jueves, 2 de mayo de 2013

LLANES: LOS CUBOS DE LA MEMORIA

No teníamos pensado visitar esta localidad, pero después de leer alguna  información turística sobre la misma, decidimos hacer un alto para ver dos cosas que nos llamaron la atención: los Cubos de la Memoria y la Playa de las Cuevas del Mar. Llegamos en torno a las cinco de la tarde, después de recorrer los casi cincuenta kilómetros que separan ambas localidades. El GPS nos fue guiando con exactitud y nos llevó hasta el puerto donde conseguimos estacionar el coche en el aparcamiento habilitado para tal fin, cerca de la plaza de Cimadevilla.  En ese momento no llovía, aunque el cielo seguía amenazando lluvia, así que, como personas precavidas que somos, nos armamos con nuestros paraguas y nos encaminamos para visitar esta obra que ennoblece el puerto de esta villa. Cruzamos la ría por el puente que da a la calle Marqués de Canillejas, continuamos por la calle San Antón hasta llegar a una pequeña explanada desde la que los Cubos tenían una perspectiva perfecta.

En ese momento comenzó a llover débilmente, una especie de orvallo que no nos impidió realizar la visita prevista. Desde aquí era visible el arenal que conforma la playa del Puertu Chicu, encajonada en medio de un agreste acantilado. En los alrededores, nos fijamos en una escultura HOMENAJE A LA MUJER DEL PESCADOR, situada frente a la entrada del puerto y a escasos metros del faro. Es un bronce que representa a una mujer pescadora sentada posando con un pote, uno de los platos más tradicionales de la zona. La escultura es  un  homenaje a las sufridas mujeres de los pescadores, que juegan un papel clave en la economía marinera. Casi enfrente emergía la linterna del faro que ilumina la abrupta costa de la zona y permite una navegación más segura. Y al otro extremo, el motivo de nuestra visita era perfectamente visible: los CUBOS DE LA MEMORIA, obra del artista vasco Agustín Ibarrola, que realizó esta intervención artística en el puerto sobre los bloques de hormigón que componen la escollera del puerto. Constituye una de las mejores manifestaciones de arte público donde se funden elementos esenciales de la obra del artista con el pasado histórico-cultural de la villa. A través de “Los cubos de la memoria”, se puede conocer la memoria del artista, la memoria del arte y la memoria del territorio. La obra la componen las pinturas sobre los cubos, que se mezclan en armonía rompiendo las aristas y trazando nuevos juegos de formas al unir los cubos por medio de colores, creando volúmenes y superficies nuevas a través de un lenguaje plástico no figurativo. Es una obra de gran belleza destinada a la contemplación armónica de sus formas y colores que cambian a cada momento con la luz, el agua cubriendo y descubriendo elementos y símbolos como los ojos y los peces. Regresamos y recorrimos otra vez las márgenes del puerto, aunque ahora nos encaminamos hacia la punta sobre la que estaban depositados los Cubos. Después de pasear tranquilamente, hacer múltiples fotos y soportar el viento algo desagradable que soplaba en el extremo exterior del puerto, nos dirigimos de nuevo al coche para abandonar la localidad. Ahora tocaba hacer la segunda visita que teníamos planificada. 


Salimos a la A-8 y tomamos dirección a Ribadesella, donde íbamos a pernoctar esa noche. Después de circular unos veinte kilómetros nos salimos de la autovía, dejamos atrás la villa de Nueva de Llanes y nos dirigimos hacia el Cantábrico por una estrecha carretera local hasta llegar a la PLAYA DE CUEVAS DEL MAR. Dejamos el coche en un ensanche de la carretera habilitado para ello y nos acercamos a la playa que en ese momento estaba en marea baja, circunstancia que facilitaba la visión que andábamos buscando. La playa esta cerrada por dos altos acantilados, uno de los cuales, el de la derecha, recuerda la cabeza de un animal bebiendo. Su nombre  describe las enormes formaciones rocosas perforadas por el mar que dejan al descubierto cuevas y túneles. Se trata de un paisaje kárstico de gran belleza. Completada la sesión fotográfica, volvimos al coche y, esta vez sí, ya no pararíamos hasta llegar a Ribadesella. Eran aproximadamente las siete de la tarde.

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