Habíamos planeado que, en vez de volver directamente desde Gondomar a Bailén, haríamos un pequeño tour por las capitales gallegas que aún no habíamos visitado: la política –Santiago– y las administrativas –A Coruña, Lugo y Orense–, con paradas intermedias en otras localidades que considerábamos interesantes para girar una visita a su abundante oferta cultural, como Ribadeo, Mondoñedo, Portomarín o Allariz. Por ello, la noche anterior dejamos el coche cargado con el equipaje y listo de gasolina para iniciar nuestro viaje sin dilación alguna. Nos levantamos muy temprano y salimos en silencio de la casa de Alfonso e Irene tratando de no despertarlos. Bajamos las escaleras y nos montamos en el coche que estaba mirando hacia la puerta de salida de la finca. No eran todavía las ocho de la mañana cuando ya rodábamos camino de la autovía que nos llevaría hasta Santiago de Compostela, donde rememoraríamos la visita que giramos a esta ciudad en 1977 con motivo de nuestro viaje de bodas. Aquí pernoctamos tres noches en el Hotel Peregrino, un cuatro estrellas situado en la avenida Rosalía de Castro, a poco más de un kilómetro del centro santiagués, del que en algún momento haré una pequeña reseña relacionada con aquel entrañable viaje. Llegamos a Santiago cuando pasaban pocos minutos de las nueve de la mañana, después de haber recorrido los ciento quince kilómetros aproximados que separan ambas localidades y abonado una cantidad cercana a los diez euros en concepto de peaje en la autopista AP-9 que habíamos tomado con la intención de hacer el viaje más corto y cómodo. Una vez en Santiago callejeamos un rato hasta llegar a la Plaza de Galicia donde dejamos el coche en el Interparking Plaza Galicia. Una vez que salimos a la calle, lo primero que hicimos fue buscar un establecimiento donde poder desayunar, pues aún no lo habíamos hecho. Para ello, nos dirigimos al CAFÉ BAR EL MUELLE situado en la misma plaza donde habíamos aparcado el coche, nos sentamos en una mesa del interior y pedimos un café con leche, una infusión para Concha y churros para los dos.
Abandonamos la plaza para dirigirnos a la PUERTA DE LAS PLATERÍAS, que es la única fachada románica que conserva la Catedral, comprimida entre el lienzo del claustro y la Torre del Reloj. Data de finales del siglo XI y comienzos del XII y se atribuye al maestro Esteban. Este portal fue siempre el más ‘urbano’ de la basílica medieval, ya que daba salida a los peregrinos hacia las calles principales de la ciudad cuando el Obradoiro era todavía un lodazal. Tras sufrir un incendio, fue reconstruida pero ya no consiguió alcanzar su esplendor inicial. La iconografía fue reconstruida pocos años más tarde, y en los siglos siguientes se le añadieron figuras románicas procedentes de la puerta norte de la Catedral, para crear un conjunto que hoy sorprende por su abundancia... y por su desorden. Por ello, no es de extrañar que en el friso, por ejemplo, convivan apóstoles, ángeles, signos zodiacales y representaciones del Pecado como la sirena o el centauro. Por esta puerta entramos al interior de la catedral sin abonar entrada alguna, cosa que nos sorprendió gratamente. El espacio interior de la Catedral de Santiago se organiza sobre la tradicional planta de cruz latina con tres naves por brazo teniendo el honor de ser el mayor templo románico de España. La nave central está cubierta por una bóveda de cañón y las laterales por bóvedas de arista. El triforio que recorre prácticamente todo el contorno del templo le otorga a las naves una esbeltez y una claridad inusuales en otros templos románicos de la época. A ello contribuye la enorme cristalera de su fachada principal. El altar mayor –que se encontraba parcialmente cubierto por las obras de restauración que se estaban llevando a cabo–, da muestra de la fastuosa intervención de la arquitectura barroca en la Catedral románica. El actual altar, de corte barroco, está presidido por Santiago en hábito de peregrino, sobre el que se colocó el espectacular baldaquín sostenido por ángeles y coronado por la efigie ecuestre del Apóstol y el escudo de España. Había pocos fieles y turistas dentro de la catedral en ese momento. Así que, una vez visitadas las diferentes capillas que se abren tanto en los brazos de la nave como en la girola del templo, cumplimos con la tradición y nos encaminamos hacia las escaleras que dan acceso al camarín donde, por un lado, abrazamos la escultura de apóstol Santiago sedente con esclavina de peregrino, figura románica del siglo XIII, y por otro, pudimos admirar la belleza de la nave principal. Seguidamente, continuando con la tradición, bajamos a la cripta para visitar las reliquias del Apóstol Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro en el pequeño mausoleo subterráneo.
Completada la visita, volvimos a salir por la Puerta de las Platerías, desde cuyas gradas se puede admirar la fachada de la CASA DO CABILDO construida con una función puramente teatral, la de cerrar la plaza que se abre entre la puerta de la catedral y esta casa. A la izquierda, al inicio de la rúa do Vilar, se encuentra la CASA DO DEÁN, construida a mediados del siglo XVIII. Presenta una fachada con una decoración exuberante alrededor de la puerta principal, presidida por una concha de peregrino. En ella solían hospedarse los obispos forasteros que visitaban Compostela, siendo destinada con posterioridad al uso de los deanes de la Catedral. Desde aquí avanzamos por la rúa de Fonseca y giramos a la derecha para tomar la rúa do Franco hasta llegar a la inmensa explanada que ocupa la actual PLAZA DO OBRADOIRO, cuyo nombre gallego parece derivarse de los talleres de canteros que trabajaron en la construcción de la fachada barroca de la Catedral, que domina la plaza y da la bienvenida a los miles de peregrinos que llegan por el Camino de Santiago. Toda la plaza en sí es un manual de historia del arte de los últimos setecientos años: la imponente fachada principal de la catedral y el lienzo del claustro, el Hostal de los Reyes Católicos, hoy parador de turismo y antes hospital de peregrinos, el Colegio de San Xerome, sede del rectorado de la universidad, y el Palacio de Raxoi, sede del Ayuntamiento de Santiago, no son más que una representación de los principales polos de la vida de la capital gallega: la religión, la educación universitaria, la atención al peregrino y al viajero, y la administración pública. La FACHADA de la catedral y la PUERTA DEL OBRADOIRO es la estampa más fotografiada de la ciudad de Santiago. Fue una pena no poder contemplarla en su totalidad ya que se encontraba prácticamente cubierta de andamios debido a un proceso de restauración y limpieza de la piedra que se estaba llevando a cabo. Las dos torres, de mediados del siglo XVIII, se elevan hasta los setenta y cuatro metros de altura, flanqueando un gran retablo espejo conseguido por la presencia de las mayores vidrieras que se habían visto en la Europa anterior a la Revolución Industrial. A la derecha de esta fachada catedralicia se encuentra el COLEGIO DE SAN XEROME, establecido por el arzobispo Fonseca III para estudiantes pobres. El edificio fue reedificado, aunque en su entrada se instaló la portada románico-gótica del antiguo colegio. En el centro de la arquivolta figura la Virgen con el Niño rodeada de numerosos santos. El tímpano está presidido por la Inmaculada. Sobre la portada encontramos el escudo del fundador, el arzobispo Fonseca. En la actualidad alberga el Rectorado de la Universidad. Frente a la catedral se levanta el majestuoso PAZO DE RAXOI, mandado construir por el arzobispo Raxoi en 1766, para residencia de los niños del coro y seminario. La larga fachada abierta con un elegante soportal dota al edificio de una marcada horizontalidad. En el centro de la fachada puede verse un frontón con un relieve en mármol, en el que se representa la batalla de Clavijo, coronado por la estatua ecuestre de Santiago. En la actualidad es sede del Ayuntamiento compostelano. El lado izquierdo frente a la catedral lo ocupa el HOSTAL DOS REIS CATÓLICOS, mandado construir por los Reyes Católicos en 1501 para atender a los enfermos y peregrinos del divino Xacobe, según se puede leer en la inscripción latina que recorre el friso superior de la portada. El proyecto de las obras se debe al arquitecto real Enrique Egas. Delante de la fachada podemos ver una fuerte cadena del siglo XVI sostenida por pilares esmeradamente tallados que delimita la propiedad del hospital y que tiene su origen en las disputas de propiedad entre el Ayuntamiento y las autoridades del Hospital. Cuenta con una hermosa portada plateresca en la que alternan figuras de santos y apóstoles. Sobre el friso, en el cuerpo superior se abre la ventana del Aposento Real, reservado para hospedar a los monarcas cuando acudieran a Compostela. Por último, apoyado en el costado izquierda de la fachada del Obradoiro se encuentra el PAZO DE XELMÍREZ, Palacio Episcopal mandado construir por el arzobispo Diego Xelmírez. Desde aquí, avanzamos por la rúa de San Francisco hasta llegar al templo del mismo nombre. El CONVENTO E IGLESIA DE SAN FRANCISCO fue fundado por el propio San Francisco de Asís en su visita a Santiago de Compostela en 1214. Sin embargo, del edificio original se conservan escasamente cinco arcos góticos del claustro. El actual templo barroco se construyó entre a mediados del siglo XVIII y es de gran simplicidad y pureza formal. Posteriormente una reforma neoclásica retocó la fachada, que cuenta con una imagen de San Francisco. En el atrio destaca el Monumento a San Francisco, concebido como un gigantesco cruceiro por el escultor de Cambados Francisco Asorey, cuya casa taller habíamos contemplado en la visita que giramos a esta bella ciudad gallega.
En este punto, volvimos sobre nuestros pasos para llegar de nuevo a la Plaza del Obradoiro y atravesamos el pasadizo existente bajo el Pazo de Xelmírez para salir a la Plaza de la Inmaculada, aunque es conocida popularmente por el nombre de Azabachería, debido a la tradicional presencia de talleres dedicados al azabache. Resultó muy agradable escuchar a un músico callejero que tocaba su violín para los viandantes en la acústica perfecta del pasadizo. La AZABACHERÍA es también el nombre que recibe la puerta que se abre en este costado de la catedral. Un incendio y la posterior construcción de la nueva fachada barroca desplazaron muchas piezas originales hacia la fachada de Platerías. Fue construida a mediados del siglo XVIII y en ella conviven los estilos barroco y neoclásico. En la cima del frontón se eleva la figura del Apóstol. A nuestras espaldas, al otro lado del coqueto jardín existente en la plaza, se elevaba la fachada del MONASTERIO DE SAN MARTIÑO PINARIO, realizada con gran sencillez y frialdad de líneas. Una gran escalinata da acceso a la portada enmarcada por severas columnas dóricas, presidida por una escultura de San Bieito, rematando la estructura un escudo de España entre vieiras y la figura de San Martiño de Tours.
A eso de las doce y media subíamos la rúa de la Azabachería en dirección a la Plaza de Cervantes. Aquí se encuentra la diminuta IGLESIA DE SAN BIEITO DO CAMPO, que fue levantada sobre unas antiguas dependencias del siglo X que ya fueran reconstruidas en el siglo XII por el arzobispo Xelmírez. La iglesia, a pesar de la sobriedad y la pureza de líneas y dentro de su pequeño tamaño, conserva un cierto aspecto monumental acentuado por su aislamiento en la plaza. Presenta una única torre central y una sola nave con capillas laterales. No pudimos ver su interior porque se encontraba cerrada. Ya íbamos un poco cansados por lo que decidimos hacer un alto en nuestra caminata mañanera y nos adentramos en DAMAJUANA, un bar de tapas situado en el número cinco de la mencionada calle Azabachería. Pasamos al salón del fondo, decorado con un estilo muy sobrio pero exquisito y nos sentamos en uno de sus veladores. Allí pedimos un par de cervezas frescas que vinieron acompañadas por unos pinchos de tortilla de patatas muy rica. Mi cerveza desapareció muy rápida y pedí un segundo tercio que trajeron con una tapita de pulpo a feira, que nos sirvió para calmar nuestros cansados cuerpos y saciar parcialmente los primeros avisos de nuestros estómagos. Después de abonar seis euros por las consumiciones, salimos de nuevo a la calle y nos dirigimos hacia la rúa da Algalia de Arriba hasta llegar a la conocida como CASA GÓTICA, edificio también conocido como Casa do Rei Don Pedro. Es una muestra de la arquitectura civil compostelana del siglo XIV. De la primitiva construcción conserva en la parte baja de la fachada principal la puerta de entrada y una ventana con arcos apuntados. En el primer piso, vemos otra ventana con tracería dentro de un arco apuntado decorado. En su interior se encuentran los Servicios administrativos del Museo das Peregrinacións. Casi enfrente, en un pequeño ensanche de la calle pudimos ver la fachada de la IGLESIA DE SAN MIGUEL DOS AGROS, construcción del siglo XVIII sin mérito artístico especial. Cuatro pilastras jónicas acanaladas en un gran óculo central animan esta desnuda obra arquitectónica. Y justo al lado se encuentra la IGLESIA DEL MONASTERIO DE SAN MARTIÑO, de la que solo pudimos ver su hermosa fachada plateresca y un lateral. Presiden en la parte central, entre la puerta y el óculo, la Virgen, San Bieito y San Bernardo, mientras que en el frontón que corona la portada está San Martiño repartiendo su capa con un pobre. Las torres se levantan sólo hasta la altura de la fachada, debido a la oposición del cabildo catedralicio, temeroso de que la basílica perdiese visibilidad. Para vencer el desnivel del terreno se construyó la hermosa escalera de acceso a la puerta, sin duda inspirada en la que da acceso a la Catedral desde la fachada del Obradoiro. Desde este punto iniciamos el camino de regreso hacia el coche tomando la rúa da Troia donde nos detuvimos a visitar la CASA MUSEO DE LA TROIA, un pequeño museo que recrea el ambiente estudiantil de la afamada pensión regentada por 'Doña Generosa' en Santiago de Compostela a finales del siglo XIX, e inmortalizada por el escritor Alejandro Pérez Lugín en su novela 'La Casa de la Troya'. Consta de tres plantas y un pequeño ático que remata la casa. La entrada está formada por un zaguán o zona de paso y desde este lugar, la casa se divide en dos zonas bien diferenciadas: la vivienda propiamente dicha y las caballerizas. Desde allí llegamos a la Plaza de Quintana, volvimos a pasar por delante de la Puerta de las Platerías de la catedral, cuya belleza nos hizo volver de nuevo la mirada para contemplarla una vez más. Otra vez la visión de la rúa do Vilar nos rememoraba tiempos pasados que solo se conservaban en nuestra memoria. La recorrimos en su totalidad hasta llegar al PARQUE DA ALAMEDA porque queríamos plasmar un nuevo encuentro con don Ramón María del Valle-Inclán, cuya escultura nos esperaba sentada en uno de los bancos del parque mirando incansable la cubierta fachada del Obradoiro a causa de las obras de restauración que se estaban llevando a cabo en la misma. Valle-Inclán fue un poeta, novelista, autor teatral, que formó parte del modernismo literario español y de su ‘Generación del 98’. Del modernismo pasó a reflejar la grotesca realidad de la sociedad española mediante personajes trágicos y sarcásticos en sus dramas. Esa estética se conoce como ‘esperpento’ y es este escrito gallego su creador. La ESTATUA DE VALLE INCLÁN se encuentra sentada en un banco del parque esperando que lleguen los paseantes y le susurren sus íntimas cuitas. Es una escultura de bulto redondo hecha en bronce. El banco donde se encuentra lleva la leyenda 'A Don Ramón María del Valle-Inclán. 1866-1936'. 'A Universidade e Concello de Compostela. Santiago 5 de xaneiro 1999'. De vuelta ya hacia el aparcamiento nos cruzamos con otra interesante escultura que había en estos jardines, muy cercana a la fachada del IES Rosalía de Castro. La escultura en bronce, obra de César Lombera, llamada AS DUAS MARÍAS, guarda una triste historia que creemos que hay que mantener viva para evitar su olvido. Corelia y Maruja Fandiño, personajes reales, hermanas populares de Santiago en la segunda mitad del siglo XX, asiduas paseantes de La Alameda a las dos de la tarde, notables por su manera de vestir, impropia para su época. También son conocidas como “Las Dos en Punto” porque siempre salían a pasear a esa hora. Nacieron en una familia obrera de 11 hermanos, tres de ellos destacados miembros de la CNT. Tras el estallido de la Guerra Civil, asesinan a uno de ellos mientras que los otros dos consiguen huir. La pesadilla para las hermanas comenzó cuando los falangistas trataron de utilizar a la familia para averiguar su paradero. A horas intempestivas de la noche, llegaban a la casa de los Fandiño, registraban y desbarataban la vivienda, desnudaban en la vía pública a las hermanas para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago. Con cierto regusto amargo abandonamos el Parque de la Alameda para dirigirnos hacia la Plaza de Galicia donde teníamos a resguardo el coche. Abonamos los casi diez euros que nos pidieron y, pasadas las una y media, abandonamos Santiago en dirección a La Coruña donde íbamos a dormir esa noche.
Dejábamos en el debe otra visita a la ciudad una vez que la fachada del Obradoiro y el Pórtico de la Gloria estuvieran libres de andamios y lonas para poder disfrutarlos en toda su magnitud.
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