lunes, 24 de octubre de 2016

ZAFRA EN UNA MAÑANA

Nos levantamos temprano –el reloj marcaba las siete y media de la mañana– para recorrer los setenta y cinco kilómetros que separan Zafra de Olivenza, donde habíamos dormido la noche anterior en el hotel Heredero. Recogimos la habitación y llevamos las maletas al coche, estacionado en el amplio aparcamiento que había junto al hotel, donde volvimos a entrar para dirigirnos a la cafetería para desayunar. Sendos cafés con leche y un par de tostadas de aceite y tomate nos levantaron el ánimo y nos terminaron de espabilar. Con esta sería la tercera vez que visitábamos Zafra, localidad que nos había acogido con anterioridad en el año 1996, la primera en una excursión organizada por la AMPA del IES María Bellido de Bailén, y la segunda, pocos meses después con Carlos y Víctor en un viaje en el que recorrimos numerosas localidades de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Llegamos poco antes de las diez y media de la mañana y aparcamos en un lateral de la Plaza del Alcázar,  que en ese momento ofrecía bastantes huecos en los que poder dejar el coche. Nos recibió un día frío con un cielo encapotado de nubes oscuras que amenazaban lluvia con cierta rotundidad, por lo que nos armamos con los correspondientes  paraguas que nos acompañaron en todo el recorrido, aunque en ningún momento los llegamos a utilizar.  

Cubierto el trámite inicial, nos encaminamos a la calle López Asme que discurre paralela al muro lateral del Alcázar de los Duques de Feria, acondicionado en la actualidad como Parador de Turismo. Como iba a ser el último monumento que íbamos a visitar, pasamos de largo y atravesamos el arco defensivo de la fortaleza, conocido como Pasaje de Antonio Meca, y nos plantamos en la Plaza Corazón de María, antiguo patio de armas del palacio, a la que se abre la fachada principal del Alcázar. Esta plaza nos trajo un agradable recuerdo de las dos visitas anteriores en las que habíamos comprado diversos objetos de cerámica típica de la zona en un taller artesano que se encontraba en una esquina frente a la fachada del Parador, muy cerca de la conocida PUERTA DEL ACEBUCHE, construida en el siglo XVII y que comunicaba el Alcázar con el CONVENTO DE SANTA MARINA, fundado también en el siglo XVII por una prima de la duquesa de Feria para la congregación de religiosas franciscanas. 

Desde aquí nos dirigimos al otro extremo de la plaza para enfilar la calle Gobernador, estrecha calleja de elegantes casas de dos alturas con predominio del color blanco, una de las cuales es obra del arquitecto sevillano Aníbal González, autor de la Plaza de España de Sevilla,  que nos abocó a la PLAZA DEL PILAR REDONDO, espacio triangular que enmarca la fachada de la Casa Consistorial de la localidad y que le debe su nombre a una preciosa fuente de mármol blanco que preside la zona ajardinada. Toda la plaza se encuentra rodeada por casas de dos o tres alturas con predominio de los tonos pastel. Por su parte, el AYUNTAMIENTO ocupa el lugar de la Casa Palacio de García de Toledo, construida en el solar del antiguo Convento de la Cruz. El edificio fue construido en el primer cuarto del siglo XVI y aún mantiene sus muros maestros, su portada y un magnífico y amplio patio con columnas de mármol. Desde aquí nos dirigimos en busca de la calle San José, donde se encuentra la CAPILLA DE SAN JOSÉ, que muestra con orgullo una fina portada gótica. Un azulejo colocado en su muro nos informó de que este lugar albergó la primitiva sede de la sinagoga judía de la localidad, reconvertida con posterioridad en capilla gracias al trabajo de los gremios de los albañiles y carpinteros. Poco después giramos por la calle Tetuán para encontrarnos con la masa de la IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA, con alta torre de ladrillo rojo coronada por un reloj que marca el tiempo de los zafrenses. El templo solo es visible por dos de sus lados, que se encuentran rodeados por una fina reja; los otros dos se encuentran ocultos entre el caserío que lo circunda. La portada, situada a los pies del templo, nos muestra un aceptable estilo barroco del siglo XVII. La construcción del templo comenzó a mediados del siglo XVI y tiene bellos retablos barrocos y pinturas de Zurbarán, que no pudimos contemplar pues la iglesia estaba cerrada. Nuestra siguiente visita fue la PLAZA GRANDE, que era primitivamente el solar, el atrio y cementerio de la antigua parroquia de la Candelaria. A mediados del siglo XV, el desarrollo mercantil de su entorno propició la construcción de soportales en los bordes del camposanto, para favorecer las transacciones comerciales. Cuando se derriba y traslada la iglesia a su actual ubicación, surge como nuevo espacio abierto intramuros. Entre las casas que lo bordean destacan la que fuese casa natal del humanista Pedro de Valencia. Uno de sus extremos, el más estrecho y que nos dirige inevitablemente a la Plaza Chica, se encuentra ajardinado con numerosas palmeras, presenta un precioso suelo empedrado y una fuente menos elegante que la existente en la plaza del Ayuntamiento. Cruzamos los soportales que cierran la plaza a través del Arquillo del Pan, en el que puede verse la diminuta capilla barroca de la Esperancita, para llegar a la PLAZA CHICA, la más antigua de la localidad. Fue el centro de la villa medieval, la plaza del concejo y del mercado. Su uso mercantil propició que fuese porticada tempranamente, excepto por uno de sus lados menores donde estaba la audiencia. Era el lugar donde se celebraban los mercados semanales autorizados desde 1380, por lo que allí estaba la oficina del almotacén, funcionario encargado de revisar los pesos y las medidas de los productos vendidos en el mercado. Para ello, para que los compradores pudieran comprobar in situ la veracidad de las medidas del género adquirido, se grabó, a lo largo del fuste de una de las columnas, la llamada VARA DE MEDIR, equivalente a la antigua vara castellana de 0,83 centímetros. La plaza, de planta rectangular, se rodea de blancas fachadas con soportales bajo ladrillo enmarcados por alfices, excepto en el viejo edificio del antiguo Ayuntamiento, que hoy alberga la Escuela Municipal de Música. De gran interés es una vivienda cuya fachada muestra su decoración primitiva gótico-mudéjar de arcos entrelazados. Una de calles que parten desde esta plaza es la calle Boticas, que ofrece al visitante una fachada preciosa y casi única, la llamada CASA DEL AJIMEZ, hoy convertida en Centro de Acogida al Turista. Esta casa mudéjar, albergaba desde finales del siglo XV las boticas de la villa, en cuyo interior existía “una o varias armaduras repletas de botes y cajas, conteniendo los más diversos productos de la farmacopea del momento, dispuestos para ser mezclados por medio del almirez, el alambique o la redoma, dando como resultado drogas y compuestos con que aliviar al enfermo”. De aquel viejo edificio lo único que se mantiene en pie en la actualidad es la fachada, de ladrillo visto y juego de arabescos, así como una bellísima ventana partida –de ahí el nombre de ajimez– con azulejería y arcos polilobulados. Tras la correspondiente sesión de fotos, regresamos de nuevo a la Plaza Chica para dirigimos a la PUERTA DE JEREZ, construida en la primera mitad del siglo XV como parte del recinto amurallado. A su izquierda parte la Callejita del Clavel, estrecha vía que no es más que un resto de la ronda de la muralla urbana. En el recinto interior de esta puerta se encuentra la capilla del Cristo de la Humildad y la Paciencia. En la cara extramuros llaman la atención las imágenes de los santos patronos del gremio de los zapateros que coronan la puerta y el grabado de un pie castellano, medida equivalente a un tercio de la vara castellana. 

De vuelta sobre nuestros pasos, continuamos camino para visitar otro torreón de la muralla llamado Arco del Cubo, ubicado al final de la calle Tetuán. Para llegar al mismo, antes tuvimos que pasar por el antiguo HOSPITAL DE SAN ILDEFONSO fundado en 1590 por el religioso nacido en Zafra Fray Alonso López de Segura para pobres convalecientes y por la CASA NATAL de este clérigo que, según consta en un azulejo colocado en su fachada, fue el primer campeón del mundo de ajedrez en 1575 y un eminente tratadista de este noble juego. Finalmente llegamos al ARCO DEL CUBO, también llamada Puerta de Badajoz, donde se puede contemplar extramuros un buen trozo de muralla y una bonita saetera en el exterior del torreón. En realidad, esta puerta es una construcción del siglo XVIII, ya que la verdadera puerta de acceso a la ciudad era la existente en el propio torreón, presidida por una representación escultórica del apóstol Santiago en su papel de “Matamoros”. Enfrente de esta torre defensiva se levantaba la IGLESIA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL ROSARIO, cuyos muros demandaban con urgencia una buena capa de pintura y un enérgico proceso de restauración. Intramuros, casi adosado al arco, existe una pequeña hornacina que cobija un azulejo de la Virgen. 

Aquí comenzó nuestro camino de vuelta en busca del coche. Desandamos el camino recorrido ahora por la calle Badajoz hasta llegar a la Plaza del Pilar Redondo; desde allí, a la Plaza Grande y la calle Sevilla, vía comercial por excelencia de la localidad. Salimos a la Plaza de España, que bordeamos en dirección al Parador de Turismo. Llegamos a su parte trasera donde se abría un pequeño espacio ajardinado donde contemplados dos esculturas, una dedicada a los Donantes de Sangre y la otra a Sor Ángela de la Cruz. Volvimos a girar por el Pasaje de Antonio Meca y llegamos finalmente al antiguo patio de armas del palacio. El ALCÁZAR DE LOS DUQUES DE FERIA se construyó en la primera mitad del siglo XV, sobre la antigua fortaleza islámica. Destaca su imponente torre del homenaje de forma circular rematada por una serie de matacanes muy bien conservados y el patio de líneas renacentistas. Desde 1965 es un acogedor Parador de Turismo. Pasamos a su interior para sentarnos en una de las muchas mesas que había en su patio interior para descansar del paseo matinal que habíamos dado. Raudo se presentó un camarero al que le pedimos un par de cervezas, que nos sirvió acompañadas de un plato de patatas fritas. Eran algo más de las doce y media cuando nos dirigimos al coche y realizar la última de las visitas que teníamos planificadas en la zona: la plaza de España de la vecina localidad de Llerena.  

 

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