Volvíamos de nuevo a Galicia, esta vez para hacer un largo recorrido que nos llevaría por todas las provincias y capitales gallegas visitando por primera vez alguna de ellas como Lugo y Orense, que no conocíamos. Habíamos salido temprano desde Paracuellos de Jarama y habíamos hecho un alto para comer en un bar de carretera del concello de Cualedro de nombre LA PAELLA, que nos dejó un buen sabor de boca por la calidad del servicio que nos ofrecieron, por la excelencia de los platos que nos sirvieron y por el precio que abonamos al pedir la cuenta. Lo tendríamos en cuenta para viajes futuros. Con las fuerzas repuestas, subimos de nuevo al coche y continuamos viaje hasta Ribadavia, antigua capital medieval del Reino de Galicia y cuna y capital del vino de Ribeiro, situada a pocos kilómetros de la ciudad de Orense. Pocos minutos pasaban de las cuatro de la tarde cuando abandonamos la autovía A-52 para recorrer los escasos tres kilómetros que nos separaban del centro urbano de esta interesante villa, que conserva uno de los cascos históricos más completos de toda la comunidad gallega. Aparcamos en la rúa do Progreso. Se respiraba una gran humedad en el ambiente, aumentada porque lloviznaba a ratos lo que nos obligó a coger el paraguas.
Nada más comenzar nuestro paseo nos encontramos con dos construcciones religiosas que nos llamaron la atención: una, la pequeña IGREXA DE LA VIRGEN DEL PORTAL, dedicada a la patrona de Ribadavia, iniciada en el siglo XVI sobre los restos de la antigua iglesia del siglo XII, pero que no se acabó definitivamente hasta el año 1875, fecha en la que se construyó la fachada neoclásica que la preside en la actualidad. La otra, situada prácticamente a su lado, la IGREXA PARROQUIAL Y CONVENTO DE SAN DOMINGOS, de refinado estilo gótico con algunas reminiscencias románicas, construido entre los siglos XIII y XIV. Destacan los capiteles historiados con motivos vegetales, animales y geométricos y el ábside de elegantes proporciones. Volvimos sobre nuestros pasos y nos detuvimos en la pequeña terraza cubierta por un toldo –de todas formas, no llovía en ese momento– del CAFÉ BAR CALVO, con escasa clientela en esos momentos. Pedimos una manzanilla para Concha y un café con leche para mí que nos sirvieron acompañados de unos trozos pequeños de bizcocho deferencia de la casa. Terminadas las bebidas y abonadas las consumiciones, iniciamos una visita rápida para ver los edificios más representativos de la villa que aún nos quedaban por ver. Bajamos la calle hasta que nos dimos de bruces con una letras de gran tamaño que conformaban el nombre de RIBADAVIA situadas frente a uno de los lienzos de muralla del CASTILLO DE LOS SARMIENTO, residencia oficial de los condes de Ribadavia hasta que se trasladaron al Palacio situado en la Plaza Mayor de la villa, mediado el siglo XVII. Resulta curioso el maridaje del apellido de esta familia nobiliaria relacionado con la riqueza vinícola de la zona. El estado de la fortaleza actualmente es bastante ruinoso, ya que le faltan las almenas así como la torre de homenaje y cualquier otro signo de protección que tuviera el castillo. Desde aquí nos dirigimos por la rúa Alcalde Meruéndano –con algunos ejemplos interesantes de fachadas de granito– que viene a desembocar en la Plaza Mayor, en la que abundaban las sillas y mesas amontonadas debido a la climatología contraria de los numerosos bares y restaurantes que alberga el recinto urbano y que en ese momento se encontraban cerrados. La PRAZA MAIOR es un gran rectángulo de forma irregular con excelentes ejemplos de casas con elegantes fachadas de granito de dos o tres alturas entre las que destacan, entre otras, la Casa Consistorial y el antiguo Palacio de los Condes de Ribadavia. El AYUNTAMIENTO cierra el costado izquierdo de la plaza, con fachada neoclásica de fino granito, de tres plantas y una TORRE DEL RELOJ adosada de estilo renacentista, con tres cuerpos superpuestos estando en el primero la escalera de acceso al interior de la torre, coronada por un reloj dotado de un cuerpo de campanas de hierro labrado que sobresale del resto del edificio capitular. Nos habían dicho, y nos lo confirmaron unos vecinos a los que preguntamos, que al reloj hay que darle cuerda diariamente tanto para marcar las horas como las medias horas. Enfrente, al otro extremo de la plaza, la exquisita fachada de piedra labrada y decorada con los escudos nobiliarios de la familia del PALACIO DE LOS CONDES, que en la actualidad alberga la Oficina de Turismo y en la primera planta el Centro de Información Judía, donde se cuenta la historia de la comunidad hebrea local, que fue una de las más florecientes de Galicia, enriquecida con el comercio del vino. Es también desde aquí desde el que se accede al interior del recinto murado del Castillo. En toda la plaza también son notables algunos ejemplos de balconadas con muy buenos ejemplos de rejería con filigranas primorosas.
Desde aquí nos introdujimos por la rúa Merelles Caula en el precioso y muy bien conservado BARRIO DE LA JUDERÍA de calles cortas y estrechas, empedradas y con elegantes y robustos soportales que protegen a sus vecinos de las inclemencias del tiempo. Lo primero que nos encontramos, una vez que recorrimos los primeros metros de la calle, fue la IGREXA DE MARÍA MAGDALENA, edificación del siglo XVIII, con un cuerpo de campanas poco afortunado que rompe el escaso atractivo de la fachada neoclásica entre pilastras del templo. Sí nos sorprendió encontrarnos en una esquina un cartelón decorado con el conocido víctor franquista en rojo, narrando las hazañas evangelizadoras en tierras filipinas a comienzos del siglo XVIII del agustino FRAY JACINTO DE RIBERA, nacido en esta villa y bautizado en esta iglesia. Continuamos caminando por la rúa Santiago hasta llegar al templo románico del mismo nombre. La IGREXA DE SANTIAGO, románica del siglo XII, fue la primera iglesia que existió en villa. Es de planta rectangular con una sola nave cubierta de techumbre de madera. La portada contiene un arco de medio punto con tres arquivoltas que se sostienen por tres pares de columnas de capiteles con motivos vegetales. De su exterior, que fue lo único que vimos porque se encontraba cerrada, destacan las puertas y ventanas con una soberbia decoración artística, así como los arcos y un rosetón primoroso. Antes de esta iglesia habíamos dejado atrás la fachada del MUSEO ETNOLÓGICO, con una amplia y variada de objetos procedentes sobre todo del contexto rural y también del urbano anteriores a la introducción de los medios de producción industrial. Seguimos nuestro agradable paseo –la lluvia había desaparecido por completo– hasta la estrecha praza de García Boente, toda ella porticada. Destaca en una de sus esquinas la CASA DE LA INQUISICIÓN, un edificio del siglo XVI con cinco escudos de familias de la villa ligadas al Santo Oficio. Muy cerca, la FONTE DA PLATA, rehundida en el suelo de la rúa Salgado Moscoso, atrajo nuestra atención con el sonido del agua que manaba de un caño. Por último, y como colofón a nuestra rápida visita a la villa, nos encaminamos hacia la IGREXA DE SAN XOAN BAUTISTA, impresionante ejemplar de iglesia románica del siglo XII, muy bien conservada y situada a escasos metros del barrio judío. Fue manda construir por los Caballeros de la Orden de Malta, forma una placita coqueta y bonita. Presenta un ábside de gran clasicismo y de una extraordinaria belleza. La única pega es que se encuentra actualmente rodeado y agobiado por edificaciones que impiden una contemplación nítida y de conjunto.
Concluida la visita nos dirigimos de nuevo al coche para continuar camino hacia Gondomar donde nos esperaban nuestros nietos.
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