sábado, 29 de septiembre de 2018

LOVAINA: UN AYUNTAMIENTO DE ENSUEÑO


Escultura 'Tótem'
El sábado amaneció esplendoroso. La brillante luz solar iluminó el apartamento y nos indicó que el día que teníamos por delante acababa de empezar. Desayunamos con tranquilidad: café con leche, tostadas y fiambre. Y así, tras el correspondiente aseo personal, salimos a la calle no más tarde de las ocho y media de la mañana y nos dirigimos hacia la estación de Bruselas Central. Hoy nos correspondía visitar la ciudad de Lovaina (en neerlandés Leuven), una ciudad universitaria belga, a 27 km de Bruselas.

Es otra de las “hermanas pobres” del turismo belga, junto con Malinas. Y es algo incomprensible porque belleza tiene a raudales, y edificios que, por sí solos, merecen ya una visita. Entre sus monumentos cabe destacar la biblioteca de la Universidad, incendiada durante la I Guerra Mundial y reconstruida con aportaciones de las universidades americanas. También es interesante la Grote Markt con un esplendido ayuntamiento típico de la arquitectura flamenca, la Oude Markt o Plaza Vieja, centro de la noche universitaria. Especial atención merece el Begijnhof, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que es en realidad un viejo monasterio habilitado como colegio mayor de estudiantes. Lovaina es la capital de la provincia de Brabante en la
Biblioteca de la Universidad
región flamenca. Tiene sus orígenes en un campamento fortificado que levantó Julio César en este lugar. Aunque en época medieval la ciudad se convirtió en un importante baluarte del comercio textil, debe su renombre internacional a su condición de sede intelectual gracias a Universidad, lo que hace que se le conozca desde el Barroco como 'ciudad de estudiantes y monjas'.

GANTE, LA CIUDAD PERFECTA

Un nuevo día se nos presentaba para viajar por estas tierras flamencas. Hoy nos íbamos a desplazar a Gante, ciudad que nos tenía enamorados a la vista de las imágenes y vídeos que habíamos contemplado preparando el viaje. Miramos por la ventana del apartamento y pudimos apreciar que el cielo estaba despejado y no amenazaba lluvia como nos había ocurrido el día anterior en Brujas. Así que como en días anteriores, volvimos a madrugar para aprovechar bien el día; desayunamos contundentemente en el apartamento y nos encaminamos con diligencia de nuevo hacia la Estación Central, donde hicimos uso de nuestra RAIL PASS, que ya habíamos utilizado en los días anteriores para ir a Malinas y Brujas. Nos dirigimos al andén que nos indicaban los paneles informativos, donde llegó el tren con sorprendente puntualidad, cosa que es de agradecer; subimos a nuestro vagón y nos acomodamos para cumplimentar los datos correspondientes al desplazamiento a Gante en nuestra tarjeta ferroviaria. No eran más de las nueve y media de la mañana cuando abandonamos la Estación Central dispuestos a recorrer con rapidez los escasos sesenta kilómetros que separan la estación bruselense de la de Sint-Pieters. Una vez fuera de la estación, nos dirigimos a la estación de tranvía que hay en el exterior, y compramos dos billetes de la Línea 1 en una máquina expendedora al precio de tres euros cada uno, ya que, según nos informaron, el precio de los billetes es más caro durante el fin de semana. Ocho paradas después, nos bajamos en Gravensteen, junto al castillo del mismo nombre y justo frente a la oficina de turismo de la ciudad. 

viernes, 28 de septiembre de 2018

BRUJAS, CIUDAD DE ENSUEÑO

Otra mañana que se nos presentaba llena de buenos augurios. Brujas, ciudad de magia y leyendas, cuya belleza habíamos magnificado en nuestros pensamientos durante la preparación del viaje, nos esperaba a poco más de cien kilómetros para acogernos en su regazo y cumplir nuestro sueño. Ya teníamos la experiencia del viaje realizado el día anterior a Malinas y conocíamos el funcionamiento de la RAIL PASS que habíamos comprado el día anterior y de los paneles informativos de la Brussel Centraal Station. Volvimos a madrugar y a hacer un desayuno copioso que nos permitiera llegar hasta media mañana sin hacer ninguna parada. Café con leche, fiambre y pan fueron los ingredientes del mismo. El día, aunque no daban lluvia, amaneció cubierto y tras los cristales observamos que el viento jugaba con papeles y bolsas que volaban sin una dirección definida. Miramos la previsión del tiempo para Brujas con idéntico resultado: se pronosticaba que no iba a llover, aunque sí informaban de algunas rachas de viento. Nos pertrechamos de abrigos y bufandas y nos dirigimos por la rue de l’Evêque hasta Brussel Centraal. Nos dirigimos al andén cuatro desde donde salía nuestro tren. No habían dado todavía las nueve de la mañana en el reloj. Puntual, como siempre, llegó nuestro transporte, subimos a un vagón de cómodos asientos y repasamos lo que íbamos a ver a lo largo del día. Una hora después nos apeábamos del tren en la estación de Brujas tras haber recorrido los cien kilómetros que separan ambas ciudades. Nada más salir a la calle el viento nos azotó con fuerza y el cielo amenazaba agua de un momento a otro. Nos acordamos de los paraguas que se habían quedado en Bruselas pues, según la aplicación de nuestro teléfono, ese día no llovería.

jueves, 27 de septiembre de 2018

MALINAS: SAN BAVÓN Y LA GROOT MARKT


Como en días anteriores, nos despertamos temprano, desayunamos en el apartamento y nos preparamos para iniciar nuestro primer viaje en tren dentro de Bélgica. Hoy nos tocaba ir a Malinas. Así que rápidamente nos preparamos para dirigirnos a la Estación Central de Bruselas para comprar el bono de
Rail Pass de 10 viajes
diez viajes del que habíamos tenido noticias vía internet por otros viajeros de este servicio, denominado RAIL PASS, por un precio de 77 euros, lo cual hacía muy atractivo y económico viajar en tren. Consiste en una especie de cuartilla que vas rellenando sobre la marcha, según la vas usando. Tienes que cumplimentar a bolígrafo, en una lista numerada del uno al diez, el día que viajas (lunes, martes, etc.), la fecha, el nombre de la estación de salida y el de la estación de llegada. Lo normal es que pase el revisor y te pique el destino que has escrito en el bono. Puede darse el caso que, el revisor no pase en todo el trayecto y entonces tomas conciencia de que has “malgastado” un viaje que te podrías haber ahorrado.

martes, 25 de septiembre de 2018

BRUSELAS, CIUDAD MULTICULTURAL

Hubo que madrugar bastante este día que comenzaba el ansiado viaje a Bélgica. A eso de las cuatro de la mañana salimos de la casa de Carlos camino de la Terminal 1 del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid-Barajas, pues, aunque no teníamos que facturar las maletas, queríamos estar con la suficiente antelación a fin de evitar cualquier tipo de problema que pudiera surgir. Así que, una vez superado el control policial, a eso de las cinco y cuarto de la mañana nos dirigimos hacia la puerta de embarque de Ryanair. Nuestro vuelo salía a las 6:05 horas y tendría una duración de dos horas y veinte minutos. Subimos al avión y nos dirigimos a nuestros asientos que habíamos reservado previamente. Se veían muy pocos asientos desocupados. Puntualmente el avión despegó e tuvimos un vuelo normal en cuanto a tiempos de salida y llegada y ausencia de incidencias. Una vez en el aeropuerto de Charleroi nos dirigimos hacia la salida de la terminal donde nos esperaba frente a esta el autobús que habíamos contratado vía internet a la compañía FLIBCO.COM para que nos llevara a la Estación Sur de Bruselas, previo pago de 28,40 euros. Bajamos del autobús en un lateral de la Brussel Zuid, en la calle Frankijkstraat una hora después. Cogimos nuestras maletas y nos dirigimos al interior de la estación en busca del Metro al que nos costó llegar pues el acceso al mismo está prácticamente en el extremo opuesto.Una vez dentro, compramos en una máquina expendedora un par de abonos de 24 horas al precio de 7,50 euros cada uno. ¡Ojo! El billete tiene una validez de día natural: si lo compras a las diez de la mañana, caduca a las cero horas de ese día; si lo compras a las tres de la tarde, también caduca a las cero horas de ese mismo día. Pero según nuestros planes, teniendo en cuenta que cada billete cuesta 2,10 euros, cuando usáramos el bono para dos viajes de ida y vuelta, ya nos salía a cuenta. Subimos en un abarrotado vagón perteneciente a la Línea 3 cargando con nuestras maletas para apearnos diez minutos después en la estación de Bourse

lunes, 24 de septiembre de 2018

BÉLGICA: PREPARATIVOS DEL VIAJE

Durante el verano de 2018 habíamos planificado un viaje a Bélgica para conocer su capital y las principales ciudades flamencas: la típicas de cualquier viaje turístico, Amberes, Gante y Brujas; y las menos típicas, Malinas y Lovaina. Para ello, nos pusimos manos a la obra y empezamos a enumerar qué cosas necesitábamos para llevar a cabo este viaje. En primer lugar, necesitábamos volar a Bélgica. Después de hacer un seguimiento de las principales compañías aéreas que operan en el país durante bastantes días, si lo que pretendíamos era un vuelo barato, estaba claro que volaríamos con Ryanair. Que conste que nosotros no hemos tenido ningún problema, ni de demora, ni de pérdida o sobrepeso de equipaje. La única pega que le vemos es la estrechez de los asientos, pero como el vuelo durará un par de horas como mucho, pues nos apañamos. Vimos que los días más baratos para volar del mes de septiembre eran el 25 para el vuelo de ida (aeropuerto de Charleroi) y el 3 de octubre para el vuelo de vuelta (aeropuerto de Zaventem). El primer dista de la capital belga unos sesenta kilómetros, mientras que el segundo, de reciente creación, está separado de Bruselas unos doce kilómetros. Vistos los precios, decidimos reservar a finales de agosto, costándonos el vuelo de ida 55,98 euros, saliendo de Madrid a las 06:05 horas y aterrizando en Charleroi a las 08:25 horas. El vuelo de vuelta salía del aeropuerto de Zaventem a las 20:10 horas y llegada a Madrid a las 22:40 horas, por un precio de 61,97 euros. En estas cantidades están incluidas las tasas que cobra la compañía por reservar asiento y por pagar con tarjeta bancaria. El horario, tanto de la ida como de la vuelta, se acomodaba a nuestras exigencias personales: llegar lo más temprano posible al destina para aprovechar al máximo ese día, y regresar lo más tarde posible para volver a disfrutar el mayor número posible de horas de ese último día. Tanto la ida al aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid-Barajas como el regreso de este lo teníamos cubierto con nuestro hijo Carlos actuando como taxista.

viernes, 21 de septiembre de 2018

OIA Y SU IMPRESIONANTE MONASTERIO

Entre los concellos de Baiona y A Guarda se sitúa el de Oia, en un espacio donde la costa resiste la constante agitación del océano y nos muestra los roquedales que con el paso del tiempo la fuerza marina va desgranando de la agreste costa. El caserío de Oia se derrama suavemente a lo largo de los márgenes de la carretera PO-552, siendo el monasterio de Santa María la Real el principal atractivo turístico de la localidad, aunque no el único. El monasterio tiene planta románica levantada en el siglo XII, aunque su
Monasterio de Oia
fachada nos lleva a los cánones barrocos reinantes en el XVIII, consecuencia de una de las múltiples reformas a las que fue sometido este monasterio a lo largo de los siglos. Está declarado monumento nacional. Pese a que las tierras de Oia están de cara al mar, la pesca no se ha desarrollado mucho, y la que se mantiene es de tipo artesanal. La tierra cultivada ocupa áreas muy concretas, con un claro predominio del maíz sobre cualquier otro producto. El ganado bovino tiene casi tanta relevancia como el equino, que se cría en libertad hasta que en el mes de junio se baja al curro, donde los caballos, que posteriormente serán vendidos, son marcados, domados y cortadas sus crines. Algunos petroglifos de la zona demuestran la presencia de estos equinos en este monte hace ya cinco mil años.