jueves, 21 de octubre de 2021

PALENCIA, LA BELLA RECONOCIDA

Iglesia de San Miguel
El día amaneció fresco pero soleado. La tarde/noche anterior habíamos cargado el coche con todas nuestras pertenencias, así que lo único que hicimos fue vestirnos y despedirnos de nuestros consuegros, Alfonso e Irene, agradeciéndoles una vez más lo maravillosamente que nos habían recibido y tratado durante nuestra estancia en su casa. No habían dado todavía las ocho cuando enfilamos dirección a O Porriño en busca de la A-52 que nos llevaría al cabo de varias horas a nuestro destino que no era otro que la capital palentina que habíamos visitado con anterioridad un par de veces hacía casi cuarenta años y de la que teníamos un recuerdo agradable. El tráfico que nos acompañó a lo largo de nuestro viaje fue relativamente escaso –esta autovía gallega siempre la hemos encontrado muy amable con los escasos conductores que circulamos por ella, si exceptuamos algunos tramos cercanos a Orense capital– y poco más de dos horas y media después hacíamos un alto en el camino en la estación de servicio de QUIRUELAS DE VIDRIALES para estirar un poco las piernas, descansar un momento de los kilómetros recorridos y tomar unos bocadillos que nos había preparado primorosamente nuestra consuegra Irene la noche anterior. No pudimos salir mucho del coche porque el viento casi helado que soplaba en esos instantes lo desaconsejaba. Una vez satisfechas nuestras necesidades continuamos camino hacia Palencia donde llegamos poco después de las doce y cuarto. 

Aparcamos el coche en la calle Jacinto Benavente, perpendicular al HOTEL CASTILLA VIEJA, donde íbamos a pernoctar esa noche, bajamos la bolsa de viaje que habíamos preparado para pasar el día en la capital palentina y nos dirigimos al hotel. Cruzamos la calle Casado de Alisal, que tantos recuerdos nos traía de Bailén, y entramos en la recepción, un cuatro estrellas que habíamos reservado previamente a través de la aplicación Booking, que nos había dado y nos dio buena impresión cuando accedimos a su interior, aunque se le notaba en algunos aspectos el inexorable paso del tiempo. El precio de la estancia para esa noche fue de casi sesenta euros. Muy amablemente la recepcionista nos atendió, cumplimentó nuestros datos y nos adjudicó la habitación. No obstante, no sabemos por qué motivo, justo en el momento que nos ofrecía la tarjeta de acceso, debió pensar otra cosa y nos cambió la habitación inicial que nos había ofrecido. Finalmente nos dio la tarjeta de la habitación 109 ubicada en la primera planta del edificio. Antes de tomar el ascensor, le pregunté por alguna zona donde aparcar el coche y muy diligente nos indicó que a escasos metros de allí se encontraba un aparcamiento llamado PARKING ESTACIÓN PEQUEÑA VELOCIDAD, una amplia explanada asfaltada donde tener el coche estacionado todo el día costaba 1,50 euros el día. Si el tramo horario era toda la tarde, costaba un euro; si era toda la mañana costaba igual, otro euro. Tras la información, subimos a la habitación y cuál no sería nuestra sorpresa al entrar en la misa pues nos había adjudicado una suite que constaba de un salón con dos amplios sofás, televisión, cafetera con cápsulas de café e infusiones y un pequeño frigorífico. El dormitorio estaba presidido por una amplia y muy cómoda cama. El cuarto de baño era muy espacioso, todo alicatado en un agradable mármol de color beige. Y lo mejor de todo, desde el dormitorio se accedía a una amplia terraza exterior en la que había un par de mesas y sus correspondientes sillas, que disfrutamos ese mediodía tomando un pequeño almuerzo al calor del tibio sol que relucía en un cielo azulado limpio de nubes. Una vez que nos ubicamos en la habitación, Concha se quedó colocando la ropa que traíamos en la bolsa y yo me acerqué a cambiar el coche al aparcamiento que nos había indicado la recepcionista. Cumplido el trámite, me paseé por la amplia avenida en la que se ubica el hotel buscando alguna tienda o supermercado en el que comprar algo de pan y fiambre y alguna fruta para Concha y algo para picar con las cervezas. Tras un paseo no muy corto, finalmente di con una tienda de las de toda la vida, FRUTERÍA TRES HERMANAS, donde encontré todo lo que iba buscando. Pagué algo menos de veinte euros y con la compra hecha me dirigí de nuevo al hotel. Metimos el fiambre y las cervezas sobrantes en el frigorífico y con unos tápers de aceitunas, pepinillos y patatas fritas nos dirigimos a la terraza para acompañar a unas latas de cerveza Estrella de Galicia, junto con una barra de pan y varios envases de fiambre con el que nos preparamos unos reconfortantes bocadillos que nos vinieron de perlas dada la hora que era. 

De nuevo en la calle, poco antes de las dos estábamos ante la fachada de reminiscencias góticas de la IGLESIA DE SAN LÁZARO, construida inicialmente como como hospital de leprosos o lazareto. A esa hora estaba cerrada y no pudimos visitar su interior. Sí nos acercamos a ver la escultura en bronce de SAN LÁZARO CON SU PERRO, situada en un lateral de esta iglesia junto a la portada principal, donde pudimos contemplar a este santo pidiendo limosna con la mano extendida junto a su perro lazarillo lamiéndole. A pocos metros de ella si pudimos visitar el interior de la iglesia perteneciente al MONASTERIO DE SANTA CLARA, conocido entre los palentinos como “Las Claras”. Fue construido muy al comienzo del siglo XV en un elegante estilo gótico y alberga un impresionante Cristo Yacente de gran devoción popular que, según la tradición, fue encontrado en el mar y traído a este templo. También es conocido este monasterio por ser el lugar donde Zorrilla sitúa su historia de Margarita La Tornera. Casi enfrente se puede observar la fachada del TEATRO PRINCIPAL, de estilo neoclásico, destacando los elementos modernistas de la decoración de la misma. Y justo al lado, en la esquina de enfrente, se alza el elegante edificio de tonos rojizos de la DIPUTACIÓN PROVINCIAL, construido a comienzos del siglo XX en estilo neo plateresco. Continuamos caminando por las calles Don Sancho y La Cestilla hasta presentarnos ante la fachada de la IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CALLE, también llamada de "La Compañía", y como tal sigue el modelo constructivo característico de la Orden de la Compañía de Jesús. Es un templo muy querido por los palentinos por albergar en su interior, que no vimos por estar cerrado, a la Virgen de la Calle, patrona de la ciudad. Seguimos con nuestro paseo por la calle General Amor, donde atrajo nuestra atención el nombre de una pequeña explanada que se abría en uno de sus laterales: Plaza de Zurradores. En un principio, Concha y yo nos miramos con cara de asombro ante dicha denominación, por lo que para salir de dudas echamos mano al navegador del teléfono que nos aclaró que los "zurradores" eran aquellas personas que antiguamente se dedicaban a tratar el cuero para quitarle el pelo. ¡No era un homenaje a maltratadores! Poco después llegamos a la cabecera de la magnífica IGLESIA DE SAN MIGUEL, erigida en el siglo XIII, donde destaca su original torre calada de transición al gótico, de carácter religioso y militar. También nos resultó muy interesante su portada principal de arquivoltas apuntadas decoradas con figuras muy deterioradas por el paso del tiempo. Poco después giramos en la calle San Marcos para pasar por delante del MUSEO ARQUEOLÓGICO, situada en la conocida como Casa del Cordón, único monumento civil del siglo XVI de estilo renacentista que se puede contemplar en la actualidad. Su hermosa portada está enmarcada por un cordón tallado al cual debe su nombre. En este punto, cuando las agujas del reloj marcaban algo más de las tres de la tarde, preguntamos a una señora que salía del Museo –era trabajadora del mismo y nos recomendó su visita en horario de tarde, consejo que no tuvimos en cuenta– por alguna zona donde poder sentarnos un rato y pedir algunas raciones para tapear. Nos indicó que la mejor zona para llevar a cabo esa acción era acercarse a la Plaza Mayor y en esa dirección nos encaminamos. Llegamos a la calle Mayor donde nos topamos con la escultura LA NIÑA DE LA COMBA, estatua realizada en bronce sobre un pedestal de piedra por el palentino "Ursi". Continuamos hasta llegar a la ubicación de otra escultura, LA AGUADORA, ampliación e interpretación de una obra de Victorio Macho encargada a Luis Alonso por el Ayuntamiento de la ciudad. A sus espaldas, se encuentra la ERMITA DE LA VIRGEN DE LA SOLEDAD, capilla de gran tradición popular que se encuentra adosada al antiguo CONVENTO DE SAN FRANCISCO, fundado por los franciscanos en el siglo XIII con unas muy bonitas arcadas góticas que dominan la pequeña plaza situada junto al Ayuntamiento. Y fue en este punto donde llegamos a la PLAZA MAYOR presidida en uno de sus laterales por la fachada neoclásica de la CASA CONSISTORIAL de mediados del siglo XIX. La plaza es un rectángulo de proporciones suficientes arbolado en los dos lados más largos donde se ubican gran cantidad de comercios y bares y restaurantes. Preside el centro de este espacio la escultura MONUMENTO AL GENIAL IMAGINERO ALONSO BERRUGUETE, realizado por Victorio Macho, que lo donó a la ciudad, con motivo del IV Centenario de la muerte del escultor renacentista. 

Algo más de las tres y cuarto marcaba el reloj del teléfono cuando decidimos hacer un alto para tomar unas cervezas y picar alguna tapa caliente. Dado la hora que era, la mayor parte de los bares y cafeterías estaban cerrados, así que decidimos sentarnos en el DEBLA CAFÉ, que era de los pocos que en esos momentos se encontraba abierto y con bastante gente sentada en las mesas de la terraza disfrutando del agradable sol que calentaba el ambiente. Pedimos un par de cervezas y, mientras esperábamos a que las trajeran, yo entré en el bar para informarme de qué tapas tenían. Para mi sorpresa solo disponían de dos tapas en ese momento: champiñones con jamón y unos filetes de lomo adobado acompañados de patatas fritas de bolsa. Pedí que nos llevaran un par de tapas de cada una, aunque yo sabía que Concha no probaría el champiñón. Poco después pedí un Ribera de Duero que me sirvieron acompañado de más champiñón. Para finalizar pedimos sendos cafés con leche para terminar de cargar fuerzas y continuar la ruta planificada para esa tarde. Algo menos de diez euros aboné al camarero cuando nos trajo la cuenta. Nos pusimos en marcha de nuevo y nos dirigimos hacia la calle Boca Plaza donde está ubicada la escultura de JERÓNIMO ARROYO, un reconocido escultor y arquitecto palentino autor, entre otros edificios, del reconocido Consejo de Cuentas de Castilla y León, ante el cual se encuentra el bronce, y el palacio de la Diputación Provincial. En la escultura se representa al homenajeado con un cuaderno y una pluma en la mano dibujando los planos del edificio del Consejo de Cuentas. Nos llamó la atención ver que esta escultura estaba anclada directamente al suelo, sin base alguna ni pedestal. Justo enfrente, como ya hemos dicho, se encuentra el edificio del CONSEJO DE CUENTAS DE CASTILLA Y LEÓN, obra de comienzos del siglo XX con claras referencias clásicas, muestra destacadas influencias estilísticas del llamado “secesionismo vienés”. Muy cerca estaba la escultura de LA CASTAÑERA realizada en bronce a tamaño menor que el natural. En ella se representa a la tradicional castañera asando este fruto en la vía pública. Es obra del artista invidente Daniel Calvo Pérez. Continuamos nuestro paseo por la calle Mayor contemplando la austera fachada del MONASTERIO DE LAS AGUSTINAS RECOLETAS, obra de comienzos del siglo XVII. En la esquina de enfrente se halla la CASA DE LOS SEÑORES GARCÍA GERMÁN, proyectado por el arquitecto Jerónimo Arroyo a comienzos del siglo XX. Después de múltiples y varios usos –sede del Gobierno Civil, comisaría de policía…–, en la actualidad tiene un carácter privado. Y así fue como llegamos a la plaza de la Inmaculada ante la cual se muestra en todo su esplendor el ábside y el muro de la epístola de la hermosa catedral palentina. Sin embargo, antes nos detuvimos a contemplar la escultura MONUMENTO AL MAESTRO, en la que sobre  una base de granito de forma rectangular,  se encuentran  los dos personajes realizados en bronce: un maestro, que aparece sentado sobre un pedestal con un libro abierto en sus manos, en actitud de estar leyéndoselo a una niña, que se encuentra sentada en el suelo escuchando con atención. Por otro lado, el centro de la plaza se encuentra presidido por otra escultura, el MONUMENTO A LA VIRGEN INMACULADA, de bronce negro asentado sobre una columna múltiple de piedra, obra de Jerónimo Arroyo a comienzos del siglo XX. Y sin más preámbulos, nos dirigimos hacia la puerta de acceso al interior de la catedral situada en uno de los laterales del claustro. Ya la habíamos visitado en una de nuestras anteriores visitas, aunque no habíamos conseguido ver la cripta visigoda por encontrarse en proceso de restauración. Entre aquella visita y esta, la CATEDRAL DE SAN ANTOLÍN ha pasado de ser nombrada como “la bella desconocida” a “la bella reconocida”. Abonamos ocho euros por las dos entradas y comenzamos la visita. Construida sobre antiguas edificaciones dedicadas al culto, su origen lo encontramos en la Cripta Visigótica del siglo VII dedicada a San Antolín, donde posiblemente encontraron las reliquias del Santo, patrono de la ciudad. Se cuenta que Sancho III el Mayor, Rey de Navarra, pretendiendo cazar un jabalí, se adentró en una cueva y al arrojar su lanza contra él, su brazo quedó paralizado, por lo que calificó el lugar como sagrado. Aquella cueva era la cripta de San Antolín. Recorrimos un lateral del claustro buscando el acceso al interior de la catedral y nos encontramos con una portada románica perteneciente a la iglesia de San Esteban de la localidad de Quintanatello de Ojeda, único resto que se conserva, con cuatro elegantes arquivoltas decoradas con elementos geométricos. Ya dentro, lo primero que sorprende es la esbeltez, los detalles y la altura de su nave central. También la soledad del templo, pues en ese momento no estaríamos más de cinco o seis personas. Atrajo nuestra atención el primoroso trabajo plateresco de los bajorrelieves, con escenas del Rey Sancho y del Martirio de Santo Toribio ubicado en el trascoro. El elegante coro muestra la primera sillería realizada en nogal. La Capilla Mayor muestra esculturas de Felipe Vigarny y un San Antolín de Gregorio Fernández. Sin embargo, lo más curioso de esta catedral es la existencia de dos capillas mayores, una levantada en los inicios del siglo XV cuando se empieza de la nueva catedral gótica, que actualmente recibe el nombre de CAPILLA DEL SAGRARIO, que tiene su propia puerta de entrada específica conocida como Puerta de los Novios; y otra de mediados del siglo XV, cuando se decide ampliar las dimensiones del templo catedralicio que se corresponde con el actual Altar Mayor que se sitúa frente al Coro, ambos con unas riquísimas y muy trabajadas rejas. Recorrimos con tranquilidad las capillas y rincones que atrajeron nuestra atención: el hermoso retablo que preside el altar mayor, las capillas de la girola como las de San Isidro, del Monumento, de San José o la de San Pedro que nos ofrece un fastuoso revestimiento policromado, la impactante imagen del Cristo de las Batallas obra del siglo XIV, el contundente altar de Cristo Salvador con los Evangelistas obra de Felipe de Vigarny, etc. Poco después descendíamos las escalinata que nos llevaría hasta la CRIPTA DE SAN ANTOLÍN, uno de los no demasiados monumentos prerrománicos que quedan en España. Está compuesta por dos partes engarzadas. La más antigua es visigótica, del siglo VII y la segunda protorrománica, del siglo XI. La construcción visigoda consiste en un pequeño espacio rectangular con tres arquillos en su cabecera. Hacia los pies, un ligero ensanchamiento comunica con la obra posterior del siglo XI. La cubierta es de piedra con losas planas y bóveda de medio cañón. Destacan también la presencia de arcos fajones de medio punto y de herradura. Por otro lado, la construcción del siglo XI es una nave abovedada con medio cañón y refuerzo de fajones. Subimos de nuevo las escaleras, observando el bellísimo friso que decora sus paredes y salimos a las naves catedralicias. Desde aquí nos dirigimos a visitar la Sala Capitular donde se ubica el MUSEO CATEDRALICIO, entre cuyas piezas más destacables figuran una magistral “Piedad” de Felipe de Vigarny, una “Santa Ana, la Virgen y el Niño” de Alejo de Vahía y la pintura “Martirio de San Sebastián” de El Greco. Justo a la entrada nos llamó la atención un retrato anamórfico de Carlos V, del siglo XVI, cuyo rostro se ve únicamente mirando a través de un pequeño orificio practicado en el marco. 

Tras esta visita salimos de nuevo al exterior, a la Plaza de la Inmaculada para disfrutar del exterior del edificio. En esta plaza se abren dos puertas de corte ojival, la del Salvador o de “Los Novios” que da acceso a la Capilla del Sagrario, y la de Santa María o “del Obispo”, con arquivoltas que se apoyan en un apostolado del siglo XVII. Desde aquí bordeamos el ábside de la cabecera del templo buscando una de las gárgolas más conocidas, una que representa la figura de un fotógrafo colocada allí por Jerónimo Arroyo durante las obras de restauración de la catedral llevadas a cabo a comienzos del XX. Con ella pretendía homenajear a un fotógrafo que realizó un gran número de fotografías sobre el patrimonio artístico palentino. Ya en la plaza de Cervantes, traspasado el ábside se abre otra puerta llamada de San Juan o “de los Reyes”, de trazado gótico y decoración plateresca. Esta agradable y sombreada plaza ofrece en su centro el MONUMENTO A LA PAZ, un viejo cañón que cambia sus balas por el agua que vierte en un pequeño estanque ante la presencia de dos palomas, aunque cuando nosotros lo vimos solo quedaba constancia de una. A pocos metros de allí nos topamos con la rectilínea y austera fachada  del siglo XVIII del MUSEO DIOCESANO, situado en el Palacio Episcopal, donde a pesar de los tesoros que guarda en su interior, decidimos no entrar y posponer su visita para otro momento. Continuamos caminando por la calle Juan XXIII hasta llegar a la plaza del mismo nombre en uno de cuyos laterales se encuentra la IGLESIA DE SANTA MARINA con una fachada poco reseñable, a no ser su espigada espadaña. Un poco más adelante llegamos a la plaza de San Pablo. En ella se encuentra la escultura MONUMENTO A LA PRIMERA UNIVERSIDAD DE ESPAÑA, ya que se considera que fue el palentino el primer centro de enseñanza superior de la España cristiana fundado en la primera década del siglo XIII. El monumento consiste en varias figuras antropomórficas de bronce, tres de las cuales aparecen sentadas sobre sendos bloques de granito, otra sentada en el suelo, y una quinta de pie con ademán de señalar algo. Hay que decir que fue imposible hacer foto alguna de la citada escultura que se encontraba salvajemente tomada y asediada por un grupo de niños ante la mirada pasiva de sus madres. También nos detuvimos un rato para contemplar la fachada de la IGLESIA DE SAN PABLO construida entre los siglos XIV y XVI. Posee dos puertas de acceso, una de ellas con un arco conopial y otra más moderna neoclásica del siglo XVIII. Proseguimos por un lateral del templo donde se encuentra la escultura en bronce  MONUMENTO AL COFRADE, formado por dos figuras que representan la llamada de hermanos y el toque del "tararú", instrumento de viento utilizado en las procesiones así como a la persona que lo toca y el sonido que produce. Y fue en este punto donde casi dimos por finalizada la visita a la capital palentina e iniciamos el camino de regreso al hotel donde llegamos cuando faltaban pocos minutos para las siete de la tarde.  

El día había merecido la pena. No obstante, antes de darme una ducha reparadora, decidí salir solo de nuevo a la calle por dos motivos: uno, visitar la cercana ermita de San Juan Bautista; y dos, encontrar algún supermercado en el camino para comprar algunas cosas para la cena y el desayuno del día siguiente. Y hacia el parque Huerta de Guadián me encaminé. Esta ERMITA DE SAN JUAN BAUTISTA, románica de la segunda mitad del siglo XII, fue trasladada de su emplazamiento original en la localidad de Villanueva del Río, cerca de Aguilar de Campoo, cuando toda la zona resultó anegada por la construcción del embalse de Aguilar. Posee una única nave, magnífico ejemplo de románico palentino, que muestra en su portada seis arquivoltas apoyadas sobre columnillas de bellas proporciones. Posee además un ábside de hermosas proporciones donde es posible ver en algunas de sus piedras la numeración con que fueron identificadas en el desmontaje del templo. Ya de camino a la salida del parque, me resultó curioso e interesante un grupo escultórico de varias figuras de madera, obra de Teo Calvo, realizadas aprovechando el tronco de un olmo. De camino de vuelta al hotel me encontré con un supermercado Lupa donde hice una pequeña compra: una botella de vino tinto, unos tomates y una botellita pequeña de aceite de oliva, ingredientes todos que nos iban a proporcionar una cena magnífica en la terraza de nuestra estancia, teniendo en cuenta que fiambre y cervezas teníamos de la compra que había realizado a mediodía. No obstante, antes de entrar de nuevo en el hotel, me di una vuelta por los jardines, terrazas, bares y restaurantes que habíamos visto antes desde nuestra habitación. Estaba bastante animada la zona a esa hora de la noche por lo que decidí hacer un pequeño alto en el BAR DUKE. Una caña de fresca cerveza con una tapa de patatas fritas por la que pagué casi dos euros me supo a gloria y me permitió darle un repaso al teléfono y a los mensajes y wasaps que había recibido a lo largo del día.

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