Esta Semana Santa han estado pasando
unos días en el apartamento que tenemos en La Carihuela nuestros amigos Paqui y
Cándido. Y en una de esas mañanas que no teníamos nada previsto, propuse una
visita al Castillo de Colomares, pegado
a Benalmádena Pueblo, que ellos no conocían, y que se encontraba relativamente
cerca de nuestro domicilio. Así que, pertrechados con nuestros móviles y palos
selfie, subimos al coche y en poco más de diez minutos ascendíamos las fuertes
pendientes que subían desde la costa hasta la altura en que se encontraba
nuestro destino.
El Castillo de Colomares es de
propiedad privada y tiene una entrada de acceso al mismo de dos euros por
persona (jubilada). Está situado en la Finca La Carraca, en la carretera de la
Costa del Sol que va desde Benalmádena Pueblo a la zona costera. ¿Cómo y por
qué surgió esta idea? En
1987 El Dr. Esteban Martín Martín
comenzó esta obra de forma improvisada y con la ayuda de dos albañiles la
terminó en solo siete años, en 1994, utilizando ladrillo, piedra y cemento.
Este doctor quería reivindicar la hispanidad del
descubrimiento de América, sorprendido por la escasa información que los
americanos tenían sobre la historia del descubrimiento de América. Para ello,
abandonó su carrera de cirujano en Estados Unidos, y gracias a sus
conocimientos de arte, historia y arquitectura, diseñó y ejecutó un monumento
inclasificable que reproduce en piedra lo que a lo largo de los años se ha ido
contando en los libros. Acabó casi arruinado pero vio concluida su obra. Mezcla
lo mudéjar con el románico y el gótico flamígero y hasta el oriental. Sobre
ladrillo, piedra y cemento, levantaron torres de 33 metros y perfilaron una
reproducción de cada una de las tres carabelas. Sobre la piedra hay
inscripciones sobre los Reyes Católicos, la Hispanidad y Andalucía en algo que
se parece, sin duda, a un libro escrito en piedra.
Quedan
representadas las tres naves que Colón utilizó en su travesía, la Niña, la
Pinta y la Santa María en éste Castillo Monumento. La Niña en lo más alto de la construcción, bajo el arco de la
Rábida, el Monasterio que dio cobijo a Colón cuando llegó desde Portugal; La Pinta, en la fachada principal,
siendo esta la nave de los hermanos Pinzones, con el caballo Pegaso, que la
sostiene; y La Santa María, aislada
de las otras dos, pues esta nave sufrió un accidente y se hundió el día de
Navidad, en Santo Domingo.
El Dr. Esteban Martín Martín, su creador falleció el 8 de
febrero de 2001, hastiado de la falta de ayuda de los poderes públicos que no
creyeron en ningún momento en su proyecto.
Finalizada la visita al castillo,
seguimos ascendiendo hasta llegar a la localidad de Benalmádena, cuyas viejas calles aún mantienen su trazado tortuoso
del viejo pueblo árabe que fue. Aparcamos cerca del casco antiguo y con paso
tranquilo nos dirigimos a la Plaza de España, a contemplar la famosa escultura
llamada la Niña de Benalmádena, obra
del artista Jaime Pimentel, de la que recientemente se han cumplido los
cincuenta años. La escultura en bronce, de 1,25
metros representa a una niña de sonrisa ingenua
y el pelo recogido en coleta que
ofrece, con los brazos extendidos, agua en una concha;
representa la bienvenida, amistad y la confraternidad que la localidad ofrece a
todos sus visitantes. La plaza representa una plaza típica andaluza, con
viviendas de dos plantas en las que la mayor parte de sus bajos están ocupados por
bares, restaurantes o tiendas. Estando en la plaza comenzó a llover de forma
desmesurada y dado que no podíamos hacer nada, tal era la cantidad de agua que
caía, decidimos sentarnos en una terraza y disfrutar de unas cervezas frescas
bajo el rumor estridente de la lluvia. Desde allí, a través de la calle Santo
Domingo nos encaminamos hacia la iglesia del mismo nombre, del siglo XVII,
pequeña, blanca, de paredes diáfanas, donde estaban preparando los pasos de
Semana Santa que procesionaban esa tarde. Camino de vuelta a la plaza nos
detuvimos un momento para visitar el vestíbulo de entrada y el patio del Hotel
La Fonda, el cual tras una espléndida restauración, muestra a sus visitantes la armonía de una
típica casa señorial andaluza, donde, además, podemos contemplar las formas que
el gran artista canario César Manrique dio
a este peculiar hotel. Paseamos también por la calle Real camino de la Avenida
de Juan Luis Peralta, donde pudimos apreciar unos azulejos en tonos añiles que
representaban cantes y bailes típicos de la provincia de Málaga,
fundamentalmente verdiales, escenas de la vida agrícola y marinera o unos niños
jugueteando a ser toreros. Desde allí nos dirigimos a visitar el Museo de Arte Precolombino “Felipe Orlando”,
que alberga una de las más importantes colecciones de piezas de la América
Precolombina existentes en España, con muestras de artesanía procedentes de
México, Perú, Nicaragua, Colombia y Ecuador. Sin embargo, dada lo avanzada de
la hora, decidimos volver al coche y regresar al apartamento para comer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario