viernes, 3 de mayo de 2013

VILLAVICIOSA, ALGO MÁS QUE SIDRA EL GAITERO

Llegamos a la villa a eso de las una y media de la tarde procedentes de la cercana Lastres. Aparcamos el coche en la calle del Sol, cerca de la plaza de José Caveda y Nava, un bonito espacio que antecede a la RESIDENCIA COLEGIO DE SAN FRANCISCO, de fachada clásica y blasonada, aunque poco decorada. En la plaza se encuentra el monolito de homenaje sobre el que descansa un busto de CARLOS I, donde se recuerda la fecha de 19 de septiembre de 1517, cuando el emperador, procedente de los Flandes, durmió por primera vez en tierra española después de desembarcar en el cercano Tazones, motivado por el temporal que le hizo variar su rumbo al no poder desembarcar en Laredo. Desde aquí nos dirigimos hacia la cercana plaza del Ayuntamiento, espacio triangular conocido también como la plaza del Güevu, en la que destaca el precioso edificio de la CASA CONSISTORIAL de la villa construida a comienzos del siglo XX de líneas sencillas pero refinadas. 

Miramos el reloj –dos y cuarto de la tarde– y empezamos a buscar un lugar para comer. Lo hicimos en la SIDRERÍA EL PARQUE, sita en la calle Cervantes. Nada más entrar nos dimos cuenta de la presencia de una ingente cantidad de personas que había en su interior, pues, por lo visto, la inauguraban ese día y había un follón impresionante. Nos ofrecieron sentarnos en un salón interior, pero declinamos la oferta. Preferimos esperar y terminamos por sentarnos en una mesa cerca de la cristalera que daba a la calle en el momento en que una mesa quedó libre. Pedimos un plato de huevos fritos, patatas y chistorra asturiana y otro más de riñones en salsa marinera, todo ello regado con un par de cervezas y una botella de sidra. Pagamos veintiocho euros por todo. Finalizada la comida, salimos del local y cruzamos la calle para llegar al PARQUE DE LA BALLINA, situado frente al restaurante. Aquí nos topamos con una curiosa escultura homenaje al empresario fundador de la Fábrica de Sidra El Gaitero José Cardín Fernández, obra del escultor vasco Eduardo Úrculo, de nombre EXALTACIÓN DE LA MANZANA. Está realizada en bronce y en ella podemos ver un enorme sombrero y media docena de manzanas desparramadas por el suelo, fruta que es considerada como el mayor patrimonio de la localidad. Aprovechamos la ocasión para pasear brevemente por este parque y contemplar algunas esculturas más que atesora en sus parterres: un busto en bronce dedicado al “pintor de lo asturiano” Guillermo Simón, una cabeza de toro también en bronce obra del escultor Mariano Cobo o una alegoría a la manzana realizada en madera y granito. 

Nos dirigimos a continuación a visitar la iglesia de Santa María de la Oliva, pero antes de llegar hicimos un alto en el AUTOSERVICIO CAMPA, ubicado en la calle del Agua. De su pequeño escaparate a la calle nos llamó la atención la presencia de una marca concreta de licores típicos de la región. Entramos en el reducido comercio y compramos cuatro botellas de HIJOPUTA, una de orujo blanco, otra de licor de hierbas, otra de licor naranja y otra de crema de orujo. Además nos llamó la atención la existencia de grelos, una verdura de color verde oscuro procedente del nabo, que no son más que los tallos tiernos que aparecen en la planta justo antes de su floración. Le comentamos a la señora que nos hubiera apetecido comprar un manojo pero que era imposible que nos los pudiéramos llevar dado que íbamos a estar varios días más de viaje, a lo que esta mujer nos afirmó y reafirmó, envolviéndolos en papel de periódico, que aquel paquete y aquellos grelos llegarían perfectamente a Bailén dos días después. Pagamos 51 euros por todo, teniendo en cuenta que los grelos solo nos costaron un euro. Pasamos por el coche y dejamos el paquete en el maletero. Desde allí nos fuimos a visitar la IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA OLIVA, antiguamente conocida como Santa María del Conceyu, una magnífica muestra del románico tardío de Villaviciosa, que incorpora también elementos góticos. Se levantó a finales del siglo XIII, con posterioridad al 1270, año en que Alfonso X "El Sabio" otorga la carta puebla a la villa. El templo es rectangular, de una sola nave y cubierta con estructura de madera vista. En los capiteles de la portada sur se pueden apreciar algunas escenas de caza, mientras que en la puerta principal, la oeste, hay un rosetón calado, arquivoltas, columnas y capiteles en las que aparecen interesantes figuras zoomorfas y antropomorfas. No pudimos visitar su interior porque se encontraba cerrada, pero sí disfrutamos un buen rato de los capiteles y las figuras que aparecen en los mismos, así como de la imagen de la Virgen de la portada oeste que parece estar suspendida en el aire. Casi al lado de la iglesia se abre una pequeña plaza a la que sirve de fondo la fachada del TEATRO RIERA mandado construir en 1942 por el industrial Laureano Riera, del que toma su nombre. En la actualidad el teatro es propiedad del Ayuntamiento de la villa. Según habíamos leído cuenta con un aforo de 270 plazas. Presidiendo la plaza se puede observar un monolito coronado por la figura de Obdulio Fernández Pando, otro de los fundadores de El Gaitero, acompañado de dos esculturas en bronce realizadas por Mariano Benlliure. En este punto, volvimos de nuevo al coche y desde allí nos encaminamos hacia la FÁBRICA DE SIDRA EL GAITERO, ubicada en la zona de La Espuncia, estratégicamente situada entre la carretera N-632 y la ría de Villaviciosa, en un paraje de extraordinaria belleza. La implantación fabril, que comenzó a finales del siglo XIX, con el primer edificio para la elaboración de sidra y la bodega, va teniendo sucesivas ampliaciones y reformas en los edificios que se construyen, dando como resultado un conjunto arquitectónico de singular interés, armónico con el entorno y de contenidas volumetrías, y con la singularidad de contar con embarcaderos en la ría más larga de Asturias. Fue en este momento, aproximadamente a las seis de la tarde, cuando decidimos volver a Gijón, donde dormiríamos esa noche. En el debe, se nos escapó una visita –que anotamos para un próximo viaje– al conjunto de la pequeña pero majestuosa iglesia de San Salvador, auténtica joya del  arte prerrománico asturiano, y alguna más de los pueblos y aldeas cercanos como la de San Salvador de Priesca.


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