4 DE MARZO
Último día
en Turquía y vuelta a los orígenes. La alarma del teléfono saltaba en
torno a
las seis de la mañana pues nuestro vuelo despegaba a las nueve y media del aeropuerto Atatürk y, evidentemente
nosotros teníamos que estar como poco dos horas antes en el mismo. Así que,
recogida la maleta y ordenado todo lo que teníamos que llevar, bajamos todo a
la recepción del hotel y nos dirigimos al comedor anexo a la misma para recoger
nuestra bolsa de viaje en la que la dirección nos había preparado una botella
de agua y un brik de zumo, una fruta y alguna barrita energética; el café nos
lo podíamos hacer nosotros mismos en una cafetera que había dejado para esta
función. Es decir, dada la hora tan temprana a la que abandonábamos el hotel,
el servicio de comedor no estaba abierto aún y, por tanto, nos brindaban esa
bolsa de desayuno –es necesario recordar que gran parte de las bolsas se
quedaron intactas en el comedor–. Antes de que acabáramos de tomar el café se
nos unió Erdem que, todo hay que decirlo, él durmió en su casa los días que
estuvimos en Estambul.
Una vez finalizado, nos ubicamos entre la recepción y la
puerta de la calle para esperar la llegada del autobús que nos llevaría al aeropuerto.
Poco después este se presentó y Ösdem, con la ayuda de todos, fue cargando las
maletas hasta colocarlas todas. Subimos al autobús y nos dirigimos a través del
escaso tráfico que había a esa hora en las avenidas de la ciudad. Poco antes de
las siete y media ya estábamos con nuestras maletas recorriendo los pasillos
que nos Estambul. Aeropuerto Atatürk. Embarque |
Estambul. Extrarradio |
Una vez que subimos al avión y colocamos nuestras maletas de cabina y
abrigos en los compartimentos correspondientes, nos relajamos y dejamos que el
tiempo pasara tranquilamente. Por lo visto, los aviones de la compañía turca
con la que volábamos despegaban desde otra pista más alejada de las existentes
en el aeropuerto. Así, nos subieron a un autobús y nos pasearon por todas las
pista del mismo, salimos del propio aeropuerto y entramos en unos terrenos que
tenían unos edificios anexos y sus correspondientes pistas de despegue. Nuestro
avión se puso en fila y con un retraso aproximado de media hora inició la
maniobra de despegue. Desde ese momento, las azafatas comenzaron sus idas y
venidas tratando de conseguir el mayor grado de satisfacción de los pasajeros,
bien ofreciendo té, café, agua o cualquier otra bebida, proporcionando unos
auriculares para poder disfrutar de la pantalla audiovisual que había en la
parte trasera del asiento. Y al igual que en el vuelo de ida, no llevaríamos más de una hora
cuando volvieron a pasar nuevamente para ofrecernos esta vez un menú completo:
ensalada, plato principal, postre y
pan con bebidas incluidas –agua, vino o
cerveza–. Poco después, una vez retirada la bandeja del menú, volvieron a pasar
ofreciendo otra vez té, café, refrescos o bebidas alcohólicas. Y así,
entretenidos y distraídos por la continua movilidad y atención de las azafatas
hacia los pasajeros, nos plantamos en el aeropuerto
Pablo Picasso de Málaga casi sin darnos cuenta dentro del horario previsto
que eran las doce y cuarto hora local. Por fin habíamos recuperado las dos
horas que habíamos perdido el primer día debido a la diferencia horaria entre
Turquía y Estambul. Una vez que bajamos del avión, nos dirigimos a las cintas
de equipajes para recoger nuestra maleta facturada que tardó un poco en
aparecer. Recogidas todas las maletas, nos reunimos todos un poco antes de la
salida para abrazarnos y despedirnos hasta la próxima vez. Ángel, organizador
de este maravilloso viaje, comentó que el siguiente sería a Egipto, Península
del Sinaí y Petra, al que nos apuntamos prácticamente todos. Una vez fuera del
aeropuerto, tomamos un taxi en el que cabíamos los cuatro –veintidós euros por
el trayecto– y en poco más de un cuarto de hora estábamos frente a nuestro
apartamento, deseosos por descansar y rememorar todo lo acontecido en los
últimos once días.
Sierra Nevada |
Es un gran diario de viaje. Mi más sincera enhorabuena. En cuatro días, me tocará a mí viajar a aquellas tierras.
ResponderEliminarMuchas gracias por su amable valoración.
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