El día amaneció lloviendo, señal de mal agüero para la visita que teníamos planificada hoy que no era otra que recorrer el casco histórico de la ciudad de Amberes (Antwerpen o Anvers, según se nombre en flamenco o francés), segunda ciudad más importante y de mayores dimensiones de Flandes. Se extiende sobre la orilla izquierda del estuario del Escalda, a 88 km del mar del Norte, circunstancia que la convierte en el principal puerto del país y el sexto del mundo. Su desarrollo industrial, logrado a expensas de la decadencia de la no muy lejana Brujas, atrajo desde esta última ciudad hacia Amberes una multitud de artistas: escultores, pintores y arquitectos que, en los siglos XVI y XVII, la cubrieron de hermosos monumentos. Entre todos los artistas que recalaron, el más reconocido internacionalmente fue el pintor Peter Paul Rubens. Nos levantamos temprano, como cada día, desayunamos con contundencia y nos preparamos para salir a la calle. Teníamos que ir a Amberes si queríamos verla hoy dos de octubre, pues mañana volábamos a Madrid y no queríamos vernos en el aprieto de llegar tarde a la terminal del aeropuerto de Zeventem. Era mejor hoy porque así disponíamos de todo el día para visitar la ciudad. Así que dicho y hecho. Nos abrigamos bien pues, según la app del teléfono, hoy fijaban lluvia discontinua y fuertes rachas de viento en Amberes. Nos encaminamos hacia la estación de Bruselas Central y allí sacamos dos billetes de ida y vuelta para Amberes al precio de 30,80 euros. El comprar estos billetes sueltos era consecuencia de que la tarjeta RAIL PASS ya la habíamos agotado y evidentemente era más caro comprar otra tarjeta que los billetes individuales. Una vez en nuestro vagón, que no iba muy saturado de pasajeros, nos acomodamos dispuestos a contemplar el gris, apagado y anodino paisaje belga a causa de la lluvia que caía en ese momento a través de la ventanilla del tren. La duración del viaje fue relativamente corta ya que poco antes de las diez y media de la mañana nos apeábamos en la estación Antwerpen-Centraal, después de haber recorrido los poco más de cincuenta kilómetros que separan estas dos ciudades.