era la primera vez que visitábamos este entrañable monumento. Fue a comienzos de los años ochenta cuando, aprovechando la visita que realizábamos a nuestros amigos Nacho y Chus de Valladolid, hicimos una pequeña excursión a la cercana Dueñas –donde pudimos disfrutar de una sesión de canto gregoriano en directo a cargo de los monjes trapenses y de unas buenas tabletas de chocolate Trapa– y a San Juan de Baños. Con posterioridad, en octubre de 1995 volvimos de nuevo para recorrer un significativo número de ciudades y pueblos castellanos, esta vez ya con Carlos y Víctor de acompañantes.
Nos encontramos la iglesia cerrada porque en su interior había una visita guiada. Tendríamos que esperar al siguiente turno para visitar su interior. Por ello, a fin de aprovechar el tiempo, nos dirigimos a la cercana y famosa FUENTE DE RECESVINTO cuyas aguas devolvieron la salud al rey visigodo del mismo nombre, hecho que motivo la construcción de la basílica. Este manantial era conocido desde tiempos remotos y parece ser que siempre tuvo fama de hacer brotar un agua saludable. La fuente está construida con dos arcos de herradura que acceden a una especie de depósito que es donde se encuentra el manantial. Volvimos de nuevo a la iglesia que aún permanecía cerrada y con el grupo de visitantes en su interior. Ello nos permitió tomar fotografías desde todos los ángulos posibles, así como rodear el templo para conocerlo en su totalidad. El templo está considerado como el edificio religioso más significativo del reino visigodo y uno de los templos cristianos más antiguos de España. Fue construido por mandato de Recesvinto a mitad del siglo VII y es un ejemplo de conexión y enlace entre la arquitectura de tradición romana y la cristiana en la Hispania de finales del Imperio romano. Los muros están construidos con sillares grandes bien labrados. Cuatro columnas de mármol con fragmentos de piedra a cada lado, aprovechadas de restos de otros edificios romanos, sostienen los arcos de separación de las naves. Dichos arcos, al igual que el del pórtico y el triunfal, son de herradura. La decoración escultórica es relativamente clásica, tradicional y austera. Ocho capiteles corintios soportan los arcos de separación de las naves, seis de ellos esculpidos en una clara tradición romana corintia.
Un dato curioso de esta iglesia es que en ella se oficia misa en torno al veinticuatro de junio, día de San Juan, siguiendo el RITO MOZÁRABE, hecho que nos trajo a la memoria la llamada Capilla Mozárabe de la catedral de Toledo donde también se celebra la liturgia siguiendo los cánones de este rito medieval.
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