sábado, 1 de abril de 2017

ORENSE Y SU MARAVILLOSO PÓRTICO DEL PARAISO

Habíamos dormido la noche anterior en el Hotel España de Lugo y habíamos hecho una parada en Portomarín para visitar su Escalinata de las Nieves y su iglesia de San Nicolás. Desde allí habíamos continuado viaje hasta MONFORTE DE LEMOS donde habíamos parado poco antes de las doce de la mañana brevemente para hacer un descanso, cerca de la plaza donde se ubica el impresionante Colegio de Nosa Señora da Antiga. Entramos a la CAFETERÍA CAROLUS IIII donde pedimos unas cervezas y nos sentamos en una mesa a relajar las piernas un poco. Conseguido el objetivo, continuamos camino en dirección a Orense pasadas las doce y media. Pocos kilómetros después, a la altura de Los Peares, detuvimos el coche un momento en un ensanche de la carretera para acercarnos al mirador sobre los cañones que forma el río Miño que corre encajonado entre riscos montañosos. Es todo un espectáculo ver los viñedos caer ladera abajo abrigados en pequeños bancales elaborados por la mano del hombre. Nos vimos el recuerdo de la novela “Todo esto te daré” de Dolores Redondo que narra primorosamente el trabajo meticuloso con la elaboración del vino de la Ribeira Sacra. Después de la tanda correspondiente de fotos y vídeos, seguimos camino a Orense.
Pasamos junto al PUENTE VIEJO sobre el río Miño, antiguo puente romano, aunque el que vemos en la actualidad es de traza medieval. Desde comienzos del siglo actual es peatonal. Un poco más adelante giramos al llegar al PUENTE DEL MILENIO que, inaugurado en 2001, es el último construido en la ciudad. Presenta un diseño muy vanguardista y un audaz sistema estructural. Está constituido por dos niveles: el inferior es la plataforma de hormigón que conecta los márgenes del río y por el que circulan los vehículos; el segundo nivel del puente consiste en una pasarela peatonal con algún punto elevado para funcionar como mirador. Continuamos en dirección a la rúa Ervedelo hasta llegar a la rúa Juan XXIII donde estaba el establecimiento hotelero donde íbamos a dormir esa noche, el HOTEL MIÑO, un estrecho y elevado bloque con numerosas habitaciones en sus plantas. Cincuenta euros íbamos a pagar por dormir. La habitación, situada en su séptima planta, estaba bastante bien, no así su tamaño que resultaba excesivamente pequeño. Habíamos elegido este hotel, aparte de su precio, porque en la misma puerta del establecimiento había una rampa de acceso a un aparcamiento privado que estaba concertado con el hotel. Aparcar ese día nos costó doce euros, que dimos besados viendo cómo estaba el aparcamiento en la ciudad. Así que, dejadas las maletas en la habitación y colocado el coche en su plaza, decidimos iniciar la visita de esta capital gallega que no conocíamos. Eran algo más de las una y media cuando subíamos por la rúa da Concordia y nos dimos de bruces con el majestuoso edificio del antiguo BANCO DE ESPAÑA, hoy en día oficina catastral, entre otros usos. Giramos a la derecha por rúa do Paseo y fuimos caminando por esta bulliciosa y bonita avenida peatonal –hay un cierto tráfico en las intersecciones de algunas calles y el generado por la existencia de cocheras particulares–. Un par de minutos más tarde estábamos ante la entrañable estatua que el ayuntamiento le ha dedicado a LA LECHERA en cariñoso homenaje a aquellas mujeres que repartían la leche de casa en casa. Al final de este paseo se encuentra la plaza de Eugenio Montes en uno de cuyos laterales se encuentra O MOUCHIÑO, un monumento a los héroes del cómic, un monolito de granito sobre el que se alza una estatua de bronce que simboliza un personaje fantástico sentado sobre una gran lechuza. En el suelo se pueden ver unas pequeñas placas en las que aparecen grabados los nombres de muchos de los personajes de cómic como el Guerrero del Antifaz, Flash Gordon, o Zipi y Zape. Este monolito recuerda un antiguo mercadillo de cómics que se celebraba en este lugar. Como eran casi las dos de la tarde y el cuerpo ya nos iba pidiendo algo de comer y de beber, entramos en el CAFÉ LA CORUÑESA y nos sentamos en una mesa del interior. El local está decorado primorosamente, con un precioso suelo de tarima, unos muebles de época que marcan estilo, unas bonitas lámparas de latón, unos techos decorados con pinturas… Pedimos dos cervezas de entrada y un par de pinchos de tortilla de patatas; yo repetí otra cerveza y pedimos un filete con verdura de tapa que compartimos. Tenían un menú del día por once euros con cuatro platos de primero y otros cuatro de segundo para elegir, pero no llevábamos apetito para eso, así que, con las tapas, dimos por finalizado el almuerzo. Pagamos, salimos a la calle y continuamos por la rúa Lamas Carvajal. Pasamos por delante del SEMINARIO CONCILIAR DE SAN FERNANDO, edificio anexo a la iglesia que fue construido como colegio para cursar estudios de Gramática; posteriormente ha sido instituto, museo, seminario y actualmente residencia sacerdotal. Unos pasos más adelante llegamos a la IGREXA DE SANTA EUFEMIA, construida inicialmente como parte de un antiguo colegio jesuita. La iglesia se construye en la segunda mitad del siglo XVIII en un excelente estilo barroco. Su fachada combina la suntuosidad, el uso de las líneas curvas y los juegos de luz con sus entrantes y salientes. Llama la atención su peculiar forma cóncava, posiblemente con la intención de dotar de mayor monumentalidad a una fachada cautiva en una calle estrecha. Curiosamente hasta la década de los ochenta del siglo pasado no se termina la torre campanario ni la imagen de la santa en la fachada. El interior, muy austero, es de planta de cruz latina con tres naves longitudinales, siendo más bajas las laterales. ¿Por qué se encuentra Santa Eufemia en Ourense? Porque según la tradición sufrió martirio en tiempos de Adriano. Siglos más tarde, al descubrirse su tumba, dos diócesis se disputaron los restos de la santa, Orense y Braga. Se decidió poner el cuerpo en un carro tirado por un buey y enterrar a la santa en el lugar donde se dirigiera. Fue Orense, y así se explica el protagonismo que recibe Santa Eufemia tanto en esta iglesia como en la Catedral, donde aún se evoca esta historia en un altar colateral de la capilla mayor. Seguimos por la misma calle hasta llegar a la PLAZA MAYOR, que ha sido y continúa siendo el principal punto de encuentro en la ciudad. Amplia, luminosa y porticada, tiene forma irregular y la particularidad de ser una de las pocas plazas mayores en Europa con el suelo levemente inclinado. Esta plaza acoge algunos de los principales monumentos de la ciudad. Centra el espacio la fachada de la Casa Consistorial que ocupa el único lateral sin soportales; a su lado el antiguo Palacio Episcopal, con el que parece competir en majestuosidad. Los otros tres laterales son los soportales que forman el Espolón, antiguo paseo de la nobleza hoy reconvertido en una de las zonas de terrazas más animadas del centro. El CONCELLO o Casa Consistorial preside la plaza con su fachada clasicista con bajo porticado de finales del siglo XIX. La actual fachada está rematada con reloj y blasón de los Reyes Católicos. A la izquierda de la puerta principal se encuentra una placa del Instituto Geográfico Nacional que recuerda la altitud de la ciudad sobre el nivel del mar (135 metros) así como su latitud y longitud. A su izquierda se abre la imponente fachada del MUSEO ARQUEOLÓGICO PROVINCIAL, que ocupa el edificio que fue Palacio Episcopal. Es el conjunto monumental civil de estilo románico más completo de los que se conservan en la ciudad, siendo declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931. Su construcción comenzó en el siglo XII, y tuvo un protagonismo relevante en la organización urbana medieval. El museo estaba cerrado por reformas. Subimos tranquilamente la escalinata que nos lleva hasta la IGREXA DE SANTA MARÍA NAI, con una bonita fachada barroca del siglo XVIII. Existe una creencia muy extendida en la ciudad de que esta iglesia podría haber sido la antigua catedral, de ahí la cercanía del palacio episcopal. Otra cosa que aprendimos en este viaje es que la virgen de esta iglesia es la patrona de los sastres. A mano izquierda se abre un rincón encantador, donde pareciera que el tiempo se hubiera detenido. Estamos hablando de la PRAZA DE LA MAGDALENA cuyo origen probablemente venga de un viejo claustro si tenemos en cuenta su forma actual. Este lugar fue cementerio que plaza como nos lo recuerdan las lápidas medievales en un lateral, apoyadas en la iglesia. En el centro de la plaza se alza uno de los más hermosos cruceiros de la ciudad, realizado en granito y coronado por las figuras de Cristo en la cruz y la Virgen Dolorosa rodeada por cuatro medallones con los símbolos de los evangelistas. Otra cosa que nos llamó la atención fue el pavimento de la plaza realizado con cantos rodados colocados de reo, es decir, de canto, procedentes del río y del sustrato orensano. Desde esta encantadora plaza cruzamos a la llamada PLAZA DO TRIGO, lugar donde se centralizaba la compra y venta de este cereal. Al igual que la plaza Mayor también presenta cierta pendiente. Preside una fuente ubicada en el centro de la plaza. También son reseñables el elevado número de pórticos y casas nobles que se dan por la zona. Es en esta plaza donde se ubica la puerta sur de la catedral que hace las veces de acceso a su interior. Y por ella accedimos a la CATEDRAL DE SAN MARTIÑO. Abonamos once euros por las dos entradas y estuvimos charlando un rato con el señor de la taquilla, que trató de orientarnos muy amablemente para que no perdiéramos ningún detalle en la visita. Éramos los únicos visitantes de la catedral en ese momento. La historia de la Catedral de Ourense es un templo de cruz latina con influencias compostelanas y del arte cisterciense, de estilo románico tardío, ya con notas del gótico. Su alzado se fecha habitualmente entre los siglos XII y XIII. La cabecera, inicialmente con tres ábsides del que solo se conserva uno. Tiene tres puertas de acceso: la sur –por la que habíamos entrado nosotros–, la norte –la más primorosa de las tres– y la oeste que se abre a la fachada principal del templo mediante una amplia escalinata añadida en el siglo XX. En lo alto despunta, por su espectacular altura, el bellísimo cimborrio tardo-gótico. El interior es austero y elegante y llama poderosamente la atención la luz filtrada que penetra por al alto cimborrio que se eleva en el transepto. Nada más entrar, la primera dependencia a la que accedimos fue el MUSEO Y TESORO catedralicio, enmarcado en el inconcluso claustro. Entre sus tesoros guarda piezas de excepcional calidad, como el llamado «Tesoro de San Rosendo», compuesto por una serie de peines litúrgicos, un báculo de marfil y 8 figuras de ajedrez Fatimí. Singular es también Misal Auriense, un incunable con el honor de ser el libro impreso en Galicia más antiguo que se conserva. Otras piezas interesantes son la Cruz Procesional o la Cruz de Azabache. Una vez que salimos de las salas del museo, paseamos por las naves laterales con numerosas sepulturas en sus muros. Pero si algo había justificado la visita al templo era el llamado PÓRTICO DEL PARAISO. Está situado en el interior y a los pies de la catedral y fue realizado en el siglo XIII por los discípulos del maestro Mateo, tomando por inspiración su obra del pórtico de la Gloria de la catedral compostelana. Posee tres arcadas que se sustentan en columnas, con alisados y esbeltos fustes de piedra. El parteluz en el centro divide en dos el conjunto y son sus columnas de una sola pieza lo que le confiere mayor robustez. La escultura del apóstol Santiago le representa sosteniendo una espada de hierro, en referencia a su aparición milagrosa en la Batalla de Clavijo. En el siglo XIX, en la parte superior del parteluz, se añadió la imagen de la Virgen del Consuelo con el niño. Un poco más arriba en el capitel, Cristo es tentado por el diablo y si seguimos alzando la vista, sobre un medallón con la efigie del Dios Padre, hay un tabernáculo con la escena de San Martiño cortando su capa. Si alzamos la vista, en las arquivoltas del arco central se encuentran representados los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Las esculturas-columnas, de dimensiones humanas, representan apóstoles y profetas que pueden identificarse por las inscripciones de las cartelas que portan. Los capiteles están decorados con variados motivos como las tentaciones de Cristo en el desierto, centauros luchando con sirenas, dragones o maléficas arpías, de horrendo rostro y cuerpo de ave, presagio de plagas, enfermedades y otros infortunios. La policromía procede en gran parte del siglo XVIII, aplicándose entonces sobre la original románica que aún es visible en algunas figuras de las pilastras. La pintura permitió realzar los volúmenes de las figuras y resaltar aspectos de ellas. Otra estancia interesante y digna de ver es la CAPILLA DEL SANTO CRISTO, de estilo barroco, con elevada presencia de dorados que la recargan a la vista. Está presidida por una talla gótica de un crucificado, del que dice la leyenda que le crece milagrosamente el pelo y la barba. Finalmente, nos acercamos a ver el retablo de la CAPILLA MAYOR, de principios del siglo XVI, realizado en un fino gótico-flamígero. En su despliegue iconográfico, en la calle central y en la posición más destacada está San Martiño de Tours, patrón y titular de la catedral, mientras que en el resto se representan escenas de la vida de Jesús y la Virgen. Salimos de la catedral por la misma puerta sur por la que habíamos entrado, con los ojos como platos después de disfrutar completamente solos el Pórtico del Paraíso y el restos de maravillas que atesora este templo. Subimos la pequeña cuesta que nos llevó a la praza de los Suaves, frente al ábside mayor, pues queríamos conseguir una visión más nítida del cimborrio octogonal que se elevaba majestuoso a pocos metros de nosotros. La plaza recibe este nombre en memoria del grupo de rock orensano Los Suaves. Subimos un poco más y llegamos a la PRAZA DO CORREXIDOR desde donde la visión del cimborrio es aún mejor si cabe al estar la plaza en un terreno más elevado. El gran edificio que preside la plaza es el colegio de las Carmelitas, que fue antes casa de los Temes, y junto a él hay una capilla neogótica. En un lateral de la plaza vimos una escultura dedicada a Otero Pedrayo, ilustre escritor orensano, patriarca de las letras gallegas.

Desde aquí volvimos sobre nuestros pasos por la rúa Juan de Austria hasta la rúa dos Arcedianos para ver la fachada principal de la catedral que se encuentra constreñida entre el caserío que se arremolina a su alrededor. La fachada, austera y sin apenas decoración, recuerda someramente su pasado románico muy modificado con el paso de los siglos. Uno de estos cambios es la escalinata que vemos hoy en día que es un añadido del siglo XX. Llegamos de nuevo a la Praza Maior y, sin detenernos, continuamos camino por la rúa Barreira a la que viene a desembocar la rúa Bailén conformando lo que antiguamente se llamaba praza das Herbas. En esta pequeña placita se encuentra la CASA NATAL DE ALEXANDRE BÓVEDA, prestigioso político y economista del nacionalismo gallego fusilado en 1936. Frente a la casa, en la zona ajardinada, se encuentra el MONUMENTO A BÓVEDA,  una especie de monolito por el que trepan dos niños. Es una escultura en bronce del escultor Buciños. De esta plaza sale también la rúa Burgas como una continuación natural de la rúa Bailén. Y a escasos metros nos encontramos con una de las fuentes de las que mana estas famosas aguas de AS BURGAS. Dicen los orensanos que uno no debe marcharse de Orense sin tocar sus aguas, que proceden de acuíferos subterráneos a más de un kilómetro de profundidad y que manan a más de 60º C. Con estas temperaturas, no es difícil imaginar los usos terapéuticos, casi milagrosos, que tuvieron a lo largo del tiempo, junto a otros de carácter más práctico. La zona se divide tradicionalmente en tres tramos: la fuente monumental o «Burga de Abaixo», la explanada central, donde se encuentra la piscina termal, y la «Burga de Arriba». En la piscina al aire libre había un considerable grupo de personas dentro del agua. Después de mojarnos las manos en uno de los caños de la Burga de Arriba y comprobar que el agua salía casi a punto de hervir volvimos sobre nuestros pasos y enfilamos la rúa Cervantes hasta llegar a la IGREXA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, la más antigua de las que se conservan en Orense. De su fábrica original se aprecia el aspecto fortificado y algunos detalles románicos. En la portada lateral de la iglesia lateral hay una concha de vieira, símbolo por excelencia de los peregrinos a Santiago. Una vez salimos de la iglesia nos acercamos a la praza Saco y Arce para ver la escultura OBDULIA Y LOLA, que no es más que un emotivo y sentido homenaje a la memoria y labor solidaria que realizaron Obdulia Díaz y Lola Novoa acogiendo, alimentando y ayudando a los niños más necesitados del barrio. Desde aquí nos llegamos a la praza de la Imprenta presidida por una ESTATUA DE CASTELAO, narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante y político español, considerado como uno de los padres del nacionalismo gallego. Ya tocaba terminar la visita a esta zona y emprendimos regreso hacia la praza Maior, donde poco antes de las siete de la tarde nos sentamos en una mesa de la terraza de la XEADERÍA PRAZA MAIOR. Pedimos nos tomamos un café con leche y una infusión porque no teníamos ganas de tomar helado, que era la especialidad de la casa. Relajados y con el cuerpo caliente retornamos hacia la rúa Santa Eufemia para dirigirnos a la plaza del Cid, más conocida como EIRONCIÑO DOS CABALEIROS, una recogida y tranquila zona de la gastronomía de los vinos. En el centro destaca también un cruceiro moderno que representa a Cristo y la Virgen con el niño en brazos. Desde aquí salimos de nuevo a la RÚA DEL PASEO, hermosa calle casi peatonal pues por ella circulan los vehículos que entran y salen de las cocheras existentes. Hacia mitad de la calle hay una preciosa escultura de bronce llamada MATERNIDAD de Acisclo Manzano. Unos metros más adelante en dirección al Parque de San Lázaro nos encontramos con el EDIFICIO VIACAMBRE, uno de los más fotografiados de la ciudad. Tiene una fachada realmente encantadora y muy estética. En los bajos del edificio hay una galería comercial con infinidad de comercios, bares y restaurantes que conecta rúa do Paseo con la rúa de Santo Domingo. Continuamos el paseo hasta llegar al Parque de San Lázaro donde nos encontramos en una de sus esquinas con la escultura HOMENAJE A COLEMAN Y REVERTER. La obra rinde homenaje a Antonio Coleman y Estanislao Reverter, que aparecen apoyados sobre un vehículo de la escudería Renault (aunque con motor Porsche) que bautizaron con el nombre de "Alpinche". La obra fue realizada por el artista Ramón Conde. En la misma acera, pero unos metros más adelante, también visitamos la escultura de LA CASTAÑERA, monumento que pretende rendir un doble homenaje: por un lado, al recuerdo de uno de los oficios tradicionales que más se asocia a la economía de la ciudad; y por otro, al trabajo de las mujeres tantas veces invisibilizado. En el otro extremo del parque destaca la estilizada figura de O CARRABOUXO, un entrañable personaje de boina negra leyendo un periódico protagonista de la viñeta humorística diaria de un periódico local. Desde allí nos acercamos a la IGREXA DO SAN FRANCISCO, cuya fachada y cabecera góticas del siglo XIV perteneció en un momento determinado a la iglesia del convento de los franciscanos. Al salir de la iglesia nos acercamos a una serie de puestos de venta ambulante que había circundando el parque. En uno de ellos compramos un par de paquetes de ROSQUILLAS EL CRISTALEIRO que curiosamente se elaboran en Gondomar, localidad de la que partimos al inicio de este viaje por tierras gallegas. Esto sería lo que llevaríamos como presente a la casa de Carlos en Paracuellos de Jarama. Eran ya más de las ocho y media y el cuerpo ya nos iba pidiendo un descanso más prolongado. Así que enfilamos camino al hotel, no sin antes detenernos en un supermercado FROIZ que había en la rúa de la Concordia donde compramos unas cervezas, pan, fiambre, agua y fruta para cenar. Queríamos acostarnos temprano porque al día siguiente iniciábamos el viaje de regreso a Madrid, aunque queríamos hacer una breve parada en Allariz.

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