Nuevo día soleado el que nos amaneció en Viena. Sin embargo, desde el balcón del apartamento ya notamos que era un día diferente al que habíamos tenido el día anterior. Soplaba un viento desagradable que hacía que la temperatura se desplomara a la sombra. Nos levantamos temprano como cada día y preparamos el desayuno, pan tostado con fiambre, mantequilla y mermelada y café con leche. A la hora de salir, nueve y cuarto aproximadamente, decidimos echarnos un anorak fino para combatir el viento que habíamos observado. Nos dirigimos hasta la parada del tranvía y esperamos a que llegara. Nos sorprendió un poco el hecho de que unas veces el tranvía que cogíamos era muy antiguo mientras otras era maquinaria de última generación. Llegamos a la conclusión de que ambos tranvías operaban a la vez. Subimos, validamos nuestra tarjeta de viaje y nos bajamos en Burgring, en pleno Barrio de los Museos. Nos acercamos para ver la fachada del WIEN VOLKSTHEATER o Teatro del Pueblo y la denominada “casa más pequeña de Viena”, en la esquina de la calle Burggasse, que actualmente es una relojería y no tiene más de quince metros cuadrados. Después de visitar esta pequeña casa nos acercamos hasta las antiguas caballerizas del palacio imperial de Hofburg, hoy conocido como MUSEUMSQUARTIER, en cuyo patio central había una serie de “sillones gigantes” para que la gente descansase en ellos. En este patio se han emplazado en la actualidad dos museos: el MUMOK o Museo de Arte Moderno, que representa uno de los lugares más importantes del arte de los siglos XX y XXI; y el LEOPOLD MUSEUM, colección privada del doctor Leopold donde se recoge los mejor del estilo Art Nouveau de Viena, los talleres vieneses y el Expresionismo.
Cruzamos la calle y nos acercamos a la PLAZA DE MARÍA TERESA, cuya escultura se encuentra en el centro de esta. A ambos lados de la plaza se alzan dos edificios prácticamente iguales. Uno es el KUNSTHISTORISCHES MUSEUM WIEN o Museo de Historia del Arte, en el que se exponen las obras de arte reunidas por la familia Habsburgo a lo largo de los siglos. Y frente a este, el NATURHISTORISCHES MUSEUM VIENA o Museo de Historia Natural donde se guardan más de veinte millones de objetos y seres vivos que forman parte de la historia de la tierra y la variedad sensacional de la naturaleza: los Habsburgo coleccionaron bajo este techo, situado cerca del Palacio Imperial, desde insectos hasta pterosaurios, pasando por piedras preciosas y minerales. La obra maestra de la colección es la «Venus de Willendorf», una pieza de casi treinta mil años de antigüedad. Visitados ambos museos nos acercamos a la HELDENPLATZ o Plaza de los Héroes, lugar donde en marzo 1938 Adolf Hitler anunció la incorporación de Austria al III Reich. Se accede a la plaza de los Héroes por la Burgtor (Puerta de Palacio). Dejamos a un lado los afamados jardines diseñados en estilo inglés del VOLKSGARTEN o Jardín del Pueblo y el BURGERGARTEN o Jardín de Palacio. Y así llegamos al patio principal del PALACIO IMPERIAL DE HOFBURG, que durante más de seiscientos años ha sido el lugar de residencia de los Habsburgo; se trata de un enorme conjunto arquitectónico que abarca una amplia zona, desde los antiguos aposentos imperiales, pasando por varios museos, una capilla y una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Invierno de Equitación hasta el despacho del presidente de Austria. Tiene la entrada principal por la Michaelerplatz, que es precisamente por donde nosotros salimos. Entre las principales visitas que de modo independiente se pueden realizar está la SPANISCHE HOFREITSCHULE o Escuela Española de Equitación, una impresionante sala barroca en la que hoy en día realizan sus prácticas y representaciones los caballos lipizzanos, una raza de caballos que son negros hasta los ocho años, edad a la que la mayoría de ellos se vuelve de color blanco. También se puede acceder al SISÍ MUSEUM donde se exhiben numerosos objetos personales de la emperatriz y los retratos más famosos de la bella Emperatriz; además se puede girar una visita a sus aposentos privados. O la OSTERREICHISCHE NATIONALBIBLIOTHEK o Biblioteca Nacional de Austria, construida en un ala del palacio que da a la plaza de los Héroes y que cuenta con más de doscientos mil volúmenes. Nosotros no hicimos ninguna de las visitas propuestas porque pocas veces hemos accedido a este tipo de palacios barrocos donde el dorado prima sobre cualquier otro color, a no ser que la visita estuviera incluida en el precio de la excursión, como ya nos ocurrió en nuestra estancia en San Petersburgo. Como dijimos anteriormente, salimos por la Michaelerplatz, donde pudimos contemplar restos de la presencia romana en Viena. Bordeando el palacio llegamos hasta el ALBERTINA MUSEUM, donde se concentra una de las mayores y más valiosas colecciones gráficas del mundo, con trabajos como la “Liebre” de Durero, los estudios sobre mujeres de Klimt o trabajos que abarcan desde Monet hasta Picasso. A pocos metros se encontraba la KAISERGRUFT o Cripta Imperial, situada debajo de la Iglesia de los Capuchinos. Aquí es donde descansan los restos de la realeza austriaca, entre otros, la emperatriz María Teresa, Francisco José I o la emperatriz Sissí. Giramos a nuestra derecha para salir a la KÄRNTNERSTRASSE, una de las calles más elegantes y animadas de la ciudad, de fuerte carácter comercial. Había numerosos artistas callejeros haciendo las populares estatuas con las que se ganan la vida. Así llegamos a STEPHANPLATZ o Plaza de San Esteban, que se transforma en STOCK-IM EISEN-PLATZ o Plaza del Tronco de Hierro porque en la esquina con la calle por la que veníamos se encuentra un tronco de árbol protegido con metacrilato. Mirándolo desde cerca se ve que tiene un rudimentario cerrojo con candado que lo aprisiona, y un sinfín de clavos oxidados de todos los tamaños clavados en el tronco. Tiene su origen en la costumbre de los cerrajeros de hincar un clavo en el tronco, antes de salir hacia todos los rincones de Austria a trabajar. Llegados a este punto, casi las doce de la mañana, nuestro estómago ya reclamaba su necesidad de comer y beber algo. Como todavía era temprano, decidimos parar en un quiosco de comida rápida que había en la calle Goldschmiedgasse haciendo esquina con la plaza. Tenía bastante clientela para ser la hora que era, la mayoría hombres con traje y mujeres con mucho estilo en su vestimenta. Pedimos dos pintas y un par de salchichas troceadas a la plancha, una bratwurst y una bierwurst de piel más rojiza. Trece euros pagamos por todo. Con el estómago lleno y con la sed contenida nos dedicamos a admirar la magnífica plaza que rodea y contiene la catedral. STEPHANSDOM o Catedral de San Esteban es el símbolo religioso más importante de Viena. Se levantó sobre las ruinas de una iglesia románica dedicada a San Esteban, aunque del antiguo templo solo se conservan la Puerta de los Gigantes y las Torres de los Paganos. La catedral está coronada por una gran torre con forma de aguja (Steffi) construida en estilo gótico que, con sus 137 metros de altura, puede verse desde diferentes puntos de Viena. En la parte posterior de la catedral se puede ver el Tejado de los Azulejos, formado por más de 250.000 azulejos que tuvieron que ser restaurados tras quedar seriamente dañados durante la II Guerra Mundial. En la parte derecha de la catedral hay una entrada llamada Puerta de los Cantores, que no podía ser utilizada por las mujeres, aunque hoy en día esa tradición ha desaparecido. Algunos de los puntos más interesantes de la catedral son la Campana Pummerin, que se fundió con los cañones que dejaron las tropas turcas al retirarse de la capital en 1683; y el Púlpito de Pilgram, de estilo gótico, tallado con gran precisión; las catacumbas, que recogen en sus osarios los restos de más de diez mil vieneses; y la imagen de Cristo crucificado, situada en la capilla Tirna, que, según la leyenda, tiene una barba de pelo humano que continúa creciendo. La catedral vienesa es un ejemplo magnífico del estilo gótico europeo. Su espléndida nave central, las nervaduras de sus bóvedas y las filigranas esculpidas en piedra hacen su visita imprescindible. Además, su precio no es excesivo: diez euros pagamos por las dos entradas. Volvimos de nuevo al día siguiente para ver un espectáculo de luz y sonido en su interior realmente impresionante. Otros dos elementos que atrajeron nuestra atención fueron su altísima y esbelta torre campanario, que ya necesitaba un lavado de cara, y las filigranas de luz y color emitidas por sus azulejos que conformaban un tejado casi vertical. Un fuerte contraste con el gótico de la catedral lo encontramos justamente enfrente de ella, en la HAAS HAUS o Casa Haas, completamente construida en vidrio le sirve de espejo a la fachada catedralicia que se refleja en la de aquella. La presencia de este edificio creo una fuerte polémica entre los vieneses por su ubicación, pero su arquitecto defendió que siempre se habían construidos edificios modernos sobre las ruinas de los antiguos. El edificio se compone de dos fachadas: una íntegramente en cristal, y la otra desarrolla una estructura de casetones que nos recuerda las antiguas construcciones romanas. En este edificio se encuentra una tienda de Zara. Abandonamos el recinto de la plaza y la catedral por la calle Singerstrasse hasta llegar a la cercana DEUTCHORDENSKIRCHE o Iglesia de los Caballeros Teutones, orden de caballería fundada en el siglo XII. Es de estilo gótico del siglo XIV. En las paredes hay lápidas y escudos de armas de los Caballeros de esta orden. Lo curioso de esta iglesia es que no tiene entrada desde la calle, sino que se accede a ella a través de un pasadizo que nos lleva a un bellísimo patio donde se encuentra la puerta de acceso a la iglesia. En uno de los extremos surgía majestuosa imagen de la aguja de la catedral. Continuamos caminando tranquilamente por la calle hasta llegar a la JESUITENKIRCHE o Iglesia de los Jesuitas, conocida también como la iglesia de la Universidad. Su fachada muestra un estilo barroco italianizante resaltado por ventanas y nichos con estatuas. Está rematada por un frontón, el cual está a su vez flanqueado por dos campanarios coronados por agujas. Su interior es un barroco mareante. Hemos visto pocas iglesias más recargada que esta. En un lateral de la plaza en que se encuentra esta iglesia se encuentra la AKADEMIE DER WISSENSCHAFTEN o Academia de Ciencias. Eran casi las dos de la tarde y nos estábamos acercando al lugar donde en teoría íbamos a almorzar, pero dado que no hacía mucho tiempo que nos habíamos comido unas salchichas en la Stephansdom, la sola idea del almuerzo nos resultaba incómoda. Así que decidimos visitar la bodega y pedir unas cervezas y algo de comer. En un santiamén nos presentamos en la puerta de ZWÖLF APOSTELKELLER o Bodega de los Doce Apóstoles. Es uno de los restaurantes más singulares de la ciudad. Sus orígenes se remontan a mitad del siglo XIV y todavía hoy se pueden probar algunos de sus platos típicos vieneses en una sala gótica del siglo XV, con bóvedas de ladrillo visto y muy bien decorada con objetos de la época. Bajamos las escaleras que conducen a esta especie de sótano y nos sentamos en una de las mesas vacías. La ocupación del local era bastante alta. Los camareros paseaban diligentes entre los comensales con grandes bandejas llenas de pintas de cerveza y platos llenos de abundante comida. Pedimos dos pintas de Helles Lager y una bratwurst troceada con pan para los dos que nos sirvieron acompañada de chucrut. Estuvimos un rato viendo subir y bajar a la gente mientras nos comíamos la salchicha, nos tomábamos las cervezas y hacíamos alguna que otra grabación en vídeo. Una vez que habíamos acabado, pagamos al camarero un total de 13,50 euros, subimos las escaleras y nos plantamos de nuevo en la calle. Giramos a la derecha y pasamos delante del MONUMENTO A GUTEMBERG, inventor de la imprenta de tipos móviles, creación que supuso toda una revolución en el mundo de la cultura. Giramos de nuevo en dirección al pasadizo del ZUM FIGLMULLER, restaurante que se hizo famoso por su reconocido schnitzel, un escalope empanado. Casi sin darnos cuenta estábamos otra vez en Stephansdom, la omnipresente catedral vienesa. Numerosos coches de caballos esperaban la llegada de algún turista deseoso de subirse y dar una vuelta por la ciudad. Pasamos al lado de la inacaba torre norte que alberga la Campana Pummerin que también necesita una restauración y lavado de cara urgentes pues el negro causado por la contaminación está fuertemente adherido a la piedra. Bordeamos de nuevo la catedral y nos dirigimos a la MOZARTHAUS, casa en la que vivió unos años este genio de la música. La visita a este pequeño museo es un poco decepcionante porque la mayoría de las estancias solo se exponen algunos cuadros de la época y no se conserva ningún tipo de mueble. La ocho y media de la tarde eran cuando llegamos de nuevo a la plaza de la catedral. Ver en ese momento toda la mole de la catedral en sombra y la aguja de la torre campanario iluminada con un sol salvaje que sacaba destellos de cada grano de la piedra fue realmente un espectáculo que nos cautivó. Después de estar varios minutos disfrutando de las vistas y haciendo fotos para inmortalizar esos momentos nos dirigimos hacia la calle GRABEN, una de las calles peatonales principales de la ciudad, siendo la más elegante de todas. Graben significa “foso” o “zanja” en alemán. Fue originariamente el nombre que dieron los romanos a este foso que defendía la ciudad de ataques foráneos. Siglos más tarde, a finales del siglo XVII Leopoldo I, cuya estatua se encuentra muy cerca, mandó construir en medio de la calle la PESTSÄULE o Columna de la peste, para celebrar que la plaga de peste que azotó a toda Europa había acabado. Esta escultura de estilo barroco es una de las más famosas de la ciudad. Muy cerca de esta columna se puede visitar una tienda de H&M muy curiosa: la marca sueca le compró su taller del Graben a un sastre y este accedió a venderlo a condición de que dejaran todo igual que estaba hasta el momento. Así, este H&M es como el antiguo taller de este sastre: todas las paredes son de terciopelo, las columnas, lámparas, escaleras, etc. son modernistas y en la fachada sigue el cartel de que ese local es una sastrería. En varias de las bocacalles que mueren en esta vía era visible la cúpula de color verde de la iglesia de San Pedro que visitaríamos al día siguiente. La calle Graben finaliza en las fachadas de dos magníficos ejemplos de arquitectura modernista con bellísimas esculturas a modo de cariátides sosteniendo los balcones de la planta superior. En una de estas casas se encuentra una tienda de Chanel. Aquí se abren una serie de calles donde el lujo es su seña de identidad: Louis Vuiton, Rolex, Dior, Fabios, Hermès, Tiffany, Gucci y otros muchos más. Está claro que no entramos a ninguna de ellas y, evidentemente, que tampoco compramos nada. Donde sí entramos fue en la CAFETERÍA JULIUS MEINL, donde los distintos expositores de chocolates, dulces, pasteles y golosinas eran una tentación irresistible de reprimir. A pesar de todo, no compramos nada porque había una fila de gente esperando bastante considerable. Salimos en dirección a la calle Tuchlauben porque queríamos visitar el antiguo HOHERMARKT, convertido hoy en día en una amplia y preciosa plaza, en cuyo centro se halla Fuente de los Desposorios de la Virgen. En el lado septentrional de la plaza, en un pasaje elevado, que une los edificios de la compañía de seguros Anker, se encuentra ubicado el ANKERUHR, un gran reloj construido a principios del siglo XX; cada hora presenta las figuras de diferentes personajes de la historia de la ciudad. Con las campanas del mediodía, muestra una tras otra todas las figuras acompañadas por un carillón. Vimos dar las campanadas de las nueve de la noche. La base elevada sobre la que se aposenta todo el engranaje del reloj muestra un precioso relieve. Hicimos un breve alto en un súper llamado MERKUR que estaba en la esquina del reloj Anker, donde compramos una barra de pan y algo de fruta para la cena, antes de volver de nuevo a la plaza de la catedral. El cielo mostraba todavía una fuerte claridad en un tono azul desvaído en violento contraste con la piedra de la catedral iluminada tenuemente. No habíamos captado hasta ese momento la belleza total de este templo: el brillo persistente de la piedra, los miles de reflejos de los azulejos del tejado, la inalcanzable altura de su torre… ¡Todo era mágico! Por hoy dábamos por finalizada nuestra visita en la que habíamos cubierto la práctica totalidad de los objetivos que nos habíamos marcado. Llegamos al apartamento pasadas las diez de la noche -más de doce horas de marcha-, nos dimos una buena ducha, abrimos unas cervezas que teníamos frescas en el frigorífico y preparamos la cena mientras veíamos un poco los canales de televisión españoles en la tablet. Nos fuimos a la cama pronto porque el día siguiente era igual de duro y tenía bastantes visitas a realizar.
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