domingo, 4 de junio de 2017

BUDAPEST (2): GRAN SINAGOGA, SZIMPLA KERT, PUENTES DE LA LIBERTAD Y ELISABETH, PASEO NOCTURNO

Nuestro segundo día en Budapest amaneció radiante, con un limpio cielo azul que auguraba un buen día de calor. De hecho, saldríamos a la calle de verano: pantalón corto y camiseta. Nos levantamos temprano, preparamos el desayuno y nos organizamos para salir a visitar lo que teníamos planificado. Así, a las ocho y media ya estábamos viendo la blanca fachada del hotel Ritz Carlton en la Erzsébet tér. Giramos a la izquierda por Király utca hasta llegar a la Sinagoga Rumbach, construida en un espléndido estilo morisco que recuerda un poco a la Alhambra, aunque presentaba un aspecto un poco decadente y abandonado en algunas zonas de su fachada. Desde allí nos dirigimos a la GRAN SINAGOGA. Es la segunda sinagoga más grande del mundo, después de la de Nueva York. Tienen en ella cabida tres mil personas, mil quinientos hombres en la nave del edificio y otras tantas mujeres en los palcos laterales de la primera y segunda plantas. Pagamos 4.000 florines por las dos entradas con visita guiada, al cambio casi catorce euros. Junto con la entrada me dieron a mí, como hombre, un gorrito de cartón con una horquilla para cubrirme la cabeza; las mujeres no lo necesitan. Resulta chocante que en el precio de la entrada va incluida la visita y la posibilidad de hacer fotos y vídeos. Nuestro error fue no haber realizado la gestión de las entradas por internet porque estuvimos más de una hora esperando en la fila para poder comprar las entradas. Es conocida como la sinagoga católica ya que su decoración recuerda mucho a la de una iglesia y además tiene dos púlpitos y un altar. El guía argentino que correspondió a los visitantes españoles fue una persona con mucha empatía, que supo ganarse el grupo a base de contar anécdotas graciosas. La sinagoga es hermosa, muy luminosa y bellísima en cuanto a su decoración de techos y paredes. Cuenta con dos grandes lámparas magnificas en la nave central, amén de otras mucho más pequeñas.
Terminada la visita al interior de la sinagoga salimos al patio, ya sin guía, para terminar la visita. Allí nos encontramos con la escultura “EL ÁRBOL DE LA VIDA”, hecho con láminas que representan las hojas del árbol en las que están escritos los nombres de los judíos húngaros muertos durante el Holocausto. También existe una lápida en el suelo en la que se homenajean los nombres de las personas que lucharon por salvar a judíos durante el holocausto; entre ellos se encuentra el de Ángel Sanz Briz, conocido como el “Ángel de Budapest”. Esta lápida está rodeada de piedras en lugar de flores, ya que éstas se marchitan mientras que aquéllas duran mucho tiempo. Ya fuera de la sinagoga nos acercamos a ver la estatua MEMORIAL KARL LUTZ EMLEKPARK. Karl Lutz fue vicecónsul de la delegación diplomática suiza durante el periodo de ocupación nazi e inventor de la Schutzbrief –carta de protección– para los refugiados judíos. Desde aquí fuimos a pasear por GOZSDU UDVAR, plaza en la que hay numerosos bares y restaurantes para todos los bolsillos además de puestos callejeros de venta de regalos y recuerdos para turistas. Comunica con varias calles a través de galerías cubiertas que protegen a los viandantes de la lluvia y el mal tiempo. Más o menos eran las doce de la mañana cuando atravesamos una de las entradas del SZIMPLA KERT, el primero de los ruin bars. Son locales abandonados que han sido ocupados por jóvenes con iniciativa y han creado un espacio de ocio único, con diversas barras de bar,  exposiciones, conciertos, incluso mercadillo los domingos. Todas las paredes del local están llenas de grafitis y arte callejero. En cada una de las salas y habitaciones podemos encontrar objetos reciclados de todo tipo. Hicimos un alto en nuestro camino y nos tomamos un par de pintas de cerveza por 1.150 florines, algo menos de cuatro euros, mientras escuchábamos a una pareja interpretar diversos temas de jazz. Echamos un buen rato paseando por sus interminables pasillos y sorprendiéndonos con toda la imaginación desparramada por sus paredes y salas. Como diría un andaluz, salimos de Málaga y nos metimos en Malagón. Dos portales más abajo de la salida del Szimpla Kert, nos metimos en BORS GASZTROBAR. Habíamos leído mucho y bien acerca de este pequeño restaurante, por llamarlo de alguna manera. Nada más entrar, lo primer que te encuentras es con un muñeco de gran tamaño de Dark Vader con una barra de pan como espada láser y varios muñecos más relacionados con la Guerra de las Galaxias. El menú del día se presenta en unas grandes pizarras tras la barra. No hay mesas en el interior, solo unas pequeñas barras pegadas a las paredes con taburetes para sentarse. Como dijimos con anterioridad Bors Gasztrobar no es un restaurante al uso. Sirve sopas muy variadas en vasos de cartón reciclable y bocadillos de cualquier cosa que te puedas imaginar.  Entramos y nos colocamos en una zona cerca de la barra donde se hacían los pedidos. Después de estudiar la carta nos decidimos por una sopa de curry rojo con pollo y otra de calabaza con lima y cilantro. Las dos estaban riquísimas. Después pedimos un bocadillo de pollo con mayonesa, cilantro y lechuga de un tamaño que está feo señalar. Todo lo anterior lo regamos con dos buenas pintas de cerveza. Pagamos 2.900 florines, al cambio algo menos de diez euros.  Comidos y bebidos nos dirigimos a visitar el MUSEO NACIONAL HÚNGARO, un edificio de apariencia clásica que contiene todos los elementos interesantes pertenecientes a la historia húngara. Continuamos por la misma avenida hasta llegar a Kálvin tér donde contemplamos el TEMPLO DE LA REFORMA, de comienzos del siglo XIX, fue diseñada para tener dos torres, aunque finalmente solo se construyó una. . Fue la primera iglesia reformada. Aquí tomamos el metro en la estación del mismo nombre que la plaza y nos bajamos en la siguiente estación, la de Corvin-negyed. Queríamos visitar la escultura llamada NIÑOS JUGANDO EN LA CALLE, inspirada en la novela juvenil titulada Los muchachos de la calle Pal, una cruel sátira del nacionalismo europeo. La escultura representa a cinco niños jugando en la calle, un grupo de tres juega a las canicas mientras que otros dos están de pie observando a los tres anteriores. Un poco más tarde contemplamos el MUSEO DE ARTES APLICADAS, que ocupa un notable edificio de estilo secesión con apariencia de palacio. Si el exterior del edificio resulta impresionante, el interior no tiene nada que envidiarle. Camino del Mercado Central pasamos por la BIBLIOTECA ERVIN SZABÓ, que tiene una de las salas de lecturas más bonitas de Europa, con estucados con dibujos de hilo de oro, enormes candelabros y delicadas escalinatas de madera. Diez minutos después estábamos delante del MERCADO CENTRAL, uno de los cinco mercados que se construyeron a finales del XIX en Budapest para controlar la calidad de los alimentos y mejorar el estado de conservación de éstos. El mercado propiamente dicho se ubica en la planta baja, mientras que en la primera planta hay numerosas tiendas para turistas y restaurantes de comida típica húngara. A pocos pasos del mercado lucía espléndido sobre el Danubio el PUENTE DE LA LIBERTAD, construido en hierro fundido a finales del siglo XIX. Tiene numerosos escudos repartidos a lo largo de su estructura. Se apoya sobre dos pilares ubicados en el río. Está presidido por cuatro turules, ave de la mitología húngara, similar al águila, que representa la figura del rey. Seguimos nuestro paseo río arriba hasta llegar al PUENTE DE ELIZABETH, todo él pintado de blanco. El puente está dedicado a la reina Isabel, conocida como Sissí, llegando a ser el mayor puente colgante del mundo. Justo al lado del puente, vimos las IGLESIA PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN, templo que fue convertido en mezquita durante la ocupación turca, volviendo de nuevo a ser católica tras la expulsión de los otomanos. En un lateral de la iglesia pudimos observar el MONUMENTO DE LA MARCHA POR LA VIDA, una escultura que tiene dos partes: en el suelo, unas tablillas con el nombre de distintos campos de concentración alemanes conducen, a manera de camino, a una gran espiral metálica donde leemos infinidad de números y que correspondían a miles y miles de presos judíos masacrados en dichos campos de exterminio. Desde aquí, iniciamos el camino de vuelta hacia el apartamento por la Kossut Lajos utca. Hacía mucho calor. Eran las tres de la tarde y ya llevábamos un poco de sed. Por eso, paramos en una pequeña tienda llamada FORNETTI KFT donde compramos dos botellas de agua por las que pagamos 500 florines, algo menos de dos euros. Desde aquí giramos a la izquierda para llegar a la VACI UTCA, la calle peatonal y comercial de Budapest por excelencia. En ella se encuentran todas las grandes marcas de moda. En una de las bocacalles nos encontramos con la FUENTE LITTLE BOY, un niño desnudo en actitud indolente y melancólica; en la actualidad se encuentra, según los comentarios, un poco abandonada, y podemos dar fe de dicha afirmación. Desde aquí giramos a la izquierda hasta pasar por delante del restaurante más antiguo de Pest, llamado Szazeves Restaurant, sito en la Piarista utca. Unos pasos más adelante estaba la Március 15 tér, en uno de cuyos extremos habíamos visto anteriormente la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Había bancos corridos de madera donde estaban sentadas numerosas familias comiendo y bebiendo, así como otros tumbados en el césped a la sombra de los grandes árboles del parque. En un extremo de la plaza destacaba una escultura en bronce que representa una BATALLA ENTRE BÁRBAROS Y ROMANOS. Enfrente vimos la estatua erigida en honor del POETA SANDOR PETÖFI, muerto a los veintiséis años después de ser malherido durante la guerra por la independencia húngara contra las tropas austriacas. Un poco más abajo destaca la poderosa y desigual fachada de la Catedral Ortodoxa Nuestra Señora de la Asunción, construida por comerciantes griegos, albanos y macedonios que se habían instalado en Pest. El templo es el mayor y más rico de todas las iglesias griegas de Hungría. Volvimos de nuevo a la Vaci utca y llamaron nuestra atención varias tiendas de fruta que tenían grandes manojos de pimientos rojos secos colgados en las paredes de sus establecimientos. En una de las calles que desembocaba en la principal nos dimos de bruces con una estatua del dios Mercurio en una fuente, de gran belleza y armonía. Volvimos de nuevo al río por la Déak Ferenc tér hasta llegar a una estatua de homenaje a Williams Shakespeare, que está en una posición extraña, como si estuviera haciendo una reverencia, pero con la pierna derecha muy adelantada. Giramos unos pasos a la derecha para acercarnos a la entrañable escultura de NIÑA CON PERRO, realizada en bronce y de tamaño natural, muestra a una chica jugando con su perro sentada en una jardinera. Tras las correspondientes fotos, subimos un poco más para ver la estatua llamada LITTLE PRINCESS, versión húngara de la Sirenita. Es una niña con mirada pensativa que se encuentra sentada en una barandilla. Lleva puesto un sombre de bufón. Se cuenta que la obra gustó tanto al príncipe Carlos de Inglaterra durante su visita a la ciudad que invitó al autor a exponer alguna de sus obras en Londres. Desde aquí nos dirigimos hacia la PLAZA VÖRÖSMARTY, en cuyo centro se encuentra la estatua dedicada al poeta Mihály Vörösmarty. En uno de los laterales se encuentra el Gerbeaud Bistro, un restaurante y cafetería con precios elevados pero muy popular entre los turistas. Un poco más adelante, ya en la Erzséber tér, nos sentamos al lado del ÁRBOL MEMORIAL DE MICHAEL JACKSON, lugar elegido por los seguidores de este cantante para recordar su vida y obra. En dicho árbol siempre hay fotos, cartas flores y velas dedicadas al fallecido músico. ¿Por qué este árbol? Pues se encuentra en un lugar cercano al hotel donde solía quedarse Michael Jackson cuando visitaba Budapest. Camino del apartamento pasamos al lado de la gigantesca noria que hay montada y en funcionamiento en esta plaza, así como de varias fuentes románticas de principios del siglo XX. Eran algo más de las cuatro y media de la tarde cuando entrábamos en el apartamento. Una buena ducha y una relajada siesta nos darían ánimos para volver a salir a la noche de Budapest.

Descansados del atracón de visitas de la mañana y de la tarde, nos preparamos de nuevo para salir para contemplar los monumentos iluminados que se encuentran a lo largo del trayecto del tranvía número 2, el más turístico de la ciudad ya que circula casi paralelo al río. Eran más o menos las ocho y cuarto cuando nos echamos a la calle otra vez. Habíamos visto que chispeaba un poco por lo que cogimos los paraguas, aunque la temperatura era veraniega. Fuimos directos al metro de Déak Ferenc tér, tomamos dirección hacia la línea 3 y nos bajamos dos paradas después, en la estación de Nyugati Pályaudvar. Desde aquí, nos encaminamos a lo largo de la Szent István korut, una espléndida avenida con abundantes edificios nobles de bella construcción. A la mitad nos encontramos con el TEATRO DE LA COMEDIA, ubicado en un bonito edificio barroco. Continuamos recorriendo la avenida hasta llegar a la confluencia con la Falk Miksa utca donde se encuentra una estatua homenaje al TENIENTE COLOMBO, personaje ficticio detectivesco de series americanas de los años ochenta. Lo podemos ver con su eterna gabardina arrugada diciéndole algo a un perro que lo acompaña. La presencia de este homenaje tiene que ver con la historia que contaba este actor, de nombre Peter Falk, de que su abuelo había sido el político húngaro del siglo XIX al que está dedicada la calle. Esta historia nunca fue confirmada. En la siguiente esquina se encontraba la parada del tranvía que íbamos buscando, el número 2, aunque antes de subir dedicamos unos momentos a contemplar el bellísimo PUENTE DE MARGIT iluminado. No es el típico puente recto que atraviesa un río o un desnivel. Es un puente con forma de “v” muy abierta cuyo vértice se apoya en el extremo de la Isla Margit formada en el centro del río Danubio. Desandamos los pocos pasos que nos habían llevado hasta la orilla y esperamos en la parada del tranvía su llegada. El TRANVÍA DE LA LÍNEA 2 es el más buscado por los turistas que visitan la ciudad por el hecho de que su trayecto discurre paralelo al río y atraviesa o pasa cerca de los principales monumentos de Budapest. Si a este mérito le añadimos la posibilidad de verlos iluminados durante la noche, el placer es indescriptible. Éramos pocos los afortunados que subimos al tranvía, que inició su traqueteante recorrido acercándonos al Parlamento y todo su entorno que, si luce espectacular de día, con la iluminación nocturna gana muchos enteros. A partir de aquí el tranvía circula pegado al río y es factible ver la orilla donde se asienta la ciudad de Buda: la iglesia de Matías, el Bastión de los Pescadores, el Castillo, el Puente de las Cadenas, la Ciudadela, la Estatua de la Libertad, el Puente de Elisabeth, el puente de la Libertad y un largo etcétera de otros edificios y monumentos de segundo orden. Bajamos en la estación que está cerca del Puente Petőfi, otro magnífico puente que es menos conocido por estar fuera de los circuitos turísticos. Ya no llovía lo que nos permitió dar una vuelta por los alrededores de la Boráros tér para estirar un poco las piernas y, sobre todo, para conocer el muelle desde el que cogeríamos la noche siguiente el barco B12 que nos pasearía por el Danubio una vez hubiera anochecido. Como nos había gustado el trayecto del tranvía, repetimos el viaje de vuelta con el mismo medio de transporte, aunque nos bajamos en la Kossuth Lajos tér, junto al Parlamento. Eran las nueve y media de la noche. Desde aquí volvimos caminando sin prisa a la cálida luz de las farolas revisando algunos de los monumentos que habíamos visitado con anterioridad. Así disfrutamos contemplando a Nagy Imre con su melancólica mirada hacia el edificio del Parlamento, la Plaza de la Libertad prácticamente vacía, la Zrinyi utca mostrándonos a San Esteban como telón de fondo bajo el ruido de los comensales que se agolpaban en las múltiples terrazas de los restaurantes, nuestro policía barrigón… Antes de subir al apartamento paramos en el STAR KEBAB, un lugar de comida para llevar que estaba al lado de casa. Pedimos un durum kebab y un plato de pasta con carne y salsa de tomate. Pagamos 1.400 florines, algo menos de cinco euros. Pasadas las diez y cuarto de la noche estábamos sentados ante los dos tapers de comida y un refresco de naranja y una lata de medio litro de cerveza. Nada más terminar la cena, nos fuimos derechos para la cama pues al día siguiente teníamos otra jornada ajetreada.  

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