miércoles, 21 de marzo de 2018

VIANA DO CASTELO Y SU PLAZA DE LA REPÚBLICA


Nos amaneció un día de lujo, con un cielo de color azul intenso que animaba a llevar a cabo la visita a Viana do Castelo y Barcelos, ambas ciudad en el norte de Portugal, que teníamos planificada desde hacía tiempo. Así que, muy temprano, cogimos el coche y nos encaminamos a la frontera de Tui, atravesamos Vilanova de Cerveira en un santiamén y recorrimos con presteza los escasos setenta kilómetros que nos separaban desde Gondomar. Además de salir temprano, había que tener en cuenta que ganábamos una hora en el momento en que atravesáramos el Miño y nos adentráramos en Portugal. Por lo tanto, llegamos a Viana casi a las diez de la mañana, nueve de la mañana hora portuguesa.


Viana do Castelo es una ciudad relativamente llana, amable y de proporciones adecuadas para una paseo tranquilo por sus apacibles calles. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que esta ciudad de más de noventa mil habitantes, situada en la desembocadura del río Limia, es una de las ciudades más bonitas del norte de Portugal. Muy relacionada con el mar -fue pionera en rentabilizar la pesca del bacalao- y con el comercio que enriqueció a muchas de sus  familias, vio el surgimiento de numerosos palacios, iglesias, conventos y otras construcciones de utilidad pública, que la convirtieron en un ejemplo a seguir por otras ciudades de su entorno.

Antes de comenzar la visita, me gustaría aclara que nos dejamos, entre otras muchas, un par de cosas importantes sin ver, ambas ubicadas en la zona más alta que rodea la ciudad: el santuario de Santa Luzia, ya que el elevador que nos transportaría hasta la cima se encontraba cerrado; y las ruinas de Citania, una ciudad prerromana fortificada, localmente conocida por “Ciudad Vieja”, y que es uno de los Castros más conocidos del Norte de Portugal. Como consuelo, nos dijimos que ya teníamos excusa para volver a esta maravillosa ciudad.

Siguiendo las recomendaciones que encontramos en internet, aparcamos el coche en un parking enorme y gratuito situado en la orilla izquierda de la desembocadura del río Limia. Y lo agradecimos porque a lo largo de nuestro paseo, pudimos comprobar la dificultad de aparcar el coche, bien porque todos los aparcamientos estaban ocupados, bien porque la mayor parte del casco viejo de la ciudad es peatonal. En el centro de este aparcamiento, se puede observar el MONUMENTO A JOAO ALVARES PAGUNDES, un navegante portugués. El monumento consta de un pedestal de granito bastante alto, sobre el que se erige la escultura, realizada en bronce, de este personaje. Tiene la particularidad de que el cuerpo del marinero está realizado de tal forma que parece la proa de un barco. Justo enfrente del aparcamiento, nos encontramos con el BUQUE HOSPITAL GIL EANNES, embarcación que durante muchos años fue el buque hospital de los pescadores portugueses en Terranova y Groenlandia. El interior del barco es visitable y  está completamente equipado con todo lo que puedes encontrar en un Hospital de la época: un quirófano, rayos x, enfermería… También se puede visitar el puesto de mando con todo su equipamiento, la sala de máquinas, la cocina, los camarotes…con los maniquíes a tamaño real que tienen sus espacios y de vez en cuando igual te dan un susto. La verdadera la historia del barco parecía que no iba a acabar bien cuando en 1997 se vendió para desguace, sin embargo gracias a la Cámara Municipal de Viana do Castelo, que se movilizó y consiguió rescatarlo, hizo que en 1998 fuera reformado en los astilleros de esta ciudad con la ayuda de varias instituciones, empresas y ciudadanos y su gestión se cedió a la Fundaçao Gil Eannes, abriéndose desde entonces al público. Desde allí nos dirigimos hacia la PLAZA DE LA LIBERTAD, en la que podemos encontrarnos con numerosos edificios que muestran una imagen más moderna de la ciudad, entre los que destacan la Biblioteca Siza Vieira, el Centro Cultural Souto Moura, el edificio Hotel Axis o la Posada de la Juventud de Carrilho da Graça. Presidiendo la plaza, destaca la enorme estructura férrea del MONUMENTO AL 25 DE ABRIL, inaugurado en 1999 para celebrar los 25 años de la Revolución de los Claveles, que puso fin a la dictadura en Portugal; es obra del escultor José Rodrigues y mide 16 metros y 7,5 metros de ancho. Fue ejecutada en acero, con una cubierta especial para proteger de la corrosión del mar. En el centro hay una cadena rota, y dos anillos están colgando de la parte superior y los otros están en el suelo para representar la liberación de la opresión. Del pavimento de toda la plaza salen chorros de agua formando pequeñas fuentes que hacen una especie de camino hasta llegar al pórtico. La vista de la ciudad desde esta plaza es magnífica, a través de la rectilínea Avenida dos Combatentes da Gran Guerra que la atraviesa de norte a sur enfrentando la estación de ferrocarril, situada al final de esta avenida, al Monumento al 25 de Abril, situado a la orilla del río. Decidimos abandonar el río y adentrarnos en la ciudad en busca de la llamada CASA DOS NICHOS, edificio del siglo XV, es una de las más antiguas del centro histórico de Viana do Castelo y la más emblemática. En su fachada nos encontramos con dos esculturas de alto relieve que representan escenas de la Anunciación, pertenecientes al siglo XV, que dan el nombre a la casa. El edificio construido en piedra, la fachada de dos pisos presenta tres puertas, de las cuales las dos laterales son de marco de verga recta y la central de arco abatido. Las ventanas son simples y cuadradas. Actualmente es la sede del Museo Arqueológico que posee un patrimonio del municipio, desde la prehistoria a la aparición de la villa. Atravesando la Rua Amalia, dedicada a la cantante portuguesa de fados por excelencia Amalia Rodrigues, llegamos al HOSPITAL VELHO, situado cerca de la Plaza de la República; este edificio, de principios del siglo XV, inicialmente funcionó como albergue de acogida de los peregrinos del Camino de  Santiago. Presenta una fachada de planta rectangular de dos pisos, con cobertura de tres aguas.

Y así llegamos a la PRAZA DA REPUBLICA, que es un maravilloso espectáculo en su conjunto y uno  a uno de sus edificios y construcciones civiles. Llegó el momento de tomarnos un pequeño descanso -no eran más de las diez de la mañana, hora portuguesa-, así que decidimos entrar en una cafetería de la plaza llamada CARAVELA, donde pedimos unas tostadas de aceite y unos cafés con leche exquisitos. Toda la cafería estaba decorada con elementos alusivos a las hazañas y descubrimientos llevados a cabo por los portugueses en el pasado. Más entonados tras el desayuno, empezamos a escudriñar cada uno de los elementos que conforman la plaza. El principal son los llamados ANTIGUOS PAÇOS DO CONCELHO, edificio construido en austera piedra de granito, formando el piso bajo un alpende delimitado por tres arcos ojivales a los que corresponden, en el piso intermedio, tres ventanas saledizas.
Sobre la ventana del medio se encuentran esculpidos el escudo regio, la esfera armilar y una nao, símbolo de Viana, que debe al mar gran parte de su prosperidad. Enfrente, se encuentra el CHAFARIZ, fuente que se levanta sobre una escalera de cuatro escalones, con un tanque circular. En el centro de éste, sumergido en el agua, se asienta el pilar que soporta todo el resto de la estructura. Sobre este pilar nos encontramos con una columna estriada y decorada con follajes. Surge un conjunto de tres copas, que van disminuyendo de diámetro a medida que se colocan más arriba. Está coronada por una aguja con un relieve tallado de águilas y follaje, incluyendo el escudo de Portugal. A la izquierda del chafariz, se nos muestra toda espléndida la IGREJA DA MISERICÓRDIA, edificada tanto la casa como la iglesia a partir de 1520 por la cofradía de la Misericordia, que acuerda construir la llamada “Casa das Varandas”. Este edificio, datado de 1589, es un ejemplar único de la arquitectura de inspiración renacentista y manierista, con influencias italianas y flamencas. En 1716, se empezaron obras de renovación de la iglesia, encargadas al ingeniero militar de Viana, Manuel Pinto de Vilalobos. La iglesia, cuya visita cuesta un euro por persona, presenta por dentro una gran riqueza decorativa, al gusto de la época. En su interior también nos encontrados unos preciosos revestimientos en azulejos, pintados por Policarpo de Oliveira Bernardes. Es, sin duda, uno de los mejores ejemplares barrocos de todo el país. En el extremo contrario nos encontramos con la escultura de CARAMURÚ, levantada en honor a este aventurero llamado por los indígenas "Caramurú", nombre que le fue dado en el idioma tupí por sus características físicas ya que era alto, delgado y de piel blanca y les llamaba la atención. Algunos historiadores decían que Caramurú significa "hombre de fuego, dragón salido del mar" y es así como se representa en esta escultura con su amada Paraguasu, hija del cacique Taparica. Caramurú y la bella Paraguasu comenzaron un matrimonio con el que hubo infinitas leyendas de amor con la que tuvo varios hijos. Con el nombre de Caramuru era conocido Diogo Álvares Correia, un valiente explorador (nacido en Viana) que se hundió en la bahía brasileña de Todos los Santos en 1508, cuya hazaña está estrechamente ligada a la historia de ese país: Al hundirse cogió su pistola y mató a un pájaro, y los indios que lo vieron le atribuyeron poderes divinos. Luego se casó con una indígena, hija del jefe de la tribu Tupinambá, por lo que tuvo una gran influencia en la historia de la fundación de Brasil. El monumento fue realizado por José Rodrigues en diciembre de 2008, con motivo del aniversario de los 750 años de fundación de la ciudad. Y justo enfrente de esta escultura podemos visitar el MUSEO DEL TRAJE, ubicado en el edificio del antiguo Banco de Portugal y que desde 2004, muestra la riqueza etnográfica de los tradicionales trajes de Viana.

Abandonamos la plaza a través de la Rua do Pozo para dirigirnos a la SÉ CATEDRAL de Viana, que es una iglesia fortaleza construida en el siglo XV si bien conserva un aspecto románico. Su fachada está flanqueada por dos grandes torres coronadas por almenas y destaca su hermoso portal gótico con arquivoltas con escenas esculpidas de la Pasión de Cristo y esculturas de los Apóstoles. Es un templo con planta de cruz latina y en su interior es de tres naves separadas por arcos apoyados sobre pilares. En el interior, destacan las capillas de San Bernardo y la del Santísimo Sacramento. Enfrente de la catedral destacan dos palacetes totalmente diferentes. La CASA DE LOS LUNA está situado a la derecha, con una fachada en tonos rojizos. Fue manda construir en el siglo XV por Jácome Rodrigues de Luna, descendiente de nobles gallegos que habían perdido todos los derechos de su dominio señorial. Al no poder llevar el escudo de armas de la familia en la fachada de la vivienda, Jácome de Luna contrató al maestro João Lopes el Viejo alrededor de 1545 para ejecutar un programa decorativo lleno de símbolos alusivos a la nobleza de su linaje. Una gran estela situada entre la primera y segunda planta nos explica la nobleza de la casa. A su izquierda se puede ver la fachada de un palacio de características más portuguesas, encalada en su totalidad marcando los vanos de puertas y ventanas con piedra de granito. Volviendo de nuevo la mirada hacia la fachada de la Sé, una calle estrecha recorre su lateral izquierdo. En ella se encuentra la CASA DE LOS ARCOS (JOAO VELHO), considerada uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil gótica que permanecen en Portugal. Esta casa está ligada a una tradición según la cual, en ella habría vivido Juan Viejo, siendo este navegador y un notable de la villa, que hospedó al Rey D. Manuel I, en su peregrinación a Santiago de Compostela. Sin embargo se sabe que en realidad aquí vivió su hijo que coincidentemente tenía el nombre de Juan Velho. Pertenece a un conjunto de casas circundantes a lo largo de la matriz, con la misma estructura arquitectónica, en la que el piso noble se asienta sobre porche abierto por arcos, a semejanza de la arquitectura civil gallega, de la misma época. Y tras un corto paseo nos acercamos a contemplar la CASA Y CAPELA DAS MALHEIRAS, que considera como el edificio barroco más importante de la la arquitectura civil portuguesa del siglo XVIII. La casa presenta las típicas características arquitectónicas de la época: fachadas largas y rectangulares, dos pisos con largas filas de ventanas, la puerta principal que divide en dos el edificio y el escudo familiar presidiendo la entrada. Por su parte, la capilla está anexada a la casa por uno de los lados. Desde allí, dirigimos nuestros pasos hacia la parte más alta y cercana a la estación del tren. Y así nos encontramos con el TEATRO MUNICIPAL DE SÁ DE MIRANDA, situado frente a la Iglesia y el Convento de Santa Ana; es un edificio del siglo XIX con algunos elementos neoclásicos, donde destaca el techo abovedado con una pintura de João Baptista Rio. Justo enfrente de una de sus fachadas, se nos muestra el CONVENTO DE SANTA ANA junto a la Estación de ferrocarril. A semejanza de otros conventos, éste también fue mandado construir por la nobleza de la ciudad junto con el Ayuntamiento, para allí enviar a las hijas que eventualmente no se casaran. La construcción primitiva de raíz gótica se inicia en el siglo XVI, habiendo sufrido múltiples reformas a lo largo de los siglos. Actualmente, la parte conventual fue adaptada para recibir a las personas de la tercera edad, y el templo religioso es conocido como Iglesia de la Caridad. Muy cerca de este convento nos encontramos con la CÁMARA MUNICIPAL o Ayuntamiento ubicado en el llamado Palacio de los Viscondes de Carrera o de los Távoras. El edificio, de finales del siglo XVII, es considerado como una de las más bellas casas señoriales de la ciudad. Tiene dos pisos y presenta planta rectangular en la que la fachada principal presenta una armonía en su programa decorativo con las ventanas y puertas manuelinas, a las cuales las alteraciones y los añadidos posteriores vinieron, más que preservar, realzar y valorar. Continuamos caminando hasta llegar a la estación de tren, ante cuya fachada está el MONUMENTO A LOS DANZANTES. Consta de un pedestal de granito sobre el que se erigen dos estatuas de fundición que representan a un hombre y una mujer bailando un baile regional típico del folclore popular; van ataviados con su traje característico, y en el pedestal aparece grabada una inscripción que invita a volver a visitar Viana. Desde aquí volvimos a ver la rectilínea Avenida de los Combatentes da Gran Guerra, esta vez desde el otro extremo, a final de la cual se veía en toda su plenitud el Monumento al 25 de Abril y el río Limia. Casi al lado de esta escultura, está la CASA MELO ALVIM, llamada también Solar de Camarido. La casa, de principios del siglo XVI, es considerada la casa más antigua de la ciudad. En la década de los noventa esta casa fue objeto de restauración, transformándola en un hotel.

Desde aquí iniciamos un recorrido que nos iba a llevar a la parte oeste de la ciudad, donde lo primero que nos encontramos fue la IGREJA E CONVENTO DE SÃO DOMINGOS, fundada por el dominico  Frei Bartolomeu dos Mártires, célebre por su participación en el Concilio de Trento, conocido como Arzobispo Santo, que fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en 2001. Es un templo edificado entre 1566 y 1576, en cuyo interior se pueden admirar varios altares de bellísima talla dorada. Enfrente de esta iglesia la calle se ensancha dando lugar a una pequeña y coqueta plaza en cuyo centro se encuentra la escultura de FRAY BARTOLOMÉ DE LOS MÁRTIRES, fundador del desaparecido convento de Santa Cruz del que sólo queda la Iglesia de Santo Domingo donde descansan sus restos). Fue realizado por el escultor Manuel Rocha en Noviembre de 2008 con motivo del aniversario de los 7 años de su beatificación. El monumento representa al fraile dominico sentado en una mula, sobre un pedestal de base circular en el que se representan (con relieves de bronce) distintas etapas y hazañas de su vida. El fraile está considerado la personalidad más relevante de la historia de la ciudad, por su dedicación a los pobres y enfermos, su notable participación en el Concilio de Trento y la fundación del convento. Enfrente de esta escultura que preside la plaza, destaca sobre el resto del caserío el MUSEU DE ARTES DECORATIVAS, que ocupa el palacio de la familia Barbosa Maciel. El museo exhibe una valiosa colección de cerámicas de los s. XVII y XVIII, incluyendo piezas de la famosa fábrica de loza de Viana do Castelo, características por su tinte azul. Fue en esta plaza donde decidimos comprar un pequeño recuerdo de nuestro paso por la ciudad consistente en un imán para el frigorífico de casa con el que ampliaríamos nuestra colección. Y ya puestos, dada la hora avanzada que era -más o menos las doce de la mañana, hora portuguesa- entramos en un pequeño establecimiento que había al inicio de la Rua Manuel Espregueira donde vimos unos bocadillos muy apetecibles y una oferta variada y económica de platos del día. Nos tomamos un par de bocadillos calientes y unas cervezas Sagres que nos animaron a continuar lo poco que nos quedaba ya por ver de la ciudad. La cuenta ascendió a siete euros.

Finalizado el refrigerio, nos dirigimos hacia el SANTUÁRIO DA SENHORA DA AGONIA, consagrado a la Pasión de Cristo. Delante del mismo , en una muy extensa explanada se celebra una famosa romería que congrega multitud de visitantes. El punto culminante de esta fiesta es el cortejo etnográfico, el desfile de "gigantes" y "cabezudos" y, como remate, la fiesta de los trajes regionales. Frente a este santuario, al otro extremo de la explanada se encuentra el FORTE DE SANTIAGO DA BARRA, fortificación colocada en la margen derecha de la desembocadura del río Limia para proteger la ciudad de los ataques por mar. Es curioso la decadencia de la ciudad en esta zona más cercana al puerto; abundaban los tendederos al aire libre llenos de ropa, hechos con cuerdas y palos en infraestructuras efímeras y las fachadas de las casas presentaban, en algunos casos, signos de decrepitud alarmante. Buscamos por los alrededores del fuerte la conocida escultura dedicada a la MUJER VIANESA, que habíamos leído que se encontraba en esta zona, pero fue imposible dar con él. No sé si lo habrían cambiado de ubicación o que no supimos encontrarlo. Básicamente es una escultura femenina, con los ropajes aireados por el viento, que lleva en su mano una carabela como símbolo de la importancia del mar y el comercio marítimo de la ciudad. Y desde, aquí, bordeando nuevamente los muelles de la desembocadura del Limia, con el barco Gil Eanes fondeado en el río, nos fuimos acercando lentamente hacia nuestro coche para dirigirnos a la cercana ciudad de Barcelos. Había sido una mañana muy productiva y muy bien aprovechada.

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